El Matadero de la Calle Franklin
Todos los Sábados Mamá me
invitaba a acompañarla... a ese territorio fascinante para mi que se
llamaba..."El Matadero"... en la Calle Franklin de Santiago... me
tomaba de su mano... donde cabía la mia pequeña... y palpaba su textura
tibia de piel hermosa, suave y segura... Entrábamos siempre por la
gran puerta de madera de la calle Arturo Prat... donde las floristas nos
mostraban las maravillosas flores que compraríamos al final de nuestra aventura
... Si, porque para mi era una aventura bien venida y siempre distinta... donde
descubría universos que han perdurado en mi mente a través del tiempo
transcurrido... Nuestra primera parada era donde Margarita, la verdulera, mujer
hermosa de cabellos oscuros... que siempre estaba con su amante que se llamaba
Marta... en su puesto encontrábamos los rojos tomates marcusianos... los
tímidos rabanitos comunistas... los soldadescos espárragos rortyanos... el
repolludo repollo cartesiano... los amarillos y lechosos choclos
cristianos... la penca verde cortada en cuadritos picassianos... el apio
majestuoso lacaniano... las alcachofas clavantemente espinudas deleuzianas
... la perfumada albahaca nerudiana ... el crespo perejil
vivaldiano... el aromático cilantro beethoviano... nos íbamos de ahí a donde el
caserito Pedro a comprar los eclécticos porotos granados... o los porotos
pragmáticamente verdes... el mote socialista lo comprábamos donde la Sra.
Lucy... que lo sacaba de un cerro inmenso y amarillo que lo tenia en su puesto
de un azul oscuro ...nos desplazábamos luego a la pescadería de don
Manuel... cuyo delantal blanco siempre estaba teñido de la sangre de las
jóvenes merluzas... y de la rosada piel del congrio... que los iba
torturando al arrancarles sus escamas color plata ...mientras Mamá
compraba ... yo hurgueteaba en los cajones del costado... a ver si me
encontraba con una sirena de largo cabello de algas marinas que, tal
vez, había quedado atrapada en las redes de los lejanos-cercanos pescadores de
San Antonio... y estaba escondida esperando que yo la salvara ...entremedio de
locos freudianos ... picorocos junguianos ... choritos wilberianos ... y
...el post-moderno cochayuyo ... (pero en verdad nunca encontré una ...la sigo
buscando hasta ahora ... pero entre la nieve ... porque también hay sirenas
debajo de ella ... no solo tulipanes perdidos) ... el siguiente paso
que dábamos era hacia la carnicería ... yo siempre me escondía detrás de Mamá
y me tapaba los ojos ...ya que para mi era una verdadera pesadilla entrar
ahí... imaginaba que así debía ser el infierno... ese del cual hablaban en
la escuela en las clases de religión... pedazos de cuerpos ... donde la sangre
goteaba ... cuerpos degollados... cuyas lenguas vendían todavía calientes ... cabezas
separadas del cuerpo ... colgaban inertes de los gigantescos ganchos ... parecía
un campo de guerra de animales humanos ... que habían derrotado a otros
animales no-humanos ... que gozaban ... y la boca se les hacia agua pensando en
cada trozo de carne asada ... en las costillas que se comerían ... una por
una ... en las empanadas con carne molida ... que era triturada
en una maquinas donde se daba vuelta una manilla para que saliera por unos
hoyos redondos ... en las budineras ... donde se separaba ... la sangre
... para hacer prietas ... y ... lo otro ... ambas estremecían mi
cuerpo de niña y mi alma todavía pura ...la sección de los pobres pollos,
gallinas, codornices... no la podía soportar... así que esperaba a Mamá a
la salida en Arturo Prat viendo las frescas flores que íbamos a
elegir ...que a mi se me imaginaban calidoscopios ...donde al verlas los
pétalos de colores me daban una nueva configuración de las bellezas encerradas
en cada una de ellas... aquí Mamá me daba una libertad absoluta... yo
quería llevármelas todas... pero era imposible ... elegía a veces un ramo de
perfumados jacintos azules... o uno de frescos juncos... o uno de aromo que a
Mamá tanto le gustaban... si era el tiempo, Mamá siempre me compraba un
ramito chiquito de perfumadas violetas... Hoy que ya tengo grande la
mano... no puedo cobijarla en la de la tibieza de Mama... ehh... donde estas? ...
estés donde estés te sigo amando!!! ... Me he quedado sin ella... y sin el
Matadero de Franklin... que pobló mi infancia...pero sigo encontrando sus
bellas eternas huellas!!!
Mayo
24 de undosmildos.
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