Sunday, October 30, 2016

El tiempo y el viento.


Muerden,
el tiempo
y
el viento.
Sus mordidas
son
profundas 
y
dolorosas.


Nieves.

Sunday, October 23, 2016

Quien es periodista?


¿Para que voy a comprar diarios  o revistas si puedo tener noticias sin filtro en mi I phono, mi I pad o mi laptop? Y  con mi cámara digital, con el correo electrónico,  con facebook, You Tube y tweeter  yo mismo puedo ser fuente de información… ¿No es esto puro periodismo ciudadano, libre del poder gubernamental y del dinero  corporativo?

En los años  90s  el Internet se presentaba  como un medio inherentemente anti jerárquico capaz de  realizar el ideal habermesiano de la esfera publica en donde los ciudadanos se juntan espontáneamente para entrar en debates racionales acerca de los asuntos  del momento. Algo así como una de  esas ágoras de las que hablaba  Sócrates, pero con la inclusión de los esclavos, las mujeres y los extranjeros. Los más optimistas todavía  lo ven como un medio democrático que  desafía  el poder oligárquico y proclaman que las funciones editoriales ejercidas por una elite han sido devueltas al lector… ¿No es este viraje una alternativa a los medios corporativos? Los límites entre la masa ordinaria de consumidores y la elite de productores culturales tienden a desaparecer creando con ello  un tremendo impacto  cultural y político. La tecnología, dice Rupert Murdoch, esta quitándole el poder a los editores,  al establishment y a  la elite periodística. Ahora es la gente la que esta tomando control. Los portones que  restringían el acceso  a la información se han abierto y las noticias ya no son solo lectura  sino, también, conversación. La  difusión tradicional de noticias da paso a las redes sociales. Sitios como los Blogs ahora ofrecen un grado de apertura y accesibilidad sin precedente generando nuevas formas de comunidad y capital social. En breve, los medios de comunicación social  ahora proveen al individuo con un nuevo instrumento de  poder…  ¿No fue la  primavera árabe y la coordinación de las  protestas en el occidente un elocuente  testimonio de ello?

Frente a esta narrativa  un poco de escepticismo no estaría mal,  especialmente   cuando vemos que algunos de sus promotores son parte de corporaciones periodísticas internacionales como Newsweek, la BBC o magnates del periodismo como Rupert Murdoch dueño de las mas grandes cadenas informativas en Australia, Inglaterra y Estados Unidos. La BBC  celebra la cooperación y alianza con el nuevo periodismo  especialmente después de los reportajes del ataque terrorista del metro en el 2005. Murdoch reconoce la declinación y pérdida de confianza en los periódicos, especialmente en las nuevas generaciones y aprecia  las oportunidades que el Internet le ofrece  a  los lectores para  generar su propio contenido y dialogar públicamente.  En la práctica, sin embargo, el periodismo ciudadano califica como tal solo si  pasa el control editorial de los medios profesionales. En verdad, en lugar de ser una alternativa al sistema es más que nada  un complemento del periodismo convencional. El Premio de  Periodismo Ciudadano del 2006 en UK, por ejemplo, incluyo tomas de incendios, desastres naturales, fenómenos climatológicos extremos, explosiones, accidentes aéreos y la imagen de celebridades. La naturaleza del material que se incluye, al igual que  en otros países,  es bien limitado  y el interés corporativo y comercial en el reportaje aficionado tendríamos que verlo a la luz de los recortes de personal y presupuestos que el periodismo tradicional viene sufriendo.  

Si aceptamos la idea de la devolución de las funciones editoriales al lector lo menos que se podría decir es que el hecho  plantea importantes problemas en términos de confianza y credibilidad. Desde hace bastante tiempo se ha venido argumentando que la blogosfera no es más que una Torre de Babel digital, un caótico dialogo de sordos, un espacio en donde los Blogs, hablando de nuestra vida privada, nuestra vida sexual, nuestra vida soñada   o nuestra falta de vida,  aparecen con la misma velocidad con que desaparecen y bien pocos  o nadie leen el contenido que generan. Al parecer, con lo que nos  quedamos al final, como siempre, es con el predominio de la elite socio económica que lo transforma en un medio comercial cuya sobre vivencia depende de  la publicidad.

Muchos sitios alternativos han empezado a abandonar la política de espacio abierto porque los lectores necesitan editores en los que puedan confiar para filtrar e interpretar la masa de información. El culto del periodismo aficionado, que hasta no hace mucho era objeto de elogio, ha sido puesto bajo el microscopio y lo que vemos no  es muy alentador. Lo que pasa por periodismo son en realidad opiniones en lugar de hechos, rumores en lugar de reportajes, insinuaciones  en lugar de información y adjetivaciones en lugar de análisis. Sin compromiso ético y carente de entrenamiento profesional, que requiere de sus buenos años,  el periodista aficionado ya no necesita ser responsable frente al gobierno ni frente a los lectores.

 ¿Es esto, en realidad,  la revitalización de  la democracia o  es solo otro síntoma de la cultura del individualismo exhibicionista?  Para muchos críticos el periodismo ciudadano es un concepto bien atrayente pero que, eventualmente, va a tener drásticas consecuencias porque,  al igual que una burbuja,  va a explotar dejándonos con una comunicación de masas carente de fuentes de noticias y con una multiplicidad de  historias sin corroboración.  

¿En que queda, entonces,  la idea de que el ciudadano común y corriente crea su propio periodismo? ¿Solo un mito? La cuestión clave pareciera ser que es lo que cuenta como periodismo. Ciertamente es algo más que reportar noticias y lo que es noticia depende, en gran medida, de quien la recibe. En todo caso, cualquiera  sea el medio que se emplee no habría que juzgar el periodismo de acuerdo con alguna  misión grandiosa a la cual se supone estar dedicado. Blogs, vlogs o YouTube no son menos  periodismo que el periodismo con galardones. El problema  es que si es cierto que el acceso a la tecnología se hace mas fácil , no es menos cierto que   el acceso a las habilidades, a la capacidad para investigar, escribir, hacer entrevistas, filmar y editar, en cambio, no lo es tanto y  su distribución es bien dispareja. Editar es una habilidad que necesita ser aprendida y el aprendizaje requiere tiempo. El manejo de un paquete de software es relativamente fácil de aprender comparado con la formulación de sentencias coherentes o con la creación de la narrativa de imágenes movibles que tengan algún interés. Aquí la pregunta obvia seria… ¿Por qué alguien va a querer  dedicar tiempo, esfuerzo  y dinero en todo esto si es bien poco probable que  alcance una audiencia significativa si consideramos que 100 horas de video se suben  cada minuto y que hay 634 millones de paginas web? Una consecuencia inevitable de la creciente accesibilidad  a la tecnología del video es que rápidamente se ha convertido en un medio banal, cotidiano o común. Ahora que la cámara es parte del teléfono móvil y los videos son distribuidos rutinariamente “online”  eventualmente su destino, como factor periodístico, sea su desaparición  o su transformación en una forma rutinaria de comunicación como la escritura.

A la larga, lo mas probable es que todas estas actividades periodísticas que tanto optimismo despertaron  queden relegadas a los que siempre la han hecho, a aquellos que tienen los recursos y el poder para ser escuchados y observados. Y si es así… el cambio radical  que esperábamos en la balanza del poder periodístico se ve bien nebuloso. Después de todo, el Internet no gobierna el mundo. Los gobiernos más poderosos lo hacen imponiendo estados de emergencia en el occidente, intervenciones en  el medio oriente, en África y otras partes del mundo y un estado de vigilancia  y espionaje electrónico global. La pregunta no estaría  demás… ¿Es cierto que todo empieza a  cambiar con la revolución digital o ella solo trae mas de lo mismo?


Friday, October 14, 2016

La espera.


Colgué
la lluvia
entremedio
de 
los cordeles 
del
rocío.
La puse
a secar
esperando
al
Sol.  


Nieves  


Sunday, October 2, 2016

La raza no existe... o tal vez si.


 ¿Realmente sabemos lo que la raza es? Para un creciente número de seres humanos la raza aparece como una ficción biológica  de la que hay que  deshacerse lo más rápido posible. Los grupos afectados por la discriminación racial han venido exigiendo que el concepto sea abandonado, eliminado del discurso público y expulsado de la medicina y la ciencia.   Y, sin embargo, a pesar de todas las promesas del Iluminismo humanista, obstinadamente la ficción de la raza continúa operando con toda su fuerza bruta persiguiendo, insultando, agrediendo, explotando y  oponiéndose al progreso en contra de  la discriminación. Uno podría preguntarse… si la raza es una ficción…  ¿por que es una constante preocupación para tantos  millones de seres humanos?  

 En las dos últimas décadas las discusiones se han concentrado en mostrar que  la raza no es una realidad biológica, de  que carece de características reales y objetivas y, en el fondo, es solo el producto de  una construcción social. Pero, paralela a esta discusión, también ha venido creciendo la idea de que la raza tiene un significado científico que, en una nueva dirección, distinta a la acostumbrada, contiene inesperadas  consecuencias practicas, farmacológicas, morales, económicas y políticas. Así por ejemplo, Richard A. Jones (Howard University) dice que si las enfermedades tienen diferentes etiologías en diferentes razas y si esta diferencia etiológica determina un énfasis racial diferencial en los actuales protocolos de investigación, entonces, hay razones importantes para que la raza no sea eliminada. Seria un error, dice, deshacerse de la noción de raza  solo porque las categorías raciales no calzan exactamente con procesos biológicos. Obviamente, también seria un error aceptar acriticamente las viejas clasificaciones raciales cuando desarrollamos  tratamientos médicos. La cuestión es  determinar como el significado social de raza puede afectar resultados biológicos tales como promedios de enfermedades cardiacas y neurológicas entre otras.  Enterrar el concepto de raza parecería ser la decisión correcta a corto plazo. En términos puramente pragmáticos la cosa pareciera ser diferente.

La mejor forma de entender las palabras es por el trabajo que realizan. Si una definición falla en lograr su propósito debiéramos  redefinirla.  En el esencialismo que corre de Aristóteles al Siglo de las Luces el mundo es dividido en cosas que se distinguen por la posesión de diferentes propiedades.  La diferencia esencial, según la mayoría de las tradiciones culturales hasta hace poco, ha sido la idea de que la propiedad esencial de la raza se encuentra en el color de la piel, a pesar de lo anti científica que esta definición pueda ser.  Por otro lado, si nos fijamos en su  sentido intensional, las palabras tienen diferentes significados de acuerdo a diferentes perspectivas. Para el sociólogo la raza puede ser un signo de como la sociedad esta organizada. El antropólogo puede interpretarla como formas de vida cultural y para el politólogo la raza puede aparecer como una relación jerárquica de poder y dominación. Si  el universalismo esencialista es extremo, el perpectivismo relativista amenaza la definición misma de raza. Entre uno y otro extremo perdemos la eficacia que el concepto pudiera tener. En el contexto de las luchas raciales, según los lideres progresistas,  la palabra raza no es neutra y su función debería ser  la de reforzar  el aparato  político conceptual para servir a  la aspiración de sociedades y comunidades  en el  logro de  un mundo democráticamente pluralista.  


Es cierto que, como resultado de las prácticas coloniales del modernismo y las políticas eugenesicas del siglo XX, el término raza ha adquirido hoy día tantas  connotaciones negativas que  ha perdido toda eficacia para denotar cualquier cosa. Los geneticistas y la mayoría de etnólogos y filósofos concuerdan que la raza carece de determinaciones biológicas fijas… ¿Por qué, entonces, alguien quisiera retener el concepto? Porque, según argumenta Richard  Jones, su reconceptualizacion  lo puede transformar en un instrumento de cambio.

El Proyecto del Genoma Humano ha problematizado la pretensión de encontrar el fundamento biológico para diferenciar las razas al revelar que  el 99.9% del DNA  de cada individuo que habita el planeta es idéntico. Las variaciones en altura, color de la piel o cualquiera otra característica están determinadas por una ínfima fracción del genoma y la variaciones genéticas dentro de grupos raciales son mayores que la que existen entre diferentes grupos. Compartimos el 98.4% de nuestros genes con los chimpancés, 95% con los perros y 74% con gusanos microscópicos. Lo que estos números indican es que  lo significativo no son los porcentajes de genes compartidos, sino como un ínfimo porcentaje de ellos  puede ejercer  tremendas diferencias funcionales. Muchos de los que trabajan en el desarrollo de drogas farmacéuticas argumentan que las investigaciones genómicas confirman diferencias significativas entre los diferentes grupos de la población humana. Ciertas encimas con menor actividad, por ejemplo, son mas frecuentes en la población china que en la población caucásica. Si los datos indican que ciertos grupos de la población humana difieren potencialmente en mayor o menor capacidad para responder bien, mal o no responder del todo a ciertas drogas, entonces es posible predecir estas  respuestas.  El enfoque aquí, en lugar de ser acerca de la raza, es acerca de la creencia de que comunidades en particular poseen necesidades específicas de salud que tienen relacion con una base genética cuya investigación puede ser crucial en su tratamiento.

Ciertos teoricos negros sostienen la idea de que los argumentos ontológicos acerca de la raza debieran dar paso a los argumentos éticos y prácticos, a la cuestión de si es mas  peligroso que no, mas obscurantista que no,  hablar de raza. Otros, en cambio, sostienen que mientras transitan el terreno racial de esta nueva centuria nunca han podido pensar en términos que no estuvieran racializados. Nuestra epistemología, metafísica o axiología, dicen, están altamente coloreadas. No importa cuantas veces nos digamos a nosotros mismos  que la raza ya no es una categoría biológica no podemos eliminarla de nuestra realidad. La cuestión es como mantener una definición de ella que este sujeta a una constante revisión para que sea materialmente eficaz en la eliminación de la subordinación racial. En lugar de imaginar la raza como un concepto fijo, dicen, debiéramos imaginarla como uno que se va modificando al igual que los de la ciencia experimental moderna.

Las definiciones de raza han variado en los últimos cuarenta años. En 1975 era común, según los diccionarios de la época, ver a la raza como una población geográfica local o una población global humana que se distingue, en mayor o menor medida, por características físicas genéticamente transmitidas. En 1987, en el “Webster Dictionary”,  se ve a la raza, en cambio, como cualquier división biológica mayor de la especie humana basada en el color y textura del cabello, color de la piel y los ojos y proporciones corporales, entre otras, para luego agregar que el termino ha adquirido connotaciones anticientíficas y seria mejor reemplazarlo en las descripciones por grupo o etnia.  Según Francois Ravenau hay siete factores que contribuyen a la definición de una minoría racial… biogenético, territorial, lingüístico, cultural, religioso, económico y político.  Si seguimos la dirección del último al primero los factores son cambiantes y asimilativos. Si seguimos la dirección inversa, del primero al último, los factores son resistentes al cambio y a la influencia de factores externos. La tensión entre ambas direcciones, entre cambio y permanencia es lo que alternativamente describe lo que el racismo, o  la raza en si misma, es o no es. Lo que Ravenau posibilita con esto es una visión racial  más pragmática. Es una invitación a ver las definiciones, los juicios, incluyendo los metafísicos,  como hipótesis que surgen en el contexto de situaciones específicas y que deben ser evaluadas según su eficacia para responder a estas situaciones. Cada juicio hipotético esta valoricamente teñido y, más frecuente que no, estos valores son políticos. Los supuestos acerca de lo que la raza es siempre  están pragmáticamente teñidos y esta  es una razón suficiente para someterlos a una constante revisión autocrítica capaz de disociar lo habitual de lo emergente.   

Después de un siglo de legislaciones, de interminables discusiones y  conferencias y miles de escritos nadie ha conseguido llegar a la sociedad pos racial. El término es difícil de eliminar y continuara formando parte de nuestra vida  por largo tiempo, tanto como el efecto opresivo de la realidad histórica política permanezca. Dada esta realidad el énfasis no debiera ser el de determinar el estatus  metafísico u ontológico del termino, sino el de  investigar las relaciones de subordinación y dominio a las que las razas están sujetas. Si aceptáramos, dice R. Jones, que la raza no existe, que es una ficción posmoderna… ¿Cómo podríamos oponernos a sus efectos opresivos?