Sunday, November 27, 2022

La chaleca

 

Una nube 

me dio 

una

 parte 

de 

su lana rosada 

suave 

Me teji 

con 

los palillos 

de 

la luna 

una 

 chaleca 

de  

manga larga. 

Con 

ella 

cubri 

mi vida.

 

Nieves


Sunday, November 20, 2022

¿Es Google Dios 2.0?

 

 Al principio reinaba el desorden, la confusión y el caos y era imposible separar lo valioso de lo desechable, lo verdadero de lo falso. Algunos trataron de mapear las características mas útiles de este mundo para guiar a los buscadores a través de su vorágine. Pero sus servicios eran incompletos y difíciles de manejar y algunos de ellos, incluso, aceptaban sobornos para favorecer a una fuente sobre otra. Una realidad sórdida y obscura, pero, al mismo tiempo, demasiado preciosa para perder. 

 Y de pronto vino Google. Limpio, puro y simple. Democrático y neutral. Si hacia referencia a un sitio mas que a otro, era porque se consideraba mas relevante para los usuarios y figuraba por encima del resto. El motor de búsqueda mas grande separo la luz de la obscuridad y organizo el mundo de la información haciéndola  universalmente accesible y útil.  Un perfecto motor de búsqueda.

Si antes poníamos la fe en Dios ahora la ponemos en Google que no solo  reemplaza a Dios, sino que lo supera. Google se erige como prueba de que los humanos no necesitan dioses, de que somos capaces de cumplir el papel que alguna vez estuvo reservado a ellos. Según el escritor Siva Vaidhyanathan Google parece omnisciente, omnipotente y omnipresente, además de afirmar que es benevolente. No es de extrañar, entonces, que mantengamos a la empresa con un respeto y una reverencia casi increíbles. De manera abrumadora permitimos que Google determine que es importante, relevante y verdadero en la Red y en el mundo y confiamos en que Google actúa en nuestro mejor  interés.  Pero, en verdad, sus resultados de búsqueda tienen un poder desmesurado e inmerecido porque, como dice Siva Vaidhyanathan, ofrecen la ilusión de precisión, exactitud y relevancia. Las reglas del juego, sin embargo, ya están manipuladas de ciertas formas y por eso necesitamos una idea mucho mas clara de cómo se hace. Esta es una empresa relativamente nueva, rica y poderosa. Una rara combinación que aun no hemos evaluado los cambios que produce en nuestros hábitos, perspectivas, juicios, imaginación y transacciones. Ciertamente Google y la red que gobierna no son tan peligrosos como el sistema automotriz, por ejemplo. Las paginas de la Red no enferman ni atropellan a las personas. No obstante, la fe ciega en esta corporación es peligrosa porque Google es muy bueno en lo que hace y porque establece sus propias normas. Hace que nuestras vidas sean mejores, nuestros proyectos mas fáciles y nuestro mundo mas pequeño y por eso no consideramos los costos, riesgos, opciones y consecuencias que pueda traer a largo plazo.

La gran mentira es la de que el internet es acerca de nosotros.  Nos gusta pensar que nosotros somos personas que tienen opciones, gustos y características personales. Pero el internet no es acerca de nosotros. Es acerca de las empresas que dominan los flujos de datos con la intención de hacer dinero. Cada vez que escribimos algo en Google treinta y ocho centavos van a su cuenta.

Para Google nosotros, entonces, no solo somos sus clientes sino, mas que nada, su producto. Nosotros, con nuestras predilecciones, fantasías, fetiches y preferencias somos lo que Google vende a los anunciantes. Cuando usamos Google, este usa nuestras búsquedas en la Red para descubrir cosas sobre nosotros. Una rara combinación que aun no hemos evaluado los cambios que produce en nuestros hábitos, perspectivas, juicios, imaginación y transacciones.  

La corporación es muchas cosas para mucha gente, pero mas que nada es una simple y poderosa cosa.. resultados. Como dice el académico Nolen Gertz, desde sus inicios, como motor de búsqueda hasta su conversión en un imperio multinacional, multiplataforma y multiservicio, nunca ha representado nada mas que resultados. Y es aquí donde es posible ver porque nos proporciona lo que Dios no pudo. A medida que la incongruencia entre la promesa de resultados y la respuesta del sacerdote que dice que tengamos paciencia y sigamos esperando se hizo cada vez mas difícil de sufrir, perdimos la fe en Dios y, en lugar de mirar al cielo ahora empezamos a mirar nuestras pantallas. Google ofrece respuestas en lugar de preguntas, resultados en lugar de espera.

Google, en su declaración de principios,  ha hecho obsoleto los Diez Mandamientos al reemplazarlos por uno solo... “ No seas malvado”. Luego lo que Google nos entrega tiene que ser honesto y objetivo, ya que cualquier falsedad, cualquier prejuicio y cualquier “mal” iría en contra del código de Google.

¿Y que es el Mal para Google? Lo que es “malo” es lo que se interpone en el camino, no de la virtud sino del progreso, especialmente aquello que bloquea el progreso de Google. Luego, uno podría preguntar si lo que Google quiere es lo mismo que nosotros queremos o si lo que la compañía considera como malo es lo mismo que nosotros consideramos como malo. La respuesta es no. Google redefine el mal  como una cuestión de falta de servicio en general  y de falta de servicio entre los servicios de información corporativos, en particular. Y en cuanto a la virtud los actos de Google son justos por su propia naturaleza, porque Google los realiza. Lo que es “bueno” es lo que Google hace y lo que es “malo” es lo que Google evita. Su lógica no es diferente  de la de otras compañías tecnológicas. Todas ellas creen que sus principios deberían aplicarse a todos.

A juicio de Siva Vaidhyanathan Google no es malo, pero tampoco moralmente bueno o neutral. No nos hace mas inteligentes ni mas estúpidos. Es una empresa que cotiza en la bolsa de comercio con el intento de aumentar sus ingresos y nos ofrece un conjunto de herramientas  que podemos usar de manera inteligente o tonta. Pero, no es uniforme e inequívocamente bueno para nosotros. De hecho, es peligroso de muchas formas sutiles. Es peligroso, por ejemplo, debido a nuestra creciente fe acrítica  y dependencia de el y a la forma en que fractura y perturba casi todos los mercados o actividades en los que ingresa, generalmente para mejor, pero a veces para peor. 

Lo que las compañías tecnológicas están tratando de hacer, según ellas,  es un mundo mejor y mas seguro en donde no halla débiles ni fuertes, solo mas o menos limitados. El sueño de estas empresas es el sueño de los dispositivos inteligentes, las ciudades inteligentes y las personas inteligentes, un mundo en donde todo y todos estén conectados, siempre actualizados y siempre superando las limitaciones. Un sueño no impuesto por ellas, sino nuestro sueño. Ellas solo nos brindan lo que deseamos. El deseo, sin embargo, como dice Gertz, no es inmune a las influencias de las tecnologías, ya que estas median nuestra experiencia del mundo y de nosotros mismos. Nos dan lo que deseamos, pero ellas juegan un papel vital en dar forma a lo que creemos que es posible desear.

Las limitaciones de las que hablan estas tecnologías son las limitaciones que la tecnología nos revela. Nos permiten hacer, por ejemplo, cosas que nuca creímos posibles, como usar un auricular para entrar a un mundo virtual, algoritmos para predecir comportamientos, un hashtag para conectarnos con extraños, un teléfono móvil para participar en protestas desde nuestro sofá o tener una conversación con un pariente lejano a través de una cámara de video. Pero, como nunca antes pensamos que estas actividades fueran posibles, no nos sentíamos limitados por la imposibilidad de realizarlas. No sentíamos que las habilidades humanas fueran deficientes hasta el momento en que ellas fueron tecnológicamente posibles Una vez que aparecieron o solo se anunciaron como posibilidades, comenzamos a vernos de manera diferente. Las expectativas de los consumidores funcionan ahora a tal velocidad que nos sentimos frustrados con los  dispositivos y servicios de procesamiento lento y acceso a internet que ni siquiera existían hace algunos años atrás.  

Las tecnologías ciertamente protegen de lo caótico y lo inesperado, como también de lo aburrido y mundano y es justamente esta la seducción que nos lleva a aceptar el evangelio tecnológico de que la vida a través de las tecnologías es la única vida que vale la pena vivir. No necesitamos rechazar las tecnologías ni tampoco los intentos de mejorarnos a nosotros mismos. La esperanza de un mundo mas ilustrado descansa en nuestra capacidad para reconocer las suposiciones arraigadas en nuestra fe en las tecnologías digitales para poder corregirlas con la ayuda de  recursos públicos. Para eso lo que realmente  necesitamos es desarrollar una perspectiva mas critica hacia nuestra devoción a las tecnologías, hacia la fe ideológica de que mejor solo puede significar mas tecnología, la creencia de que el progreso humano solo puede lograrse a través del progreso tecnológico.

Nuestro deseo de abandonar todas las formas tradicionales de vida, nuestras relaciones tradicionales con otros y las formas tradicionales de compromiso con el mundo en la búsqueda de lo pos-humano es, como dice Gertz, nuestro mayor peligro y, también,  nuestra mayor oportunidad.

 Nieves y Miro Fuenzalida.

Sunday, November 13, 2022

Las sonrisas perdidas

 

Las palomas


 gaviotas


buscan

en


las orillas del mar

las huellas


de


las sonrisas perdidas


de


mujeres


y


de


hombres


que


la caminaron. 

 

Nieves.


Sunday, November 6, 2022

La fuerza de las cosas

  

Para el pensamiento moderno la materia ha sido, en  su mayor parte, una cosa pasiva, bruta o, peor aun, inerte en contraste con la vitalidad del reino orgánico. Esta división de lo sensible tiende a ignorar la fuerza y el poder de la materia.  Spinoza, Nietzsche, Darwin, Adorno, Bergson, Hans Driesch y Deleuze, entre otros, no quieren nada de esto... ellos prefieren  la idea de una materia vibrante.

 

¿Pensar que la materia tiene una vitalidad intrínseca es, realmente, una idea  tan extravagante? Según Jane Bennett vitalidad, en este contexto, significa la capacidad de las cosas... los comestibles, las mercancías, las tormentas, los metales, etc. ... para impedir o bloquear la voluntad o los objetivos de los humanos o actuar como quasi-agentes o fuerzas con trayectorias, inclinaciones o tendencias propias. Si consideramos esta fuerza de las cosas, dice, es muy posible que los análisis de los eventos políticos  podrían cambiar ¿Podrían, por ejemplo, los modelos de consumo cambiar si en lugar de ver desechos, basura,  desperdicio o reciclaje, vemos, en su lugar,  una pila creciente de materia viva y potencialmente peligrosa?

 

La  idea de que la materia es inerte nos impide ver, oír, olfatear, degustar o sentir  el amplio alcance de los poderes no humanos que circulan alrededor y dentro de los cuerpos humanos y que son los que pueden ayudar o destruir, enriquecer o empobrecer nuestra vida. La creencia en una  materia inanimada no ayuda al surgimiento  de una forma de producción y consumo ecológicamente sostenible.

 

La línea que va de Hegel a Marx ha sido fundamental  en el desenmascaramiento del poder humano y las hegemonías  sociales. Lo que no debiéramos olvidar, sin embargo, es que  junto a esta línea también existe la de la fuerza  material de los cuerpos naturales y los artefactos tecnológicos.  Por mucho tiempo hemos venido creyendo que  la política es una construcción exclusivamente relativa al dominio humano.  En contra de este reflejo narcisista no estaría mal considerar la contribución de otros agentes no humanos en esta empresa para contrarrestar el antropocentrismo dominante que  ha sido característico hasta ahora y abrir nuevas perspectivas en la visión del mundo.     El binario vida/materia persistentemente ha estado presente en el desarrollo de las ciencias naturales, pero últimamente la bioingeniería ha venido mostrando que esta línea entre lo orgánico y lo inorgánico es bastante problemática como ya sabía  Spinoza... “cada cosa, en tanto  su propio poder le permita, tiende a perseverar en su propio ser”. Este poder es esa curiosa habilidad que tienen las cosas inanimadas para animar, actuar y producir efectos dramáticos y sutiles... un conejo muerto, el polvo en la piedra, un vaso de plástico, una muñeca de trapo, la tapa de una botella, el papel de un viejo  cambucho... ¿no será que el enjambre mental que ellos producen en nuestro cerebro es un ejemplo de la materialidad vital que existe en ellos mas allá del puro significado cultural que cada uno de estos objetos posee? Esto recuerda nuestra mente infantil que llenaba el mundo con todo tipo de seres animados, lo que no es tan  primitivo si facilita un sendero que lleve mas allá de la división materia/vida,  que es el principio dominante de la adultez.

 

¿Pueden los cuerpos inorgánicos tener vida? ¿puede poseer vitalidad  la materia? ¿hay vida en un mineral, en un metal? 

 

Según Manuel De Landa la capacidad de auto organización de la materia inorgánica posee una amplia gama de alternativas para generar estructuras que son diferentes de las simples fases de transición. Incluso las mas humildes formas de materia y energía  tienen el potencial de la autoorganización que va mas allá del tipo relativamente simple involucrado en la creación de cristales, lo que sugiere que la materia inorgánica es mucho mas variable y creativa de lo que habíamos creído. El impresionante poder humano, por ejemplo, puede presentarse como evidencia de la vitalidad material de nuestra propia constitución.  Los minerales de nuestros huesos, los metales de nuestra sangre, la electricidad de nuestras neuronas son materiales vivos y auto organizados, mas que  medios mecánicos o pasivos bajo la dirección de algo no material como el alma o la mente.  Visto desde la perspectiva de la evolución la eficacia de los minerales es fácilmente visible... los tejidos blandos, como músculos y nervios que por 5000 millones de años fueron supremos, repentinamente  experimentaron en ese punto una  mineralización que hizo posible la emergencia de los huesos, un nuevo material, en la constitución de los seres vivos. Mineralización es el nombre de la agencia creativa de los huesos que dieron origen a nuevas formas de control de los movimientos que libero  a los animales  de las limitaciones previas poniéndolos en movimiento para conquistar los dominios del aire, el agua y la tierra. En el lento y largo tiempo de la evolución los  minerales juegan un poder activo y los seres humanos, con toda sus capacidades y auto dirección, aparecen como su producto... minerales que caminan y hablan.

 

En esta visión los humanos son materia vital. Esto no significa que no haya diferencia entre mineralización y humanidad. Toda la idea, dice Bennett, es que no es necesario describir estas diferencias como si los humanos fueran el centro ontológico o la cúspide de la jerarquía. En su lugar seria mas adecuado considerarlos como una colección particularmente rica, vibrante y compleja de materiales. Visto de esta manera la diferencia entre sujetos y objetos se minimaliza y el estatus de la materialidad compartida de las cosas se eleva.  La conciencia de que todos los cuerpos están cogidos en una vasta red de relaciones puede inspirar una mayor sensibilidad hacia la materia... dañar o destruir una sección de la red muy bien puede implicar daño hacia uno mismo.

 

Las cosas, entonces, nunca actúan solas. Su eficacia depende de su colaboración con muchos otros cuerpos y fuerzas, digamos, de una red o ensamblaje en donde la agencia, en lugar de concentrarse en los cuerpos humanos, se distribuye  a través de un campo ontológicamente heterogéneo. Los párrafos  de un escrito, como dice Bennett,  por ejemplo, surgen de la complicidad de muchos entes... memorias, textos, intenciones, bacteria intestinal, la luz del sol matinal, la taza de café, el azúcar en el cerebro, el teclado plástico de la computadora, la madera de la mesa, la calefacción que tempera la sala, la música de la radio, entre muchas otras.  

 

En las ultimas décadas la globalización  ha expandido el escenario humano como nunca antes obligando a crear nuevos conceptos en donde los modelos organicistas ya no funcionan muy bien. El  concepto de ensamblaje de Deleuze seria mas apropiado para designar el agrupamiento de diversos elementos. En el no hay una cabeza dirigente o tipo de material para determinar consistentemente la trayectoria y el impacto del grupo.  Lo propio del ensamblaje es su habilidad para que algo pase... un huracán, la caída de la bolsa de comercio, el terrorismo, la revolución, el surrealismo, un apagón de luces... que es algo distinto a la suma de las fuerzas vitales de cada cosa material considerada sola.  Junto a la fuerza vital de cada ente hay también una efectividad o agencia que es propia del agrupamiento como tal. Pero, la cosa es esta... como cada miembro del ensamblaje posee un pulso energético ligeramente fuera del ensamblaje, este nunca es un bloque solido, sino un colectivo abierto, una suma no totalizable con una vida finita.  Los miembros de un todo abierto nunca se funden en un cuerpo colectivo, sino que cada uno preserva algo de su propio ímpetu. La red eléctrica, dice Bennett, es un ejemplo típico de ensamblaje con su agrupamiento de  partes humanas... sociales, políticas, legales, lingüísticas...  y no humanas...electrones, arboles, fuego, plásticos, campos electromagnéticos...  suficientemente próximos y coordinados para producir diferentes efectos. El gran apagón del 2003, que afecto a Estados y Provincias de Estados Unidos y Canadá, muestra que siempre hay alguna fricción entre las diferentes partes  de un ensamblaje y en este caso la disonancia de las partes, humanas y no humanas, fue tan grande que la cooperación entre ellas se hizo imposible.  Lo que esto sugiere es que la agencia es algo que se distribuye a lo largo de un continuo. Aquí mas que  un agente detrás del apagón hubo un hacer y un efecto producido por un ensamblaje de humanos y no humanos, una unión de actuantes en donde la noción de culpabilidad no se ajusta muy bien. Es bien difícil precisar cual es la fuente de la agencia singular que hace que un evento particular ocurra.

 

¿Por qué ensamblaje y no estructura? Porque la noción de estructura  no reconoce lo suficiente  la fuerza de las cosas. Una estructura puede actuar solo negativamente, como una restricción en la agencia humana o pasivamente, como un trasfondo o contexto habilitante. La acción o agencia le pertenecen solo a los humanos aunque estos son constituidos socialmente, inmersos en un medio sociocultural y ecológico que define sus fines y limita sus acciones. La estructura no tiene agencia  propia, solo la efervescencia de la agencia del individuo  actuando solo o junto a otros. Las estructuras hacen una diferencia, pero ellas no son materia vibrante.  

 

¿Toda esta idea del ensamblaje significa abandonar la responsabilidad del individuo, de los funcionarios oficiales o de los lideres políticos? ¿Nadie es realmente culpable? La autonomía y la total responsabilidad moral parecieran hacer mutis por el foro cuando se enfatiza un ensamblaje de cosas, acciones  y seres humanos. Pareciera que la materia vibrante muestra al individuo como un ser incapaz de tener plena responsabilidad de sus acciones.  En un cierto sentido, dice Bennett, es cierto que una agencia  confederada atenúa la culpabilidad, pero esto no implica abandonar el proyecto de identificar las fuentes de los efectos dañinos.  Lo que hace es ampliar el radio de los lugares  en donde buscar por estas  fuentes. Los humanos y sus intenciones participan en los resultados finales, pero no son los únicos actuantes en un ensamblaje. La responsabilidad ética de un ser humano reside en su respuesta al ensamblaje en el que participa... ¿me separo de un ensamblaje cuya trayectoria puede ser dañina?

 

La furia moral y política es indispensable en un mundo en donde los lideres políticos gobiernan en el interés de la minoría económica  como lo mostro la furia francesa en contra de Macron. La furia, la rabia y el enojo no desaparecerán y, por supuesto,  no debieran desaparecer del campo social. Pero, solamente la condenación y el rechazo moral o político  no es suficiente. Necesitamos también  cultivar la habilidad para discernir las capacidades agenticas de un ensamblaje y producir, tal vez,  la guía apropiada para un mundo vital.

 

Nieves y Miro Fuenzalida