Sunday, August 27, 2023

Pedazos de terciopelo azul

 

Tejemos

Dedos,

Y

Cuencas

De

Las manos,

Con

Misteriosos

Palillos

De

Amor

Y

Pedazos

De

Terciopelos azules

Para

Dar

Una caricia.

 

Nieves.


Sunday, August 20, 2023

Pura ideologia

  

Quiere decir que la ideología es un error? Y si es un error... ¿por qué en estos momentos vemos el mundo atormentado por conflictos ideológicos, a pesar de que la noción aparentemente ha desaparecido de los escritos posmodernistas? Lo cierto es que nadie considera que su propio pensamiento es ideológico. La ideología es lo que las otra personas tienen. Esas que ven el mundo a través de un marco rígido de ideas preconcebidas que distorsionan la comprensión de la realidad, en lugar de verla como ella realmente es.... ¿y como realmente es?

 

Es bien difícil encontrar una sola definición adecuada de ideología, principalmente porque el termino tiene una amplia gama de significados útiles, a pesar de que no todos son compatibles unos con otros. Se dice,  por ejemplo, que “la ideología es un proceso de producción de significados, signos y valores en la vida social”. “Un cuerpo de ideas características de un grupo social o clase”. “Ideas que ayudan a legitimar el poder político dominante”. “Formas de pensamiento motivadas por intereses sociales”. “El proceso por el cual la vida social se convierte en una realidad natural”, y así  entre otras. Una línea central, que va desde Hegel a Marx siguiendo con Lukacs y los marxistas posteriores se han preocupado por ideas de cognición verdadera y falsa, con la ideología como ilusión, distorsión, mistificación y consciencia falsa, mientras que otra tradición alternativa ha sido menos epistemológica que sociológica, preocupada mas por la función de las ideas  en la vida social que con su realidad o irrealidad.

 

Las cuestiones epistemológicas en la tradición marxista clásica como la “falsa consciencia”  es hoy día algo bastante impopular porque contiene la suposición de que algunas de nuestras ideas coinciden o corresponden a la forma en que las cosas son, algo que para los críticos pos estructuralistas es una creencia ingenua porque implica la posibilidad de que existe alguna forma inequívocamente correcta de ver el mundo, lo que es bastante sospechoso. Debido a esto algunos teoristas prefieren simplemente abandonar la cuestión epistemológica,  favoreciendo en cambio un enfoque mas político de la ideología viéndola  como el medio con que las mujeres y los hombres libran sus batallas sociales al nivel de signos, significados y representaciones.

 

Y, sin embargo, a pesar de lo dicho existe el hecho de que las ideologías con bastante frecuencia contienen importantes proposiciones que son absolutamente falsas... los judíos son seres inferiores, las mujeres son menos racionales que los hombres, los indígenas son brutos y analfabetos, el homosexualismo es un pecado, la lucha de clases es una invención comunista, etc.   Si esto no es  “falsa consciencia”, entonces... ¿qué es?   

 

El filosofo marxista Althusser tiene una respuesta... se puede hablar de descripciones o representaciones del mundo, dice,  como siendo verdaderas o falsas. Pero, la ideología no es en absoluto  acerca de esto. La ideología no representa la realidad, sino la forma en que vivo mis relaciones con la sociedad en su conjunto. Como termino abarca todas las diversas modalidades políticas de tales relaciones, desde una identificación con el poder dominante a una postura de oposición hacia el. Con esta respuesta Althusser obviamente rompe con cualquier teoría racionalista de la ideología, con la noción de que esta es una colección de representaciones distorsionadas de la realidad y empíricamente falsas. Ella, mas bien, alude a nuestros afectos, a nuestras relaciones inconscientes con el mundo, a cómo experimentamos  la realidad a nivel pre reflectivo. Es subjetiva en el sentido de estar centrada en el sujeto, pero no se trata de un mero capricho privado. Decir que a uno no le gustan los gitanos, no es lo mismo que decir que a uno no le gustan las arvejas. En el primer caso hay razones conectadas con nuestra relación con el orden social dominante que nos hace denigrar a cierto seres humanos.  

 

Según esto la ideología es menos una cuestión de ideas que de sentimientos, imágenes y reacciones corporales.  Pero, sin lugar a dudas, las ideas a menudo también figuran de manera importante en ella. Lo que uno podría decir, en todo caso, es que el termino ideología es una forma conveniente de categorizar bajo un solo titulo un montón de cosas que hacemos con los signos. Y,  tal vez,  la respuesta mas común  es la que afirma que la ideología tiene que ver con el poder de un grupo dominante  o clase social que se  legitima a si misma naturalizando y universalizando  creencias y valores afines a ella que las hacen aparecer como evidentes y necesarias, obscureciendo las contradicciones y conflictos de la realidad social. Decir que un juicio es ideológico es afirmar que esta impulsado por un motivo ulterior ligado a la justificación de ciertos intereses en la lucha por el poder.   

 

El problema con esto,  sin embargo,  es que no toda creencia ideológica esta asociada con un poder político dominante... ¿ son, por ejemplo, el socialismo o el feminismo no ideológicos cuando  están en la oposición, pero ideológicos cuando están en el poder? Si la ideología esta confinada solo a las formas dominantes de pensamiento social el termino se vuelve bien confuso e inexacto. Por eso otras aproximaciones  la ven  como un conjunto de ideas con que las que mujeres y hombres postulan, explican y justifican fines y medios en la acción social y específicamente en las acciones políticas, independientemente de que dicha acción tenga por objeto preservar, enmendar, desarraigar o reconstruir un orden social dado. La ventaja aquí es que se mantiene fiel a una gran parte del uso común, pero a costa de eliminar una serie de elementos que algunos teóricos mas radicales  piensan que son centrales en el concepto, tales como el obscurecimiento y “naturalización” de la realidad social.

 

La verdad, en todo caso, es que la difusión de los valores y creencias dominantes entre los grupos oprimidos de la sociedad todavía juega un papel importante en la reproducción del sistema, a pesar del reclamo de que el capitalismo contemporáneo opera en gran medida sin ideología. La cosa, sin embargo, es que el concepto mismo de ideología  ahora intenta, en lugar de las fantasías míticas, religiosas o metafísicas del pasado reciente,  proporcionar subrepticiamente justificaciones racionales, técnicas y científicas para la dominación. Según sus teóricos, el sistema ahora funciona “por si mismo”, sin ninguna necesidad de recursos ideológicos y la educación, según esto, deja de ser una cuestión de auto reflexión para pasar a ser parte del aparato tecnológico, reducida solo a certificar el lugar que vamos a ocupar dentro de el.  A diferencia de los otros regímenes anteriores,  en el capitalismo la vida económica no esta sujeta a una continua supervisión política. Es la mera compulsión económica, la simple necesidad de sobrevivir la que mantiene a hombres y mujeres en el trabajo, divorciados de cualquier marco político o sanciones religiosas. En esta forma de vida la economía llega a operar “totalmente por si misma”, dando la ilusión de que el Estado burgués es neutral y desinteresado y que la mentalidad tecnocrática  es su ultima legitimación.

 

Dado esto... ¿como la clase obrera se va a tomar el poder en esta formación social donde el poder dominante es sutil, difundido a lo largo de las practicas cotidianas habituales, íntimamente entretejido con la cultura  e inscrito en  nuestras experiencias desde la escuela hasta el final de la vida? ¿como combatir un poder que se ha convertido en el sentido común de todo un orden social?

 

Lo cierto es que, por importante que sea, no basta con tomarse los lugares de trabajo o de educación o confrontar el Estado con marchas multitudinarias. Junto a ello habría que cuestionar toda el área de la cultura. Como nota el critico ingles Terry Eagleton, el poder de la clase dominante es tanto material como espiritual  y cualquier contra ofensiva debe ampliar su campaña en el ámbito de los valores, costumbres, discursos, hábitos y practicas rituales. Los hombres y mujeres, como decía Marx, no son solo el reflejo impotente de sus condiciones históricas, sino lo que los constituye como sujetos humanos es su capacidad de transformar sus propios determinantes sociales, de hacer su propia historia sobre la base de sus condiciones anteriores. Es en esta brecha estructural entre lo real y lo posible que la critica emancipatoria puede afianzarse.  Cuando hombres y mujeres, por ejemplo,  se ven envueltos  en luchas locales de resistencia política y entran en confrontación directa con el Estado,  se da la posibilidad de que sus consciencias políticas sean definitivamente alteradas. 

 

 

Según Marx, en ciertas condiciones sociales, poderes humanos, productos y procesos escapan del control humano y llegan a asumir una existencia aparentemente autónoma, distanciada de sus agentes. Tales fenómenos, entonces, llegan a ejercer poderes imperiosos sobre los hombres y mujeres que se someten a los productos de su propia actividad  como si fueran una fuerza ajena. Si las ideas, al igual que estos productos, se captan como entidades autónomas, entonces esto ayuda a naturalizarlas  y deshistorizarlas... y es justamente aquí donde radica el secreto de las ideologías. Por supuesto, no toda idea abstracta es ideológica. Las matemáticas, por ejemplo, no lo son. Pero, la desconexión del  pensamiento de la existencia practica, en formas que sirvan fines político objetables, es parte definitiva de la noción. 

 

La ideología, entonces, mas que una especie de subjetividad,  es una estructura material bien compleja. Cuando es dominante refleja no solo la visión del mundo de los gobernantes, sino también las relaciones entre las clases gobernantes y las dominadas como un todo social. Su tarea, según Eagleton, es recrear a nivel imaginario la unidad de toda la formación social. La relación entre la clase hegemónica y la ideología dominante es indirecta y pasa, por decirlo así, a través de la mediación de toda la estructura social. Tal ideología no puede ser descifrada de la consciencia del grupo gobernante tomado aisladamente, sino debe ser entendida  desde el punto de vista de todo el campo de la lucha de clases. 

 

Como la pobreza y la desigualdad, la ideología siempre esta con nosotros. Según Althusser la ideología es una estructura esencial en la vida de todas las sociedades que la secretan orgánicamente y las sociedades pos revolucionarias, si es que algún día llegamos a ellas,  no serán diferentes en este aspecto. Cuando la vida política se desprende de los mitos, las sanciones religiosas o metafísicas, la ideología pasa a ocupar su lugar. Si consideramos que la mente en si misma esta constituida por una distorsión crónica, entonces no es extraño que la ideología sea su hábitat natural.

 

Si la teoría de la ideología tiene algún valor, es para ayudar a iluminar los procesos por los cuales la liberación de las creencias mortíferas pueda  prácticamente ser efectuada.

 

Nieves y Miro Fuenzalida.


Sunday, August 13, 2023

Entre murmullos

 

Soy

Una hoja

Que

Susurra

Entre

Murmullos

De

Arboles

Cuando

El viento suspira.

 

Nieves.


Sunday, August 6, 2023

Post Latinidad

 

El lugar común de los lideres del autodenominado mundo libre  es que el  Occidente es democrático, tolerante y esencialmente bueno y el resto es antidemocrático, bárbaro y fundamentalmente malvado. En palabras del  jefe de Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrel, del pasado mes de Noviembre, “Europa es un jardín, mientras que la mayor parte del resto del mundo es una jungla”... ¿realmente?... Como el economista y autor boliviano, Gabriel Loza y el analista político Juan Guahan, nos recuerdan en uno de sus recientes escritos... “Aquella Europa vino, conquisto y colonizo estas tierras. Sometió a los pueblos originarios que en ellas habitaban. Con las riquezas que estaban en las entrañas de estas tierras financio gran parte del despliegue industrial que coloco a Europa en la cúspide del poder mundial”.  

 

En realidad, y esto no es una novedad,  la América que hoy conocemos existe como consecuencia de la expansión colonial europea. Fueron los españoles y portugueses los que en el siglo XVI nombraron el continente. Los Incas y Aztecas, antes de la invasión, no vivían en América, ni menos en América Latina. La narrativa que describe estos eventos como “descubrimiento”, según Walter Mignolo, ha sido contada, no por los habitantes de Anáhuac o Tawantinsuyu, sino por los mismos europeos. Y ha tomado mas de cuatrocientos años, dice, para  pasar de la idea de “descubrimiento” a la de “invención”. La primera presupone la perspectiva europea e imperial de la historia mundial, en tanto que la segunda refleja la perspectiva critica de los que han quedado rezagados y silenciados, los que, en verdad, constituyen la gran masa de los marginados y “condenados de la tierra”. América como invención revela, sin lugar a dudas, la lógica de la colonialidad oculta tras la retorica de la modernidad. 

 

¿Como se “invento”, entonces, América Latina? Cuando la primera y segunda generación de criollos de descendencia europea viviendo en latín y anglo América se independizo del dominio imperial se apropiaron del nombre del continente para si mismos y pasaron a auto llamarse  americanos. Y mas tarde, a mediados del siglo XIX, surgió la idea de América “Latina” a partir del concepto de “Latinidad” que estaba siendo avanzado por Francia, seguida por Italia, España y Portugal, herederos del imperio romano, para tomar la delantera en Europa y confrontar  la continua expansión de Estados Unidos hacia el sur de las colonias y desplazar, al mismo tiempo, la idea de una “Confederación de Naciones Hispanoamericanas” propuesta por Simón Bolívar.

 

Como nota Mignolo los criollos blancos y mestizos adoptaron esta idea de “latinidad” para crear su propia identidad poscolonial que le dio la cara a Francia y la espalda a España y Portugal, rezagadas en la marcha hacia el Modernismo. En consecuencia, América Latina no es tanto un subcontinente como un proyecto político de las elites criollas y mestizas. El problema, sin embargo,  es que termino por ser un arma de doble filo. Creo una nueva unidad continental elevando a la población de ascendencia europea, pero a costa de  borrar a las poblaciones indígenas y afro que quedaron fuera del juego. Sus historias, sus narrativas acerca de los orígenes del ser humano, su religión, sus lenguajes  y sus formas de organización social fueron  silenciadas y su civilización transformada en ruinas. Así, la población criolla de ascendencia europea se convirtió en América Latina en los amos del continente, en la elite poscolonial, pero sin dejar de ser inferiores y subordinados con respecto a Europa. Curiosamente la consciencia criolla ha sido el efecto de una doble consciencia... la consciencia de no ser  lo que se supone ser... europeo. Como dice Mignolo, el ser como no ser es la marca de la colonialidad. Los afro criollos y los indios no tienen el mismo problema. Su consciencia critica no surge  del hecho de no ser europeos, sino de no ser considerados ni siquiera como humanos.  

 

Elite poscolonial  no significa, como se pudiera creer, el fin de la lógica colonial, sino que simplemente se refiere al periodo posterior al cambio del régimen colonial gobernado desde la metrópolis a un régimen nacional regido por los criollos. Y fue en este giro cuando nació  el colonialismo interno y “latino”. La dependencia no desapareció, sino que fue simplemente reestructurada con la misma lógica... la devaluación de las condiciones humanas  de aquellos destinados a ser dominados, explotados y controlados. En lugar de comprometerse con el análisis critico, la elite criolla se dedico a emular a los intelectuales europeos y a imaginar que sus historias locales podrían ser construidas siguiendo  las ideas republicanas y liberales  de Francia o Inglaterra, en lugar de la critica del colonialismo y la construcción de un proyecto decolonial.  Este fracaso, según Mignolo, duro mas de ciento cincuenta años y dio forma a la configuración socioeconómica e intelectual de la historia de “Latino” América, hasta que los movimientos sociales disidentes, particularmente los lideres Indígenas y Afro descendientes, no impregnados con las tradiciones republicanas, liberales o socialistas, comenzaron a encontrar los senderos que los criollos latinoamericanos no tuvieron interés en seguir, cegados con la fantasía de creerse europeos y emisarios de la misión civilizadora modernista, al estilo del argentino  Domingo Faustino Sarmiento, que el chileno Francisco Bilbao a mediados del siglo XIX denuncio como defensor del nuevo instrumento imperial de expansión. “Latín” América, vista las cosas de esta manera, lleva en su nombre el peso de la ideología imperial española, portuguesa y francesa.  

 

Desde hace algún tiempo hemos  venido presenciando el surgimiento de un nuevo tipo de conocimiento que responde a las necesidades de los condenados de la tierra. La reproducción continua de la herida colonial, según Mignolo, ha venido generando proyectos políticos radicales, nuevos tipos de conocimiento y nuevos  movimientos sociales.  Cambios en la “idea de América Latina” están siendo promovidos por ese sector activo de la sociedad que no tiene acceso al estado ni a los mercados, pero que tienen, sin embargo, el poder de perturbar el conjunto de creencias en las que se basa la ciencia, la filosofía, la ética, la estética  y la teoría económica y política. Un potencial epistémico perseguido por un sector de la población que piensa desde principios distintos de los de Aristóteles, Platón o la Biblia y por ello han sido desestimados, racializados, inferiorizados y colonizados. La diferencia entre los movimientos socialistas y comunistas durante la Guerra Fría y los movimiento indígenas de hoy es que estos últimos no piensan ni operan dentro de la lógica del sistema, sino que intentan cambiar, no solo su contenido, sino  su lógica. La teología de la liberación, tal como fue articulada por los teólogos latinos disidentes contribuyo a agudizar la consciencia critica del siglo XX. Hoy día, sin embargo, la critica viene de los actores que siempre han quedado fuera de la idea eurocéntrica de latinidad. Desvinculados de ese concepto, el interés critico de los indígenas, afro, mujeres de color, gays y lesbianas es construir una América pos Latina.  El liderazgo viene de la energía de cada localidad  y de la historia de la colonización del saber y del ser. El liderazgo ya no puede provenir solo de los proyectos eurocéntricos de liberación, ya sean de la teología de la liberación o del marxismo socialista. La “verdad” esta en otra parte.   

 

La historia lineal de Europa que va desde el Renacimiento a la Ilustración y Modernidad y de la Modernidad a la posmodernidad esta siendo desplazada por el surgimiento del paradigma de la coexistencia. Los intelectuales afroandinos, dice Mignolo, en lugar de alienarse a si mismos pensando con marcos conceptuales que no pertenecen a su propia experiencia, definen lo propio con ideas y experiencias surgidas de ellos mismos que los libera de la colonización y les permite trabajar hacia un futuro posible que ya no es dictado por la iglesia, los estados capitalistas o el sector privado. Como proyecto político uno no tiene que ser indígena, afro o latina para respaldar una política que contribuya a descolonizar el saber y  luchar contra la opresión.  

 

Los desafíos de los pueblos indígenas de la región andina, Chile, Centro América y el sur de México marca una nueva tendencia por la organización social, económica y de vida de los pueblos que se inicia con el levantamiento zapatista de 1994 y sigue con los Pueblos Indígenas de Bolivia, Ecuador, Colombia y Guatemala y los movimientos afro caribeños y afro andinos. Las primeras líneas de la Declaración Zapatista subraya quinientos años de lucha por la liberación y descolonización del saber.

 

Lo que los intelectuales y lideres indígenas intentan es desvincularse de los estándares de conocimiento occidentales que supuestamente se dan como la única forma en que la historia mundial puede ser conocida. Pensar lo contrario es posible y las mejores soluciones no se encuentran necesariamente en el orden real de las cosas bajo el neoliberalismo. Para ellos la interculturalidad, a diferencia del multiculturalismo, no significa hablar con la misma lógica en dos lenguas diferentes, sino la colaboración de dos lógicas diferentes para el bien de todos. “Multiculturalidad” significa que los principios hegemónicos del conocimiento están controlados por el Estado y las personas tienen la libertad para mantener sus culturas, digamos sus bailes, su música, sus comidas, sus vestimentas y religión, en la medida que no desafíen los principios que fundamentan la política, la economía y la ética que gestiona el Gobierno. “Interculturalidad”, por el contrario, significa que hay dos cosmologías distintas en funcionamiento... occidentales e indígenas.  “Interculturalidad”, en sentido amplio, es la reivindicación radical de los derechos epistémicos indígenas que son bastante diferentes de los derechos culturales. En el hecho hay un ethos indígena, reprimido por los españoles y luego por los criollos, que nunca ha desaparecido, aunque ha sido transformado desde la época colonial. Contrario al ethos criollo, se funda en una lógica distinta que hoy resurge para intervenir en el ethos de la Modernidad eurocéntrica habitada por diseños globales corporativos.    

 

Las filosofías caribeñas y afro andinas están cambiando el rostro de “América Latina”. Si por alguna razón los criollos necesitamos preservar la “latinidad” como rasgo distintivo, también tendríamos  que reconocer que hay millones de personas en el subcontinente para quienes “latín” América significa “una morada  que no es de ellos, una casa que no les pertenece, un espacio donde tienen que pedir permiso para entrar”. La inclusión otorgada por la generosidad del Estado no basta. La cosa no es inclusión, sino interculturalidad, un proyecto compartido basado en diferentes orígenes. Como dicen los Zapatista de Chiapas, significa “habitar en un mundo donde coexisten muchos mundos”.  

 

Lo menos que uno podría decir es que con los proyectos indígenas que van desde Chile a Canadá, el mundo, el planeta y sus diferentes ecologías están relativamente mas seguras en sus manos que con la lógica explotativa y exterminista del Modernismo.

 

Nieves y Miro Fuenzalida.