Sunday, October 11, 2020

El cerebro digital

 

El Buda es un personaje bien extraño. Cuando meditamos, dice, lo que encontramos no es la si mismidad, sino el puro vacío. Y es este  vacío el que, en ultima instancia, constituye nuestro verdadero hogar. No hay ego, no hay si mismidad, no hay identidad. Todas ellas son solo una ilusión, una copia al carbón.

 

¿De donde viene, entonces, esta ilusión?  ¿Cómo llegamos a tener eso que llamamos identidad? En verdad, todo lo que creemos que somos no viene de las   profundidades de nuestro ser, sino de afuera, de las historias y mitos que heredamos de la cultura en la que vivimos. Es en la realidad social en la que nos toca vivir desde donde esta ilusión viene y en donde ella funciona como un conjunto de creencias, practicas, disciplinas y rutinas. En el ambiente del capitalismo mercantil y burocrático, por ejemplo, el individuo se adapta a las demandas impersonales determinadas por los fines de la organización. El mercado, la burocracia, las corporaciones, el periodismo, la fabrica, la escuela, la iglesia, las redes sociales  son los constituyentes actuales del sujeto, los dispositivos desde los cuales las disciplinas y las normas son internalizadas. 

 

Con las nuevas tecnologías digitales y biogenéticas la creación de un nuevo ser humano, la transformación de lo que tradicionalmente se ha llamado naturaleza humana,  ha llegado a ser una posibilidad real. Un enlace directo entre nuestro cerebro y las maquinas digitales, entre cerebro y cerebro, que abre nuevas posibilidades absolutas de control que hasta ahora solo existían en la imaginación de la ciencia ficción. Compartir nuestras experiencias con los seres que amamos es una buena cosa. Compartirlas con la agencia de servicios secretos es otra muy distinta.

 

En los últimos años la idea de que la humanidad se esta aproximando a la “singularidad” se ha movido del ámbito de la imaginación al ámbito de la discusión practica. “Singularidad” en física es un punto en el espacio y tiempo, como el centro de un agujero negro o el instante del Big Bang, donde la matemática se descompone junto con la capacidad de comprensión. Por analogía la singularidad en la historia humana ocurriría cuando el progreso tecnológico produzca tales cambios que los asuntos humanos, tales como los conocemos hasta ahora, llegarían a su fin. El conocimiento humano y la habilidad para diseminarlo han venido aumentando por milenios  a través de la historia gracias a la escritura, la imprenta y el Internet en contraste con el órgano que lo produce que ha permanecido fundamentalmente fijo todo este tiempo, lo que limita el alcance y ritmo tecnológico. Todo esto, dice Murray Shanaham profesor de robótica cognitiva, podría cambiar si el campo de la inteligencia artificial y la neuro tecnologia cumplen su promesa, si el intelecto llegara a ser, no solo el productor, sino también el producto de la tecnologia. Este seria el instante en que un ciclo de realimentación abriría el campo a consecuencias impredecibles con resultados potencialmente explosivos. Cuando el diseñador diseña la inteligencia lo mas probable que ocurra es que lo diseñado va a empezar a perfeccionarse a si mismo superando al diseñador. Ese seria, de acuerdo a la hipótesis de la Singularidad, el momento en que las maquinas con inteligencia artificial tomarían el control, desplazando al ser humano.

 

¿Se puede tomar en serio todo esto o es solo una pura ficción gratuita? La mera posibilidad, por remota que pareciera ser, merece discusión, aunque sea desde un punto de vista  puramente pragmático, porque de ocurrir, las consecuencias serian sísmicas. 

 

En 1950 Alan Turing anticipo que para el año 2000 las “maquinas pensantes” serian un lugar común. Hasta ahora la predicción no se ha cumplido. Ninguna maquina ha sido capaz de pasar el test de Turing.  En 1997, sin embargo,  un gran avance se logro con la creación de “Deep Blue”, una computadora desarrollada por IBM que derroto al campeón de ajedrez Garry Kasparov. Según se dice, Kasparov comento que el sintió que una inteligencia alienígena estaba al otro lado del tablero cuando jugo con  “Deep Blue”. Aquí, por primera vez en la historia, la IA logro superar a la inteligencia humana. Es cierto que las maquinas superan muchas de la habilidades humanas, pero es la capacidad intelectual lo que nos separa del resto del mundo animal y el ajedrez es una actividad intelectual por excelencia. El problema, sin embargo, es que “Deep Blue” es un especialista. Todo lo que puede hacer es jugar ajedrez y la inteligencia humana, en contraste, es generalista y adaptativa, es decir, puede hacer una infinidad de otras cosas, además de jugar ajedrez. Puede también, por ejemplo, aprender y adquirir diferentes habilidades según el tiempo y las circunstancias. En este sentido los extraordinarios logros actuales de la IA en diferentes campos contrasta  notoriamente con el fracaso, hasta ahora, de producir una maquina con una inteligencia adaptativa. Dada  este fracaso... ¿hay alguna razón para suponer que la IA es posible? Tal vez, en el próximo futuro, dicen algunos, una tecnologia revolucionaria se desarrollara capaz de crear una IA general que malamente hoy día podemos imaginar. Por ahora, los intentos  van desde diseñar la IA desde cero, con principios bien diferentes de los que gobiernan la inteligencia biológica, a los que la imitan o tratan de mejorarla. En todo caso, la transición de la IA a nivel humano a la súper inteligencia parece inevitable y puede ser bien rápida. Si esto ocurre y si los futurólogos no se equivocan esta explosión de la inteligencia, gracias a la función recursiva  del auto mejoramiento, resultaría en sistemas inmensamente poderosos frente a los cuales nuestra propia inteligencia quedaría bien atrás. Nuestro lugar privilegiado en la escala animal llegaría a su fin.

 

Una solución para evitar este escenario y mantener nuestro nivel intelectual a la par con el de las maquinas súper inteligentes seria, según los trans humanistas, no solo usar la tecnologia, sino que también fundirse con ella. La sofisticada tecnologia que produce la IA pasaría  a ser parte de la mente, lo que le proporcionaría acceso inmediato a su proceso computacional. Este cruce entre biología y maquina daría origen a una especie hibrida con una capacidad intelectual  tremendamente superior a la que hoy poseemos.  Y, por supuesto, con una identidad bien diferente... ¿Cómo esto seria posible?

 

Supongamos, dice Shanaham, que una neurona del cerebro de un individuo es reemplazada con un sustituto digital funcionalmente equivalente. Esto, de lograrse, no tendría una influencia notoria en la conducta del sujeto, incluyendo lo que el dice y  siente. Este sujeto seguiría siendo el mismo que era antes. Ahora, supongamos que mil neuronas son reemplazadas, una por una. El resultado debería ser el mismo que se tuvo después de la sustitución de una sola. En verdad, después de que todas las neuronas del cerebro del sujeto hayan sido reemplazadas, el seguirá actuando como si nada, insistiendo que es la misma persona y apareciendo como tal, incluso, para sus seres mas cercanos.

 

¿Pero, es realmente la misma persona? ¿Su identidad persistiría a través de esta sustitución? Al  parecer hay tres posibilidades... el sujeto original desaparece tan pronto como una cierta cantidad de neuronas son reemplazadas. O, el sujeto original lentamente se transforma en una nueva persona, como el niño en adulto, sin perder su identidad. Pero, si la transformación es acompañada por cambios dramáticos en la conducta ya no podríamos hablar de la misma identidad.

 

A través del tiempo, los filósofos han venido discutiendo la cuestión de la identidad  concebida  como aquel conjunto de propiedades que hacen que una cosa sea lo que es a través del tiempo, a pesar de los cambios que pueda sufrir. En este sentido, la identidad personal seria ese algo que el niño tiene en común con el adulto y que lo hacen ser la misma persona ¿Pero, que es ese algo? ¿Su cuerpo, su cerebro, sus recuerdos, su personalidad, su continuidad histórica? Cualquiera que sea, siempre tenemos la poderosa convicción de que el niño y el adulto son la misma persona. Sin embargo, si cambiamos parte del cuerpo, si cada neurona cerebral es reemplazada por un sustituto digital con un potencial inmensamente superior, el cerebro no será el mismo cerebro... en tal caso ¿podemos seguir hablando de la misma identidad?

 

La Singularidad tal como la concibe el transhumanismo, dice Shanaham, invita a repensar bajo una nueva luz esas cuestiones tremebundas... ¿como vivir? ¿qué significa ser humano? ¿qué es la mente? ¿qué es la conciencia? ¿cuál es el sentido de la vida? ¿hacia donde vamos? Según una cierta visión optimista  la humanidad juega un papel central en la creación de una cierta forma de IA que se extenderá a través de las estrellas y  que eventualmente llenara la galaxia con inteligencia y consciencia... ¿realmente?

 

En 1950 el físico Enrico Fermi expreso un pensamiento conocido como la paradoja de Fermi. Dado el gigantesco numero de estrellas que llenan nuestra galaxia, dice, seguramente hay un gran numero de planetas capaces de producir vida. En algunos de ellos, la inteligencia esta destinada a evolucionar y con ella el surgimiento de una civilización tecnológicamente avanzada. Es posible suponer que la actual tecnologia humana esta bastante lejos de lo que científicamente es posible. Algunas de estas civilizaciones desarrollaran los medios para viajar de una estrella a otra, a pesar del problema de la velocidad de la luz. Algunas de ellas iniciaran la exploración y colonización de las estrellas cercanas. De acuerdo a la dimensión de nuestra galaxia le llevaría a una civilización unos pocos millones de años  para visitar cada estrella que el sistema contiene. Y, sin embargo, no hay evidencia convincente de que la Tierra haya sido visitada por exploradores extraterrestres... ¿dónde están, entonces, todas estas civilizaciones?   

 

Según una respuesta bien inquietante  la razón de que no hayamos tenido un encuentro con una inteligencia extraterrestre es que cada civilización avanzada  se destruye a si misma cuando su tecnologia alcanza un cierto nivel. Si esto fuera cierto implicaría que esta catástrofe eventualmente yace delante de nosotros. La cuestión es en que forma vendrá... ¿guerra nuclear? ¿el abuso de la biotecnología? ¿un accidente con la nanotecnología? ¿la creación de una IA hostil a la humanidad? ¿o, el ecocidio?

 

Nieves y Miro Fuenzalida.


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