Monday, April 27, 2015

Tiene un cigarrito?



Todos los días a las 10 de la mañana se ve una escena bien curiosa en el centro de Ottawa. Es el momento en que  un numero de empleados  en camino a  la extinción  salen de las oficinas  y se paran  a la intemperie en frente de sus edificios  sin importarles la nieve, la lluvia,  el viento frígido del  polo norte  o el calor sofocante del  verano. Nada los detiene…  ¿Por que  se exponen a  este sacrificio?  Porque  son los últimos sobrevivientes  del ataque final en contra del  infame vicio nicotínico que triunfalmente ha sido desalojado de todos los espacios laborales y de los servicios  públicos y privados.  Encienden un cigarrito,  lo aspiran y  lo expiran  dejando que  el placer perniciosamente sublime  recorra  todo su ser.  Habito peligroso. Hombres y mujeres  unidos, mas que por el pecado, por el desdén  y el rechazo que la buena gente siente por ellos. Se juntan  para compartir el viaje  nicotínico, un poco de  comprensión y otro poco de amistad. Desconocidos se unen con otros desconocidos. Pequeñas camarillas temporarias surgen.  Tribus moviéndose  en espacios  en peligro de extinción. Señales con  “Prohibido fumar”  crecen por todos lados como  la mala hierba . 

¿Qué ha pasado para que el cigarro haya caído tan bajo?  Después de todo, su origen  fue divino.  Según los Mayas  el tabaco  es el regalo de  los Dioses,  una de  las  pocas  señales seguras de su existencia y preocupación por los seres humanos.  El tabaco  gracias a sus poderes sobrenaturales coloca al maya  en un estado inusual.  Se sienta  delante del  sacerdote con su pipa  de piedra o greda  llena de hojas que enciende con el fuego del templo. Aspira  el humo hasta la profundidad de su cuerpo,  lo sostiene ahí por unos pocos segundos llenando cada hueco y  órgano de su ser.  Lo expira lentamente  observándolo ascender hacia las nubes y el sol.  Aspira y expira una y otra vez  con el ritmo  de una silenciosa encantación.  Esto no es solo fumar.  Es una oración  y el humo que abandona el cuerpo  es su emisario.  En  un instante esta aquí y en el otro  desaparece al ser aspirado por los dioses. Es la evidencia  de que ellos  aceptan  los ruegos del maya y que los consideraran . Es todo lo que  el pobre  humano puede esperar.   

Otras tribus de la época  empleaban bebidas alcohólicas o  plantas alucinógenas  confundiendo  la borrachera con un trance espiritual. No este maya.  El estado que  el peyote o el alcohol provocan es demasiado inusual.  Atonta tanto  que ni siquiera se puede recordar el nombre de la divinidad o lo que se le había solicitado. No  con el tabaco. Pequeños cambios fisiológicos, pero nada dramático.  Los vasos sanguíneos mas pequeños se contraen, pero no mucho. Los mas grandes se expanden, pero solo un poquito.  La temperatura de la piel baja, los procesos digestivos  disminuyen,  el pulso se acelera,  pero  mínimamente. La mayor atención y concentración o las respuestas de los dioses  a las oraciones  que todo esto provoca puede que sea  una pura ilusión.  O puede que no.  El asunto es que no hace ninguna diferencia. Una ilusión que no puede  ser desmentida  se parece a la verdad. Si los dioses no responden hoy, no importa,   hay suficiente tabaco para mañana.

El tabaco es un espíritu libre. No tiene amo y tal vez ni siquiera dioses.  Nada lo controla. La encarnación de un capricho, la materia de un sueño que se cuela en Europa  en una de las carabelas de Colon para  colonizar  el mundo, a pesar de la Inquisición.  En el siglo XVI   el viejo mundo empieza a transformar el tabaco en un estilo de vida.  Mientras mas se fumaba mas razones  se inventaban para seguir fumando.  Cocteau  decía que  el  poderoso encanto  del paquete de cigarrillos, la ceremonia de sacar uno, encenderlo y la  nube que penetra al fumador ha conquistado el mundo. En el siglo XX la magia del cigarrillo se  encuentra por todos lados. No hay lugar, por exótico y distinto que sea, que no haya sido cautivado por su  peligrosa atracción.  Para Annie Leclerc el cigarro es la oración de nuestro tiempo. Permite abrir un paréntesis en  nuestra experiencia cuotidiana, un espacio y un tiempo  de concentración  que alienta un sentimiento de trascendencia…   un ligero atisbo  al infinito. Para otros, como Theodore de Banville , el valor del cigarro no esta en su utilidad,  sino en su futilidad. Es su inoperancia la  que asegura  su atractivo estético y su  placer sublime.  El cigarro por el cigarro.   Mas que un acto,  un mero gesto.   Es este obscuro y peligroso disfrute  el  que la centuria celebro  y el modernismo  cultivo en la cultura popular, la prosa, la poesía,  el cine , la pintura y la novela.  Su significación  en la imaginación social es lo que  hoy estamos a punto de olvidar.

Hoy día el cigarro esta maldito.   Su mera mención despierta furiosas reacciones negativas.  No es que  sea inocente.  Es malo,  igual que todas las otras drogas. Es mortal para la salud. Nada nuevo aquí. Sus efectos nocivos son conocidos desde el momento que se introdujo en Europa en el siglo XVI.  En el siglo XIX  supimos que el alcaloide de la nicotina  en su forma pura  mata instantáneamente  a las ratas.  En el ser humano  corroe  lentamente los órganos internos. El fumador sabe,  o por lo menos intuye,  que cada bocanada lo  acerca al borde del abismo.  Pero, siendo el cigarro sublime, siendo un placer negativo, los argumentos basados en razones de salud o utilidad no van muy lejos. La relación del fumador y la planta del tabaco esta en otro plano. Una simbiosis  que pone en juego una nueva experiencia.  Una combinación perfecta  con el centro cerebral del placer. Una consumación mutua.

El asalto al  fumar en los últimos años  se puede ver  como el presagio del retorno de la censura, del  puritanismo  que siempre  busca restringir el placer.  Este es un habito que produce miedo y fuertes  impulsos represivos. Su valor  ahora pasa a ser determinado exclusivamente por sus efectos nocivos. La salud  se transforma en el criterio superior  de todo lo que es bueno y bello.  El riesgo de fumar, que es lo que lo hace sublime,  es un precio demasiado alto  para permitir  su practica.  Hay que eliminar el riesgo .  ¿Realmente?...   Si alguien  cree que la salud es un estado libre de la enfermedad,  entonces  solo  lograra ese  estado al morir.   La vida  es riesgo  y siempre  estamos eligiendo con que riesgos vamos a vivir.

No es extraño  que la obsesión por la salud  sea un elemento dominante en el actual discurso norteamericano… ¿Por qué el cigarro y no la emisión del dióxido  de carbono  que amenaza, no al individuo,  sino al futuro   de la especie humana?  La hipocresía del discurso  del biopoder  es obvia .  Desvía la atención  de las prácticas depredatorias de la  política y la economía, distorsiona  la comprensión  de nuestra constitución biológica,  de la relación  entre vida y sobrevivencia y  de la libertad social.


El uso de las drogas  que alteran la mente es  una constante en la historia humana. Tal vez la  matriz  de la  que emergen la fantasía y los dioses .  No hay razón para pensar que puedan o deban ser eliminadas.  A lo mejor  son necesarias para la sobrevivencia de la especie.  La gente de las diez de la mañana  no  desaparecerá. Seguirá acumulando tantas colillas como razones para seguir fumando.  Para empezar el día, para beber un café, para pensar acerca de algo , para iniciar una conversación, para  sonar,  par pasar el tiempo.  El cigarrillo tiene su propio secreto. Siempre existirán  esos para quienes el fumar seguirá  siendo  cautivante   de una manera  indefinible.  Quizás  no  la nicotina,  sino el encanto del humo  que se libera de la pesadez  de la materia.  Una pequeña nube  ascendiendo como un espíritu sin cadenas ...  ¿No será esto lo que les permite  a la gente de las diez de la mañana soportar la censura social  y la falta de simpatía  de los servicios de salud?

Thursday, April 23, 2015

Los conventos del silencio.



 Peregrine
buscandote,
Amor,
en
los conventos
del
silencio
de
la noche.
Te encontre
en
los campanarios
del
alba.

Nieves

Sunday, April 19, 2015

El capital y su limite historico.


En el  tercer libro del “Capital”,  Marx afirma que el límite histórico lógico del  Capital es el mismo  Capital. En la interpretación histórica evolutiva estándar  esta formula se lee de acuerdo al paradigma de la dialéctica de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, de acuerdo al contenido y la forma. En términos generales se  podría decir que este modelo sigue la metáfora de la serpiente que de tiempo en tiempo se deshace de su piel que le empezó a quedar demasiado apretada. La fuerza básica del desarrollo social, su constante natural es el incesante crecimiento de las fuerzas productivas que, como norma general, son reducidas al desarrollo técnico. Pero, este ímpetu creciente es siempre seguido por una mayor o menor inercia de las fuerzas sociales que operan como un factor retardatario. Hay épocas en las cuales las relaciones de producción corresponden con las fuerzas productivas y hay otras en que estas fuerzas sobrepasan el marco de relaciones sociales transformándose estas en un obstáculo al desarrollo futuro hasta el momento en que la revolución social las coordina nuevamente  reemplazando el viejo orden por otro que corresponde a un nuevo estado de cosas.

Si entendemos al Capital como conteniendo su propio limite, entonces, desde el punto de vista de esta interpretación evolucionista, significa que las relaciones capitalistas de producción, que en un primer momento hicieron posible el rápido desarrollo tecnológico, se trasformaran en cierto momento en un obstáculo para su crecimiento… que las fuerzas productivas sobrepasaran su marco y determinaran nuevas formas de relaciones sociales.

El problema con este enfoque de la formula de Marx es que es demasiado simplista… ¿como definimos exactamente el momento – incluso en términos ideales – en que las relación capitalistas de producción se transforman en un obstáculo continuo al desarrollo de las fuerzas productivas? O la situación opuesta…  ¿cuando podemos decir que hay acuerdo entre unas y otras en el modo capitalista?  La respuesta, después de cualquier análisis estricto, es… nunca.

Es esta situación la que hace diferir al capitalismo de cualquier otro modo de producción conocido hasta ahora.  En todos ellos podemos hablar de momentos en que hay acuerdo entre los procesos de producción social y reproducción, periodos de tranquilidad y movimiento circular, mientras que en otros, hay instantes de intranquilidad y desorden, cuando la contradicción entre fuerzas y relaciones de producción se agudiza.  En el capitalismo, en cambio, es la contradicción, el desacuerdo entre fuerzas productivas   y relaciones de producción la que esta contenida en su concepto mismo – en el modo de producción social y el modo privado, individual de apropiación, por ejemplo. Es esta contradicción interna la que empuja al capitalismo a extender la reproducción permanentemente, al desarrollo incesante de sus propias condiciones de producción a diferencia de los otros modos en donde, a lo menos en su estado “normal”, la producción y reproducción se dan a través de un movimiento circular.

Si este es el caso, la interpretación evolucionista del Capital como conteniendo su propio limite es inadecuada.   No se trata de que en cierto momento de su desarrollo el marco de relaciones de producción empiezan a constreñir el continuo desarrollo de las fuerzas productivas.  La paradoja es que este mismo limite inmanente, esta contradicción interna es la que permanentemente empuja el desarrollo del sistema, lo que hace que su estado normal sea el de revolucionar constantemente sus condiciones de existencia.  Desde el comienzo mismo el capitalismo esta marcado por la discordia, la contradicción y el deseo inmanente de balance.    La transformación constante es la única forma de vivir y resolver una y otra vez su propio imbalance constitutivo, su contradicción fundamental.  Lejos de restringirlo tendríamos que decir que su límite es la fuerza misma de su desarrollo. Esta es  la paradoja típica del capitalismo… su impotencia es la fuente de su poder  que le permite transformar sus limites.  En tanto mas se agudicen sus contradicciones, tanto mas necesita revolucionarse a si mismo para sobrevivir. 

Marx distingue dos momentos en la continua auto-expansión del capitalismo. En un primer instante, una onda de nuevos y más productivos capitales sociales transforman los aparatos existentes de producción y consumo. Es esta continua revolución de los medios de producción la que obliga a cambiar el capital y el trabajo existente con el objeto de orientarlos  a nuevas formas de producción y consumo desencadenando con ello todo tipo de procesos de de-codificación a través de la sociedad. Pero, en un segundo instante, este movimiento progresivo es rápidamente detenido y todo es re-capturado nuevamente.El cambio inicial libera todo tipo de energías creativas –tanto de consumo como de producción- y  revoluciona y socializa fuerzas productivas. La captura, en cambio, interviene ligando las relaciones de producción y consumo al peso muerto de la apropiación privada de la plusvalía actualizando el componente del poder del capitalismo, la fuerza retrograda que distorsiona el desarrollo de nuevas fuerzas productivas al impedir el gasto de la plusvalía en propósitos que no estén exclusivamente orientados a la re-inversión productiva de ganancias (G.Deleuze). Es solo el primer momento, el del cambio del componente económico, el que representa la revolución constante de los medios de producción, el que genera cambios y libera las energías de producción y consumo de los objetos y limitaciones existentes. Esta distinción entre dos momentos de un proceso singular es meramente analítica, pero es crucial en tanto expone la diferencia entre poder y economía como dos momentos en conflicto o como dos componentes del capitalismo.

Las consecuencias dislocatorias (C. Laclau) que los procesos de cambio capitalista contienen (“Todo lo que es sólido se disuelve en el aire”), a pesar de sus aspectos   negativos,   abren nuevas posibilidades de acción histórica. La aceleración temporal de las transformaciones sociales y las continuas intervenciones re-articulatorias que esto le demanda al sistema producen una conciencia mas clara de la contingencia constitutiva de estos discursos, haciendo resaltar con mayor claridad la historicidad del ser de los objetos. En tanto más dislocada una estructura sea, tanto mas será el campo de indecisión, obligando a la recomposición y re-articulación a operar en niveles estructurales cada vez mas profundos, aumentando el papel del sujeto y haciendo la historia menos repetitiva. El aspecto interesante de  esto, desde el punto de vista de la práctica política, es el hecho de que una estructura dislocada  no tiene centro, de que constitutivamente es una estructura descentrada. El termino dislocación en este contexto no debe entenderse como el desajuste y falta de funcionamiento de los componentes de una maquina, si no más bien, como el desajuste que se produce debido a la presencia de fuerzas antagónicas y que es co-extensivo con la construcción de centros de poder. La resistencia al poder  indica que este no es absoluto. La visión social que emerge de esta descripción es la de una pluralidad de centros de poder, cada uno con diferentes capacidades de irradiación y estructuración. Descentralización no significa solo la ausencia de un centro. Significa, también, la práctica de descentrar a través del antagonismo. Diferentes centros de poder solo pueden existir cuando la estructura es descentrada.

Lo que aquí es posible discernir es un nuevo conjunto de posibilidades para la acción histórica que surgen como resultado de  desordenes  estructurales. El mundo se presenta, no tanto como algo dado, sino como algo que constantemente tiene que ser construido por agentes sociales que también se auto transforman en el proceso  forjando como resultado nuevas identidades. Hoy día se piensa que la posibilidad de trascender la sociedad capitalista no depende de la simplificación de la estructura social y la emergencia de un agente privilegiado que pueda llevar a efecto el cambio. Mas bien, la posibilidad de una transformación democrática dependerá de la proliferación de nuevos sujetos de cambio que solo es posible en tanto haya algo en la sociedad capitalista contemporánea que tienda realmente a multiplicar las dislocaciones provocando el surgimiento de una  multiplicidad de nuevos  antagonismos.  La cosa, sin embargo, es que… no hay nada que nos indique si estos nuevos sujetos necesariamente cambiaran el capitalismo o solo conquistaran un lugar dentro de el.

Dada la “naturaleza” del Capital…  cabe la pregunta ¿bajo que circunstancias y en que forma podemos imaginar  una nueva realidad social en la que el desarrollo de las fuerzas y energías productivas sea más potente que el capital?



Thursday, April 16, 2015

De todo y de nada

 
De repente
aparecio
la nada
que se convirtio
en todo.
Despues
vino
nuevamente
la nada
que se convirtio
en
dos sonrisas
tomadas
de
las manos.
 
Nieves

Friday, April 10, 2015

Anarquismo y Estado


Cuando se habla de anarquismo inmediatamente pensamos en la crítica del Estado. Si los marxistas en un tiempo querían tomar  el Estado y establecer la dictadura del proletariado hasta el momento en que se extinguiera, los anarquistas querían abolirlo. Ser gobernado, decía Proudhon, es ser observado, inspeccionado, regulado, adoctrinado, clasificado, evaluado, censurado y controlado  por individuos que no tienen el derecho ni la virtud para hacerlo. Y, por su parte, Bakunin acostumbraba a repetir que  los revolucionarios marxistas nunca han sido ni serán enemigos del Estado  porque su  objetivo es derribarlo solo  para crear  otro sobre sus ruinas. Al centro del pensamiento marxista se ubica el problema de la  opresión que surge de la explotación, de la extracción de la plusvalía. Si este es el problema, dicen, no hay razón para desmantelarlo porque puede usarse como poderosa fuente de poder para transformar las relaciones de producción. Una vez desaparecida la explotación el Estado ya no será necesario.  Los anarquistas, en cambio, encuentran que el problema no radica primariamente en la explotación, sino en el poder mismo. Cualquier institución que ejerza poder debe ser resistida y el Estado, que concentra el máximo poder, debe ser, por sobre todo, resistido. El reemplazo del Estado burgués por el Estado proletario no elimina el problema del poder. Es el mismo poder  bajo nueva administración.

¿Es el ver la opresión como resultado de la acción del  Estado o  como resultado de la acción de la economía lo que, realmente, diferencia el anarquismo del marxismo?  Según el teórico Todd May esta no es una comprensión correcta de la diferencia  entre uno y otro. Seria mejor decir que la dominación proviene del poder que opera perniciosamente. Es cierto que esto ocurre cuando el burgués controla los medios de subsistencia del obrero o cuando los medios de información ocultan los intereses de las elites económicas que proveen su financiamiento. Pero, también la dominación ocurre en múltiples otras  formas de las que no siempre estamos concientes como las prácticas disciplinarias, sicológicas, siquiátricas o sexuales, por ejemplo, que nos transforman en sujetos sociales que reproducen el sistema  que beneficia particularmente a las elites económicas y políticas sin que estas necesiten comprometerse directamente en la dominación.  La dominación sexual, que ha venido desarrollándose en el curso de muchos siglos, no es la historia de cómo unos individuos  dominan a otros, sino de cómo la categoría sexual se ha transformado en una forma de dominación. El anarquismo puede ser mejor comprendido como una critica de la dominación mas que como una critica del Estado. A diferencia del marxismo, dice May,  no se concentra en un tipo particular de opresión, como  la explotación que surge en el modo capitalista de producción, sino que su preocupación se dirige a las diferentes formas de dominación que ocurren en el ambito social. El Estado con su concentración de poder burocrático y militar puede ser una de ellas. Pero no es la única fuente de dominación y en ciertas condiciones puede ser la fuente de menor opresión. Para Bakunin el Estado es un instigador del poder, pero por si mismo no es la fuente de toda dominación. La posición política del anarquismo es la crítica y erradicación, hasta donde sea posible, de toda forma de dominación.

Entendido de esta manera el anarquismo se nos presenta como una posición puramente negativa que de alguna manera no ofrece ninguna solución particular en contra de la dominación. No dibuja un mapa de cómo podríamos lograr un mejor arreglo social que trataríamos de imponer  en otros. Este intento, según el anarquismo, solo resultaría en la repetición de una nueva forma de dominación que completaría el círculo… ¿Deberíamos, entonces, conformarnos con una visión puramente negativa de lo político o enmarcarlo positivamente evitando repetir los errores del pasado inmediato asociados con el socialismo?

Lo que mayormente pasa hoy día por política se centra en elecciones, burocracia,  procedimientos en la  rotación de las relaciones de poder  para controlar el Estado y la economía y las justificaciones ideológicas para mantener elementos particulares del sistema o el sistema como tal. La mayor parte de la sociedad no participa, a excepción de las votaciones, en su creación o mantenimiento. Y en los Estados autoritarios o dictatoriales ni siquiera esto se da. La  práctica política solo compromete a unos pocos por lo que no es de extrañar la despolitización creciente que observamos  hoy día.  ¿Cuál es el problema con este orden social?... Su profunda desigualdad. El presuponer que ciertos individuos saben cual es el bien publico y que es lo mejor para los otros, porque los otros no son capaces de lograrlo por si mismos sin su intervención. Es la negación a reconocer la capacidad del pueblo para controlar sus propios asuntos.  

¿Cuál seria una acción política diferente y antagónica a este orden capaz de socavarlo?
El filosofo francés Ranciere, no extraño a las ideas anarquistas, sostiene que la afirmación de la igualdad destruye la clasificación del orden vigente que presume la autoridad sobre otros basada en la división de clases, el control económico,  la raza, el sexo o el estatus social. El objetivo de la política de la igualdad  no es unificar, sino desclasificar, dividir el orden social para introducir la disensión dentro de el. Los que son considerados menos que iguales, los que no son parte  del sistema, eventualmente  se separan de el debido a la tensión creada por la desigualdad introduciendo la división dentro del orden. Son los que basan su participación en la presuposición mutua de igualdad lo que le da el carácter auténticamente  político a su acción. Si la crítica de la dominación es un lado del anarquismo, la presuposición de la igualdad es  su lado positivo que le permite ver el concepto de dominación como algo  plástico, aplicable a una variedad de situaciones.  Su defensa y afirmación, dice Ranciere, no presupone una esencia profunda ni el retorno a la visión  romántica del ser humano como inherentemente bueno. Su alcance es mucho mas modesto y solo se refiere al hecho basado en observaciones empíricas que la gente posee suficiente inteligencia para dirigir sus vidas y emprender acciones políticas a nombre propio. Según Ranciere sin esta  presuposición básica no seria posible  imaginar una política progresista ni la critica de las jerarquías y dominaciones.

Las democracias capitalistas, que se definen a si mismas como sociedades igualitarias y libres, se ven confrontadas con profundas contradicciones en el seno mismo de su clase dirigente que la luz de la acción política pone de manifiesto. Su narrativa gira en torno a la creencia  de que  la  igualdad  es parte de la estructura social mientras que en la práctica esa misma estructura social sostiene la jerarquía y dominación que niega la igualdad. El compromiso a la igualdad de la sociedad capitalista, como la tradición marxista mostró, no es más que un compromiso formal, un compromiso legal que sirve para velar las reales relaciones de desigualdad que en el existen. Hasta el día de hoy el antagonismo crucial, el punto de referencia de todos los otros es el antagonismo entre excluidos e incluidos.  Es una división que atraviesa todas las otras.

Para Ranciere la acción política debe tomar esta contradicción seriamente y traerla a la luz del día. No la contradicción entre nuestras acciones y supuestos principios transcendentales que, por el mero hecho de ser seres humanos o seres racionales o hijos de Dios, deberíamos seguir, sino la contradicción en uno mismo, la contradicción que consiste en el fracaso en mantener la consistencia. No hay inconsistencia si uno apoya la desigualdad. Pero si la hay si uno la rechaza y luego la practica. Y esta es la contradicción de la democracia capitalista. Cuando esta proclama la libertad e igualdad la acción política del momento es tomar esta declaración literalmente y afirmar la libertad e igualdad   para pluralizar, expandir y participar  en los lugares en que se adoptan las decisiones económicas, para  multiplicar y democratizar  los espacios de representación y radicalizar y reconfigurar  los ya existentes con el interés de desarrollar efectivamente  los mecanismos de participación.

 No hay un sujeto político que primero existe y luego decide actuar. Es la acción política la que  crea lo que antes no existía. Un sujeto político colectivo surge o se crea a si mismo como un actor social en el momento en que su acción rechaza la clasificación y el lugar que el sistema le asigna. El proletariado es el nombre de un grupo que surge cuando asume el nombre de proletariado junto con la unidad interna y la igualdad que el nombre implica. Antes de esa acción solo había trabajadores. No basta que haya ricos y pobres para que su contradicción transforme el sistema. Es la acción política la que causa que el pobre exista como un sujeto activo. Cuando se confronta a un adversario, cuando los que no son parte del sistema actúan políticamente en contra de los que son parte se crean obligaciones y deberes, conexiones internas solidarias cuya presuposición es la igualdad. Hoy día uno de los fenómenos más impresionantes en las megas ciudades del mundo son las poblaciones marginales que, por constituir  la parte que no es parte, tienen el potencial de transformarse en el próximo sujeto político. Libres de amarras sustanciales, sin inversiones en el sistema y fuera del control policial estatal las poblaciones marginales constituyen  espacios que, a pesar de estar dentro del territorio  nacional,  se ubican fuera de la ley. Es esta masa, privada de todo y situada en los márgenes de los centros industriales la que puede transformarse en el núcleo de la fuerza política futura, en agentes de cambio, capaces  de romper la inercia política.

Si consideramos que cualquier transformación histórica llevada a cabo por una  voluntad colectiva  requiere de una acción política capaz de articular la multiplicidad de posiciones en juego, de una dirección que en ultima instancia suspenda la discusión y tome una decisión… ¿como la fusión de experiencias en contra del sistema va a operar en una relación igualitaria, horizontal, carente de partidos, sin correr el peligro de la fragmentación? Es aquí, justamente en el momento en que necesitamos  referirnos a las formas concretas y especificas de la articulación política, cuando el
anarquismo no puede decirnos  nada.