Sunday, August 25, 2019

La raza no existe… o tal vez si.



 ¿Realmente sabemos lo que la raza es? Para un creciente número de seres humanos la raza aparece como una ficción biológica  de la que hay que  deshacerse lo más rápido posible. Los grupos afectados por la discriminación racial han venido exigiendo que el concepto sea abandonado, eliminado del discurso público y expulsado de la medicina y la ciencia.   Y, sin embargo, a pesar de todas las promesas del Iluminismo humanista, obstinadamente la ficción de la raza continúa operando con toda su fuerza bruta persiguiendo, insultando, agrediendo, explotando y  oponiéndose al progreso en contra de  la discriminación. Uno podría preguntarse… si la raza es una ficción…  ¿por que es una constante preocupación para tantos  millones de seres humanos?  

 En las dos últimas décadas las discusiones se han concentrado en mostrar que  la raza no es una realidad biológica, de  que carece de características reales y objetivas y, en el fondo, es solo el producto de  una construcción social. Pero, paralela a esta discusión, también ha venido creciendo la idea de que la raza tiene un significado científico que, en una nueva dirección, distinta a la acostumbrada, contiene inesperadas  consecuencias practicas, farmacológicas, morales, económicas y políticas. Así por ejemplo, Richard A. Jones (Howard University) dice que si las enfermedades tienen diferentes etiologías en diferentes razas y si esta diferencia etiológica determina un énfasis racial diferencial en los actuales protocolos de investigación, entonces, hay razones importantes para que la raza no sea eliminada. Seria un error, dice, deshacerse de la noción de raza  solo porque las categorías raciales no calzan exactamente con procesos biológicos. Obviamente, también seria un error aceptar acriticamente las viejas clasificaciones raciales cuando desarrollamos  tratamientos médicos. La cuestión es  determinar como el significado social de raza puede afectar resultados biológicos tales como promedios de enfermedades cardiacas y neurológicas entre otras.  Enterrar el concepto de raza parecería ser la decisión correcta a corto plazo. En términos puramente pragmáticos la cosa pareciera ser diferente.

La mejor forma de entender las palabras es por el trabajo que realizan. Si una definición falla en lograr su propósito debiéramos  redefinirla.  En el esencialismo que corre de Aristóteles al Siglo de las Luces el mundo es dividido en cosas que se distinguen por la posesión de diferentes propiedades.  La diferencia esencial, según la mayoría de las tradiciones culturales hasta hace poco, ha sido la idea de que la propiedad esencial de la raza se encuentra en el color de la piel, a pesar de lo anti científica que esta definición pueda ser.  Por otro lado, si nos fijamos en su  sentido intensional, las palabras tienen diferentes significados de acuerdo a diferentes perspectivas. Para el sociólogo la raza puede ser un signo de como la sociedad esta organizada. El antropólogo puede interpretarla como formas de vida cultural y para el politólogo la raza puede aparecer como una relación jerárquica de poder y dominación. Si  el universalismo esencialista es extremo, el perpectivismo relativista amenaza la definición misma de raza. Entre uno y otro extremo perdemos la eficacia que el concepto pudiera tener. En el contexto de las luchas raciales, según los lideres progresistas, la palabra raza no es neutra y su función debería ser  la de reforzar  el aparato  político conceptual para servir a la aspiración de sociedades y comunidades  en el  logro de  un mundo democráticamente pluralista.  


Es cierto que, como resultado de las prácticas coloniales del modernismo y las políticas eugenesicas del siglo XX, el término raza ha adquirido hoy día tantas  connotaciones negativas que  ha perdido toda eficacia para denotar cualquier cosa. Los geneticistas y la mayoría de etnólogos y filósofos concuerdan que la raza carece de determinaciones biológicas fijas… ¿Por qué, entonces, alguien quisiera retener el concepto? Porque, según argumenta Richard  Jones, su reconceptualizacion  lo puede transformar en un instrumento de cambio.

El Proyecto del Genoma Humano ha problematizado la pretensión de encontrar el fundamento biológico para diferenciar las razas al revelar que  el 99.9% del DNA  de cada individuo que habita el planeta es idéntico. Las variaciones en altura, color de la piel o cualquiera otra característica están determinadas por una ínfima fracción del genoma y la variaciones genéticas dentro de grupos raciales son mayores que la que existen entre diferentes grupos. Compartimos el 98.4% de nuestros genes con los chimpancés, 95% con los perros y 74% con gusanos microscópicos. Lo que estos números indican es que  lo significativo no son los porcentajes de genes compartidos, sino como un ínfimo porcentaje de ellos  puede ejercer  tremendas diferencias funcionales. Muchos de los que trabajan en el desarrollo de drogas farmacéuticas argumentan que las investigaciones genómicas confirman diferencias significativas entre los diferentes grupos de la población humana. Ciertas encimas con menor actividad, por ejemplo, son mas frecuentes en la población china que en la población caucásica. Si los datos indican que ciertos grupos de la población humana difieren potencialmente en mayor o menor capacidad para responder bien, mal o no responder del todo a ciertas drogas, entonces es posible predecir estas  respuestas. El enfoque aquí, en lugar de ser acerca de la raza, es acerca de la creencia de que comunidades en particular poseen necesidades específicas de salud que tienen relacion con una base genética cuya investigación puede ser crucial en su tratamiento.

Ciertos teoricos negros sostienen la idea de que los argumentos ontológicos acerca de la raza debieran dar paso a los argumentos éticos y prácticos, a la cuestión de si es mas  peligroso que no, mas obscurantista que no, hablar de raza. Otros, en cambio, sostienen que mientras transitan el terreno racial de esta nueva centuria nunca han podido pensar en términos que no estuvieran racializados. Nuestra epistemología, metafísica o axiología, dicen, están altamente coloreadas. No importa cuantas veces nos digamos a nosotros mismos  que la raza ya no es una categoría biológica no podemos eliminarla de nuestra realidad. La cuestión es como mantener una definición de ella que este sujeta a una constante revisión para que sea materialmente eficaz en la eliminación de la subordinación racial. En lugar de imaginar la raza como un concepto fijo, dicen, debiéramos imaginarla como uno que se va modificando al igual que los de la ciencia experimental moderna.

Las definiciones de raza han variado en los últimos cuarenta años. En 1975 era común, según los diccionarios de la época, ver a la raza como una población geográfica local o una población global humana que se distingue, en mayor o menor medida, por características físicas genéticamente transmitidas. En 1987, en el “Webster Dictionary”,  se ve a la raza, en cambio, como cualquier división biológica mayor de la especie humana basada en el color y textura del cabello, color de la piel y los ojos y proporciones corporales, entre otras, para luego agregar que el termino ha adquirido connotaciones anticientíficas y seria mejor reemplazarlo en las descripciones por grupo o etnia.  Según Francois Ravenau hay siete factores que contribuyen a la definición de una minoría racial… biogenético, territorial, lingüístico, cultural, religioso, económico y político.  Si seguimos la dirección del último al primero los factores son cambiantes y asimilativos. Si seguimos la dirección inversa, del primero al último, los factores son resistentes al cambio y a la influencia de factores externos. La tensión entre ambas direcciones, entre cambio y permanencia es lo que alternativamente describe lo que el racismo, o  la raza en si misma, es o no es. Lo que Ravenau posibilita con esto es una visión racial  más pragmática. Es una invitación a ver las definiciones, los juicios, incluyendo los metafísicos,  como hipótesis que surgen en el contexto de situaciones específicas y que deben ser evaluadas según su eficacia para responder a estas situaciones. Cada juicio hipotético esta valoricamente teñido y, más frecuente que no, estos valores son políticos. Los supuestos acerca de lo que la raza es siempre  están pragmáticamente teñidos y esta  es una razón suficiente para someterlos a una constante revisión autocrítica capaz de disociar lo habitual de lo emergente.  

Después de un siglo de legislaciones, de interminables discusiones y  conferencias y miles de escritos nadie ha conseguido llegar a la sociedad pos racial. El término es difícil de eliminar y continuara formando parte de nuestra vida  por largo tiempo, tanto como el efecto opresivo de la realidad histórica política permanezca. Dada esta realidad el énfasis no debiera ser el de determinar el estatus  metafísico u ontológico del termino, sino el de  investigar las relaciones de subordinación y dominio a las que las razas están sujetas. Si aceptáramos, dice R. Jones, que la raza no existe, que es una ficción posmoderna… ¿Cómo podríamos oponernos a sus efectos opresivos?


Nieves y Miro  Fuenzalida

Sunday, August 18, 2019

Un papel secante


Seque
Las lluvias tristes
De
Las calles
Con
Un papel secante
Verde.
Plante
Semillas
De
Semaforos
En
Ellas
De
Tres colores.

Nieves.

Sunday, August 11, 2019

Menos gente


Somos parte de una inundación humana de mas de 7 700 millones de seres humanos. Por cientos de miles de años escasamente alcanzábamos unos pocos millones. Es solo en la generación de nuestros bisabuelos cuando la curva de crecimiento  se elevo casi verticalmente y nos empezamos a contar por billones. De acuerdo con los demógrafos de las Naciones Unidas, la verdadera explosión humana esta por venir... 11 billones para el 2100.  A este comienzo lento y termino rápido los demógrafos y ecologistas  lo llaman crecimiento exponencial. Hace ya mas de 200 años que Thomas Malthus sugirió que la población humana se expande exponencialmente en tanto que los recursos terrestres, de los que dependemos, permanecen fijos.  

Y, sin embargo, este crecimiento exponencial ya ha llegado a su fin, sea por la falla de los ecosistemas o por el rápido proceso de urbanización.

En 1980 apareció un libro con el titulo “Overshoot:The Ecological Basis of Revolutionary Change”  de William Catton en donde afirma que  la civilización industrial ha sembrado las semillas de su propia destrucción y el aparente dominio que la humanidad tiene sobre la biosfera es solo el preludio de su declinación. Y no ha estado solo en su predicción. Muchos otros han  advertido, o al menos  insinuado, acerca de la inevitable disminución de la población humana, no en un futuro lejano, sino dentro de los próximos 30 años. Esto podría ser la madre de todas las crisis económicas. El crecimiento de la población humana ha sido la piedra angular del auge económico en sector tras sector, especialmente para las industrias basadas en la energía fósil. Por esta razón la elite política vio el súbito incremento de la población humana  como un factor positivo para el crecimiento económico. Mientras mas gente haya mas se consume, por tanto mas se produce y mientras mas se produce mas trabajos hay.  El crecimiento es bueno y debe conseguirse a cualquier costo.

Lo paradójico de todo esto es que el auge  ocasiona la crisis. La revista “The Economist” de Julio  del 2001 hacia notar que no es coincidencia que las mas profundas y prolongadas recesiones en los últimos decenios  han tenido lugar en países que han experimentado auges económicos.  Y el científico Kevin Anderson, por su parte, advierte que si  lanzamos suficiente combustible fósil capaz de elevar la temperatura atmosférica  en 4C, solo medio billón de seres humanos podrían sobrevivir. Pienso, dice, que es extremadamente improbable que no tengamos muertes masivas con 4C. Si llegáramos a tener, digamos, una población de 9 billones en el 2050 y la temperatura subiera a  4C o 6C sin lugar a dudas nos quedaríamos  solo con medio billón de sobrevivientes.

Como notan los analistas canadienses Darrell Bricker y John Ibbitson el efecto de esta declinación de la población humana se sentiría en todos los ámbitos, desde el ecológico al económico. Causaría la perdida de la masa consumidora para cada negocio e industria, desde el turismo a la venta de casas y edificios. Irónicamente  en ese momento el consumo masivo de la energía fósil tocaría fondo. Una catástrofe económica sin comparación.  Y todo esto esta dentro de nuestro horizonte de posibilidades. Incluso, si con 4C solo desaparecieran 2 o 3 billones bastaría para poner el crecimiento económico en marcha atrás. 

Ahora, si nada de esto ocurriera, si ingenuamente creyéramos que  vamos a estabilizar la temperatura en menos de 2C, todavía tendríamos  que contar con la declinación de la población mundial. Según las Naciones Unidas  en el 2017 la población mundial alcanzo 7.6 billones. En el 2050 el numero llegara a 9.8 billones y para el 2100 alcanzaremos a la impresionante cifra de 11.2 billones. Estos mismos demógrafos, sin embargo, reconocen que estas predicciones pueden estar equivocadas. Si la fertilidad global durante la centuria  sobrepasara el promedio en 0.5, es decir, si las mujeres dieran nacimiento a medio bebé  mas de lo predicho, la población mundial  llegaría a casi 17 billones en el 2100 ¿cómo seria posible alimentar y ubicar a tal cantidad de seres humanos? Para ello necesitaríamos dos planetas. Pero, el asunto, sin embargo,  es que también hay un tercer escenario, denominado variante baja, según el cual  los humanos  van a producir medio bebe menos de lo esperado lo que va a provocar la caída de las tasas de fertilidad, no solo en los países desarrollados, sino también en los países en desarrollo. En tal caso, la población mundial alcanzaría su cenit de 8.5 billones alrededor del 2050 para luego empezar a declinar rápidamente, de tal manera que para el fin de la centuria  la población  mundial seria solo de 7 billones para luego continuar disminuyendo. En vez de crecer, disminuiría.

 ¿Cual de estas tres variante es la mas probable? Según el investigador noruego Jorgen Randers el crecimiento poblacional alcanzara su máximo en el 2040 para luego empezar a declinar. La razón, dice, es que las mujeres en los países en desarrollo  emigran a los centros urbanos en donde no tiene sentido tener una familia numerosa. Según “The Economist” las proyecciones de la  ONU fallaron en predecir la espectacular declinación de nacimientos en Bangladesh o Irán desde 1980 en donde aproximadamente la fertilidad disminuyo de un promedio de 6 hijos por familia a 2.  Lo mismo ocurrirá con sus predicciones para el fin de siglo. Su modelo se basa en lo que ha ocurrido en el pasado. Lo que hoy ocurre, es bien diferente.

El Modelo de Transición Demográfico fue desarrollado en 1929 y contiene cuatro etapas. La cuarta, que es la final, anticipa un mundo en el que la expectativa de vida es alta y el promedio de fertilidad bajo, lo suficiente para sostener la población... 2.1 bebe por madre. Pero, al final, nos encontramos con una inesperada quinta etapa en donde la expectativa de vida lentamente continua aumentando y el promedio de fertilidad continua declinando por debajo del promedio de reemplazo, lo que eventualmente lleva a la disminución de la población. Casi la totalidad del mundo con economías desarrolladas se encuentran en esta etapa. En los años 70s del siglo pasado el promedio de fertilidad, en estos lugares, cayo por debajo de 2.1 lo que constituye un cambio global  sorprendente. La causa  es el aumento de la urbanización y el mayor control que las mujeres ejercen sobre sus cuerpos. La píldora y el aborto revolucionaron  la sexualidad  y  hoy se puede tener sexo sin temor al embarazo. La consecuencia es la continua caída de la fertilidad. En España, por ejemplo, el promedio de fertilidad es 1.3, muy por debajo del promedio de reproducción y en el 2012 su población empezó a declinar, a pesar de la expectativa de vida que es de 82.5 años.  Las autoridades españolas estiman que habrá 1 millón de personas menos en esta década y solo 5.6 millones en el 2080.  La mayor parte de los países europeos, especialmente los que limitan la inmigración, se encuentran  en la misma situación. Y no solo Europa. La población de Japón declinara en un 25% en los próximos 30 años, al igual que Corea y Singapur. Canadá y EU, están en mejor situación debido a su política de inmigración, a pesar de que en EU esta política esta en peligro con  la nueva administración del presidente Trump.

Esta declinación también ha empezado a ocurrir en otras partes del mundo. China e India están en 2.1 y América Latina 2.0 por debajo del promedio de reemplazo. Chile, Colombia y Brasil 1.8, Bolivia 2.8, México 2.3. Asia oriental y el pacifico  1.8. Malasia 2.1, Tailandia 1.5. Todavía el promedio es alto en Africa con 4.8 y el Medio Oriente con 2.8. Nigeria 7.4, Malawi 4.9, Gana 4.2, Afganistán 5.3, Irak 4.6  y Egipto 3.4. Pero, todos ellos, sin excepción, comparten con los países de baja fertilidad  el hecho de que el promedio de nacimientos esta bajando. En ninguna parte esta subiendo. Según Ibbitson y Bricker la urbanización cambia los cálculos económicos en tener mas hijos y le proporciona a la mujer mayor educación  y control sobre sus decisiones. Otros factores, dicen, son la  disminución de la influencia familiar, la declinación del poder de la religión y la relativa emancipación de la mujer, aunque el poder del hombre sobre el cuerpo femenino todavía nos ronda. En las encuestas de Gallup Poll, entre el 2008 y 2015, por ejemplo, se pregunto si uno se sentía religioso o no. En Malawi y Nigeria, países con el mayor promedio de fertilidad,  el 99% respondieron que “si”. Pero, solo el 39% respondió “si” en España  que esta considerado uno de los países menos religiosos del mundo. Esta es una interesante correlación... cuando el poder de la Iglesia Católica colapsa, como en España, Quebec e Irlanda, pasan rápidamente de una relativamente alta fertilidad a una relativamente baja fertilidad. Urbanización, la emancipación de la mujer y la caída de la fertilidad son fenómenos universales, aunque cada región procede con diferente paso, dependiendo de las características de la cultura local. La muerte negra, la flu española,  las masacres de la colonización o las guerras han causado en el pasado el colapso de la población. Esta vez es diferente. La declinación será lenta y deliberada. Cada año habrá menos gente que el año anterior, año, tras año, tras año.

Según el xenofóbico primer ministro Viktor Orban cada migrante representa una seguridad publica y un riesgo de terrorismo. Hungría no necesita ni siquiera un solo inmigrante para que su economía funcione o para que la población se sostenga por si misma o para que el país tenga un futuro... ¿Realmente?  Hungría tiene una población de menos de 10 millones y esta disminuyendo en 30 mil personas cada año y envejeciendo rápidamente. Si el aumento de la población ha energizado la economía en sector, tras sector, como dicen los economistas,  lo mas probable es que su disminución producirá una caída de la producción. Y todo el sistema capitalista se sostiene gracias a este crecimiento  permanente. Esta caída, después de todo, no estaría mal. Y lo mismo en el resto de los países desarrollados que tratan a los inmigrantes con sospecha, hostilidad y rechazo. La construcción de murallas es la expresión mas obvia del racismo blanco. Y sin embargo, si un país quiere estabilizar su población y mantener su economía, la inmigración es la respuesta. No hay otra forma.


Nieves y Miro Fuenzalida

Sunday, August 4, 2019

Un pedazo de tiempo



Yo,
Pedazo de tiempo antiguo,
Siembro
Sonrisas
En
Los surcos
De
Mis arrugas
Que
Riego
Con
La manguera
Verde
De
Mis lagrimas.

Nieves.