Sunday, September 24, 2023

2 kilos de esperanza


Nade

Entremedio

De

Olores

Multiculturales

En

El supermercado

                                                    Quería

Comprar

2 kilos

De

Esperanzas.

Ya

No

Habían.

Se

Agotaron.

 

Nieves.


Sunday, September 17, 2023

La vida y su sentido

   

¿Tiene algún  sentido  buscar el sentido de la vida? Es curioso que todos los humanos reflexionemos sobre esta cuestión. Algunos, por razones históricas, se ven impulsados a considerarlo  como si les fuera la vida en ello y para otros, en cambio, esta es una cuestión meramente marginal y sin gran importancia o ninguna... meramente una pseudo-pregunta.

 

Para todas las  creaturas que pueblan este fantástico planeta  la vida como tal no es problemática, en sentido metafísico, en lo mas mínima, a excepción de los humanos que  nos planteamos  preguntas y dilemas, sentimos ansiedad y nausea y, para tapar el vacío,  nos llenamos de esperanzas y fantasías, mientras vivimos  en la perpetua sombra de la muerte. Al parecer, meditar en nuestra existencia es parte de nuestra ser  en el mundo.

 

Desde tiempos remotos  la alegoría ha sido la forma mas común de interpretar el mundo. Según ella, las cosas no estampan su significado en sus cuerpos o rostros, sino que debe ser inferido desde un texto subyacente, por lo general religioso o moral.  Los objetos hay que leerlos semióticamente, como apuntando mas allá de ellos al texto divino que es el universo. Para los teólogos la respuesta es Dios, el Creador del universo, la razón de que hay algo en lugar de nada. Y los mitos y las ilusiones  servían para ver, comprender y darnos un lugar en el mundo, cosa que hoy los consideramos como errores que hay que disipar. Desde otra perspectiva, sin embargo, también uno podría verlos como ilusiones productivas que permitieron  proteger a la especie por miles de años  de la inquietante  sospecha  de nuestra época de que la existencia es un mero producto del azar.   

 

Lo que distingue al modernismo es la creencia  de que  la existencia del animal humano es contingente, que no tiene base, meta, dirección o necesidad y  que fácilmente podría no haber surgido en este planeta. Somos vagamente conscientes de que el suelo es movedizo y que no hay fundamento  para lo que hacemos o somos. Durante las primeras décadas del siglo xx esta cultura, con toda su ansiedad ontológica, produjo parte del arte literario mas eminente que el Occidente haya presenciado, desafiando todos los valores, creencias e instituciones tradicionales  conocidas hasta ese momento, incluyendo el destino mismo de la humanidad. Si el pensamiento del siglo xx reflexiono  sobre estas cuestiones mas que ninguna otra puede ser porque en Europa la guerra y los campos de concentración consumían innecesariamente vidas humanas por millones. O, tal vez, como comenta el crítico literario Terry Eagleton, la vida parece absurda frente al sentido que solía tener. La típica obra modernista, dice,  sigue obsesionada por el recuerdo de un universo ordenado frente al eclipse del significado que vemos en las obras de Kafka, Becket, Camus, Sartre o Joyce, entre muchas otras, donde la tensión entre la necesidad del significado y su persistente elusividad las convierten en obras genuinamente trágicas. No seria arriesgado decir que en el trasfondo es posible vislumbrar la silueta del  “infame” Schopenhauer...  Hay algo ridículo sobre esta raza pomposamente engreída, convencida de su propio valor supremo, persiguiendo algo edificante que instantáneamente se convertirá en cenizas. No hay objetivo grandioso para este sonido y furia sin sentido, solo gratificación momentánea, placer fugaz, largo sufrimiento y lucha constante por saecula saeculorum. Nadie tiene la mas remota idea de porque toda esta tragicomedia existe. El mundo es simplemente un anhelo fútil, un drama grotescamente  malo, un anfiteatro en donde las vidas tratan de aplastarse mutuamente.     

 

Si a las culturas antiguas no les molestaba tanto el significado de la vida como a Nietzsche o Camus, por ejemplo,  lo mismo pareciera ser cierto para los posmodernistas, con su escepticismo de las grandes narrativas y su desencanto con la metafísica. Ellos prefieren viajar ligeros de equipaje. Tienen creencias, por supuesto, pero no fe. Incluso el termino “significado”, como en Deleuze, es sospechoso. La suposición de que una cosa puede representar o sustituir a otra esta fuera de moda. Las cosas son simplemente ellas mismas, en lugar de signos enigmáticos de otra cosa. Significado e interpretación implican mensajes ocultos, profundidades  bajo superficies, algo que  huele a metafísicas  antiguas.  Solo rompiendo con estas nociones, con la quimera del Sentido de los significados, podemos ser libres para ser nosotros mismos. No hay tal cosa como humanidad para ser contemplada. Hay simplemente diferencias, culturas especificas, situaciones locales. Su contrapartida ha sido el surgimiento del reaccionario  fundamentalismo religioso  o la cháchara del New Age. El significado de la vida, dice Eagleton, ahora pasa al campo de los gurús y expertos espirituales, los tecnólogos de la satisfacción canalizada, los quiroprácticos de la sique. Y para el resto una de las ramas mas populares e influyentes es indudablemente la industria del deporte que se sigue con fe religiosa, parte de la soberanía nacional e identidad étnica que conllevan lealtad y rivalidades tribales, rituales simbólicos, leyendas, batallas épicas y satisfacción intelectual  que llenan las vidas que de otra manera estarían vacías.

 

Y para otro cierto numero de mujeres  y hombres, en cambio, la vida es simplemente  un fenómeno evolutivo accidental que no tiene significado intrínseco. Si la vida tiene algún sentido no es porque tiene una narrativa escrita para nosotros por una abstracción conocida como Dios, Naturaleza o Vida, sino algo que invertimos en ella. El hecho que no haya un sentido dado, prêta porte, nos abre el camino para moldearnos a nosotros mismos en alguna forma “exquisitamente única”. Vivir con fe, cualquier fe, en el modelo que seguimos es infundir  a la propia existencia con un significado. Desde esta perspectiva, el sentido de la vida aparece como una cuestión de estilo y construcción, mas que de contenido. Ahora es el individuo la única fuente de significado y valor en un mundo que carece de ellos.  

 

Pero, esta es la cosa... un significado puesto allí por Dios o uno conjurado por nosotros mismos no son, en realidad, las únicas dos posibilidades. Si le vamos a dar un cierto significado a la vida no puede ser lo que caprichosamente proyectamos sobre ella. Seguramente la vida misma, como dice Eagleton,  debe tener algo que decir en todo esto. Puede que la distinción entre inherente y atribuido sea útil para algunos propósitos, pero para otros es tiempo de desmantelarla.  El sentido, por cierto, es algo que nosotros hacemos. Pero lo hacemos en dialogo con un determinado mundo cuyas leyes no inventamos, y si el significado pretende ser valido, debe respetar la textura del  mundo.  Los marxistas, por ejemplo, creen que la vida humana, o mas bien la historia, tiene un significado  en  el sentido en que  despliega  un patrón, aunque no uno introducido por un Ser Supremo. En verdad, si no hubieran patrones significativos áreas enteras de las humanidades, como la sociología y la antropología, se  detendrían. Es posible creer que hay una narrativa significativa incrustada en la realidad, sin tener que recurrir a una fuente trascendente. El cosmos puede que no haya sido diseñado conscientemente  y ciertamente no intenta decirnos nada, pero eso no significa que sea caótico. Muy por el contrario, sus leyes subyacentes rebelan una belleza, simetría y economía que sorprende a los científicos. Aquí no estaría mal recordar a Kant cuando hablaba de “intencionalidad sin objetivo”. El cuerpo humano, por ejemplo, no tiene un propósito. Sin embargo, uno puede hablar del significado de sus diversas partes  en términos del  lugar que ocupan dentro del todo. Y estos no son significados que nosotros decidamos.  Un proceso, igualmente, puede parecer accidental en el momento que ocurre, pero retrospectivamente cae en un patrón significativo. Accidental no significa ininteligible. Los accidentes no son eventos completamente extraños, si no consecuencias de causas especificas. Es solo que estas consecuencias no fueron previstas por los involucrados.

 

Es así como Hegel ve la historia. A primera vista puede aparecer sin sentido, pero cuando miramos hacia atrás nos llenamos de asombro por lo que ha creado y todo adquiere sentido. Incluso los errores garrafales y los callejones sin salida contribuyen después de todo a este gran diseño en donde el Espíritu retorna a si mismo. Y todos los que defienden una teoría optimista de la historia igualmente  leen la narrativa humana como el constante despliegue de libertad, iluminación y progreso.

 

Y hasta  en el mismo sombrío Schopenhauer podemos encontrar un cierto patrón universal, aunque no nos guste. Toda la realidad y no solo la humana, dice, es el producto de la Voluntad, una fuerza voraz e implacable, una especie de intencionalidad que genera todo lo que hay y  al hacerlo se reproduce a si misma sin ningún otro propósito. Hay, entonces, una esencia o dinámica central en la vida, pero una que da lugar a estragos, caos y miseria en perpetuidad. Debido a que la Voluntad es puramente auto determinante, tiene su fin completamente en si misma, lo que significa que simplemente nos usa a nosotros y a toda el resto de la Creación para sus propios fines y propósitos inescrutables. Podemos caer en la ilusión de que nuestras vidas  tienen valor y significado. La verdad, sin embargo, es que existimos como instrumentos indefensos de la fuerza ciega de la Voluntad, que nos engaña haciéndonos creer que nuestras vidas tienen sentido, que sus propios apetitos son también los nuestros. Y la consciencia que fabrica mitos y fabulas  existe para encubrir la completa inutilidad de nuestra  existencia que, de lo contrario, ante el panorama de carnicería y esterilidad conocida como historia humana, seguramente nos destruiría.

 

Schopenhauer, como nota Eagleton,  forma parte de una larga cadena de pensadores para quienes la falsa consciencia, lejos de ser una niebla que necesitamos disipar, es absolutamente integral a nuestra existencia. Freud, por ejemplo, rebautiza la Voluntad como Deseo y, al igual que Schopenhauer, ve a la fantasía, la mis percepción y la represión de lo Real como constitutivas del yo.    

 

Por supuesto que también podemos contar una historia diferente, pero lo que cuenta Schopenhauer no es tan fácil de desechar completamente. A diferencia de todo otro pensador el nos confronta  brutalmente  con lo que seguramente siempre hemos sospechado. En su conjunto es difícil negar que la historia humana ha sido la historia de la escasez, la miseria y la explotación mas que una fabula de solidaridad e ilustración.  Si Schopenhauer es infame es porque nos obliga a enfrentar su desafío con algo mas que argumentos anodinos de consolación.   

 

Nieves y Miro Fuenzalida.


Sunday, September 10, 2023

Hilos de madrugadas


Estoy

Tejiendote

Una bufanda

Roja y negra

Con

Los hilos

De

La madrugada

Y

Las sonrisas

Del

Alba.

 

Nieves.


Sunday, September 3, 2023

Las paradojas del crecimiento

 

Las declaraciones de imposibilidad son la base misma de la ciencia. Es imposible, por ejemplo, viajar mas rápido que la velocidad de la luz, crear o destruir materia-energía o construir una maquina de movimiento perpetuo. Seguir el teorema de la imposibilidad evita perder recursos en proyectos que están destinados al fracaso. El economista Herman Daly, siguiendo este principio, desafía el oxímoron económico  del crecimiento  económico sostenible con el bien conocido  “Teorema de Imposibilidad”.

 

Brevemente el teorema establece el hecho de que el crecimiento económico ilimitado es imposible en un ambiente limitado. En tanto mas crezca el subsistema económico, mas incorpora el ecosistema dentro de si mismo hasta alcanzar su limite del 100%. En otras palabras... la continuación del capitalismo, como sistema de crecimiento o muerte dedicado a la acumulación ilimitada de capital, es en si misma una imposibilidad absoluta. Los autores del Limite de Crecimiento de 1972, ya habían  anunciado proféticamente que si se continúan las tendencias actuales de crecimiento de la población mundial,  la industrialización,  la contaminación, la producción de alimentos y el agotamiento de los recursos, los limites de crecimiento se alcanzaran dentro de los próximos 100 años. El periodo de tiempo antes de que se agoten los depósitos no renovables depende de su tamaño y de la tasa de extracción. Algunos pueden tardar cientos de años, mientras que otros, como el petróleo, los depósitos conocidos del fosforo, ingrediente fundamental de los fertilizante, se agotarían en este siglo, al igual que  algunos minerales. Y el declive bien documentado de muchas especies de peces oceánicos, hasta el punto de extinción, es un ejemplo de que incluso los recursos renovables pueden agotarse.  El resultado mas probable será una disminución repentina e incontrolable de la población y la capacidad industrial.

 

Desde hace algún tiempo los ambientalistas, o por lo menos el sector de ellos que no esta en los bolsillos de las corporaciones, vienen diciendo que el capitalismo no es la solución, sino el problema, y si la humanidad tiene alguna posibilidad de sobrevivir la crisis lo hará creando todo un nuevo mundo en coevolución con el planeta.

 

Como es bien sabido la acumulación de capitales es lo que distingue al capitalismo de un simple sistema de satisfacción de  necesidades, que lo impulsa a la búsqueda interminable de ganancias y a la expansión económica que obliga a las empresa a competir continuamente entre ellas para aumentar las ventas, ganar participación en el mercados y evitar las crisis económicas. Las corporaciones, quieran o no, están sujetas a un mundo hobbesiano de guerra de todos en contra de todos y, a medida que los mercados nacionales se ven saturados, la expansión global es la solución para aumentar el crecimiento que inevitablemente crea  problemas ecológicos y geopolíticos que mas temprano que tarde llevan a acciones militares que amenazan la supervivencia de todos. La historia de siglos de saqueo y expansión de Europa y Estados Unidos esta bien documentada. La penetración económica de las naciones mas pobres del Sur global se produce en algunos casos  pacíficamente a través de la interferencia política mientras que en  otros recurren a la guerra para obtener la dominación. La competencia actual por los recursos naturales esta causando un creciente conflicto ambiental, especialmente en relación a las disputas entre países por el agua... India y Pakistán, Israel y Palestina,  China e Indonesia, etc.

 

La lógica impuesta por la competencia es la de crecer o morir que lleva inevitablemente a una concentración y control monopólico cada vez mayor. Una economía basada en la simple reproducción... digamos  “un estado estacionario” como lo llama Marx,... viola la fuerza motivante básica del capitalismo que es su propia expansión. Los propietarios del capital están obligados a hacer todo lo que este en su poder para maximizar las ganancias y mantenerse a flote el sistema  que necesita un crecimiento mínimo indefinido entre el 2%  y el 3%  para reducir el desempleo y evitar la desestabilidad social. La paradoja es que cuando mejor funciona el capitalismo mayor destrucción causa al ambiente. Incluso cuando el crecimiento económico  es mas lento, lo que pareciera ser la línea de base para los países capitalistas maduros... todavía es demasiado para el planeta.  El sistema es ecológicamente menos destructivo cuando entra en crisis económica y el crecimiento se detiene. Las recesiones, entonces, son buenas para el medio ambiente, pero causan un enorme sufrimiento a la clase trabajadora, por lo que no es de extrañar que el ambiente y el trabajo parecen estar en campos opuestos.    

 

Lo que actualmente esta claro es que los simples retoques económicos y ajustes técnicos no serán suficientes para detener y disminuir los niveles de CO2.  Los recientes cambios tecnológicos, por ejemplo, han sido mas parte del problema que de la solución. La tecnología en el capitalismo esta lejos de ser neutral e invariablemente favorece aquellas que aumentan las ganancias, la acumulación y el crecimiento económico, a pesar de ser ecológicamente destructivas, como la promoción de tecnologías dependientes de combustibles fósiles, productos químicos sintéticos tóxicos y  energía nuclear que producen desechos en grandes cantidades que luego la industria externaliza  en la naturaleza y la sociedad.  Si el capitalismo se viera forzado a internalizar todos estos costos sociales y ambientales quedaría fuera de negocio.

 

Para que la especie humana sobreviva, según el ecologista John Bellamy,  no solo hay que disminuir las huellas de carbono, sino también las huellas ecológicas, lo que significa que la expansión económica  a nivel mundial debe reducirse o, incluso,  detenerse... ¿Es esto posible en una economía capitalista?

 

Supongamos, dice,  que todas las ganancias que obtienen las corporaciones, después del reemplazo o reparación de equipos y edificios, son gastados por los capitalistas en su propio consumo o entregados  a los trabajadores como salarios y beneficios. A medida que capitalistas y trabajadores gasten ese dinero en bienes y servicios producidos, la economía podría permanece en un estado estacionario. Dado que no habría inversión en una nueva capacidad productiva, mas allá del reemplazo, no habría crecimiento económico y no se generarían ganancias adicionales, es decir, no habría acumulación de capitales. Pero, el problema con  esta utopía capitalista de crecimiento nulo, es que viola la fuerza motriz básica del capitalismo. A lo que aspira el capital, digamos el propósito de su existencia, es su propia expansión... ¿porque, entonces, el capitalista gastaría el excedente económico en su propio consumo y en el salario y beneficio laboral? Por el contrario... es claro que los dueños del capital, mientras se mantengan las relaciones de propiedad actual, harán todo lo que este a su alcance para maximizar la cantidad de ganancias que acumulan. Una economía de estado estacionario que todavía sirva las necesidades básicas de la humanidad entra en contradicción con este interés capitalista. Este tipo de economía solo seria  posible si se separa de las  relaciones sociales, económicas y de poder del propio capitalismo.  

 

El problema es que, dado el poder que ejercen los intereses comerciales sobre la economía, el estado y los medios es extremadamente difícil efectuar cambios fundamentales a los que obviamente se oponen las corporaciones. Prácticamente es imposible tener una política energética, un sistema agrícola y alimentario, una política industrial y comercial  ecológicamente racional. Aunque el sistema se incline a efectuar reformas limitadas en relación con el medio ambiente, estas se restringen antes de que lleguen al punto de amenazar el sistema económico y político en su conjunto. Como resultado, las reformas no logran  abordar el problema y la crisis continua empeorando. Según su cultura, el mundo es menos importante que el capitalismo industrial, el fin del mundo es menos temible que el fin del capitalismo corporativo. La verdad es que no hay nada en el sistema que le permita retroceder  antes de que sea demasiado tarde.  Para ello se requieren otras fuerzas, desde el interior de la sociedad, capaces de pensar y actuar de manera que sobrepasen la lógica vigente.  En el momento en que el capitalismo global es completo y que los últimos espacios no mercantilizados empiezan a desaparecer este cambio es difícil de contemplar.

 

La historia muchas veces ha mostrado que la generación de nuevas formas y arreglos sociales no son el producto de proyectos completamente acabados... digamos “preta porte”... sino que surgen desde dentro del mismo sistema cuando este empieza a mostrar sus grietas. Los pueblos indígenas, por ejemplo,  están hoy reforzando una nueva ética de responsabilidad con la tierra. La base para la creación de un desarrollo humano ecológicamente sustentable y democrático  puede surgir, por tanto, desde el interior del sistema dominado por el capital, sin ser parte de el, en la misma forma que la burguesía surgió de las grietas de la sociedad feudal. La creación y planificación de un sistema completamente diferente,  por mas difícil y visionario que parezca, es una alternativa mas realista que la de los que se niegan a ver la conexión entre explotación social y ecológica. Ello requerirá, sin embargo, una movilización mundial masiva y, al parecer, la voluntad de los pueblos todavía no esta ahí. La otra alternativa es que cuando el sistema colapse la civilización tal como la conocemos entre en su etapa terminal y los humanos lentamente empiecen a desaparecer del escenario.

 

La crisis ecológica  no puede resolverse dentro de la lógica del actual sistema económico, político y social. El único criterio realista para determinar si el sistema funciona en favor de la vida o no es si aumenta o disminuye el CO2. Hasta el momento, la emisión continua aumentando en 5.3% en el 2021 comparado con el año anterior  y nuevos depósitos de petróleo con subsidios de los gobiernos de  Estados Unidos y Canadá  se agregan a los ya existentes.

 

La cosa, entonces,  es... capitalismo o humanidad. Si la humanidad quiere persistir el capitalismo tiene que irse... si continuamos con el capitalismo la actual civilización humana desaparece.

 

Nieves y Miro Fuenzalida.