Tuesday, July 12, 2011

Una historia de mierda.

 

La mierda nace del exceso. Es la hija bastarda del lujo y la riqueza. Desquite de la nariz y el buen gusto, un sobrante excremental que marca los limites entre civilización y barbarie animal ¿Cual es el secreto de la historia de la mierda? ¿Que historias se van al desagüe por pura repulsión al tirar la cadena? ¿Cual es la relacion entre desperdicio y civilización? ¿Hay una distinción  de índole entre defecar en el excusado y defecar en el bosque? No somos dioses… porque los dioses no cagan. Estamos ubicados en un lugar entre los animales y los dioses... escapando de unos y filtrándonos en los otros. De acuerdo a Lutero: "Tu eres el desperdicio que cae al mundo del ano del diablo". Aventurémonos a reclamar que la trizadura que separa a los humanos de los animales y los dioses se quiebra cuando la eliminación de la mierda se transforma en un problema, arrojando al sujeto a un abismo. ¿Como nos deshacemos de esta cosa? Esta es, al mismo tiempo, algo obsceno e inquietante para la mente debido a su distinción radical. El animal no experimenta disgusto... no tiene conciencia de los horrores del cuerpo. El problema es el de la acomodación y  eliminación de los excesos traumáticos corporales. La historia de la civilización y la cultura pueden ser leídas como un proceso de compulsión obsesiva de lavar la mancha que deja nuestra grieta. Es un problema cuya resolución esta indudablemente implicada en la producción de la  subjetividad moderna. Al hacernos conscientes de nuestras expulsiones y secreciones corporales quedamos descentrados de nuestro pasado animal y los pecados de la carne putrefacta. Los humanos son los únicos animales  que producen identidades a través del establecimiento de una relacion con la mierda. La emergencia del individuo esta inextricablemente  unida con el destino del desperdicio humano y los sistemas que surgen para expulsarlo, limpiarlo y ritualmente purificarlo.


¿Hasta donde somos capaces de ir para mantener esto fuera de nuestra visión? ¿De que manera vuelve para perseguirnos? Nos perturba a través del disgusto... a través de la vergüenza al mostrarnos continuamente que aun somos animales... nos estremecemos... retrocedemos con aversión. Incluso cuando no esta a la vista, persiste en nuestras narices. Y  si apuramos las cosas, aun podemos discernir una conexión entre realeza, mierda y el desarrollo de la sociedad civil. ¿Porque, hay alguna otra razón para llamar trono al excusado?  Es el centro del poder recluido en la privacidad del reino feudal de la sala de baño. La política del excremento del siglo XVI creo la privatización y la  vigilancia policial de los desperdicios. El Edicto Real de Villers-Cotterets de 1539 ordeno a los ciudadanos construir letrinas en las casas. El llamado "¡a cada uno su propia mierda!" tuvo el efecto de crear un lugar fijo para evacuar y contener las excreciones personales. Fue también un llamado al deber. Los días en que se orinaba en los rincones callejeros y se lanzaban los desperdicios por la ventana  se acabaron. La problemática presentada por la emergencia de ciudades excesivamente pobladas, el desarrollo del capitalismo y la propiedad privada y la creación del estado nacional con su distinción de lo privado y lo publico, se conjugan en una fuerza deterritorializante ejercida por la necesidad de desechar nuestros desperdicios a través del sistema de alcantarillado moderno. Las cañerías y los excusados son soluciones materiales a este problema cuyas funciones propias responden al manejo de la mierda...su entrada al dominio privado abre la puerta para el surgimiento de una mentalidad burguesa...construida como una actitud  reactiva hacia el desperdicio y sumergida en un discurso de limpieza y de buen gusto.

Como el esloveno Slavoj Zizek demuestra, el excusado posee un exceso excremental que no puede ser reducido a principios meramente utilitarios. Mirando a las diferencias entre los excusados tradicionales alemanes, franceses y anglosajones es suficiente para discernir un sobrante ideológico girando en la taza de porcelana. Las diferencias en diseño se reducen al lugar en que el hoyo, por el que las feces desaparecen, se ubica. La taza de baño alemana tradicional tiene  el hoyo en el frente permitiendo  al excremento ser exhibido, inspeccionado y olorosado por signos de enfermedad antes de ser eliminado. En contraste, el excusado francés coloca el hoyo detrás de la taza de baño para que el excremento desaparezca tan rápido como sea posible. En el diseño anglo-sajón  se puede decir que hay una fusión de estos dos polos. En la taza llena de agua, el excremento puede flotar, haciéndose visible, pero no lo suficiente para ser examinado. Una mancha ideológica, que el papel higiénico no puede limpiar, embadurna  nuestra relacion intima con nuestros deshechos corporales.  Escondida dentro de la utilidad del excusado podemos desenterrar una disposición existencial en cada una de estas regiones geográficas en relacion a su exceso excremental...La fascinación contemplativa ambigua en los alemanes. La prontitud Francesa en eliminar los desperdicios tan pronto como sea posible. Y el pragmatismo metodológico Ingles en tratar el excremento como un objeto ordinario del que hay que deshacerse de manera apropiada. Cada una de estas actitudes es generada por el mismo mecanismo implícito que produce la perspectiva existencial de la escrupulosa reflectividad Alemana, la impulsividad revolucionaria Francesa y el pragmatismo utilitario moderado de los ingleses.  Desde un punto de vista político podemos ver la repetición de esta triada en el conservatismo Alemán, el radicalismo revolucionario francés y el liberalismo moderado Ingles. Incluso, nuestro viaje a la sala de baño exuda ideología.

Pero en la privacidad de la sala de baño...en la soledad sagrada del pensador, no podríamos arriesgarnos un poco mas e, incluso, discernir un sentido de trascendencia corporal en la expresión "OH!…que alivio es cagar" En una escena ateológicamente inspirada podemos imaginar "el cagar" (el proceso completo de evacuar los intestinos) como teniendo fuertes reflejos místicos, guiándonos en  dirección a la apertura dejada por la mancha excremental  del "Juego Lugubrious" de Salvador Dalí, que funciona como una puerta a lo irracional.  El sobrante excremental es el trazo de un significado imposible afirmando que nada esta conectado. Aclama las fuerzas de la anti-producción...puro derroche inútil, significando nada. Como el exorcismo de un  fantasma  orgánicamente pútrido...la súbita liberación de energía acumulada...de un bloqueo colonico... presión acumulada después de dos días de constipación...repercute a través del cuerpo...el cuerpo "consume" la descarga...el exceso de energía...el rebalse lo mueve a uno a un estado de alivio placentero...no hay duda de que es un placer...una repentina liberación de endorfina lanza al cuerpo en ese sutil estado que llamamos “le petit mort” ...un estado de tranquilidad languidecente después del gran "vomito rectal", (un termino políticamente trastornado, acunado por el guru Sandeep) un tenue  estado extático...un sentimiento transitorio menor de arrobamiento que no puede disociarse completamente del ser "místico"...cualquiera que haya tenido "una buena cagadera" sabe de lo que estoy  hablando. Hemos entrado al territorio de la Teologma del excusado...la glosalalia de la diarrea verbal... (en otras palabras...Holy shit!)

Ariel
Ottawa, 2001

Saturday, July 2, 2011

Pos neoliberalismo en Latin América.




El fracaso de las políticas neoliberales en el continente para crear nuevos niveles de desarrollo económico y el masivo descontento y movilización  popular en su contra explican el surgimiento de  un nuevo paradigma económico. En 1990 la comisión económica de las NU para Latin América publica su informe con el que lanza oficialmente su desafío al fundamentalismo neoliberal como  perspectiva económica predominante. Y en el 2002 una aproximación de desarrollo económico alternativa, conocida como neoestructuralismo, empieza a imponerse impulsada por los nuevos  pragmatistas de izquierda. Su atracción ha radicado probablemente en que ofrece una visión diferente al dogmatismo neoliberal, una estrategia de desarrollo integral, un marco programático y una gran narrativa hacia el modernismo que hasta el momento, a pesar de tantos intentos, ha sido difícil de alcanzar. Por no ser solo una política económica, sino también la promesa de transformar el continente, ha podido influir en las políticas de planificación, en las agencias de desarrollo  internacional y en las coaliciones de centro izquierda.

En los  años 70s y 80s el neoliberalismo sostenía  que el estado sofoca la iniciativa  privada y solo la privatización, la  desregulación, la exportación  y el  libre mercado son la herramienta fundamental para transformar la economía y competir internacionalmente. Los pragmatistas pos neoliberales, en cambio, insisten en que, a pesar de que las fuerzas del mercado continúan siendo primarias, las intervenciones políticas y gubernamentales, lejos de ser un obstáculo, son claves, tanto en la búsqueda del consenso social y político como en  el  desarrollo de  la capacidad competitiva necesaria para participar en el mercado mundial. El logro del desarrollo económico y la igualdad social en este nuevo contexto histórico requieren de una dirección intelectual y política  más que del “laissez faire”. Gobiernos, instituciones y sistemas políticos necesitan prepararse a si mismos para jugar  un liderazgo cualitativamente diferente. Programas de desarrollo productivo, pactos sociales e iniciativas prácticas para sostener la cohesión y la armonía social son los elementos vitales para una política de desarrollo integral.  A diferencia de los años 50s y 70s en que  las políticas de industrialización impulsadas por el estado  fueron la vía al modernismo o la privatización neoliberal después de los 70s, impuestas por los golpes militares, la clave al desarrollo económico, lo que hoy se requiere, dicen los pragmatistas,  son aquellos cambios técnicos que  se producen debido a la inserción del continente en la economía mundial.

Esta es la promesa, después del sufrimiento y la injusticia desenfrenada que trajo el neoliberalismo dictatorial, de un nuevo modelo en el que  el crecimiento económico, la  integración social y la democracia se reinforzan mutuamente. El modelo neoestructuralista, sin desafiar el poder del capital multinacional, intenta una “globalización con rostro humano”. A través de esta aproximación más holistica, como hace notar Fernando Ignacio Leiva, las empresas  y la economía nacional pueden participar de  los beneficios de la globalización económica, social y técnica. Pero, para lograrlo, debe abandonar  la exportación basada mayormente en los recursos naturales con bajos niveles de  procesamiento y salarios de pobreza y favorecer la exportación, por ejemplo,  de ketchup en lugar de tomates, de muebles listos para ser ensamblados en lugar de madera bruta, alimentos congelados y empaquetados en lugar de carne y pescado, etc.  Sin la promoción de una política de exportación activa, esta tiende a concentrarse en unos poco productores vulnerables a las fluctuaciones de las demandas internacionales condenando a la exportación nacional a la trampa de materiales primas.  A comienzos de los 90s Chile fue el lugar de lanzamiento y el terreno experimental  de esta  nueva política pos neoliberal.                                                              

A diferencia del neoliberalismo este modelo reconoce que para que las fuerzas del mercado operen con efectividad necesitan ser coordinadas por nuevas formas   sociales que, sin reemplazarlas, las complementan. Así por ejemplo, según este modelo, los programas de desarrollo deben ser concebidos tomando en cuenta el papel que las instituciones, la cultura y el capital social juegan en la coordinación económica. Las imperfecciones del mercado deben ser corregidas con   intervenciones institucionales y  la alianza de la sociedad civil con el estado. Y la innovación técnica tiene que ser  apoyada con  subsidios parciales, con la promoción de alianzas estratégicas entre firmas nacionales y transnacionales y con  programas de entrenamiento de las fuerzas laborales. Esta es una diferencia bastante significativa con el dogmatismo mercantil.

En una época en que la globalización del capital ha abierto una nueva era  de transformación cultural y  tecnológica  esta es una narrativa bien atractiva. Según ella, la cohesión y el  acuerdo social sólido entre los diferentes actores o grupos sociales son esenciales para la competencia internacional y el diseño de programas sociales. El foco, dice Leiva, ya no esta en una nueva noción del derecho de propiedad  o de redistribución de la plusvalía económica, sino en la creación de otro tipo de expectativas, congruentes con esta nueva narrativa. Las tácticas operan cada vez más a nivel simbólico y  emocional  para producir conductas y formas de regulación en consonancia con la transnacionalizacion de la región y la exportación orientada a la acumulación interna.  Esto, obviamente, es mucho mejor que el neoliberalismo fundamentalista por lo que  no es raro que haya  logrado ganar  influencia al producir un discurso político electoral alternativo de centro izquierda y un crecimiento económico sin precedente en la región. En lugar de la súper explotación destructiva del trabajo y los recursos naturales impuesta por un estado terrorista operando bajo la amenaza de prisión, esta alternativa  favorece  formas más democráticas de participación  y manejo de la economía.

El problema, sin embargo, como bien nota Leiva, es que este nuevo modelo corta con  la mejor tradición del pensamiento crítico Latino  Americano que existió hasta los finales de los 60s. En el se ignoran las relaciones de poder en los análisis económicos en su afán por lograr la armonía social después de las sangrientas experiencias de las décadas perdidas de los 70s y 80s.  A pesar de que el pragmatismo de este modelo logro negociar efectivamente la transición política, no ha sido igualmente efectivo en  navegar los desafíos de la globalización capitalista, que plantea una serie de preguntas  ¿Cómo resolverán los estados Latino Americanos  la creciente subordinación a los conglomerados domésticos y al capital transnacional? ¿Lograran  adquirir la capacidad administrativa y política para “disciplinar el capital”? ¿Cómo mejoraran la pobreza y desigualdad social que la economía global ha intensificado? ¿Es el consenso y el gobierno participatorio otra forma de hegemonía capitalista que reemplaza la soberanía popular?  Una respuesta a estas preguntas necesariamente requiere de una perspectiva teórica que claramente incorpore las relaciones de poder  en el análisis económico, político y social. Hasta el momento los gobiernos de centro izquierda se han rehusado a hacerlo y continúan  excluyendo las  categorías de clase y proceso laboral de las discusiones relacionadas con la productividad y el cambio tecnológico. Para ellos esta discusión no es necesaria porque hoy existe  una relacion mutuamente beneficiosa entre el flujo global y el régimen  de exportación establecido por el neoliberalismo, por un lado y la igualdad, el desarrollo social y el crecimiento económico del continente, por otro lado. Al caracterizar las relaciones económicas como relaciones esencialmente no antagónicas fracasa en cuestionar la naturaleza del poder en la economía política internacional en  donde las transnacionales y el capital financiero ejercen un control creciente de los recursos naturales,  la economía y la sociedad profundizando la desigualdad en la economía global contemporánea, como la actual crisis financiera muestra. Este es el modelo de una economía y  sociedad  depurada de conflictos y relaciones de poder. Es esta contradicción la que eventualmente pondrá de manifiesto sus debilidades.

 Las recientes experiencias de Brasil y Chile muestran que este proyecto puede ser apoyado por una variedad de sectores sociales, incluso los que previamente habían sido excluidos en la elaboración de programas públicos, sin necesidad de cuestionar el poder de clases o grupos privilegiados. Después del 2004  la comisión económica para Latín América  de la NU  reconoce en un nuevo documento que la igualdad no se lograra a través de las políticas de exportación y globalización como inicialmente se había pensado. La raíz del problema, dice, se encuentra en  la “heterogeneidad estructural”, producida por la incorporación de la información y el conocimiento en el sector productivo. Es decir, el problema no es la globalización capitalista como tal, sino la insuficiente globalización de la región.

La subordinación del análisis económico y social a la realidad existente, a un objetivo común o al consenso social es la vía más fácil a la mediocridad analítica.  El ciclo de ilusiones, desencanto y  crisis  que ha acompañado a este modelo  económico y político en los últimos 20  años  reclama   una rigurosa evaluación crítica  que no evite el análisis de las relaciones de poder cuya expresión mas obvia es la abismante discrepancia entre pobres y ricos. Ideas y teorías económicas, como dice Leiva, importan en la reproducción o transformación de estas relaciones y mientras mas concientes estemos de cómo ellas construyen su demanda al conocimiento y la verdad tanto mejor.  Es cierto que este modelo es socialmente más sensitivo que el neoliberalismo, pero, a todas luces, todavía permanece como un instrumento al servicio de las elites dominantes a pesar de su pretensión de objetividad científica.

Nieves y Miro Fuenzalida.
Ottawa, Diciembre 2010