Sunday, August 28, 2016

La seducción del cannabis.


¿Tienen las plantas poder sobre nosotros?   ¿Somos nosotros o  ellas las que   están en control?  Si pensamos que  nos alimentan y  envenenan,  cautivan  con sus colores, sus fragancias  y sabores,  nos calman o despiertan y  en ocasiones cambian el contenido de nuestra mente y la experiencia de nuestra conciencia, habría que decir que la respuesta no es muy clara.

Hay harto en común entre los insectos y nosotros.  La abeja  desciende en la flor del manzano, succiona el néctar y  escapa  con el botín. Ella es la que esta en total control.  Por lo menos eso es lo que cree, si es que las abejas tienen alguna creencia.  Pero…  ¿es esto lo que en verdad ocurre? ¿No será que  es  el manzano el que astutamente manipula a la abeja para que lo visite? Visto desde la  planta  descubrimos que ella atrae a la abeja  desarrollando  el tipo y combinación correcta de moléculas. Color, forma y dirección hacia  el sol  para atraer y gratificar a la abeja. Esto es lo que  llamamos co-evolución. Dos especies trabajando juntas en beneficio mutuo.  No diferente de nuestra relación con el maíz.  Este también  ha desarrollado  el sabor, la forma y el color  para ganar un lugar en los campos de cultivo agrícola y, eventualmente, en todo el continente.  ¿No es esta una estrategia exitosa? No del todo mal para el humilde origen del maíz.

Las plantas  evolucionan para gratificar nuestros deseos y las que domesticamos se reproducen mejor  y mucho mas rápido cuando diseminamos sus genes por todo el mundo.  Aquí, la pregunta obvia es … ¿Quién domestica a quien?... Si no queremos caer en el obscurantismo del New Age  habría que reconocer  que este proceso no es intencional.  No hay un choclo maestro detrás de todo diciendo” tratemos el color amarillo”.  Todo esto, si seguimos la evidencia de la biología genética, es el resultado de una mutación accidental. 

La vida  es  un desafío. Las plantas, para responder a las dificultades de la falta de movimiento  han tenido que  desarrollar,  desde tiempos mas antiguos que los animales, una estrategia diferente  para mantener, defender  y  expandir su reproducción. En reemplazo de la locomoción usan una inmensa, riquísima y compleja variedad de químicos  que las mantienen  vivas.  El cannabis es un buen ejemplo.  La molécula THC, uno de los ingredientes activos de la mariguana, es una molécula extremadamente compleja que requiere  un gran gasto metabólico por parte de la planta para producirla. La mayor razón para hacer este gasto  es gratificar nuestros deseos. En sentido figurativo el cannabis trabaja en  nuestra mente para aprovechar  la movilidad que poseemos.  Es el arte de la seducción molecular.  Por difícil que parezca, las plantas son tan avanzadas como nosotros.  Al  final del proyecto genoma el humano termino con 35 000 genes. La planta del arroz, con 50 000.  Tal vez  no  un índice de superioridad,  pero si de complejidad.

Nuestra  relación mas enigmáticas   con las plantas es la que tiene relación con el cambio de conciencia.  Todas las culturas, excepto los Inuit, han usado plantas que alteran la conciencia. El deseo por cambiar nuestros estados mentales es uno de los impulsos mas poderosos  junto con el deseo por alimento, agua y sexo.  Cambiar la química cerebral es una de nuestras actividades favoritas.  Según Steven Pinker esta atracción por las plantas sicodélicas  es el resultado de la unión de dos diferentes  rasgos adaptivos.  Cada vez que hacemos algo heroico o útil el cerebro nos recompensa  liberando químicos que nos hacen sentir  bien.  Mas tarde,  esta recompensa la podemos repetir sin tener que darnos el trabajo de hacer algo heroico o útil aprovechando solo la capacidad  mental  para engañar al cerebro y hacer que secrete los químicos deseados.   Las plantas, o al menos ciertas plantas, fueron  la llave que libero el flujo químico.  Si apretamos  un poco las cosas habría  que decir  que  supimos de esta llave observando a  otros animales intoxicarse.  Los pastores de cabras  abisinios, por ejemplo,  descubrieron el café observando a los animales  drogarse con las bayas rojas del pequeño arbusto.

La guerra en contra de las drogas pinta  a las plantas psicoactivas como la encarnación del pecado.  La verdad es que  habría  que ponerlas mas allá del bien y el mal. Como ya sabían  los griegos,  la misma planta puede ser medicina o veneno.  Su uso puede producir cambios catastróficos, como la adicción, y también, una que  otra  vez,  crear algo que cambia todo.

Por lo que sabemos la mariguana fue descubierta en Asia Central. De China se traslado  a África y luego a  América del Sur, todos  lugares en  los que   paso a ser  parte de la tradición religiosa.  ¿Fueron las plantas psicoactivas, desde los tiempos mas remotos,  un puente entre el mundo natural  y  el mundo transcendente? ¿o, por el contrario, son las que  crearon  la fantasía del mundo transcendente?  No lo sabemos,  pero lo cierto es que  hubiera sido bien difícil pensar en el  mundo del mas allá sin las plantas.  El botánico Michael Pollan  dice que si pensáramos en una historia natural de la imaginación no se podría dejar de lado el papel  que las plantas,  las drogas y los hongos han tenido en los diferente movimientos de la historia cultural.  Muchos de los pensadores de la antigua Grecia  participaban  en los  festivales religiosos anuales de Deméter o en los misterios de Eleusis en donde se consumían pociones  alucinógenas… ¿Tuvieron estas experiencias alguna influencia en la filosofía griega? ¿Fue la metafísica de Platón el resultado de un  viaje alucinogénico?   Bajo la influencia de la droga, dice otro escritor,  una taza de café empieza  a lucir como el ideal platónico de una taza de café,  un paisaje se transforma en la pintura de un paisaje, un solo de guitarra se escucha como la música de las esferas.  Las plantas pueden hacer sentir que se ha entrado al mundo de los arquetipos.

Para algunos  críticos  la experiencia mística que se  se logra con  practicas espirituales como el ayuno, el rezo o la meditación  es mas autentica que la que  se logra con la ayuda  de las plantas… ¿Realmente?   Cualquier estado de conciencia alterado se enfoca totalmente en el presente.  El presente es el fin de la meditación. Es la experiencia de la trascendencia.  La puerta hacia la eternidad… “ Poseer toda la vida en un instante, ahora y aquí, pasado,  presente  y  por venir”…  “Despertar al presente es darse cuenta  que el infinito es lo finito en cada instante”  ¿Hace alguna diferencia que los químicos que participan en estas experiencias  sean endógenos o artificiales?  Todas nuestras experiencia son químicamente condicionadas.  Si separamos  algunas de ellas y decimos que son auténticamente  espirituales es solo porque  no habíamos investigado el ambiente químico en el que ocurrían. El  uso del cannabis libera los mismos químicos que  las practicas espirituales… ¿Por qué, entonces, unas podrían ser mas autenticas que las otras?

En la tradición cristiana la obtención de conocimientos espirituales  que  provienen  de la naturaleza  es paganismo. Y la historia mítica que lo condena se llama Génesis.  ¿Cuál fue el conocimiento al que Dios  le prohibió  el acceso a Adam y Eva en el paraíso?  El contenido, dice Pollan, no es tan importante como la forma, como el hecho de que las plantas puedan darnos  un conocimiento espiritual.  El árbol en el jardín era una planta psicoactiva y la nueva fe monoteísta buscaba quebrar toda ligazón con la magia natural, desencantar el mundo vegetal y animal  y enfocar la atención exclusivamente en un solo Dios.   Pero,  el nuevo Dios no podía  simplemente ignorar  la existencia del árbol del conocimiento, especialmente cuando  generaciones y generaciones  adoraban y consumían la planta.  Así,  Dios  le permitió al árbol del conocimiento  crecer en el  Jardín del Edén, pero como tabú.  Cuando Adán y Eva  rompieron el tabú y comieron del árbol prohibido  fueron severamente  castigados.  Y el castigo fue  la caída en la historia y la vergüenza.  Irónicamente esta fue la primera victoria de los alucinógenos. La caída fue mas bien una subida.

Las plantas desafían la creencia de la religión judío cristiana  que afirma que el origen de la conciencia se encuentra  fuera de la naturaleza…  ¿Que pasa si descubrimos que  la transcendencia misma  tiene sus raíces, no en el cielo, sino en  las moléculas que danzan en el cerebro y  en  las plantas que crecen en el jardín? ¿Qué pasa si algunas de las creaciones culturales mas valiosas de la humanidad  le deben su existencia a las plantas y los hongos?  Somos parte de la naturaleza como cualquier otra cosa, aunque sea difícil de ver.  Nuestra presunción de que somos diferentes  es problemática. Dependencia mutua, interdependencia es como la naturaleza funciona.

La intoxicación no es una cuestión para tomarla ligera o frecuentemente.  Las plantas están al lado de Dionisos. Si recordamos a los griegos  Dionisos  nos puede convertir en ángeles o en animales.  Todo depende.


Sunday, August 21, 2016

Somos


Somos historias de cuentos repetidos...
piernas voladoras que buscan un cuerpo donde habitar...
manos locas que pintan sueños azules en los ojos...
labios que guardan besos para principes desconocidos...
vestidos incompletos de princesas dormidas...
sombra de ideas palidas...
ateistas buscando dioses ateistas...
votadores de democracias perdidas...
seguidores de leyes de seguridad...
globos desinflados de fiestas infantiles...
tranpiradores de alegrias y tristezas...
peinando chasquillas que esconden arrugas...
dolores escondidos detras de puertas cerradas...
revolucionarios de palabras asepticas...
sandalias perdidas en la arena...
vida...

Nieves.

Sunday, August 14, 2016

¿Quién quiere utopias?

 Después que las utopias se transformaron en distopias en el siglo XX  nos hemos vuelto mucho más temerosos  de las  ilusiones  que prometen  un mundo perfecto, ordenado y regimentado.  La sensibilidad  contemporanea sospecha de todo proyecto político grandioso basado en meta- narrativas.

Las utopías  clásicas intentan negar lo negativo en la existencia humana. Es lo negativo en esta existencia, dice Tillich, lo que hace a la idea utópica necesaria. Por ello no  es de extrañar que la necesidad por el significado utópico surja en periodos de profunda inestabilidad e incertidumbre cuando los antagonismos y desordenes sociales alcanzan su máxima tensión. Es en ese momento cuando la utopía se presenta como  respuesta a la negatividad siempre presente, al conflicto permanente que constituye la experiencia humana que le da  a la acción política una fuerza motivante   para lograr mejores formas de existencia. Proyecta imágenes de comunidades humanas futuras en las que las contradicciones, el mal y los antagonismos serán resueltos  en un mundo reconciliado y armónico. Es esta resolución última la que constituye el corazón  de la promesa utópica. Pero, no sin costo… lo que se expulsa por la puerta retorna por la ventana.

La naturaleza profundamente problemática de las políticas utópicas se revela en el hecho de que su fantasía produce inexorablemente su reverso que llama por su eliminación. A su lado beatifico siempre se acopla su lado horripilante, su necesidad paranoica de una victima portadora del estigma. La promesa del dominio absoluto de la totalidad de lo real, la visión que proclama la meta final de la historia crea  su propio sobrante, aquella particularidad que permanece fuera del esquema universal. Y es dentro de esta visión utópica  en donde la existencia de esta particularidad se transforma en el agente diabólico, en la figura del enemigo. La eliminación del desorden y la contradicción dependerá de la eliminación del grupo estigmatizado con resultados siempre escalofriantes...persecuciones, torturas, hogueras, masacres, holocausto.  Como resultados de todos estos crímenes, la fantasía utópica nunca ha logrado su realización. La trayectoria  de esta producción maniquea es posible seguirla desde la caza de brujas,  infieles y  heréticos hasta el anti-semitismo moderno, culminando hoy con la mutua negación fundamentalista... En la narrativa del imperialismo occidental  ellos representan la lucha del bien en contra del mal, el eje diabólico, el terrorismo internacional… Para el fundamentalismo islamico es la lucha en contra de  la depravación y degeneración moral del occidente.

Las raíces de la demonizacion y el pensamiento utópico dentro del Occidente pueden ser ya detectadas en el mundo Greco-Romano en donde primero los judíos y luego los cristianos fueron acusados y perseguidos por el delito de practicar ritos cabalísticos y criminales. Hacia el final de la segunda centuria DC,  según Tertuliano, los cristianos eran la causa de cada catástrofe pública y de cada desastre que afectaba al populacho. Si el  río Tiber se desbordaba o las aguas del Nilo disminuían, si había sequía, hambruna o plaga el grito era uno solo..."los cristianos a los leones!!!". Esta difamación de los cristianos, que los excluía de los limites de la humanidad, fue repetida innumerables veces en las ultimas centurias, en donde  los perseguidores y perseguidos, los victimarios y sus victimas eran, ambos, cristianos (Bogomiles, Waldensians, el movimiento Fraticelli, los Cathars...) Y es esta misma fantasía la que llevo también a la gran caza de brujas, siendo siempre su telón de fondo un periodo de dislocación y desorientación social en donde el pueblo tenía que enfrentar una situación totalmente ajena a la acostumbrada experiencia de normalidad (plagas, hambrunas, desastres naturales, transformaciones sociales)
 
En los tiempos modernos  encontramos estas mismas características en una serie de fenómenos sociales, siendo la fantasía anti-semítica contemporánea una de las más relevantes. Es aquí donde se puede ver con mayor claridad como los remanentes de los terrores demonológicos del pasado se mezclan con las nuevas ansiedades y resentimientos que empiezan a surgir como respuesta a la emergencia de la modernidad (secularismo, liberalismo, socialismo, industrialismo...) y la consecuente dislocación de formas tradicionales de vida. Enfrentados con tales desarrollos desconcertantes y amenazantes la gente se vuelca fácilmente hacia la búsqueda y promesa del restablecimiento de la armonía perdida. Es en este contexto en donde Hitler logra persuadir a los alemanes que él es su única esperanza. Y es en este mismo contexto en donde el judío se transforma en una Anti-Figura, en el Anti-Cristo moderno. Rosenberg, Gobbels y el resto de los ideólogos nazis usaron el fantasma de la raza judía como elemento unificador   y su victimizacion como algo necesario para  la creación de la futura sociedad del pueblo alemán capaz de detener los peligros y excesos del modernismo. En palabras de Rosenberg, uno de los signos primarios en la lucha venidera por la nueva organización del mundo es el entendimiento de la verdadera naturaleza del demonio que ha causado nuestra caída. Solo con ello el camino se abrirá a una nueva era. Dentro de este esquema, la eliminación del Anti-Cristo, esto es,  de los judíos, se considero como el remedio a la dislocación social, la clave a un nuevo mundo armónico. La eliminación de los judíos se presenta como lo único que puede transformar el sueño nazi en realidad, lo único que puede llevar a cabo la utopía.

¿No es este mismo mecanismo utopico el que uso  Stalin? Sus victimas no fueron muertas para capturar y colonizar territorios... fueron muertas porque no encajaban, por una razón u otra, en el orden social. El asesinato colectivo no fue una obra de destrucción, sino de creación. Su fin objetivo era la consecución de un mundo mejor, más eficiente, justo y hermoso. En ambos casos, ya sea a través de la pureza racial o la sociedad sin clases, el sueño es el de un mundo libre de conflictos, ordenado, controlado y armónico.

Lo que no debemos olvidar en este recuento es el hecho de que si la Anti-Figura en la ideología nazi se encarno en el judío esto no es debido a un desarrollo necesario, sino contingente. En principio pudo haber sido cualquiera de nosotros. En otro momento y en otras circunstancias la figura del judío puede sustituirse por la del gitano, el latino, el negro,  el homosexual, el infiel... La decisión de quien será, eventualmente, estigmatizado depende en gran medida de la disponibilidad dentro de una configuración social particular de grupos que puedan jugar este papel en la fantasía social y esta disponibilidad es siempre construida socialmente a partir de materiales existentes.

¿Como se explica la dialéctica de la fantasía y la producción del enemigo?... La visión utópica de un orden social armónico solo logra ser sostenida si el desorden actual puede ser atribuido a un elemento ajeno. Desde el momento en que la realización del mundo utópico es imposible su discurso solo puede mantenerse  si atribuye esta imposibilidad a un elemento discordante. La posición utópica se encuentra en la desconcertante  y contradictoria situación de tener la necesidad vital de un enemigo que, al mismo tiempo, necesita destruir. Esta trágica paradoja da lugar, no a la reconciliación entre libertad humana y cohesión social, sino a la pura y simple coerción totalitaria con su grotesca secuela.  La  fantasía utopica constituye un caso ejemplar de la noción de la "coincidencia opositorum”...Por un lado,  posee un lado beatifico, una dimensión armonizante, el sueño de una humanidad sin contradicción. Y por otro, la misma fantasía se nos presenta como algo profundamente desestabilizante. El sobrante del sueño nazi es la "conspiración judía" y la compulsión estalinista a descubrir permanentemente nuevos enemigos fue el lado obsceno de la pretensión de crear al "Hombre Nuevo".  La distopia es el lado siniestro de la utopía.

 El problema es que la crisis del pensamiento utópico ha llevado a la política de la aporía, ya que el  valor de la utopía radica en la creación de proyectos y el establecimiento de fines que operen como factores subversivos del orden presente. Para Ricoeur, por ejemplo, la solución a la aporía política contemporánea es la de la revitalización de la operación utópica, generadora de nuevas esperanzas. Una sociedad sin esperanza es una sociedad muerta. Su eliminación no solo no es deseable, sino que es imposible.

 ¿Com podriamos mantener una política de la esperanza, una política de cambios y transformaciones sin utopías?


La practica democratica  permite la posibilidad de cierto optimismo ya que su operación se basa en el reconocimiento de la imposibilidad  de las utopías y sus  consecuencias catastróficas. Lo que distingue al discurso democrático de otras formas políticas es el reconocimiento  y legitimación del conflicto y su rechazo a eliminarlo a través del establecimiento de un orden autoritario armónico. Es solo dentro de este marco en donde la diversidad antagonistica  entre diferentes concepciones económicas y culturales pueden ser vistas   como algo inherente a la vida social misma. Hoy día, la atracción  de esta esperanza democrática anti-utópica depende, más que  de su justificación racional y universal,  de la creación de hábitos democráticos, de la formación de mentalidades capaces de identificarse con su impulso... el reemplazo de una imagen utópica por una forma de identificación que implique la aceptación de la imposibilidad de lograr tal imagen. La  aceptacion  de que la sociedad   esta constituida por  una tela de relaciones sociales que constantemente esta siendo hilada, rasgada y re hilada... de  manera ligeramente diferente. En breve…la aceptación de la imposibilidad del "reino de Dios".

Sunday, August 7, 2016

El polvo


Se desprendio
un pedazo
de
horizonte anaranjado
que
se colo
por
mi ventana azul.
Se puso
a
dormir 
en
el polvo
de 
la noche.

Nieves   

Monday, August 1, 2016

La transitoriedad del ser.


Mirando a través de la ventana  uno no deja de maravillarse de la belleza que llena la mirada. El verde radiante de los árboles, la alegría juguetona de las ardillas, la ligereza de las mariposas, el canto de alerta del blue jay y el silencioso deslizarse de las nubes en contra del azul transparente de los cielos. La escena  pululante de vida y color es magnifica. Y, sin embargo… esta magnificencia esta preñada de transitoriedad. Todo lo que existe contiene la fuerza  de su propia destrucción. Todo lo que existe es temporal y desde el mismo momento que  surge empieza a desaparecer.  Cada experiencia esta definida por  esta doble realidad. Cualquier cosa que queramos afirmar esta constituida por el hecho inescapable  de que será negada, por la amenaza constante de que eventualmente la perderemos. Penosamente cierto. Y, así y todo,  la finitud del ser es algo que  no debería  impedir nuestro disfrute de la vida, porque, si lo pensamos, sin finitud no habría disfrute.

La finitud de las cosas y  la experiencia de la inevitable fugacidad  de  la  vida  no inhiben nuestros deseos sino que, por el contrario, los  producen. Deseamos mantener lo que queremos porque podemos perderlo.  Queremos recordar porque  podemos  olvidar. Sin la aprehensión del paso del tiempo no habría deseo de aferrarnos a el.  Es la fugacidad temporal,  la misma que tanto tememos, la que abre la oportunidad al deseo. Un momento  indivisible,  un momento  que no pudiera ser alterado  en lo más mínimo nunca podría iniciar otro momento. En cambio, un  instante, al negarse  a si mismo  siempre  da paso a otro instante, a otro momento. Hablamos  del presente, pero tan pronto como hablamos de el  ya es pasado. Sin la auto negación, sin el paso de un instante a otro, no habría tiempo.  Solo un presente eternamente  igual a si mismo, un presente incapaz de producir diferencia. Y,  al no producir  diferencia, no habría deseo.  Es la sucesión del tiempo la que permite explicar la diferencia constitutiva del deseo, vale decir,  el hecho de que el deseo nunca logre  coincidir completamente con su objeto,  que  ningún objeto sea capaz de  extinguirlo.  Cada vez que logramos el objeto deseado sentimos que no es suficiente y esta insuficiencia  nos lleva a  aspirar o desear otros objetos  en una cadena  sin fin.  La verdad es que nunca logramos satisfacer completamente  los deseos porque, al ser temporales, el futuro inevitablemente los alterara.  Si  el deseo existe  es porque  nunca puede ser satisfecho totalmente.

 ¿Significa todo esto que el deseo surge de la carencia? Obviamente solo deseamos lo que no somos ¿Cierto? El que es saludable no necesita  salud, el que es  feliz no necesita  felicidad, el que tiene dinero no necesita mas  y el que es amado no necesita mas amor.  Es algo que ya somos o que ya tenemos ¿Y por qué, entonces, deseamos ser más felices cuando ya la tenemos o deseamos más amor cuando ya somos amados? ¿Por qué deseamos ser lo que ya somos? Si queremos lo que ya tenemos no es porque nos falta, sino porque en la misma experiencia de la salud  sentimos el temor de que podemos perderla, de que no durara para siempre. Lo que en realidad queremos es  conservar  nuestra salud o nuestro amor,  que continúen sin interrupción, que el tiempo no los altere.  Sin esta aprehensión de  perdida no habría necesidad de preocuparnos por el futuro.  Martín Hagglund dice que esta anticipación de la perdida de nuestra salud o de nuestro amor seria impensable si no fuera porque  ellas  ya están divididas desde dentro, amenazadas desde su propio interior por el tiempo,  por  la imposibilidad de permanecer   iguales a si mismas.  Un ser temporal esta constantemente  pasando de un estado a otro y la única posibilidad de perpetuarse es dejar trazas de si mismo para el futuro. Hijos, un libro, una estatua, una acción inolvidable, cinco minutos de fama, una foto en el “facebook”, una piedra con nuestro nombre en el cementerio. Un ser eterno, en cambio, no sufre transformación alguna y, al ser siempre  idéntico a si mismo, nada  surge de el y nada deja detrás de el.  Es por esto que el deseo de sobrevivencia es incompatible con la inmortalidad. La vida y el deseo de vivir es siempre una cuestión de sobrevivencia temporal a diferencia de  la inmortalidad que no da  cabida para  la vida en el tiempo.

Esta es una diferencia clave. Lo que queremos en el fondo es seguir viviendo, no la inmortalidad, porque el  deseo de la inmortalidad equivaldría a decir que el gol  del deseo es no desear.  uggHCuando decimos que  deseamos la inmortalidad lo que en realidad   queremos decir es que deseamos la  sobrevivencia que es anterior al deseo de la inmortalidad y la contradice desde dentro. Si no fuéramos seres mortales no tendríamos  deseos de salvar ninguna cosa de la muerte porque solo lo que es mortal esta amenazado por ella ¿No significa esto que la afirmación de la vida es incondicional y  no es una cuestión sujeta a elección? Cualquier cosa que uno quiera o haga uno tiene primero que afirmar la sobrevivencia ya que  solo ella abre la posibilidad de seguir queriendo o seguir haciendo. Y si en algún momento sacrificamos la vida por los que amamos este sacrificio todavía esta motivado por el deseo de la sobrevivencia de ellos.

 A lo que nos lleva todo esto  es a la idea de que la afirmación de la vida  no es un  valor  en si mismo. Es, más bien, la condición incondicional de todo valor. Cualquier valor que uno privilegie esta sujeto a la afirmación de la sobrevivencia. Sin ella no hay valor que pueda ser postulado. El impulso de la afirmación de  la vida es la fuente de todo goce y de todo sufrimiento, de toda compasión y amor y de todo miedo y odio. La afirmación de la vida por la vida misma necesariamente  contiene  un cierto displacer. No hay nada que no posea su lado oscuro.  Este es el doble vínculo al que estamos sujetos. Doble vínculo que ni siquiera idealmente podemos resolver porque la finitud temporal es interna a  cualquier cosa que queramos.  A cada afirmación la acecha la negación, la constante  amenaza  de un  futuro  que no queremos.  Cualquier cosa deseable no puede ser disociada del hecho indeseable de que eventualmente la perderemos. La finitud es, curiosamente, la razón del coraje  y el amor  y, también, la razón   del miedo y el odio. Sin el impulso a la sobrevivencia no habría hostilidad  o miedo a ninguna cosa  ya que nada podría importarnos o amenazarnos.  Freud decía que el  objetivo último del principio del placer es lograr completa estabilidad. La paradoja es que su logro equivaldría a la vuelta del mundo inorgánico.

¿Quisiéramos  realmente  una vida completamente intacta, libre de alteración temporal, una vida inmortal y necesaria? Probablemente no, si lo volvemos a pensar.

Una vida inmortal, al poner fin a la diferencia, al  surgimiento y la finitud  de las cosas  no seria vida, seria muerte. Para  que un ser fuera inmortal  tendría que ser, al mismo tiempo, el y su opuesto. Pero, si es el y su opuesto no habría cambio y sin cambio nada pasaría.  Siempre seria  igual a si mismo. Es a esto a lo que en filosofía se llama  ser necesario. Pero, la cosa es que  el ser necesario no existe. Tradicionalmente se ha pensado que  lo que es contingente no es necesario y lo que no es necesario en si mismo requiere de un ser necesario que lo fundamente. La única necesidad evidente, la única necesidad de la que podemos hablar con absoluta certitud racional es la necesidad de la contingencia y no la necesidad de un ser, un ente, un evento o una ley. ¿Por qué?  porque  es  imposible  calificar a la contingencia como contingente. Nada es racionalmente necesario a excepción de la contingencia.

Los seres vivos tienden a  mantenerse a si mismos, a fijar su realidad, a conservar el equilibrio. Pero, a pesar de todos los esfuerzos que hacen,  la fuerza del devenir siempre rompe  el equilibrio y los límites  de lo que existe al abrir un sistema o un ser vivo a nuevas posibilidades o al desviar las fuerzas creativas del simple acto de repetición. No hay naturaleza fija. En algún momento del remoto pasado  las propiedades de la vida surgieron de la materia inanimada, un proceso parecido a aquel otro  en el que  los estratos de la materia orgánica  dieron origen a la conciencia. Eventualmente, si empujamos la imaginación, la conciencia será  conectada con el silicón en lugar del carbón.  Deleuze decía  que hoy día es un lugar común  afirmar  que las fuerzas humanas  ya han entrado en relacion con las fuerzas de la tecnología informática creando algo diferente al hombre y la mujer. 

¿Hay alguien que todavía proclame que todo lo que existe debería permanecer exactamente como es, sin alteración?   Es en el devenir  en donde encontramos las fuerzas de la creación y auto producción, no de la auto creación o producción indeterminada o sin límites, sino la auto creación abierta a lo que es distinto. Es del devenir de donde surge la diferencia. Y sin diferencia nada tendríamos. 

Nieves y Miro Fuenzalida.