Sunday, December 29, 2019

Los fantasmas entre nosotros


Si alguien todavía cree que los muertos no retornan es porque no ha mirado la  televisión o visitado el cine recientemente. Fantasmas, vampiros y zombis  llenan los monitores, pantallas y audífonos y caminan entre nosotros como nunca. Aunque no es una fantasía exclusivamente moderna uno podría decir que  es la fantasía contemporánea central de la cultura de masas.

¿Por qué los muertos retornan? Según las historias que se cuentan es porque hay negocios no terminados entre ellos y nosotros. El sicoanalista francés Lacan  cree que esta fantasía surge de  la creencia de que los muertos  no fueron enterrados propiamente, que hubo errores en la ejecución del rito funerario o que este simplemente no se llevo a cabo. Los muertos  retornan como colectores de una deuda que no ha sido pagada o para corregir un error. En la película “Ghost” el espectro vuelve para terminar asuntos pendientes. Su asesino necesita ser identificado y castigado. Su aparición es el signo de una perturbación, como diría Lacan, en el orden simbólico, legal, moral o epistemológico. Una vez que la perturbación ha sido corregida, que el orden de las cosas vuelve a su normalidad, el fantasma desaparece para siempre reestableciéndose otra vez el límite entre los muertos y los vivos. Su entrada en nuestro mundo es  solo temporaria. Es el tiempo entre dos muertes. Todas las historias de fantasmas  dependen de la idea de que la muerte no es final hasta que se complete con una segunda muerte. A pesar de que en  muchas historias de vampiros ellos  hacen todo lo posible para evitar la segunda muerte, se cuenta que una vez que el Conde Drácula es muerto  en su rostro había una apariencia de paz y tranquilidad. Los aparecidos parecieran estar contentos de ser muertos otra vez porque finalmente podrán descansar.

 Es en la teología de San Agustín en donde se desarrolla esta idea de la segunda muerte que, en verdad, es la tercera. La primera es el pecado original que separa al hombre de Dios. La segunda, la del cuerpo. Y la tercera, la muerte de la Revelación que por la gracia de Dios el pecador puede ser redimido. Los cuentos supernaturales y las historias modernas de aparecidos siguen este paradigma cristiano. 

 Desde muy temprano el pensamiento cristiano ejerció por más de un milenio una influencia decisiva en la forma del pensar occidental. Oficialmente la Iglesia acepta la posibilidad que los muertos son capaces de retornar. Cristo trae de vuelta a Lázaro y el mismo, al tercer día de su ejecución, se levanta desde los muertos. Esta posibilidad, sin embargo, es severamente  custodiada. Los muertos pueden volver, por ejemplo, en la forma de un santo para guiar a los vivos, pero solo con la mediación  de un ángel.  Si ellos retornan  es solo en circunstancias extraordinarias. De acuerdo a las autoridades eclesiásticas es muy importante distinguir entre la ortodoxia cristiana y el paganismo y  politeísmo folklórico. Distinción que, después de todo, no logro disminuir  la rica proliferación de cuentos, relatos y mitos  supernaturales que porfiadamente desafían la ortodoxia.

 Los muertos retornan, entonces,  porque nuestro sistema de creencias les permite retornar. La creencia en fantasmas, al igual que los fantasmas, sobrevive mas allá del momento en que  ha sido relegada al pasado. Según el autor Colin Davis es algo así como un remanente inconsciente de nuestro pensamiento mágico religioso que revela la brecha entre nuestro pensar  que no hay fantasmas y nuestra  actual creencia  en fantasmas.

Repetidamente los fantasmas han sido abolidos, solo para retornar con más fuerza. El agresivo racionalismo del siglo XVIII, en el  intento de poner fin a la superstición y hacer a los espíritus  y fantasmas obsoletos, les dio, en el proceso,  un nuevo soporte en la mente humana. Ahora los fantasmas son internalizados y reinterpretados como pensamientos alucinatorios.

La reubicación  del mundo de los fantasmas en el espacio circunscrito de la imaginación curiosamente termina  súper naturalizando la mente.  Las figuras espectrales ya no recorren el mundo exterior. Ahora habitan en  nuestras cabezas colonizando el espacio subjetivo. Esta reubicación, dice Colin Davis,  prepara el terreno para la venida  del psicoanálisis cuyo objetivo es liberarnos de los miedos irracionales. La cosa es que, paradójicamente, el psicoanálisis termina introduciendo los demonios en el centro mismo de la subjetividad. En la “Interpretación de los Sueños” Freud relata el sueño  de un padre cuyo hijo acababa de morir. El hijo le dice ¿Padre, no ves que me estoy quemando? En ese momento el padre despierta para descubrir que una vela estaba incendiando el cadáver de su hijo. Los muertos habitan la mente de los vivos porque los vivos no sabemos como dejar que ellos se vayan. Según los sicoanalistas Abraham y Torok los  fantasmas son la presencia de los muertos en el Ego que intentan prevenir el descubrimiento de algún vergonzoso secreto. El fantasma no regresa, como algunas versiones de  la literatura gótica, para revelar algo olvidado o corregir algún error. Por el contrario, vuelve para mentir y confundir al sujeto, para asegurar que el secreto no se revele. Este  fantasma no es el  espíritu de los muertos, sino el vacío que deja en nosotros el secreto de los otros.  Esta es una práctica terapéutica que trata con traumas transgeneracionales y secretos familiares que atrae tanto a la cultura popular como a teoricos y críticos literarios. Una vez que el trauma es disuelto los fantasmas desaparecen.

Para Derrida el secreto de los fantasmas, en lugar de ser  un problema a ser resuelto, es una apertura estructural que permite a las voces del pasado o a las posibilidades  del futuro aun no formuladas  comunicarse con nosotros. Un encuentro con lo otro, con lo extraño y ajeno. Una apertura productora de significado. No es que el secreto no se pueda comunicar porque es taboo, sino porque todavía no se puede articular en el lenguaje vigente. Los espectros empujan los límites del lenguaje y el pensamiento. Para Abraham el fantasma y sus secretos deben ser revelados para que el trauma desaparezca. Para Derrida, en cambio, no hay que reducir al fantasma y sus secretos a un objeto de conocimiento. Para uno se trata de una labor de desciframiento, de llevar la interpretación a su fin, de la recuperación del significado oculto. Para el otro, el proceso significativo  es abierto, sin fin, infinito.  No hay una última interpretación  en donde el proceso finalmente se detenga. Según Derrida escuchar a los fantasmas equivale a desprendernos de lo que conocemos  para aprender lo que todavía no podemos formular o imaginar. No se trata de creer en fantasmas en sentido estricto, porque los fantasmas son justamente aquello cuya existencia consiste en no existir completamente.  Visibles y, al mismo tiempo, invisibles. Vivos y, al mismo tiempo, muertos. Una traza que marca por adelantado la presencia de su ausencia.  Los fantasmas confunden el discurso basado en oposiciones binarias. En Derrida “espectro” es una de esas palabras que impulsa el trabajo descontructivo porque desestabiliza la logica del pensamiento  binario. Si  atiende a los  fantasmas  no es para saber si existen o no en un sentido ordinario, sino para  atender a lo extraño, lo desconocido, lo otro.

¿Los que ya no están aquí continúan hablándonos? El escrito de un profesor de una escuela de leyes  quedo suspendido en medio de la sentencia al tiempo de su muerte. Lo que esta suspensión indica, dice Davis,  es el hecho de que la muerte interrumpe la producción  de significado. Corta nuestro dialogo con quien ya no vive y remueve absolutamente su habilidad  para producir signos y  hablar con nosotros. La expresión “estoy muerto” es imposible. La partida  no es una partida hacia alguna otra existencia. Es la partida hacia la nada.

Y sin embargo, a pesar de su vacío absoluto, la muerte no suspende nuestras expectativas, nuestra esperanza de que  los que han partido puedan, de alguna manera, hablarnos, aunque corramos el riesgo de que lo que nos digan sea solo una proyección de lo que queremos escuchar. Los filósofos Levinas y Agamben intentan escuchar a los muertos,  no porque crean en la vida del mas allá, sino como una revisión de lo que significa para los sobrevivientes entender, hablar y responder a los muertos. Según Agamben restaurar el habla a los que no la tienen  es correr el riesgo de imponer un significado  más que de dar una respuesta a lo que es radicalmente otro.  Podemos imaginar que los muertos tengan mucho que decir, pero lo que dicen es una invención creada por los que hablan en su lugar. Son los vivos los que siempre hablan por los muertos. No hay manera de dirigirse a ellos y no hay forma  que ellos puedan responder  si no es  a través del auto engaño de la ficción. Si ellos todavía están con nosotros  es porque vivimos en  el mundo que ellos crearon y que nosotros  interpretamos y rehacemos en nuestro tiempo.  Es en este sentido en que Marx dice que la revolución  es potencialmente el quiebre decisivo  con el pasado. El termino del pacto con los muertos.  El deber hacia los vivos y los que aun no han nacido toma precedencia a la deuda del pasado. 

Por muchos esfuerzos que hagamos los fantasmas no se van. Las historias de vampiros, espectros, zombis y cadáveres errantes gozan de una tremenda popularidad a pesar de que el sistema de creencias que los sostiene ha perdido su lugar dominante.

Aunque en algún momento pudiéramos creer que los muertos retornan sabemos como seres racionales que ellos no lo hacen. Sus apariciones son solo artimañas del inconsciente o ficciones literarias. No creemos en fantasmas y no creemos que los muertos retornen…  y sin embargo no renunciamos a ellos. No creemos  en fantasmas, pero no creemos  completamente en nuestra  creencia. No hay fantasmas, pero de haberlos los hay. Y la industria del entretenimiento nos lo recuerda muy bien. Es el lugar en donde lo que ya no creemos se conserva. En donde lo sobrenatural se dramatiza y presenta como una mera diversión y juego que, a pesar de que  no debe tomarse en serio, continua respondiendo a nuestras necesidades, miedos y deseos.


Nieves y Miro Fuenzalida

Sunday, December 22, 2019

El mural


Todavia
Pinto
Mi viejo
Mural
Con
La brocha azul
Que
Me
Dio
La vida.
Solo
Me
Queda
Pintar
27 centimetros.

Nieves

Sunday, December 15, 2019

La Biblia y la Palabra



La Biblia se imprimió por primera vez en 1488. Hasta esa fecha había existido por más de dos mil años solo en manuscritos expuestos  a constantes borraduras, adiciones y traducciones. Es posible distinguir alrededor de 40 autores entre ellos reyes, pescadores, sacerdotes, pastores y burócratas cuyos escritos abarcan un periodo de aproximadamente 1500 años. De  toda esta diversidad el sacerdote reclama  la  unidad  increíble del texto y el estatus de fundamento del canon occidental. 

 ¿Que es lo que hace a la Biblia el libro de los libros? ¿Qué es lo que indica el origen divino de su Palabra? ¿Qué es lo que la diferencia de cualquier otro texto?

Cuando escribimos nuestro nombre en una hoja de papel, pregunta una de esas enseñanzas dedicada a los feligreses… ¿Quién lo escribe… nosotros o el lápiz? Obviamente, como  sabemos, el lápiz no tiene el poder de escribir por si mismo. Nosotros somos la fuerza o el espíritu detrás del lápiz. En la misma forma Dios es la fuerza detrás de los profetas que escribieron la Biblia. Dios se revelo a si mismo a ellos para hablar a una audiencia mas amplia. Cuando uno toma un lápiz, el lápiz viene a ser la herramienta en la mano del escritor.  En la misma forma, el verdadero profeta es el lápiz de Dios. Es el quien habla por Dios y quien representa a Dios… “el pueblo imploro a Moisés  hablar a Dios por ellos en lugar de hablar ellos a Dios directamente por temor a morir. Dios complacido accedió al pedido” (Éxodos 20:18-21) Los autores humanos escribieron exactamente lo que Dios quiso que ellos escribieran y el resultado fue la perfecta y sagrada Palabra de Dios (Psalm 12:6; Peter1:21).

En la homilía dirigida al conclave que iba a elegir al nuevo Papa el cardenal Ratzsinger (Abril 18, 2005) afirmo que  una fe madura es la que se arraiga profundamente en la amistad con Cristo.  Es su amistad la que nos abre a todo lo que es bueno y nos da el criterio que  permite distinguir entre lo  verdadero  y lo falso. Es una relacion sin secretos y una comunión de voluntades unidas a Dios. Los amigos de Jesús  son los Apóstoles y sus descendientes, el episcopado, el conclave de cardenales y el Vaticano  son los que  entregan la doctrina de la Iglesia que es idéntica a la voluntad de Dios. Es decir, solamente las interpretaciones que la clerecía hace del nuevo testamente  son las que realmente transmiten  fidedignamente lo que el  texto dice. Y es este texto el que decide últimamente entre  la verdad y la falsedad.

En el siglo XVII Spinoza sometió a la Biblia  a la crítica de la pura razón  explicándola históricamente. Bajo esta forma radicalmente nueva el Libro Sagrado  aparece solo  como un libro antiguo  mas entre muchos otros, irrelevante como autoridad y sus intérpretes reducidos a estudiosos de textos antiguos. Su interés en hacer esto no fue solo académico, sino que su proyecto fue un apasionado compromiso social en la lucha por la libertad religiosa e intelectual. Su acercamiento a la lectura de las escrituras permitió crear un método nuevo y coherente de interpretación que luego pudo enriquecerse enormemente  en un contexto secular de libertad  intelectual.  No es que otras voces en defensa de la libertad religiosa o desafíos a la coerción política basadas en las interpretaciones de  textos sagrados no se hubieran escuchado antes. Lo que nadie había argumentado tan claramente como lo hizo Spinoza   fue  que la crítica de la autoridad de la Biblia es  una condición necesaria para asegurar permanentemente la libertad religiosa e intelectual. Que el reemplazo de explicaciones míticas  por explicaciones históricas  es clave en el logro de este objetivo.

El hecho de que hoy día no estemos gobernados por interpretes de la ley divina  ni intelectualmente dependientes de las revelaciones de Dios es una de las herencias de los pensadores del siglo XVII  que define la  libertad moderna.  La legitimidad política fundada en la religión  es cosa del pasado. La autoridad derivada de la ley divina tal como aparece en la Biblia para definir políticas sociales era el fundamento del poder soberano por  lo que no era raro que los que se atrevieran a cualquier análisis crítico del texto eclesiástico pagaran con creces su atrevimiento. La autoridad bíblica y el constreñimiento de la libertad estaban indisolublemente ligados. Su autoridad  era la última arma para derrotar cualquier desafío al régimen dominante.  Se fueron los tiempos en que la Biblia era la autoridad única, el texto dominante, la fuente original del saber  del canon occidental.

¿Por qué un texto escrito inicialmente en hebreo compuesto enteramente de consonantes, sin puntuación o marcas indicando vocales,  se ha mantenido  por miles de años como la piedra fundamental, como el centro  de la cultura judeo cristiana?  

La herencia de la tradición metafísica occidental, similar a otras tradiciones,  presupone que cualquier sistema de conocimiento depende de un fundamento último, de un primer  principio, de un símbolo central  desde el cual todos los significados se construyen jerárquicamente. En el Nuevo Testamento Dios es la Palabra, no cualquiera palabra, sino la Súper Palabra. Según el evangelio de San Juan… “En el comienzo fue la Palabra. Y la Palabra estaba con Dios. Y la Palabra era Dios”. Y así, a través de miles de  años, todo fue visto como el efecto de esta causa que deviene en significado transcendental, en uno que se ubica  más allá de la naturaleza, del universo, del todo.  La Palabra-Dios es  el origen y es la que  detiene, centra y limita el libre juego del universo, la que establece las leyes que aseguran que las naranjas no se conviertan espontáneamente en choclos o las palomas en gatos. La que separa el bien del mal. La que pone orden. Como creador de la ley la Palabra-Dios permanece más allá de la ley, más allá de la estructura del mundo. Es el centro que centra todo lo que hay, el que garantiza su significado y el que le da sentido a la existencia.

 Un gran número de símbolos, aparte de Dios, han ocupado el lugar de “significante trascendental”… la Idea, el Espíritu Mundial, la Sustancia, la Materia, la Naturaleza, la Conciencia Cósmica, el Vacío, etc. Son trascendentales porque desde el momento en que cada uno de estos conceptos pretende fundar todo el sistema de pensamiento y lenguaje no pueden estar  dentro del sistema, implicados en el lenguaje que intentan ordenar y centrar. Son fundamento, pero no parte de lo fundado.

¿Por qué necesitamos  significantes transcendentales?  Por que la relacion entre  un significante (sonido, imagen, grafico) y un significado  no es fijo, sino arbitrario. No hay una razón inherente de porque las marcas m-e-s-a, por ejemplo, evocan en nuestra mente el mueble llamado mesa. Muy bien podemos  evocarlo también con la palabra inglesa “table” o la francesa “tableau”. El significado en el lenguaje  es una cuestión de diferencia. Un  signo es lo que es porque  es diferente de otros signos. Si miramos el lenguaje como  sistema  vemos que en el hay solo diferencias  y el significado, en lugar de ser algo  inmanente al signo,  es funcional,  resultado de su diferencia con otros signos. El significado, digamos, es el producto de un cierto sistema de significaciones compartido y no  de una experiencia privada o un diseño divino.  Y, para complicar mas las cosas, tampoco hay una distinción fija entre significante y significado ¿Por qué? Por que  si  queremos conocer el significado de un significante tenemos que  buscarlo en el diccionario. Pero lo que allí encontramos son más significantes cuyos significados podemos buscar en el mismo diccionario que nos llevara a otros significantes y así sucesivamente. El proceso no es solo infinito, sino también circular. El significante constantemente se transforma en significado que a su vez se transforma en significante y vise versa y nunca llegamos a un significado ultimo que no sea el mismo un significante.

¿A dónde nos lleva todo esto? A  reconocer que el significado esta esparcido o desparramado a lo largo de toda la cadena de significantes. No es fácil fijarlo porque nunca esta completamente presente en un solo signo. El significante hoja, por ejemplo, tiene un sentido cuando hablamos de árboles y otro cuando hablamos de libros. Al  aparecer en diferentes contextos muestra diferentes sentidos  lo que hace bien difícil saber cual es su significado original.  Creer que uno  puede decir o escribir lo que es definitivamente, es una ilusión. Aunque, hay que reconocer, una ilusión  necesaria ¿Por qué?  Porque, a pesar de no hay concepto que no este enredado en un juego de significación sin fin, este juego necesita ser estabilizado en algún punto. Un discurso en el que los significados no puedan ser fijados es un discurso sicótico.

Y este es el papel que el “significante transcendental” ha jugado. Como tal  debe, de alguna manera, ser anterior, haber existido antes del pensamiento y del lenguaje. Su significado debe ser diferente a todo otro significado, es decir, no debe ser producto del juego de diferencias. Debe figurar, en otras palabras, como el significado de los significados, como el eje de todo el sistema de pensamiento, el signo alrededor del cual todos los otros giran. Lo que en el fondo hacemos es  elevar un significado  a una posición privilegiada. Así, Dios es…  el Origen, la Ultima Causa,  el Creador.

¿No es esta una curiosa forma de pensar?  Para que este significado sea posible otros signos tienen que haber existido. Es bien difícil  pensar en un  origen sin querer ir mas allá de el. No es que tengamos que renunciar a la búsqueda de tales causas o principios y, aunque quisiéramos, no es tan fácil ya que están profundamente enraizados en nuestra historia. Pero, si los  examinamos cuidadosamente  podemos descubrir que siempre pueden ser desconstruidos. Se puede mostrar que, lejos de ser absolutos, son producto de  un sistema de significados particulares  y no algo que provenga desde fuera del sistema.

En el momento en que el fundamentalismo religioso islámico y cristiano lucha por establecer políticas gubernamentales basadas en  libros sagrados el  descontruccionismo  puede servir  como una práctica política, como  un intento de desmantelar  la logica de formas  particulares de pensamiento que sostienen
 sistemas completos de estructuras políticas e instituciones sociales.  La intención  es tratar de ver  sus nociones, no como absolutas, sino  como  efectos  de una historia más amplia y profunda del lenguaje, del inconsciente, de las  instituciones  y las prácticas sociales.


Nieves y Miro Fuenzalida

Sunday, December 8, 2019

Las calcetas de encaje


 La madrugada
En
Sus calcetas
De
Encaje
Caminaba
En
Puntillas
Para
No
Despertar
A
La noche
Que
Dormia

Nieves.

Sunday, December 1, 2019

La permanencia de la Pos Verdad


Qué preferimos... ¿la verdad o el poder? Quien tiene poder controla el mundo y su mejor aliado son las noticias falsas. Si hay alguna duda solo miremos la historia. Pos verdad contiene la creencia de que antes hubo verdad... pero ¿alguien puede decir cuando fue este antes? ¿ durante la guerra fría? ¿después de la revolución francesa? ¿ o, durante el medio evo? La pos verdad no es algo nuevo. En realidad, ha sido nuestro  estado permanente. Desde tiempos inmemoriales lo que ha pasado por verdad no ha sido mas que fabula, leyenda  y mito. Los antropólogos, historiadores  y constructivistas sociales desde hace bastante tiempo han venido insinuando que la ficción es la que ha permitido extender nuestras relaciones mas allá de la familia, la tribu y la nación.

El historiador judío Harari sostiene que al ser humano le gusta contar historias porque ellas explican mejor como el universo funciona. Cuando preguntamos, por ejemplo, por el sentido de la vida queremos una historia que explique lo que la realidad es y cual es mi papel en el espectáculo cósmico. Por mas de dos mil años la Biblia ha sido en el occidente la voz de la verdad, el Libro sagrado que contiene el ultimo fundamento del mundo y de nuestros valores e instituciones sociales. Hasta el siglo XIX el mito de Adán y Eva en el Paraíso fue la versión oficial de nuestro origen y hasta hoy día los fundamentalistas cristianos insisten en que cada palabra del Libro es literalmente verdadera.  Sin ningún rasgo de evidencia el Nuevo Testamento nos hace creer que el hijo del Creador del Universo nació de una virgen aproximadamente 2000 años atrás... ¿qué evidencia tenemos de que esto ocurrió en Galilea y que el es realmente el hijo de Dios? Ninguna y, sin embargo, el mito cristiano ha dado origen a una variedad de instituciones  y guerras globales  que hasta hoy nos siguen agobiando con su peso. La historia musulmana cuenta que al comienzo Ala creo el universo y estableció sus leyes que fueron reveladas al hombre en el Corán. Desgraciadamente los malvados se revelan en contra de Ala y depende de los musulmanes virtuosos mantener la ley, difundirla y asegurar su obediencia. Llevado al limite del fanatismo la mantención de la ley ha causado inmenso dolor y muerte en el pasado y en el presente.  En la épica hindú Bhagavadgita el gran guerrero príncipe Arjuna  duda en pelear y matar a sus enemigos en donde también se encuentran sus amigos y parientes. El Dios Krishna le explica que dentro del gran ciclo cósmico cada ser posee un “dharma” único, el sendero que se debe seguir, el deber que se debe cumplir. Si cumples tu “dharma”, no importa cuan difícil sea, encontraras la paz mental y la liberación de toda duda. Si te niegas a seguir tu sendero o tratas de adoptar el de otro perturbaras el balance cósmico y nunca encontraras la paz y la felicidad. No importa cual sea tu “dharma”. El sirviente que sigue fielmente el sendero del sirviente es superior al del  príncipe  que se desvía del sendero del príncipe. Arjuna, habiendo entendido el sentido de la vida, sigue su “dharma” de guerrero y mata a sus amigos y parientes, guía a su ejercito a la victoria  y llega a ser uno de los héroes mas queridos del mundo hindú. Este es el mensaje... quédate en tu  lugar y no disturbes el orden eterno  de la sociedad y del cosmos... ¿quién se beneficia?  El mito nacionalista se nutre de historias llenas de heroísmo, de desastres que nos enfurecen y de injusticias cometidas en contra de la nación.  Benditos sean los mártires que defienden la libertad y engrandecen las fronteras del país. El culto a la nación es extremadamente atractivo porque hace creer a la gente que pertenecen a la cosa mas importante del mundo. El horror de la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, nos da un indicio de las terribles consecuencias que las fabulas nacionalistas pueden tener.  Hoy día EU se autoproclama como la Nación Excepcional. El Dios del Antiguo Testamento vuelve a renacer en el fundamentalismo cristiano estado unidense en la forma de un nuevo contrato político que reafirma el mito escatológico del dominio americano y del fin del tiempo con la segunda venida de Cristo. La retorica del excepcionalismo siempre ha estado en el centro de la conciencia política de esta Nación... “american Dream, the founding covenant, the redemptive empire, the beacon on the hill” . Una ideología política que  no se expresa en términos estrictamente religiosos, sino que se funde con el vocabulario político que habla de la lucha por la democracia y la libertad en contra del totalitarismo y la dictadura. El resultado es la guerra permanente y la expansión y el dominio imperial que deja una secuela de destrucción y muerte.

Inmensos imperios y sistemas sociales se han creado a través de la historia en base a puras  ficciones... ¿por qué, a pesar de la ausencia de toda evidencia,  adherimos a ellas con toda nuestra fe? Como nota Harari desde el comienzo de la historia chamanes y sacerdotes han empleado el rito como un acto mágico que transforma lo abstracto en concreto y la ficción en realidad. En la ceremonia de la Misa el sacerdote toma un pedazo de pan y un vaso de vino y proclama que  el pan es la carne de Cristo y el vino su sangre y que al comerla y beberla  el creyente logra la comunión con Cristo... ¿qué podría ser mas real que  saborear a Cristo?  La interpretación del  sacrificio de un caballo, según El Brihadaranyaka  Upanishad, es el recuento de toda la historia del cosmos... la cabeza es el amanecer, los ojos son el sol, su fuerza vital es el aire y el cuerpo es el año. Sus miembros son las estaciones, sus huesos las estrellas y su carne, las nubes. Casi cualquier cosa puede transformarse en un rito, incluso los gestos mas cotidianos... prender velas, tocar campanas, contar el rosario, arrodillarse, postrarse, juntar las manos, saludar a la Bandera o cantar el himno nacional con la mano derecha en el corazón adquieren, de pronto, profundos significados religiosos o políticos. Los políticos, sabiendo la eficacia del rito, lo han cultivado en la elaboración de intrincados protocolos que no tienen nada que envidiarles a las ceremonias religiosas. Para los militares, hasta el día de hoy, la disciplina y el ritual han sido inseparables y pasan horas y horas marchando en perfecta formación, saludando a los superiores y limpiando las botas cuando no están matando a otros. De todo los ritos el sacrificio, dice Harari, es el mas potente porque el sacrificio es lo mas real. No se le puede ignorar ni dudar. Si realmente quieres que la gente crea en alguna ficción  motívalos para realizar un sacrificio en su nombre. Es suficiente que se sufra por una historia para convencernos que la historia es real.  Es por eso que dioses, naciones y revoluciones necesitan mártires para sostenerse. Si la voluntad para auto sacrificarse  es escasa  el sacerdote puede sacrificar en el altar de los dioses al herético, quemar a las brujas o sacrificar a un animal y el líder de la nación,  sacrificar a las minorías étnicas.

Esta es la cosa... si se quiere conocer la ultima verdad de la vida los ritos son un obstáculo. Pero, si se quiere estabilidad social y harmonía los ritos son sus mejores aliados.   

La modernidad, dice Harari, a pesar de todo su culto a la razón, no rechazo las historias del pasado, sino que las coloco en el mercado de las ideas para que cada uno  pueda elegir o combinar unas con otras de acuerdo a las  propias inclinaciones.  El problema es que  todas estas historias siguen siendo falsas. No hay un diseño divino, no hay dharma ni pueblo elegido. Es la mano del hombre la que escribió la Biblia, el Corán, el Veda y las glorias de la nación.  El liberalismo es lo mas cercano a lo que hemos llegado para liberarnos de toda esta mitología...  el sentido de la vida no viene desde fuera, sino que soy yo el que le da sentido a través de mis elecciones y sentimientos. Cualquier cosa que limite la libertad para sentir, pensar, desear o inventar, limita el sentido del universo. Quienes creen en esta historia, que en el fondo es solo otra historia, creen en el poder para crear y en el poder del libre albedrio... ¿pero, somos realmente libres para elegir, no solo a nivel social, sino también, ontológico?  No controlamos el mundo fuera de nosotros y no decidimos cuando va a llover o cuando parar un terremoto. No gobernamos nuestro cerebro. No podemos decirles a las neuronas cuando disparar ni tampoco podemos decidir que deseos tener.  Estos no son manifestaciones del libre albedrio, sino productos  de procesos bioquímicos influidos por factores culturales que están mas allá de nuestro control.  Controlamos, o por lo menos intentemos controlar el mundo de acuerdo a nuestros deseos... pero, cuidado con lo que deseamos.  El Buda hace mas de 2 500 años atrás fue mas allá que el liberalismo... la vida carece  de sentido y no necesitamos crear uno... ¿qué hacer, entonces? Nada.  Sin embargo, sus seguidores, habiendo aceptado que la vida no tiene sentido, encuentran sentido explicando esta verdad a otros, argumentando con los que no creen, creando monasterios, donando dinero, etc, etc. La historia del budismo esta llena de paradojas. Podemos comprender que gente mate por la gloria de Dios, aunque sea una desdicha, pero que gente que cree en la transitoriedad y vacuidad de los fenómenos, en la importancia de no atarse a nada,  luche por un país, un gobierno, un templo, el significado de una palabra, incluso persiga y mate a otros,  como en Birmania y Sri Lanka, es realmente extraño.

Porque las historias sostienen nuestra cultura y nuestro mundo social no somos muy buenos en distinguir entre realidad y ficción. Por eso una dosis de escepticismo no estaría mal.  No se trata de negar toda creencia o que el conocimiento no sea posible, sino de aplicar la razón y el pensamiento critico para  determinar su validez, algo que ya los griegos de la antigüedad habían empezado a hacer con Sócrates  y que muchos otros han continuado hasta hoy. La advertencia del escéptico es que nunca podemos estar seguros de que hemos obtenido la verdad, incluso cuando creemos que lo hemos logrado.


Nieves y Miro Fuenzalida.