Sunday, January 28, 2024

El desbotonarse de una nube


Se

Desbotono

Una nube

Del

Cielo

Y

Su sollozo

Se

Convirtió

En

Lluvia.

Yo

No

Tenia

Mi paraguas

Azul. 

 

Nieves.


Sunday, January 21, 2024

¿Acabar con la filosofía?

 

¿Podemos dejar de filosofar? ¿Podemos abandonar las opciones que el pensamiento filosófico nos empezó a ofrecer desde los tiempos de Anaximandro, Tales, Heráclito y Parménides? ¿Abandonar la posibilidad de interrogarnos, de ir mas allá de los limites del pensamiento, de cuestionar lo que somos o que verdades podemos descubrir? Abandonar la posibilidad de no caer una vez mas en la trampa del miedo a las ideas? Cierto, la filosofía no es muy útil cuando tenemos que  lidiar permanentemente con las dificultades  económicas  que enfrentamos todos los días para mantener la cabeza a flote. Y, sin embargo, la cosa es que por muy cierto que esto pueda parecerle a algunos, no significa que sea inútil.

 

Según la filosofa española Marina Garcés, lo que nos revela el pensamiento filosófico es que las preguntas sin respuestas convierten el limite del pensamiento en palanca para poder pensar, para dirigir la mirada hacia problemas que obligan a forjar nuevos conceptos, especialmente en el momento en que el mundo empieza a mostrar signos de agotamiento, como planeta y como modelo de sociedad. Este mero hecho cambia necesariamente el sentido de la acción, de los valores, de la existencia y de la humanidad como especie y sujeto. No es que la filosofía pretenda salvar al mundo y a la humanidad, sino de hacer al mundo vivible  y a la humanidad capaz de tomar en sus manos esta apuesta. La apuesta de un ambientalismo filosófico que exija cuidar los ecosistemas sociales y personales, uno que abra mundos habitables en este mundo común.  

 

El deseo de acabar con la filosofía ya lo encontramos en sus mismos  inicios cuando la legalidad de la ciudad mato a Sócrates. Hoy día, dice Garcés, reaparece en las sucesivas reformas educativas que arrinconan su estudio como una rareza  de las humanidades mientras le dan espacio a lo que hoy alimenta el sistema, como el saber de los expertos, la emprendiduria, la gestión económica, la tecnología digital o la publicidad. En buenas cuentas, los centros universitarios se convierten en una suma de escuelas profesionales y de centro de innovaciones tecnológicas. Esto importa porque, aunque la universidad no es el único ámbito de la filosofía, sigue siendo hasta hoy su principal forma de trasmisión. Y por ahora, las preguntas, aquellas que nos mueven a pensar, a saber y transformar la sociedad y desafiarnos a ir mas allá de lo que inmediatamente somos tienden a  desaparecer bajo el peso del conocimiento rentable.  

 

¿Pero si no es dentro de la universidad, desde donde se vuelve a filosofar? Si no es desde dentro, entonces tendrá que ser desde fuera. Y no seria la primera vez. Ya lo hicieron otros como Marx, Nietzsche y Sartre, por ejemplo. Hacer filosofía, como comenta Garcés, es confiar en que todos podemos pensar por igual pero que nunca pensaremos todos igual. Las razones que sostienen una idea no son solo ocurrencias personales sino necesidades colectivas que pueden ser revisadas colectivamente. Y hoy mas que nunca. El buen vivir, por ejemplo, que guía toda terapéutica filosófica tiene que enfrentarse hoy a la posibilidad de la autodestrucción de las condiciones de vida de la humanidad, lo que implica confiar no solo en nuestra propia comunidad  sino también en otros modos de pensar que no son parte de la tradición  occidental y que todavía no han configurado ese espacio de dominio mundial  denominado globalización. Los síntomas de agotamiento del planeta y de la sociedad, la actividad depredadora que convierte todo lo que toca en recurso o en residuo, cambia el sentido de la acción, de los valores, de la existencia y de la humanidad como especie y sujeto. La amenaza de nuestra desaparición  provocada por la mortífera civilización occidental obliga a pensar juntos, ya que nadie puede lograr una solución por separado, para abrir la posibilidad de entrar en relación con el fondo común de la experiencia humana.

 

En este siglo XXI, en que es difícil nombrar voces filosóficas relevantes en nuestra precaria situación planetaria, no estaría demás recurrir a la riqueza de pensar de los filósofos que nos han precedido en los tiempos recientes.    

 

Las relativamente no lejanas experiencias trágicas del siglo XX, que derrumbaron las promesas modernistas  del progreso y de la emancipación, obligaron a la  filosofía  a crear nuevos conceptos que fueron en contra y mas allá de su tiempo. Marx, Nietzsche y Freud, junto a otros, desplazaron la pregunta por la verdad o falsedad de los discursos a la pregunta por su sentido... ¿qué razón de ser tienen las leyes de la economía, nuestros valores morales o las narraciones que hacemos de nuestra propia vida? Con estas preguntas  surge una nueva profundidad que ya no esconde esencias ni fundamentos, sino que esconde los conflictos, fuerzas, relaciones de poder y visiones de un mundo en conflicto. Este desplazamiento de la pregunta por la verdad tiene como consecuencia la aparición de una forma de racionalidad que no es fundamentadora sino critica, transformadora y terapéutica. No se trata de adecuar los conceptos a la forma del mundo, sino de entrar en guerra en contra del presupuesto de que el mundo tiene una determinada forma.

 

Estos tres pensadores de la sospecha inauguraron  la tercera etapa de la aventura filosófica.

 

Si recordamos, en sus comienzos metafísicos la filosofía presupuso la identidad entre ser y pensamiento y se enfoco primariamente en la pregunta por la esencia. Luego, en el siglo XVIII, bajo la mirada kantiana, se da el giro hacia las posibilidades del discurso verdadero.

Con Nietzsche, en cambio, encontramos, ya no una razón fundamentadora, sino una potencia experimentadora que cambia por completo el escenario de la filosofía y, junto con Marx y Freud, inaugura un nuevo modo de preguntar por la verdad que hasta hoy día ha alterado todas las coordenadas del pensamiento metafísico y epistemológico. Lo que luego viene es algo bien diferente de lo que la filosofía clásica acostumbraba ser... ya no se trata de preguntar por el orden sustancial del mundo o como lo conocemos. En su lugar aparece la pregunta sobre como lo interpretamos ¿qué reglas estamos siguiendo cuando nos comunicamos y como esa comunicación funciona? ¿Como liberamos la realidad concreta, fragmentaria y ambigua de las formas totalitarias de pensar que la hieren, la escinden y la cosifican? Pasamos de la pregunta por el ¿qué es? a la de ¿como funciona? De la  sustancia al dispositivo, de la continuidad a la discontinuidad. No que es el sujeto, sino cuales han sido los diferentes modos de subjetivación que nuestra cultura produce y como podemos dejar de ser lo que somos para inventar y experimentar nuevas posibilidades de ser. Una filosofía que desconstruye  invirtiendo las dualidades metafísicas y neutraliza su violencia jerárquica para que cada uno de los términos puedan desplegar sus significaciones con toda libertad. En la filosofía de Deleuze “encontramos el intento de poner en movimiento lo que esta bloqueado o fijado en el orden de las cosas, en las constantes estructurales de la lengua, en las representaciones y en las identidades en las que se encierran nuestras percepciones y nuestros conceptos”. A la imagen del árbol, con su lógica binaria y jerárquica, Deleuze y Guattari contraponen la imagen del rizoma, como sistema de raicillas que sin comienzo ni final crece en todas direcciones y desde cualquier punto. Una multiplicidad heterogénea y contingente que permite una interconexión sin jerarquía.       

 

Y en estos momentos la vergüenza ha pasado a ser  un tema constante de la filosofía. No solo la del horror acumulado de la historia, sino la de los compromisos que cotidianamente contraemos con la estupidez y las posibilidades banales de vida que ofrece nuestro presente. Y de lo intolerable que se esconde en la normalidad que a diario soportamos se deriva la necesidad de resistencia. El capitalismo, en el transito del siglo XX al XXI, que se ha hecho rizomático,  ya no necesita normalizar  para movilizar. Con mantener capturado el deseo tiene lo suficiente... ¿Como liberar, entonces, la vida de aquello que la aprisiona? Un desafío que nos complica la existencia sin una clara respuesta. En el 2023 la historia vuelve con venganza. El sujeto es ahora una fuerza geológica y la modernidad, que se proyectaba en el tiempo futuro, se ha convertido en el Antropoceno, que irreversiblemente transforma las rocas y envenena el aire y los mares. Según Garcés, el siglo XX fue el epitafio de la humanidad tal y como la conocíamos. Su sentido no esta cerrado. Nos deja como herencia su potencia de inacabamiento para que hagamos de ella nuestra potencia de transformación y exploración de  territorios que se abran mas allá de sus limites.

 

No tenemos una esencia ni un destino determinado. La modernidad, dice Garcés, nos ha definido como sujeto, la posmodernidad nos ha diseminado como sentido y la época global nos ha totalizado como especie. Somos ya el todo de un planeta que no queremos ver pero en el que podemos reencontrarnos. Y la filosofía es la que nos puede permitir alterar nuestros puntos de vista como individuos, pero también como humanidad, de pasar de la sospecha a la confianza, de la critica como desenmascaramiento de las categorías metafísicas, políticas y sociales a la critica como elaboración de un mundo común. Frente al saber técnico que nos da soluciones, la filosofía es pensamiento que transforma la vida individual y colectiva. No ya una teoría del mundo sino una toma de posición en el mundo.

 

La situación filosófica con la que hoy nos encontramos es la de una nueva  experiencia de la totalidad, que es la totalidad concreta de la destrucción de la vida sobre el planeta en manos de la especie humana. Este hecho, dice Garcés, abre un tiempo nuevo que es mas bien un no-tiempo, una cuenta atrás, la suspensión de la vida en cuidados paliativos cuando ya se ha diagnosticado la enfermedad terminal. Frente a este diagnostico parece ridículo hablar de la filosofía como una ayuda. Y, sin embargo, no lo es. Es la herramienta mas común que tenemos a nuestra disposición para rebelarnos contra la dictadura del fin de nuestro tiempo, para apostar por un ambientalismo filosófico que nos exija cuidar los ecosistemas sociales y personales y mantener vivas las cuestiones relevantes de nuestro tiempo.

 

Así, entre el ocaso de una manera de pensar y la posibilidad de pensar de otro modo, el pensamiento contemporáneo se presenta paradojalmente como una salida  de la filosofía a través de la filosofía misma.

 

Nieves y Miro Fuenzalida.


Sunday, January 14, 2024

Los zapatos del Tiempo


La vida

Nos

Presta

Sus calcetines

Fragantes

Y

El tiempo

Sus zapatos

De

Cuero

De

Mariposas.

 

Nieves.


Sunday, January 7, 2024

Propagada

 

Viviendo bajo la dictadura de Pinochet, el asesinato de Salvador Allende y el golpe de estado durante nuestra juventud aprendimos en carne propia que ningún sistema que usurpe la autonomía de las personas puede ser aceptable, incluso si es en nombre de una mayor eficiencia social o del bien común o lo que sea. La lección, sin embargo, no ha sido universal.

 

Un gran numero de personas a través del mundo continúan apoyando lideres políticos autoritarios y dictadores que amenazan con cancelar los pocos derechos democráticos y servicios sociales que la lucha popular ha logrado conquistar en el ultimo siglo e, incluso, en los llamados países mas democráticos la tendencia es apoyar la cultura corporativa o gerencial en la que los jefes de corporaciones multinacionales tienen el control político de facto sobre los individuos y los gobiernos, bastante diferente de lo que  podría ser una cultura democrática... ¿como podemos explicar esta voluntad de servidumbre, esta tendencia de las masas negativamente privilegiadas a aceptar la ideología de las elites? ¿La propaganda estaría implicada en esto? Arendt en su tiempo notaba que Hitler y Stalin, mas que nadie, desarrollaron la propaganda política a niveles casi perfectos para conquistar y mantener el poder y si consideramos en nuestro tiempo que los Estados aparentemente democráticos usan el lenguaje democrático para enmascarar una actitud antidemocrática, uno podría decir que si, que la propaganda o, mejor aun, la retorica política, juega un importante papel en las decisiones políticas y, como tal, un problema para la democracia.

 

El argumento, desde los tiempos de Platón y Aristóteles hasta Pareto, Carl Schmitt y Noam Chomsky va mas o menos así... ciertas formas de propaganda, especialmente las asociadas con demagogos, plantea una amenaza existencial a la democracia, porque su naturaleza misma le impide prohibir declaraciones propagandísticas dado su compromiso con la libertad de expresión. Pero, y esto es lo curioso... si consideramos  que los humanos tienen debilidades racionales y son susceptibles a la adulación y manipulación, permitir la propaganda tiene una alta probabilidad  de conducir a la tiranía o, a lo menos, a mantener la misma elite gobernante que causa la injusticia social. Al final, en uno u otro caso, terminamos sin democracia o con una democracia meramente formal. Aristóteles, hace ya mas de 20 siglos atrás, escribía que la inestabilidad característica de la democracia provenía de demagogos que incitan a la gente para ganar su favor. Y Platón en la Republica describía al demagogo como el tirano que siembra miedo para luego presentarse como el protector del pueblo con la intención de explotarlo. Y hoy, al igual que ayer, la propaganda  bloquea las aspiraciones democráticas mas profundas de la gente como, por ejemplo, pasar de una distribución injusta de bienes a una mas  justa. Los medios de comunicación masiva, como decía Eduardo Galeano, justifican los fines de un sistema de poder que impone sus valores a escala global.

 

Las democracias existentes hasta ahora se definen por el sistema capitalista cuyo objetivo es la maximización y la incesante acumulación de capital en contextos cada vez mas oligopólicos. Debido a esto no es extraño  que los contenidos y estructuras de los medios de comunicación masiva sean moldeados por las corporaciones y los poderes estatales orientados a la producción de ganancias y la reproducción de las sociedades de clase. Desde el momento en que nuestro conocimiento acerca de los acontecimientos que se desarrollan en un lugar u otro es indirecto, fabricado por sistemas de medios, su centralidad en la configuración y visiones del mundo no puede subestimarse porque es a través de ellos que adquirimos las imágenes que moldean nuestros marcos cognitivos y emocionales.

 

Históricamente los medios de comunicación democráticos se han desarrollado y utilizados  como herramientas útiles para la resistencia y el cambio social, especialmente a través de los llamados medios nuevos o alternativos, aunque parecen en su mayoría ineficaces para contrarrestar la hegemonía actual de los grandes  medios de comunicación corporativos    que ayudan a consolidar el sistema. Comte, el sociólogo francés, ya había notado que la nueva sociedad industrial requería una acción adaptada a las necesidades del sistema económico, independientemente de los valores humanos o su conveniencia para la mayoría de la población. La mente del publico, decía, era necesario readaptarla a las crecientes demandas del capitalismo industrial de manera que el cerebro de la gente refleje el orden externo, evitando así que los hombres y mujeres pudieran contemplar las posibilidades de cambio social basado en valores humanos compartidos y atiendan, en contra de sus propios intereses, la mantención del nuevo sistema capitalista.  El marxista italiano Antonio Gramsci a comienzos del siglo XX igualmente sostenía que cualquier orden social o bloque histórico dominante se basa no solo en la violencia y coerción, sino principalmente en la consolidación de la hegemonía cultural que conduce a las clases subordinadas a adoptar la cosmovisión e intereses de las clases dominantes. Y en Estados Unidos a comienzos del siglo XX una serie de expertos en comunicación, entre ellos Walter Lippmann, expresaban que se necesita un sofisticado sistema de propaganda para persuadir a las masas para cumplir con los intereses de las clases dominantes. Las instituciones representativas hoy operan, dice, para satisfacer los intereses de las elites políticas y estatales que trabajan en simbiosis con las elites financieras y económicas que ejercen un estricto control sobre la economía y la formulación de políticas gubernamentales, ideas que posteriormente en los años 80’s sirvieron a Chomsky y Herman de fundamento histórico para construir su Modelo de Propaganda.

 

La forma mas eficaz de controlar los medios de comunicación no es a través del control directo, la coerción o las decisiones centralizadas como en los sistemas autoritarios o totalitarios, sino a través de mecanismos políticos y de mercado menos visibles que tienden a filtrar la información y a excluir periodistas críticos. Según Chomsky y Herman los filtros permiten identificar las condiciones económicas, políticas e ideológicas en la producción de medios y desentrañar la alianza entre el capital y el Estado. La prensa libre de propiedad privada funciona a través de una serie de filtros que impiden que ideas políticamente peligrosas lleguen a su audiencia. Los mas importantes entre ellos son la propiedad concentrada de los medios que reflejan la voluntad y las premisas  ideológicas de sus propietarios corporativos y anunciantes  que amenaza a los periodista que se salgan de la raya. Difícilmente los que no enmarcan los eventos dentro de los parámetros y perspectivas de la elite van a tener buenas perspectivas  futuras en la organización.

 

No es que deliberadamente la industria trate de desacreditar a sus oponentes o silenciar a la mayoría. Aunque estos son sus efectos reales, no necesitan estar conscientemente formulados y estratégicamente planeados, porque su implementación toma lugar automáticamente. Según el lingüista británico Roger Fowler no es una cuestión de conspiración entre los periodistas, editores, propietarios y empresas para presentar ideas no-capitalistas en una luz inevitablemente negativa. Es la forma en que el sistema ha sido diseñado por los dueños de los medios de información para legitimar el capitalismo. De manera similar Norman Fairclough, lingüista critico noruego, sostiene que “las instituciones construyen sus sujetos ideológicos y discursivos de tal manera que imponen restricciones ideológicas como condición para calificarlos como sujetos.” Si los periodistas dan una visión unificada sobre ciertos temas, no significa que todos estén de acuerdo o crean que la posición es cierta. Significa que están obligados como miembros de la institución del periodismo a producir los mismos discursos. Si ellos dicen, por ejemplo, que no están bajo la influencia de sus propietarios o anunciantes, no significa necesariamente que no estén bajo tal influencia. Admitirlo no esta permitido dentro del discurso periodístico. Herman y Chomsky, por su parte, en su Modelo de Propaganda, partieron de la hipótesis de que la propiedad corporativa, el tamaño y la orientación hacia las ganancias de los principales medios de comunicación y su dependencia del dinero de los anunciantes produce una sistemática parcialidad a favor de las empresas y del gobierno en la cobertura de los medios, especialmente cuando los intereses cruciales están en juego. Una posición bien distinta  a la divulgada por el periodista estado unidense Lester Holt proclama que la “prensa y los medios informativos generalmente son nuestro control sobre los abusos del poder que asegura una relación de confrontación continua entre el gobierno y los ciudadanos y entre los individuos y las grandes empresas”.       

 

El Modelo de Propaganda de Chomsky y Herman, a pesar de sus críticos,  hoy día es mas relevante que nunca cuando la propiedad de los medios de comunicación esta súper concentrada en grandes corporaciones tecnológicas como Google, propietaria de YouTube y Meta, propietaria de WhatsApp e Instagram que son las que determinan a través del globo lo que vemos. Gigantes tecnológicos que, en realidad, son empresas de publicidad que heredan todas las limitaciones propias de la propaganda. Un algoritmo opaco, por ejemplo, controla lo que puedes acceder y operadores políticos con suficientes recursos pueden jugar con el algoritmo creando ecosistemas de enlaces y plataformas entre si.      

 

La aparición del Internet prometía un cambio histórico marcado por la conectividad humana, el entendimiento intercultural, la democratización, la paz y el desarrollo económico y los nuevos movimientos sociales y políticos tuvieron inicialmente la capacidad para organizar e influir movilizaciones sociales temporales. Sin embargo, desde una perspectiva histórica se puede observar que la evolución del Internet como una herramienta colaborativa para el libre intercambio de información e ideas muy luego ha dado paso a un espacio cada vez mas mercantilizado dominado por corporaciones en busca de lucro y  junto con el Estado han establecido un sistema de vigilancia y violación de la privacidad inimaginable. En lugar de la utopía humanista de fomentar la cooperación y el entendimiento mutuo libre del control comercial  ahora   nos encontramos con una distopia generalizada   

  

Con lo que nos quedamos en esta historia es con una democracia de espectadores en lugar de una democracia de ciudadanos. Con la ficción de promover debates plurales, e incluso de ser críticos con los poderes establecidos, pero que en el fondo solo circulan discusiones  dentro de limites bien estrechos que están bien lejos de cuestionar las estructura de carácter opresivo de la sociedad contemporánea o de intercambios que solo reflejan las divisiones tácticas entre los diferentes sectores de las elites. Cualquier opinión divergente del estatus quo es descartada inmediatamente como radical, extremista o, en el peor de los casos, terrorista.

 

La paradoja de la democracia es que sin libre expresión no hay democracia, pero, y esta es la cosa, la libre expresión es lo que constantemente la amenaza.

 

Nieves y Miro Fuenzalida.