Monday, February 23, 2015

Albahaca


Las cuevas
profundas
y misteriosas
que
tengo
en
mi nariz
permiten
captar
toda
la belleza
del
aroma verde
que
se introduce
en
ellas
y
ofrecen

su ser.

Nieves

Monday, February 16, 2015

El terror que es el Estado



En la  “La interpretación de los sueños”  Freud  dice algo bien curioso…  “si no puedes cambiar las reglas  explicitas, trata de cambiar las obscenas reglas implícitas que las sostienen”.

Si  miramos la Ley  con algún detenimiento  no nos demoraremos mucho en notar que ella tiene su origen en la fuerza. En el corazón mismo de la  legalidad yace  la  contradicción entre la Ley que intenta mantener la paz y su origen violento.  Si pensamos, por ejemplo, en la destrucción revolucionaria de un régimen para comenzar otro o en la violencia del agresor  que dice traer la libertad para el pueblo oprimido, como en  Afganistán,  la Ley se aparece como intrínsicamente dividida entre lo  irracional y lo  potencialmente racional. 
Todo discurso siempre esta ligado íntimamente al poder,  sea porque esta constituido por el,  porque perpetua las relaciones institucionales o porque determina lo que es   verdad  y  lo que es normal al excluir  otras perspectivas.  El discurso de la guerra en contra del terrorismo es un ejemplo  obvio de esto  al funcionar  doblemente como  herramienta ideológica del Estado  para legitimar medidas que antes del año 2001 hubieran sido imposibles  y para justificar  las prácticas de dominación y agresión militar
Si miramos un poco la historia  la palabra  terrorismo hace su aparición en la etapa pos revolucionaria de la Republica Francesa. Los ideales más preciados de la Republica, considerados hoy como la fuente de la ley y la democracia occidental,  no se establecieron a través de una consulta popular o por el compromiso entre las diferentes partes en disputa. Por el  contrario, fueron resultado de  la acción indiscriminada de la violencia. Lo cierto es que la asociación    de la  virtud revolucionaria  con una voluntad despiadada no es  solo una vicisitud  histórica sino una alianza que  revela la  verdadera naturaleza de los  discursos políticos al desenmascarar la violencia implícita existente a la base de cada ley, no importa cuan democrática sea. El terror revolucionario que obsesivamente   se   desencadena para encontrar mas y mas enemigos, mas y mas complots, mas y mas traiciones tiene como fin  justificar las limitaciones de la Revolución y negar  la indeterminación y contingencia   que se encuentra a la base de la  Revolución  y que constantemente la amenaza.
 ¿No es  esta misma indeterminación  la que encontramos  en la dialéctica moderna del terrorismo y contra terrorismo?
El deseo de encontrar continuamente nuevos enemigos internos o externos es más que una  característica  de la nueva ideología  de la guerra en contra del terrorismo de los últimos gobiernos del eje euro americano. Es algo que siempre ha estado operando en  la violencia política  y siempre ha estado a la base de la ley  y la autoridad. Las paradojas de la ley surgen de la complicidad oculta que tiene  con la violencia. Su búsqueda por eliminar la violencia siempre involucra una violencia propia. La violencia reafirma la ley y la ley reafirma la violencia. El terrorismo actual pone al descubierto la fundación violenta de la autoridad.  

Si caracterizamos  hoy día  de  ilegales las acciones de los terroristas,  o de cualquier insurgencia política, entonces tendríamos que preguntarnos por  la validez  de la distinción entre violencia legal y violencia ilegal. La base de esta distinción la encontramos  en el intento del Estado  para imponer el monopolio  de la violencia al restringir a los otros de su ejercicio. Lo que es amenazante para el Estado no es la legalidad o ilegalidad de las intenciones  de la gente sino, las intenciones   perseguidas con la violencia. Es decir, la mera existencia de la violencia fuera de la Ley es lo que constituye  una amenaza.  La institución policial moderna y sus aparatos represivos, por ejemplo,  usan la violencia para preservar las leyes existentes. Pero, con frecuencia,  su violencia va más allá de la mera preservación de la Ley. Generalmente interviene, por “razones de seguridad”, de manera arbitraria y fuera  de los parámetros legales. Es una suerte de suspensión de la autoridad  que preserva la Ley y, al mismo tiempo, la transgrede a través de la violencia y la arbitrariedad con que se ejerce. Uno podría decir que la Ley es suplementada  por una obscura  zona de violencia ilícita  que le proporciona su base  y, al mismo tiempo, excede sus límites. La violencia estatal no es excepcional sino, esencial a su existencia. La acción de las fuerzas especiales de seguridad modernas es la expresión material  de ello.

En las sociedades contemporáneas, a diferencia de las  sociedades pre modernas, el poder  del soberano para quitar o perdonar la vida, como dice Foucault, ha sido reemplazado por el  poder que opera al nivel de la población con el fin de asegurar la vida. Su intención es la preservación y no el sacrificio del individuo. Es un registro político que reemplaza el derecho del antiguo soberano de quitar la vida por el principio de preservación y protección de la vida. El poder político moderno funciona a través de la exclusión  del  espectáculo del sacrificio violento de la vida. Ya no vamos el día Domingo a la plaza pública para ver a quien ahorcan. Pero, no nos hagamos muchas ilusiones con esta exclusión. Como el siglo XX  ha mostrado, esta tecnología moderna del poder no es menos sangrienta que la otra al producir  genocidios y holocaustos de una perversión sin precedente en el nombre de la protección de la salud y pureza de la población.  

La organización del poder alrededor de la seguridad  y preservación de las condiciones de la vida es un hecho de la vida política que se manifiesta hoy día en la obsesión  con los complots terroristas, el nuevo enemigo invisible y preocupación primaria del poder político. La  seguridad nacional  y la protección en  contra del terrorismo  son las características centrales  de cualquier programa político en los países capitalistas desarrollados. Los daños  colaterales de esta nueva responsabilidad que el Estado ha adoptado es la sistemática y odiosa destrucción  de vidas y comunidades en operaciones militares sin sentido que idióticamente  se inician  en  nombre de la preservación de la vida lo que hace evidente que  el discurso guerrerista  de la coalición euro norteamericana  tiene como ultimo propósito el  control interno basado  en una violencia que  encuentra su camino en los códigos, las normas y  tecnologías de regulación y vigilancia. El espectáculo sacrificial da paso a la  sociedad de control.

El asombro y fascinación que provoca el exceso espectacular de violencia de los ataques terroristas  puede encontrarse  en el hecho de que vivimos en sociedades  donde el sacrificio público de la vida no tiene lugar. Que alguien sea capaz  de sacrificar su propia vida y las vidas de otros es chocante para quienes estamos acostumbrados  a los  principios de preservación de la vida y la  metódica administración del poder. El despliegue destructivo que los terroristas  despliegan se nos aparece como un anacronismo ajeno, como los remanentes  del viejo orden de la realeza  que ofrecía la muerte como una exhibición  para las masas. El simbolismo de la sangre y la espada, el poder absoluto de la muerte sobre la vida que creíamos ya había desaparecido… ¿No son los ataques terroristas  una nueva forma  del espectáculo sacrificial que parecía  imposible en nuestros tiempos? ¿Un espectáculo  producido para un público televisivo con el fin de obtener el máximo impacto visual? La diferencia con la violencia teatral que caracterizo al poder soberano es que hoy la violencia terrorista se transforma en la violencia del puro espectáculo.

 El teórico francés Bataille decía que la  violencia, exceso, delirium y locura caracterizan lo heterogéneo. El ataque terroristas  a New York podríamos verlo entonces como  la intrusión  violenta de las fuerzas  excluidas  del orden homogéneo de la sociedad capitalista globalizada. El orden es interrumpido por el radicalismo islámico, una particularidad  irreducible dentro del Nuevo Orden.

 ¿Cómo podemos entender esto? Para las sociedades pre modernas la religión funcionaba a través del poder afectivo de lo sagrado, de la misteriosa y velada autoridad divina que contenía una amenazante   dimensión  de heterogeneidad. Hoy día, este poder sagrado, concebido de esta manera, es impensable, incluso para los que rutinariamente van a la Iglesia. Por eso el martirio y auto sacrificio de los terroristas se nos hace tan difícil de entender. Quienes deciden morir por una causa, usar sus cuerpos  como bombas con la absoluta convicción  de que esa es la voluntad de Dios lo hacen con un fervor religioso, un cierto goce espiritual  que para sociedades seculares y tecnocraticas es inimaginable. Según Newman la unión de martirio y suicidio es lo que le da la fuerza simbólica a estos ataques ¿No es esta forma de violencia  la operación del poder  de lo sagrado más allá de objetivos políticos e ideológicos? Su fin, dice, no es transformar el mundo sino, radicalizarlo a través del sacrificio. La lucha revolucionaria da paso a una lucha espiritual heterogénea en donde el martirio y la muerte se buscan por su propio fin. Una violencia nihilista que carece de objetivos estratégicos o sentido político concreto. La violencia por si misma, sin fin. Ultra violencia. El espectáculo  como medio y  fin. La suspensión de ambas categorías. Es un nihilismo en cuyo centro no hay nada fuera del vacío. El terror de la pura forma. Violencia excesiva, heterogénea y espectacular. El sacrifico de la vida y el simbolismo de la muerte tal como lo acabamos de presenciar en Boston.

La conclusión que debemos sacar en contra de la filosofía política estándar que distingue una violencia estatal legitima  y una no estatal ilegitima (terrorista, subversiva) es que ambas violencias se contaminan mutuamente. La historia de las sociedades nos muestra que las estructuras legales que ellas contienen se basan en una forma de violencia que sobrepasa los límites de la Ley. El terrorismo y la respuesta del Estado que este provoca tienen el efecto de exponer  en toda su desnudez  la violencia no reconocida en los cimientos mismos de las instituciones políticas y legales existentes. La violencia terrorista y la violencia del Estado son ejemplos del exceso heterogéneo que excede la lógica de la sociedad homogénea, ordenada y administrativa.


Nieves y Miro  Fuenzalida.

Thursday, February 12, 2015

Acurruco



La noche
se acurruca
en
la corva
de
mi rodilla izquierda
durmiendo
su noche.
Respira
sus lunas
y
sus estrellas.


Nieves

Friday, February 6, 2015

La caricatura en peligro.


Un día todos éramos Charlie. Al siguiente…  “Je ne suis pas Charlie”… ¿Qué paso aquí?  ¿Será que la libre expresión  a secas asusta? ¿Y que  para  manejarla necesitamos agregarle algún tipo de calificativo?

La libre expresión,  igual que en el 2006 con la publicación del “cartoon” holandés,  nuevamente se encuentra en conflicto mortal con la religión. La saga de las caricaturas de Mahoma todavía hierve peligrosamente.  Cuando el periódico holandés publico  el eslogan “La libertad de expresión es holandesa.  La censura, no “,  fue inmediatamente  condenado  por  la organización musulmana holandesa. En respuesta el editor del periódico  expreso que algunos musulmanes rechazan la sociedad secular moderna y que ellos demandan una posición  y consideración especial para  sus sentimientos religiosos,  que es incompatible  con la libre expresión y la democracia secular  en la que uno tiene que estar dispuesto a soportar el desdén,  la burla  y el ridículo.

La caricatura en el mundo moderno ha servido el papel del bufón de las cortes de la edad media. Con la diferencia que ninguno de ellos, que sepamos, fue amenazado o ahorcado  por sus burlas.   Por mas de tres siglos la caricatura    ha venido desafiando  la  autoridad religiosa y política  junto con ser también  el vehículo  de prejuicios raciales, religiosos y clasistas.  En el siglo XIX  la revista Punch  representaba a los irlandeses con rasgos simiescos, pura mandíbula, no cerebro.  El New Yorker, antes del movimiento cívico, pintaba  a la  población negra en términos despectivos con impunidad total. Joel Kotek,  de la Universidad de Bruselas, encontró en el Internet que la prensa árabe, durante un periodo de dos años y medio,  publico 2000 caricaturas anti judías.  La prensa israelita, por su parte,  caricaturizaba a Arafat como cerdo.  Y Charlie Hebdo, en nuestros días, según se dice, es anti islámico, anti palestina, anti Rusia, anti Cuba, anti Irán,  etc., etc.  ¿Podemos  darnos  el lujo de seguir tolerando  la burla a la autoridad y el estereotipo y la ofensa a los grupos discriminados?

El presidente de Francia, en la concentración de Paris, declaro  que el ataque al periódico fue una declaración  de guerra en contra de los valores de la Republica. El  atentado  fue un acto  en contra de los periodistas que querían mostrar que en Francia es posible expresar las propias ideas  y ejercitar este derecho garantizado y protegido por la Republica…  Al día siguiente, El  8 de Enero, el comediante francés Dieudonne fue acusado de antisemitismo. De acuerdo al ministro Valls  “no podemos tolerar el odio a los otros, el racismo,  el anti semitismo o negadores del holocausto. Esto no es Francia…”

“Je ne suis pas Charlie”  es la respuesta, no de los islamitas, sino de los liberales  y  lo que queda  de la izquierda mundial. En esta narrativa Charlie Hebdo transgrede la corrección política, contradice la política de la identidad, no respeta  lo sagrado, y se burla de las identidades políticas, culturales y religiosas. En el hecho juega un papel racista y discriminatorio.  La marginalidad económica y social  de los hermanos Koauchi es representativa de la mayoría de los ciudadanos musulmanes  con descendencia algeriana en Francia y el mayor factor de radicalización frente a la precariedad de sus vidas. Esta exclusión social y económica  a que los somete el poder del régimen neoliberal  francés y la guerra, el crimen  y la destrucción  imperialista desatada en contra de los países árabes  es la causa obvia  de eventos  de violencia como los del asesinato de los periodistas de Charlie Hebdo.

Todo esto difícilmente alguien podría negar. Pero, la cosa  es esta… ¿Seria posible  agregar un tercer elemento a esta narrativa? ¿Es el colonialismo occidental el culpable  de todos los males de los países musulmanes y de sus inmigrantes en Europa? ¿El pobre musulmán oprimido debe ser salvado a través de su exposición  a la civilización superior del Oeste?  Los hermanos Koauchi  y los héroes y villanos de esta saga colonial  están metidos en una trampa.  Trampa, porque el único modelo en existencia  es el del “Oeste  y el Resto”. El Resto, por supuesto, son los musulmanes. Y estos solo pueden ser salvados,  entendidos o acomodados por el Occidente que es el punto de referencia para todo lo bueno o malo que hay en este mundo… Dada esta situación,  el excluido, las minorías sin lugar,  realmente no pueden hablar porque los parámetros del discurso en el que las individualidades son formadas y comprendidas  están ya dados. Sean los hermanos Koauchi  o el que logra llegar a la Universidad mirara su  alteridad a través de la definición del discurso dominante, como dice la autora post colonial Fawzia Afzal-Khan. El discriminado cae en la trampa de su propia alteridad  definida por el poder hegemónico europeo.  Solo pueden verse  en términos binarios… ellos y nosotros, blanco y negro, Islamismo y Occidente,  victima y opresor, etc.  que es el mismo marco  que la variedad de izquierdistas, por un lado,  y ultra conservadores  a la   Marine le Pen, por otro,   despliegan, aunque sea en distinta dirección… ¿dónde yace  la alternativa?...   En la lucha por la vida, en lugar de la muerte.  Elegir  la vida  es tomar finalmente responsabilidad por las propias acciones,  en lugar de la miserable  gloria de la destrucción… En alejarse de la simplificación binaria y darle la bienvenida a la multiplicidad de visiones   permitiendo que diferentes miradas se conecten unas con otras para latir y fortalecerse juntas.  

Zizek, el único intelectual que hoy día todavía se atreve a mencionar a Lenin, comentando los sucesos de Paris dice que no debemos caer en el juego de la izquierda de hacernos sentir islamofobicos  o intolerantes por el mero hecho de criticar al Islam o cualquier otra religión. Salmon Rushdie fue acusado por provocar a los musulmanes y parcialmente responsable  por el “fatwa”.  Hoy escuchamos la misma insinuación dirigida a los periodistas asesinados.  El ataque a Charlie Hebdo no es solo un accidente de horror, sino algo que sigue  una agenda religiosa  y política que es parte de un plan  mucho mayor.

Lo que necesitamos, dice,  es  rechazar el mito que transforma   la demonización  terroristas  en el heroísmo  del suicida fanático,  que va mas o menos así.  El Occidente ha llegado al  Ultimo Hombre del que hablaba Nietzsche.  Apatético, sin pasión ni compromisos, incapaz de soñar o arriesgarse por nada, solamente preocupado por la seguridad y comodidad personal, con un poco de tolerancia por aquí y por allá.  “Si tengo a la mano mi teléfono móvil, todo esta bien”.  El abismo entre el primer mundo y  la reacción fundamentalista corre a lo largo de  una vida dedicada a la satisfacción material y cultural y una vida puesta al servicio de una Causa trascendente.  Estúpidos placeres por un lado y  el compromiso de la lucha  que lleva a la auto destrucción, por otro. Nihilismo pasivo y nihilismo activo… ¿Cierto?

No, realmente. Los fundamentalistas no calzan exactamente con esta descripción. De partida,  no son auténticamente fundamentalistas. Los que realmente lo son, por ejemplo los Menonitas o los Amish, carecen, por lo que podemos ver, de resentimiento y envidia y son profundamente indiferentes hacia los no creyentes. Si los llamados fundamentalistas  creyeran realmente   que han encontrado la Verdad… ¿por qué, entonces, se sienten tan ofendidos por la expresión de los otros? ¿Cuan frágil es la creencia de un musulmán que se siente amenazado por una caricatura idiota?

 Según Walter Benjamín, el miembro mas visionario de la escuela de Frankfurt, el fascismo surge cada vez que la revolución  fracasa.  El fascismo es el fracaso de la izquierda y prueba de que hubo un potencial revolucionario que la izquierda fue incapaz de movilizar ¿No  calza esto exactamente con el islamo- fascismo? No es  extraño, dice Zizek, que el surgimiento del islamismo radical sea correlativo con la desaparición de la izquierda secular  en los países islámicos.

¿Qué pasa, entonces, con el legado Iluminista de Libertad, Igualdad , Fraternidad y todo lo demás? Lo que vemos, es que el liberalismo imperante no es suficientemente fuerte  para salvarlo del ataque continuo que viene de la variedad de fundamentalismos en existencia. La “corrección política”, el respeto universal  a cualquier  superstición, prejuicio o  ignorancia es lo que lo expone a la reacción del primitivismo religioso que tanto sufrimiento causa.  El liberalismo, dice Zizek,  dejado a si mismo,  lentamente se auto socaba.  Lo único que puede salvar  sus valores claves es la renovación de la izquierda.  Para que el legado democrático de la revolución modernista sobreviva, del que la libre expresión es parte, necesitamos la ayuda de la izquierda radical.

Para los liberales  la libre expresión es de  una importancia suprema en cualquier sociedad que se precie de ser libre y  justa. El gobierno nunca debería regular su contenido.  El principio de libertad, dice John Stuart Mill,  pertenece a la relación del individuo con el Estado y también del individuo con la llamada “coerción moral de la opinión publica”. Es decir, el principio de libertad protege  la expresión del individuo de la coerción del Estado y de la opinión publica mayoritaria.

En el papel. Nadie cree realmente  en una libre expresión sin coerción ni limites. Siempre hay líneas,  fronteras, zonas sagradas, se dice,  que en nombre de la ley y el orden no se deben cruzar.  Un profesor de Oxford, Brian Klug,  ofrece el siguiente experimento mental. Imaginen, dice, si un hombre se hubiera unido a la marcha de Paris del 11 de Enero llevando  un letrero que digiera ”Je suis  Cherif”, uno de los hermanos que ataco el periódico. Supongamos que en el mismo cartel hay una caricatura burlándose de la muerte de los periodistas … “ ¿Como la  muchedumbre habría reaccionado? ¿Lo verían como un gesto en defensa de la libertad de expresión? ¿O,  como un gesto profundamente ofensivo que merece castigo?  La respuesta ya la dio Francia.

La libre expresión requiere de una sociedad madura, de ciudadanos seguros de si mismos, de adultos sin temor de ser ofendidos, libres de la histeria colectiva...  Y lo cierto es que todavía no llegamos  ahí… si es que algún día llegamos.


Nieves y Miro Fuenzalida.