Tuesday, July 17, 2012

El fin del capitalismo

En “El fin del capitalismo”, las feministas  K. Gibson y J. Graham dicen que la  izquierda al criticar la sociedad capitalista se equivoca de blanco porque la sociedad capitalista que ellos critican ya no existe. Quedo atrás en la historia y hoy nos vemos confrontados con un nuevo sistema.

 Que el capitalismo este afectado por constantes cambios no es novedad. Su sobrevivencia misma depende de su constante transformación. Ya en los  años 30s y 40s muchos habían notado que importantes cambios se estaban produciendo en las instituciones económicas. Pero, es solo al final del siglo XX  cuando surge la conciencia de que la época de oro del capitalismo, que había empezado en el 45, esta llegando a su término con el surgimiento de la economía informática. En el 93, Peter Drucker, autor de “La sociedad post capitalista”, dice que estamos entrando en una nueva sociedad que exhibe cambios fundamentales en las estructuras sociales, en las relaciones de clases, en las funciones del estado, en las motivaciones económicas y en los problemas sociales. La época del capitalismo definida primariamente por la contradicción y el conflicto entre el capital y el trabajo ha terminado. La fuente y el factor productivo determinante ahora no son el capital, la tierra o el trabajo, sino el conocimiento que se encuentra en la mente de un nuevo tipo de trabajadores. Los proletarios y capitalistas han sido reemplazados por los analistas simbólicos y los trabajadores de servicio como clases centrales. La acumulación de capital necesaria para la producción y el costo del trabajo como los elementos más importantes en  la creación de riquezas han sido desplazados por la aplicación de la información al trabajo.  Si en el pasado inmediato los capitalistas organizaron el capital y el trabajo, hoy son los trabajadores poseedores del conocimiento y la información los que organizan y dirigen el proceso productivo. Continúan siendo empleados de una organización o compañía, pero son ellos los que poseen los materiales y los instrumentos necesarios para la producción, porque estos están contenidos en su propio conocimiento  que  llevan donde quiera que  vayan. Los trabajadores de las industrias tradicionales en donde el trabajo simple es la mayor ocupación no desaparecen pero quedan relegados a un lugar subalterno.  Es debido a esta separación entre propiedad y control que ya  no se puede hablar de empresas capitalistas en sentido tradicional. El viejo antagonismo entre burguesía y proletariado  ha sido reemplazado por la tensión entre los trabajadores poseedores del conocimiento y los trabajadores comprometidos con  servicios técnicos menores. En los países con alto desarrollo económico la proporción de empleados que trabajan en las áreas de información y servicios alcanza a tres cuartos de la población laboral y continua aumentando. Dentro de este grupo los primeros corresponden al personal administrativo de las corporaciones, del gobierno y  otras organizaciones. Estos son los que “aplican la información a la información” y los otros son los que se ocupan  de los servicios técnicos ordinarios, los que “aplican la información al trabajo”.  El conflicto entre estos dos grupos representa la mayor contradicción en la sociedad post capitalista, a pesar de que aun no han alcanzado el nivel de clases independientes y la línea de demarcación entre ellos todavía  no es totalmente clara. Pero, lo que si es claro es el abismo salarial que existe entre ellos y es este antagonismo el que empieza a transformarse en una amenaza real a la estabilidad del sistema.

Según Drucker el avance de la ciencia y la tecnología moderna han hecho del capitalismo un sistema económico obsoleto en los países desarrollados. El modo de producción y la estructura de la propiedad  privada del capitalismo tradicional  hoy ya no existen, lo que, ciertamente, es difícil de negar. En la “Teoría del Imperialismo” Lenin, hace bastante tiempo atrás, demostraba que el capitalismo había dado paso al imperialismo como su etapa superior. Y esta etapa superior, la verdad, no ha sido la última. La economía de mercado hoy ha cambiado básicamente las relaciones capitalistas de  producción y distribución. Esta no es la sociedad capitalista tal como la describió Marx. El presente y, más aun, el futuro, dice Drucker, difícilmente pueden ser comprendidos en los mismos términos que el pasado.

La pregunta que uno podría hacerse aquí es si estos cambios actuales   representan solo variaciones dentro  del mismo modo capitalista de producción o, por el contrario, contienen un nuevo modo de producción. La idea de una sociedad post capitalista, en todo caso, es bien ambigua. Es cierto que la propiedad privada de los medios de producción o la venta del trabajo ya no son suficientes para definir las clases sociales. Pero, de ahí no se sigue que las clases han desaparecido en términos de control del capital o que la propiedad privada de los medios de producción es suficiente para definir al capitalismo. Lo que distingue al capitalismo, como dice el comentarista económico Dirlik, es que es un sistema económico que transforma el dinero en capital  para generar más capital que, en última instancia, depende de la producción y extracción  de plusvalía. Y lo que fundamentalmente no ha variado es la distribución de la plusvalía, a pesar de que  la forma de la propiedad del capital ha pasado del capitalista al control  institucional (fondos de pensión, corporaciones). En la década de los 90 los fondos de pensión  proveían más  de la mitad de todo el capital disponible para inversiones. Pero, ello no se tradujo en una distribución más igualitaria de ingresos o beneficios. En estados Unidos, por ejemplo, más de la mitad de todos los ingresos y beneficios  son controlados por el 1 por ciento de la población. La desigualdad no solo se mantiene, sino que ha aumentado. La noción de clase puede haber variado en estas nuevas circunstancias, lo que reclama su revisión, pero no su desaparición. Desde el momento en que, por ahora, el capital se hace global, también las clases. El cambio de la producción de mercancías a la producción de conocimientos crea una nueva división laboral, pero no una sociedad post capitalista. La producción industrial simplemente ha cambiado de ubicación. Son los países en desarrollo los que se han transformado en los talleres del mundo produciendo los bienes que se consumen en los países ricos. El cambio fundamental, como nota  Dirlik, no se encuentra en la naturaleza  de la inversión capitalista en la producción de artículos industriales, sino en su reubicación espacial.

 Es muy posible, segun Dirlik, que el intento de los países desarrollados de retener la dirección de la economía mundial  cambiando la estrategia al control de la información y el conocimiento encubra una crisis  en progreso. La reubicación de la producción industrial  invita al traslado de capitales y con ello de conocimiento e información. A la larga no hay razón para pensar que la producción de artículos y la producción de conocimientos permanecerán separados. La apertura de campuses en China y otros lugares de Asia por parte de instituciones de educación superior de Estados Unidos y Europa, por ejemplo, ya señala cambios en el flujo de conocimientos. Lo que  esto indica, podríamos decir, no  es el inicio de una sociedad post capitalista, sino la emergencia del capitalismo global, en otras palabras, la transnacionalizacion del capital, la producción y la clase capitalista con  intereses comunes y nuevas contradicciones internas. Los cambios descritos por Drucker son ciertamente reales que contienen profundas consecuencias económicas,  políticas y sociales. Las soluciones a los  problemas que ha creado no las vamos a encontrar en el mercado ni en la repetición de los eslóganes del siglo pasado. Lo que requerimos es  buscar nuevas formas de gobierno político, de organización comunal y de estrategias partidarias. Sin el reconocimiento y la comprensión de estos nuevos mecanismos económicos la izquierda política corre el riesgo de ser relegada al desván de la historia.

A pesar de que  muchos proclamaron la muerte del marxismo después del 89 este, como recuerda Jameson, continua siendo el único “sistema analítico”  capaz de describir el capitalismo contemporáneo porque posee la capacidad de reconocer las contradicciones  mejor que cualquier otra aproximación analítica. No debemos considerar al marxismo, dice Jameson, como una filosofía, una ideología o una visión del mundo, sino como una “problemática”, como un cierto modo de pensar cuya efectividad depende de su habilidad para plantear cuestiones  decisivas. Al centro de la problemática marxista esta el problema de la naturaleza de la producción de valor en la sociedad industrial cuyo fin es la producción de plusvalía. Las formas de apropiación de la plusvalía pueden cambiar a lo largo del tiempo, como efectivamente han cambiado ahora, pero su problemática retiene su papel central  Cada vez que hay cambios en la estructura del capitalismo se habla de su fin, confundiendo sus crisis con su termino. El imperialismo fue la respuesta a la  crisis capitalista del final del siglo XIX. El  fin del imperialismo ha creado una crisis  cuya resolución ha sido la transnacionalizacion del capital. Es a esta tercera etapa en el desarrollo del capitalismo a la que Jameson llama capitalismo tardío.

¿Es el capitalismo un fenómeno social permanente? Y si no lo es… ¿Cuáles serian las  condiciones bajo las cuales uno podría decir que ha llegado a su fin? La respuesta depende de que entendamos por capitalismo. Si lo pensamos como un fenómeno histórico, entonces, tiene un comienzo y un fin.

 La prioridad absoluta de la acumulación de capital en desmedro del bienestar humano se ha intensificado a tal grado en la actual fase  global que las próximas crisis serán las de sobreproducción. Los planes de austeridad con la rebaja a los salarios, la reducción o eliminación del bienestar social y la explotación del trabajo barato en los países del sur son un obstáculo real a la expansión del consumo global. Lo vimos en Asia en los años  97 y 98 y lo más probable es que aumentaran en severidad al tener  ahora  una dimensión mundial. Si incluimos la crisis ambiental, la disminución  de los recursos naturales y las guerras  por la supremacía económica y el control sobre las fuentes de energía es difícil predecir cual conjunto de problemas pueden ser resueltos para salvar el sistema sin exacerbar los otros.

 Como dicen muchos  historiadores del capitalismo contemporáneo donde mejor podemos ver los límites del capitalismo es en su expansión global. El capital siempre ha obtenido nueva vida gracias al crecimiento  espacial. Con su globalización, la expansión espacial ya no será posible.

Nieves y Miro Fuenzalida.
Ottawa, Enero 2011.