Sunday, October 25, 2020

La historia y sus monumentos


Si miramos la historia con paciencia descubrimos que no nos muestra ninguna verdad primordial, ningún fin trascendente, ningún sentido oculto. Solo una sobria visión de nuestra realidad... luchas y sufrimientos, glorias breves, largas miserias, guerras y cortos periodos de paz. Este es el material con el que  los historiadores crean una narración que luego llaman historia. Una disciplina que hoy es altamente controversial después de la aparición del constructivismo y el descontructivismo.  

 

¿Como la realidad del pasado puede ser conocida? o mejor aun ¿con que precisión las narrativas pueden representarla?  

 

Tradicionalmente la mayoría de los historiadores creen que racional y objetivamente es posible tomar contacto con un pasado que es potencialmente comprensible y causalmente analizable. Implícita en esta creencia reconstructiva de la historia esta la teoría empírica de la correspondencia, es decir, la creencia de que el verdadero significado de lo que ocurrió en el pasado puede ser directamente inferido de las fuentes primarias. Esto, según esta tradición, es suficiente para constituir el objeto de la historia como algo separado e independiente de cualquier epistemología. El trabajo del historiador es acercarse cada vez mas al conocimiento objetivo de lo que actualmente ocurrió a través de una investigación racional e imparcial, libre de las infecciones ideológicas y los estándares morales y metodológicos del presente. La disciplina histórica, por tanto, es independiente de cualquier teoría social o filosófica y sus conclusiones solo se derivan de los hechos que el historiador encuentra en documentos, inscripciones, literatura, reliquias, arte, diarios  y monumentos. Los hechos son los hechos y ellos hablan por si mismos.

 

La convicción de que la verdad  transcendente y absoluta  puede ser conocida es el legado de la modernidad. El éxito del modelo de las ciencias naturales y su método experimental, desinteresado, autónomo e imparcial, paso a ser la medida de toda verdad humana que, muy pronto, se transfiere a todas las otras investigaciones, incluyendo la historia que deviene en la búsqueda de las leyes del desarrollo humano. La fe en la razón científica, entendida como la fuente de vastos poderes y guía autorizada sobre como usarlos, le permite afirmar al occidente, no solo la verdad, sino también la superioridad de sus valores.

 

Después de dos guerras mundiales, con todos sus horrores y destrucciones y una guerra fría que trajo  la constante amenaza de la aniquilación nuclear, el modelo científico modernista pierde su inocencia. Ya no es posible percibirlo como una investigación totalmente libre de valores. El gusano escéptico entra en la escena plantando todo tipo de dudas, incluyendo la posibilidad  de obtener un  genuino, real y ultimo conocimiento del pasado.   

 

El sentido común indica que hay ciertos hechos básicos que son los mismos para todos los historiadores y ellos forman el esqueleto de la historia. Que Cristóbal Colon descubrió el nuevo mundo el 12 de Octubre de 1492 o que la guerra del pacifico se inicio el 5 de Abril de 1879 son hechos que primariamente no le conciernen al historiador. Son condiciones necesarias de su trabajo, pero no su función esencial. Estos hechos, que son los mismos para todos los historiadores, pertenecen a la categoría de la materia prima del historiador, mas que a la historia misma. Pero, estos hechos, en contra de la opinión común, no hablan por si mismos. Solo lo hacen cuando el historiador apela a ellos. Es el quien decide que hechos van a ocupar la atención, en que orden y contexto y cuales son sus significados, lo que hace a la historia necesariamente selectiva. No hay objetividad en la selección del material y todos los juicios sobre que incluir o excluir son ideológicos, basados en estructuras narrativas preferidas. Los hechos, como dice un personaje de Pirandello, son como un saco. Solo se para cuando lo llenamos con algo.

 

La simple narrativa descriptiva de eventos singulares, según los construccionistas al estilo de Marx, Auguste Comte o Herbert Spencer, no es suficiente  para explicar el pasado. Esto solo es posible cuando la evidencia se coloca dentro de un marco explicativo preexistente que permita ver a los eventos singulares como expresiones de un patrón o reglas generales de acción discernible. Pero, al igual que los re-construccionistas,  también creen en la existencia de un conocimiento factible derivado de la evidencia observable. La interpretación narrativa corresponde a lo que realmente ocurrió porque ella se deriva de la cuidadosa  investigación de las fuentes. Cuando ellos escriben historia vuelven a contar y narrar las vidas, intenciones y eventos del pasado, pero, a diferencia de los re-construccionistas, con modelos de explicación que ya están en sus mentes... genero, raza, relaciones de clase, cambios ecológicos, colonización, descolonización, industrialismo o tecnología. Sus modelos son cadenas de conceptos, construcciones altamente complejas, que emergen de la evidencia y actúan como una ayuda para su comprensión.

 

Hoy día la mayoría de los historiadores presuponen el uso de narrativas como vehículo para comunicar o crear  conocimiento histórico. Para algunos de ellos la historia es simplemente narrativa o contiene algunos elementos narrativos.  Para otros, la historia es esencialmente narrativa. Como nota Paul Ricoeur, la historia posee un “carácter narrativo irreducible” en la misma forma que lo posee la existencia humana.

 

Lo que complica esta historia, sin embargo, es la incomoda noción pos modernista de que no hay acceso al conocimiento si no es a través de las turbias corrientes del lenguaje. Los historiadores generalmente se rehúsan a explorar sus implicaciones, lo que hace difícil ver estas narrativas por lo que son... explicaciones históricas significativas en ellas mismas, en lugar de simples vehículos con los que explicamos o recuperamos el pasado tal como ocurrió. Según Foucault el historiador no puede efectivamente dar un paso fuera del flujo histórico, capturar el contexto y ser completamente objetivo. Toda la historia escrita, dice, es un acto de creación a través de la imposición narrativa del historiador que, hasta cierto punto, es el producto ideológico de la época en que vive. Según la visión deconstructiva de la historia  la única realidad  que encontramos es el significado que produce el lenguaje. Ciertamente usamos el lenguaje, pero el lenguaje también nos usa. Consecuentemente, dice Foucault, la narrativa es un discurso cuya moneda es el poder que puede servir  para crear un pasado utilizable para la nación. La narrativa, entonces, puede ser vista como una formación discursiva que existe en el presente, un aparato para la producción de significado, en lugar de ser vista solo como una simple referencia al pasado. El “conocimiento del pasado” frecuentemente justifica el presente, o alguna versión preferida de el, razón por la cual el historiador, sea re-construccionista o construccionista, tiene un interés ideológico en mantener la importancia del mito de la búsqueda objetiva de la verdad.

 

La critica posmodernista de la historia oficial no reclama tener mejor acceso al pasado que el positivismo. Su intención es la de dirigir la atención a las ocultas agendas de poder y a las limitaciones y  potencial de las narrativas históricas como medio de explicación. Su función es describir los procesos con los que la gente se construye a si misma y su cultura a través de la producción del lenguaje. El énfasis constructivista en el valor cognitivo de la narrativa histórica no significa que de pronto tenemos acceso al pasado tal y como fue. Lo que tenemos es una versión del pasado. La narrativa puede explicarlo, pero no puede garantizar que su versión sea verdadera como lo ilustran la variedad de narrativas que tratan de descifrar las complicadas relaciones de raza, genero y clases.

 

Una vez que una narrativa adquiere una mayor o menor aceptación universal, como la revolución industrial, por ejemplo, se concretiza como una realidad histórica. En la practica, esto hace imposible distinguir entre el uso del lenguaje y la realidad pasada.

 

Según el historiador Hayden White el lenguaje, sea el de la supuesta objetividad histórica o el del poeta, es relativista. Cuando el historiador interpreta el pasado no es que este inventando o produciendo ficciones que juegan con hechos y vidas. Lo que hace, mas bien, es imponer una estructura narrativa que tiene coherencia y unidad. Su recuento es un ejercicio figurativo, un producto de la imaginación literaria  en donde el relativismo esta limitado por la naturaleza de la evidencia. Lo que esta en cuestión es la naturaleza de la representación, no la investigación del proceso empírico como tal.

 

Obviamente nadie discute la existencia de la realidad del pasado. Pero, es razonable argumentar que no podemos tener acceso a el solamente a través del método empírico. El pasado ciertamente habita “ahí afuera” independientemente del historiador y del lenguaje que usa. El problema es como accedemos a el y cuan confiable es la historia que leemos. Lo que los críticos cuestionan es la creencia  modernista de que es posible distinguir entre una buena o mala historia  apelando simplemente a “la referencia transcendente del empirismo, los anclajes del factualismo y el estudio forense de la evidencia”, sin los cuales, se dice, inevitablemente naufragamos en las obscuras y turbulentas  aguas del relativismo.

 

La cosa, sin embargo, es que es bien difícil demarcar donde el empirismo termina y  donde las hipótesis comienzan, por lo que  es razonable tomar en cuenta el hecho de que los historiadores ejercen un activo papel en la creación del pasado  a través de sus modelos, sus narrativas prefiguradas y sus ideologías. El hecho de que la historia escrita no este libre de argumentos, implicaciones ideológicas o posturas morales, obliga a ver al historiador como un autor, mas bien que como un reportero. La exploración de cómo representamos la relación entre nosotros y el pasado permite vernos, no como distantes observadores de lo que fue, sino como participantes en su creación. Y esto porque el único acceso que tenemos a su significado  es a través de la imaginación narrativa que coloca eventos dispares en un orden comprensible que explica porque ellos ocurrieron.

 

La destrucción de las estatuas de los “héroes” de la nación que ha ocurrido en varias ciudades del mundo es evidencia de que el pasado siempre es controversial y nunca puede ser fijado.

 

Nieves y Miro Fuenzalida.

Sunday, October 18, 2020

El arriendo de un planeta

 

 

El mono,

Ya

Parado

Por

Su evolución

Caminando

Entremedio

De

La Via Lactea

Encontró

Un Planeta.

Le gusto.

Lo arrendo.

 

Nieves


Sunday, October 11, 2020

El cerebro digital

 

El Buda es un personaje bien extraño. Cuando meditamos, dice, lo que encontramos no es la si mismidad, sino el puro vacío. Y es este  vacío el que, en ultima instancia, constituye nuestro verdadero hogar. No hay ego, no hay si mismidad, no hay identidad. Todas ellas son solo una ilusión, una copia al carbón.

 

¿De donde viene, entonces, esta ilusión?  ¿Cómo llegamos a tener eso que llamamos identidad? En verdad, todo lo que creemos que somos no viene de las   profundidades de nuestro ser, sino de afuera, de las historias y mitos que heredamos de la cultura en la que vivimos. Es en la realidad social en la que nos toca vivir desde donde esta ilusión viene y en donde ella funciona como un conjunto de creencias, practicas, disciplinas y rutinas. En el ambiente del capitalismo mercantil y burocrático, por ejemplo, el individuo se adapta a las demandas impersonales determinadas por los fines de la organización. El mercado, la burocracia, las corporaciones, el periodismo, la fabrica, la escuela, la iglesia, las redes sociales  son los constituyentes actuales del sujeto, los dispositivos desde los cuales las disciplinas y las normas son internalizadas. 

 

Con las nuevas tecnologías digitales y biogenéticas la creación de un nuevo ser humano, la transformación de lo que tradicionalmente se ha llamado naturaleza humana,  ha llegado a ser una posibilidad real. Un enlace directo entre nuestro cerebro y las maquinas digitales, entre cerebro y cerebro, que abre nuevas posibilidades absolutas de control que hasta ahora solo existían en la imaginación de la ciencia ficción. Compartir nuestras experiencias con los seres que amamos es una buena cosa. Compartirlas con la agencia de servicios secretos es otra muy distinta.

 

En los últimos años la idea de que la humanidad se esta aproximando a la “singularidad” se ha movido del ámbito de la imaginación al ámbito de la discusión practica. “Singularidad” en física es un punto en el espacio y tiempo, como el centro de un agujero negro o el instante del Big Bang, donde la matemática se descompone junto con la capacidad de comprensión. Por analogía la singularidad en la historia humana ocurriría cuando el progreso tecnológico produzca tales cambios que los asuntos humanos, tales como los conocemos hasta ahora, llegarían a su fin. El conocimiento humano y la habilidad para diseminarlo han venido aumentando por milenios  a través de la historia gracias a la escritura, la imprenta y el Internet en contraste con el órgano que lo produce que ha permanecido fundamentalmente fijo todo este tiempo, lo que limita el alcance y ritmo tecnológico. Todo esto, dice Murray Shanaham profesor de robótica cognitiva, podría cambiar si el campo de la inteligencia artificial y la neuro tecnologia cumplen su promesa, si el intelecto llegara a ser, no solo el productor, sino también el producto de la tecnologia. Este seria el instante en que un ciclo de realimentación abriría el campo a consecuencias impredecibles con resultados potencialmente explosivos. Cuando el diseñador diseña la inteligencia lo mas probable que ocurra es que lo diseñado va a empezar a perfeccionarse a si mismo superando al diseñador. Ese seria, de acuerdo a la hipótesis de la Singularidad, el momento en que las maquinas con inteligencia artificial tomarían el control, desplazando al ser humano.

 

¿Se puede tomar en serio todo esto o es solo una pura ficción gratuita? La mera posibilidad, por remota que pareciera ser, merece discusión, aunque sea desde un punto de vista  puramente pragmático, porque de ocurrir, las consecuencias serian sísmicas. 

 

En 1950 Alan Turing anticipo que para el año 2000 las “maquinas pensantes” serian un lugar común. Hasta ahora la predicción no se ha cumplido. Ninguna maquina ha sido capaz de pasar el test de Turing.  En 1997, sin embargo,  un gran avance se logro con la creación de “Deep Blue”, una computadora desarrollada por IBM que derroto al campeón de ajedrez Garry Kasparov. Según se dice, Kasparov comento que el sintió que una inteligencia alienígena estaba al otro lado del tablero cuando jugo con  “Deep Blue”. Aquí, por primera vez en la historia, la IA logro superar a la inteligencia humana. Es cierto que las maquinas superan muchas de la habilidades humanas, pero es la capacidad intelectual lo que nos separa del resto del mundo animal y el ajedrez es una actividad intelectual por excelencia. El problema, sin embargo, es que “Deep Blue” es un especialista. Todo lo que puede hacer es jugar ajedrez y la inteligencia humana, en contraste, es generalista y adaptativa, es decir, puede hacer una infinidad de otras cosas, además de jugar ajedrez. Puede también, por ejemplo, aprender y adquirir diferentes habilidades según el tiempo y las circunstancias. En este sentido los extraordinarios logros actuales de la IA en diferentes campos contrasta  notoriamente con el fracaso, hasta ahora, de producir una maquina con una inteligencia adaptativa. Dada  este fracaso... ¿hay alguna razón para suponer que la IA es posible? Tal vez, en el próximo futuro, dicen algunos, una tecnologia revolucionaria se desarrollara capaz de crear una IA general que malamente hoy día podemos imaginar. Por ahora, los intentos  van desde diseñar la IA desde cero, con principios bien diferentes de los que gobiernan la inteligencia biológica, a los que la imitan o tratan de mejorarla. En todo caso, la transición de la IA a nivel humano a la súper inteligencia parece inevitable y puede ser bien rápida. Si esto ocurre y si los futurólogos no se equivocan esta explosión de la inteligencia, gracias a la función recursiva  del auto mejoramiento, resultaría en sistemas inmensamente poderosos frente a los cuales nuestra propia inteligencia quedaría bien atrás. Nuestro lugar privilegiado en la escala animal llegaría a su fin.

 

Una solución para evitar este escenario y mantener nuestro nivel intelectual a la par con el de las maquinas súper inteligentes seria, según los trans humanistas, no solo usar la tecnologia, sino que también fundirse con ella. La sofisticada tecnologia que produce la IA pasaría  a ser parte de la mente, lo que le proporcionaría acceso inmediato a su proceso computacional. Este cruce entre biología y maquina daría origen a una especie hibrida con una capacidad intelectual  tremendamente superior a la que hoy poseemos.  Y, por supuesto, con una identidad bien diferente... ¿Cómo esto seria posible?

 

Supongamos, dice Shanaham, que una neurona del cerebro de un individuo es reemplazada con un sustituto digital funcionalmente equivalente. Esto, de lograrse, no tendría una influencia notoria en la conducta del sujeto, incluyendo lo que el dice y  siente. Este sujeto seguiría siendo el mismo que era antes. Ahora, supongamos que mil neuronas son reemplazadas, una por una. El resultado debería ser el mismo que se tuvo después de la sustitución de una sola. En verdad, después de que todas las neuronas del cerebro del sujeto hayan sido reemplazadas, el seguirá actuando como si nada, insistiendo que es la misma persona y apareciendo como tal, incluso, para sus seres mas cercanos.

 

¿Pero, es realmente la misma persona? ¿Su identidad persistiría a través de esta sustitución? Al  parecer hay tres posibilidades... el sujeto original desaparece tan pronto como una cierta cantidad de neuronas son reemplazadas. O, el sujeto original lentamente se transforma en una nueva persona, como el niño en adulto, sin perder su identidad. Pero, si la transformación es acompañada por cambios dramáticos en la conducta ya no podríamos hablar de la misma identidad.

 

A través del tiempo, los filósofos han venido discutiendo la cuestión de la identidad  concebida  como aquel conjunto de propiedades que hacen que una cosa sea lo que es a través del tiempo, a pesar de los cambios que pueda sufrir. En este sentido, la identidad personal seria ese algo que el niño tiene en común con el adulto y que lo hacen ser la misma persona ¿Pero, que es ese algo? ¿Su cuerpo, su cerebro, sus recuerdos, su personalidad, su continuidad histórica? Cualquiera que sea, siempre tenemos la poderosa convicción de que el niño y el adulto son la misma persona. Sin embargo, si cambiamos parte del cuerpo, si cada neurona cerebral es reemplazada por un sustituto digital con un potencial inmensamente superior, el cerebro no será el mismo cerebro... en tal caso ¿podemos seguir hablando de la misma identidad?

 

La Singularidad tal como la concibe el transhumanismo, dice Shanaham, invita a repensar bajo una nueva luz esas cuestiones tremebundas... ¿como vivir? ¿qué significa ser humano? ¿qué es la mente? ¿qué es la conciencia? ¿cuál es el sentido de la vida? ¿hacia donde vamos? Según una cierta visión optimista  la humanidad juega un papel central en la creación de una cierta forma de IA que se extenderá a través de las estrellas y  que eventualmente llenara la galaxia con inteligencia y consciencia... ¿realmente?

 

En 1950 el físico Enrico Fermi expreso un pensamiento conocido como la paradoja de Fermi. Dado el gigantesco numero de estrellas que llenan nuestra galaxia, dice, seguramente hay un gran numero de planetas capaces de producir vida. En algunos de ellos, la inteligencia esta destinada a evolucionar y con ella el surgimiento de una civilización tecnológicamente avanzada. Es posible suponer que la actual tecnologia humana esta bastante lejos de lo que científicamente es posible. Algunas de estas civilizaciones desarrollaran los medios para viajar de una estrella a otra, a pesar del problema de la velocidad de la luz. Algunas de ellas iniciaran la exploración y colonización de las estrellas cercanas. De acuerdo a la dimensión de nuestra galaxia le llevaría a una civilización unos pocos millones de años  para visitar cada estrella que el sistema contiene. Y, sin embargo, no hay evidencia convincente de que la Tierra haya sido visitada por exploradores extraterrestres... ¿dónde están, entonces, todas estas civilizaciones?   

 

Según una respuesta bien inquietante  la razón de que no hayamos tenido un encuentro con una inteligencia extraterrestre es que cada civilización avanzada  se destruye a si misma cuando su tecnologia alcanza un cierto nivel. Si esto fuera cierto implicaría que esta catástrofe eventualmente yace delante de nosotros. La cuestión es en que forma vendrá... ¿guerra nuclear? ¿el abuso de la biotecnología? ¿un accidente con la nanotecnología? ¿la creación de una IA hostil a la humanidad? ¿o, el ecocidio?

 

Nieves y Miro Fuenzalida.


Sunday, October 4, 2020

El salario de las estrellas

 

La noche le bajo el salario a las estrellas

 No pudieron reclamar…

No tenian sindicato.

 

Nieves.