Thursday, September 19, 2013

La muerte del robin



                     Estaba esta mañana al alba… tomando mi vaso de leche… con mi tostada envuelta en mantequilla y mermelada… yami…yami…cuando siento un choque feroz en la ventana vidriante de la cocina…y al mirar…lo vi tendido…con su pecho rojo… con sus alas todavía tibias…con su amarilla boca donde un hilillo de sangre se desparramaba locamente… como aquellos ríos de Septiembre del 73… con su cuello erguido quebrado… con sus ojos grandes abiertos… Y al mirar su muerte… me vinieron en forma desbordante palabras de miedo… Su muerte no era aséptica… su sangre roja cubría mi puerta azul… Mire su muerte… yo era el otro… No era mi muerte… sino la del otro…Pero mañana, pensé…también será la mía…Yo también chocare con el vidrio de una puerta azul… Sufriré?... Sufrirá el que será el otro ?... El dolor que siento al mirar ese cuerpo, que solo hace un fragmento de tiempo atrás…se movía graciosa y suavemente en los patios de Ottawa… comía gusanos que iba encontrando en el verde pasto químicamente trabajado… cantaba sus sinfonías mozardianas… Lo sentirá el otro ?... La muerte es solo del que muere ?... Se debe tapar-esconder-negar ?... Se prohíbe ver la carne sin color  ya?... Y que pasa con la empaquetada de los supermercados… aquella por la cual saliva el carnívoro?...  Ahora comprendo porque pintan a los muertos… Hace pocos segundos o minutos… no se… hice un hoyo en la tierra morena… lo acosté… le di mi beso final… lo cubrí con la tierra que ya no era morena…encima le puse la rojez de un climatiz. De mi jardín…lo regué con mis lágrimas de animal humano… El robin me mostró… una vez mas… este Martes… la muerte!!!

Nieves.
                                                                            Un Junio de 2002

Saturday, September 14, 2013

El Poder de la Corporación.


Después de un siglo y medio de su nacimiento, la corporación comercial moderna, una persona artificial hecha a la imagen de un narcisista compulsivo,  busca rehacer al individuo de acuerdo a su propia figura. Desde el punto de vista de la corporación el ciudadano ideal es un consumidor insanamente insaciable guiado por un interés psico-patologico.

Según algunos personeros del mundo de los negocios..."en las ultimas tres décadas ha habido una transferencia de la autoridad del gobierno a las corporaciones y estas necesitan asumir esa responsabilidad, realmente necesitan conducirse como ciudadanos corporativos del mundo... necesitan respetar las comunidades en las que operan y  asumir la auto-disciplina que en el pasado el gobierno les exigía" (Swam Gibara). Por supuesto que necesitan hacer todo esto. Pero... ¿como, de acuerdo con su diseño legal contenido en cientos de leyes a través del mundo, esto podría ser posible? Milton Friedman decía que la corporación es propiedad de los accionistas. Su interés, es el interés de estos últimos. Mas allá de esto, no debiera gastar el dinero de los accionistas en operaciones que pudieran considerarse socialmente responsables, pero que no aumentan la ganancia. Solo existe una responsabilidad social para los ejecutivos de una corporación... hacer tanto dinero para sus accionistas como sea posible. Este es su imperativo moral. Aquellos ejecutivos que eligen objetivos sociales y ambientales por sobre la gerencia, que tratan de actuar moralmente son, en el hecho, inmorales...A pesar de que esta visión no es compartida universalmente, especialmente por hombres de negocios mas sofisticados, en la practica, dice Debora Spar, profesora de la Escuela de Negocios  de Harvard, ella permanece... las corporaciones, agrega, no son instituciones creadas para ser entidades morales. Ellas son instituciones que tienen solo una misión y esta es la de aumentar el valor de las acciones. Las corporaciones son creaciones legales definidas por propósitos legales. La ley dicta lo que sus directores y ejecutivos  puedan hacer o lo que no puedan hacer. En EEUU y otros países industrializados, en tanto entidades creadas por la ley, esta obliga a sus lideres a darle prioridad a los intereses de la compañía y a sus accionistas por sobre toda otra consideración y les prohíbe ser socialmente responsables, a lo menos, genuinamente... Este principio legal, conocido como "el mejor interés de la corporación", fue establecido en el juicio entre Dodge versus  Ford en 1916. Esta norma, dice J. Bakan, forma parte de la cultura corporativa. La expectativa de los inversionistas, sean estos instituciones o individuos, es la de asegurarse que la fuerza dirigente es la producción y retorno de ganancias y no la acción filantrópica que pueda disminuir las perspectivas financieras.

 Millones de seres humanos mueren cada año de enfermedades que no tienen tratamiento porque las drogas necesarias para su curación no son comercialmente valiosas. La retórica benevolente y las acciones socialmente responsables crean imágenes corporativas atractivas y, en ocasiones, algún beneficio en el mundo. Pero ello no cambia la naturaleza institucional de la corporación que es su compromiso irrenunciable al auto-interés..."la caridad, en tanto tal, no tiene lugar en la mesa de directores. Hay, sin embargo, un cierto tipo de caridad que produce beneficio económico al que la practica y es solo en esa medida, una medida no muy filantrópica, que la caridad puede tener un lugar en la mesa, pero no por otro propósito" (Lord Bowen, juez en el caso Hutton versus West Cork Railway Company, siglo XIX). Este auto-interés desenfrenado victimiza tanto al individuo como a la sociedad e, incluso, en ocasiones, a los mismos accionistas, cuando es liberado de los constreñimientos legales gracias a la de-regulación y la transferencia de la   autoridad  que logra con la privatización.      .                                                                                            .

 Al igual que una criatura sicopática, la corporación no puede reconocer y actuar en base a razones morales para limitar el daño que pueda hacerle a otros. Nada en su diseño legal la constriñe en la persecución de sus fines egoístas cuando el beneficio que obtiene es mayor que el costo. Solo consideraciones pragmáticas y legales controlan su instinto rapaz, a pesar de que en muchas ocasiones estas no son suficientes para impedir que destruya vidas, dañe comunidades y ponga en peligro al planeta entero. La corporación considera este daño aceptable porque es una consecuencia inevitable de su actividad productiva. En jerga técnica se conoce como "externalizaciones". De acuerdo con M.Friedman "estas son el efecto de una transacción en un tercero que no ha consentido ni ha participado en la ejecución de esa transacción". Estos efectos pueden ser positivos, tales como la creación de trabajos y productos. Pero, en última instancia, la compulsión corporativa a externalizar sus costos es la raíz de la mayor parte de los problemas sociales y ambientales. El sistema regulador impone límites legales a lo que las corporaciones y sus ejecutivos puedan hacer y castiga a aquellos que violan estos límites. En teoría, estos evitan las conductas socialmente irresponsables. Pero, como muchas otras teorías, esta tiene muy poca relacion con la realidad. Las ilegalidades corporativas las podemos encontrar a través de toda la economía. La compañía "General Electric", por ejemplo, de acuerdo con "Multination Monitor", incurrió en 42 transgresiones legales mayores entre 1990 y el 2001.  Y el 67 por ciento de la industria de la moda no cumple con los estándares locales. Cuando los ejecutivos de una compañía deciden cumplir o quebrar la ley actúan racionalmente y basan sus decisiones en la efectividad económica. Según Bruce Welling, profesor de leyes, una actividad prohibida no deja de ser ejecutada simplemente por el temor a una multa. Lo que importa considerar es si la ganancia es mayor que la multa multiplicada por la probabilidad de ser descubierto y sentenciado.  El monto de las multas no es en si mismo una razón suficiente para no incurrir en una acción ilegal. Si la corporación es condenada y multada la experiencia servirá para que en la próxima ocasión cubra sus huellas mucho mejor. Ninguna de ellas esta exenta de esta lógica. Robert Monk, uno de los hombres de negocios mas influyente en América, dice que no es cuestión de malevolencia o mala voluntad. La empresa tiene dentro de ella, en la misma forma en que el tiburón tiene dentro de él, aquellas características que la capacitan para hacer lo que esta programada a hacer. La dificultad con la entidad corporativa es que posee una dinámica que no toma en cuenta a la gente de carne y hueso que forma el mundo en el que existe. En nuestra búsqueda de riqueza  y de prosperidad hemos creado algo que eventualmente nos destruirá. La gente que dirige la corporación, en su mayor parte, es gente buena, con estándares morales personales como cualquier otro. Pero el dinero que ellos manejan e invierten no les pertenece. No lo pueden usar para curar al enfermo, conservar el ambiente o alimentar al hambriento. Su deber como ejecutivo es poner el interés de la corporación por encima de cualquier otro. No importa cuan idealistas sean sus intenciones, sus decisiones deben orientarse primariamente al servicio de la compañía y al interés de sus dueños.

El egoísmo y los deseos materiales son, obviamente, parte de nuestro ser. Pero no todo nuestro ser. La cuestión es... podemos basar completamente un sistema económico en los rasgos que el neo-liberalismo ha elevado a  categorías fundamentales? Desde el punto de vista publico tenemos que preguntarnos que tipo de sociedad  creamos cuando ponemos a las corporaciones encargadas de la dirección de la sociedad... instituciones que definen lo que somos, lo que nos une y lo que nos capacita para sobrevivir con cierta seguridad. Hasta el momento han fracasado y, la verdad, han empeorado algunos de los problemas mas urgentes del mundo... pobreza, explotación social, guerras, destrucción ambiental y salud publica.

 Una de las fantasías democráticas es la idea de que todos los ciudadanos, todos los individuos son iguales, a lo menos, en la esfera política. Cada uno posee un voto independientemente de su riqueza o posición social, signicando con ello que en relacion a las corporaciones cada ciudadano tiene el mismo derecho a participar en como estas poderosas instituciones deben conducirse. El traspaso de  la regulación de las corporaciones, del gobierno al mercado, inmuniza a estas de los efectos de la participación ciudadana en el proceso político y deja el control a una institución en donde un dólar, y no una persona, equivale a un voto. Cuando transferimos el poder al mercado creamos una asimetría total entre el más humilde y el más poderoso.  Es este ultimo el que concentra un poder tan inmenso que, literalmente, puede aplastar al primero. Esta es una de las razones históricas de que el mercado necesite ser regulado para detener el daño y la explotación ejercida por las corporaciones.

Las organizaciones no gubernamentales pueden complementar el proceso democrático y proveer educación e información que nos capacita para promover leyes gubernamentales, pero no pueden reemplazarlo. Es la aprobación  de estas leyes lo que debe ser su ultimo objetivo, que es el de forzar a las compañías a internalizar sus costos. Si es cierto que la regulación incrementa los costos comparados con la de-regulación que genera mayores ganancias, beneficia al consumidor con precios mas bajos y ahorra dinero al gobierno y a los contribuyentes, no es menos cierto también que, mayormente, lo que se ahorra reaparece con venganza en otro lugar. En realidad, la de-regulación es una forma de de-democratización ya que le niega al pueblo, que actúa a través de sus representantes, el único instrumento oficial que posee para controlar la conducta corporativa.  No podemos decir que haya democracia real en un sistema que confía mayormente en las fuerzas del mercado y en las organizaciones no gubernamentales para promover responsabilidad social corporativa.

Las corporaciones no son instituciones democráticas. Sus directores y ejecutivos no le dan cuenta a nadie, a excepción de los accionistas que los emplean. Los gobiernos democráticos, a pesar de todas sus limitaciones,  son responsables ante  la sociedad en general. Como dice Chomsky, cualquiera que sea la opinión que uno tenga del gobierno  este responde, en una medida limitada, públicamente. Una de las razones de porque la propaganda trata de hacernos odiar al gobierno es porque es la única organización existente en la cual es posible participar en alguna medida y limitar la irresponsabilidad de poderes tiránicos.

Sin el Estado la corporación no es nada, por lo que es un error pensar que si esta es fuerte y poderosa el Estado es débil. La transferencia de poder implica que la globalización económica y la des-regulación han disminuido el poder del Estado para proteger el interés publico, pero al mismo tiempo, han reforzado su poder para promover el interés de la corporación. El poder estatal no ha disminuido,  solo ha sido re-distribuido. La des-regulación no disminuye la participación del Estado en el mercado. Solo cambia su naturaleza. El problema que las corporaciones hoy plantean es uno de los más difíciles y urgentes de nuestro tiempos y su solución no es fácil. Un futuro libre de la explotación, del egoísmo y de la capacidad destructiva  de estas instituciones clasistas era el sueño revolucionario. Hoy nos hemos quedado, momentáneamente, sin modelo para su implementación.  

Nieves y Miro Fuenzalida.
Ottawa, Junio 2006.

Thursday, September 12, 2013

Eco




Permíteme contarte una historia, o mejor dicho un cuento de un nómada vagabundo que llego a los bordes de una aldea cuyos habitantes estaban compuestos de ecos. Lo que el nómada vio fueron cuerpos sonoros resonando infinitamente entre ellos. Susurrantes quejidos que en la noche  se volvían risas tan pronto como rebotaban en el solitario precipicio. Sonidos alimentándose de sonidos. Caminares tartamudos a través de las avenidas de los parques.  Aglomeración de sonidos quejumbrosos transformándose en bandas, hordas, furias y enjambres...  apoderándose del silencio de la noche con sus gritos escalofriantes... gemidos de staccatos perforantes embrujando las profundidades del alma. Con cada paso, el zumbido de las abejas proustianas  se recogían   en  su  mente  para  jugar con los ecos de su pensamiento... Un pensamiento tan distante que sus contornos malamente podían ser  repetidos. A través de ritmos cascadiantes, el pensamiento emergió simbióticamente  del  zumbido que sacudía  el polvo de su cara. Una cara gastada por el tiempo... cuyas arrugas se erguían como monumentos. Esos ojos, que habían vislumbrado millones de espectáculos permanecieron silenciosos. Un pensamiento se descolgaba del tiempo...  en tanto un eco nacía.

Ariel.

Jul/01

Monday, September 9, 2013

El principe y la sirena.







Nadando entremedio de las olas gigantes de sus adolescencias se encontraron…
          él era un príncipe del mar… y ella una sirena de escamas doradas y de trenzas
largas encintadas con corales naranjas… Tenia él un perfume mágico encerrado
en su cuerpo que se expandía por los lugares que pasaba… las verdes algas
marinas suspiraban si lo olían… cantaban y se mecían en una ronda llena de
energías… Se encontraban todos los días en una roca donde caían pedazos de sol… donde se prometían océanos inmensos con muchas estrellas de mar… mientras se besaban en el escritorio del tiempo que la roca sostenía para que no se hundieran repentinamente en el abismo de la nada acuosa… El amor estaba encerrada en los
ojos de cada uno… cuyos iris se achicaban para que pasara la magia amorosa de uno
a otro… Un día cayo un misil en la roca… y les borro la vida.

Nieves.
Sábado 14 de Febrero de 2009.

Saturday, September 7, 2013

El Tiempo Sonrie




 El tiempo   sonríe disimuladamente de las absurdidades de la vida...  asir  un pasado que nunca fue y un futuro que tal vez nunca será. Nuestras mentes fusionan pensamientos cuyas capas crecen como cortezas... gestos de un pasado encarnado en los hábitos de la carne que terminan en una región en donde los senderos bordean con la fantasía y los recuerdos se desvanecen como huellas en el oleaje. Vivimos en el margen… siempre escabullendo y resbalando dentro del abismo de nuestra propia creación… dentro de una existencia fantástica que se ubica en algún lugar entre lo que el idealista  llama "representación" y el realista llama "cosa"… Es el sendero espumeante en  la cúspide del flujo.


 Ariel

Dic./00.

Tuesday, September 3, 2013

El yo y la conciencia cósmica.



 A finales del siglo la  industria cultural  del movimiento“New Age” y “Neo Pagano” hace sentir su presencia en el mundo de los libros, la prensa y el Internet. Prácticas medicinales holisticas, terapias  de hierbas, curación psíquica,  masajes, meditación,  yoga, ayunos, el futuro de acuerdo al Tarot,  I Ching  y viajes astrales prometen  una vida más espiritual, pacifica, tolerante y  saludable. La mezcla a medio digerir de creencias espirituales de diferentes culturas como el Budismo Tibetano, Hinduismo, Taoismo,  Practicas Indígenas, Astrología, Teosofía o Hermetismo se ofrece como el camino a estados superiores de conciencia y transformación social que en el futuro próximo inaugurara una era de verdadera conciencia espiritual. Lo que una vez solo encontrábamos en los rincones polvorientos de  librerías de ocultismo  hoy día se encuentra disponible en  versión popular en kioscos de diarios, súper mercados y en la punta de nuestros dedos. A comienzos de siglo el movimiento alcanza su cima y  la industria  del “New Age”, solo en Estados Unidos, tenía ya  un valor de 10 a 14 billones de dólares.

Una creencia bastante común  dentro del movimiento “New Age” es la de que el camino a estados superiores de conciencia requiere la liberación  de la mente. Algunos vestigios de esta idea los encontramos en las filosofías orientales, especialmente en el Budismo, pero su atracción en  occidente, pensamos, tiene más que ver con la revolución sicodélica de los 60s  que con ninguna otra cosa. “Abre tu mente y deja que el yo desaparezca”. “Sintonízate  con el ritmo del Universo y tu cuerpo lo seguirá”. La idea clave en toda esta narrativa, hasta hoy,  es la de la pérdida del ego, su disolución  en beneficio de una realidad más amplia. El ego, dicen, es  una ilusión poderosa que existe en nosotros y crea la apariencia de separación con el todo. Un fantasma que controla nuestra vida y que impide el conocimiento de nuestra verdadera naturaleza. Y para confirmarlo les gusta citar al monje tibetano Sogyal Rimpoche…“Dos personas han estado viviendo contigo toda tu vida. Una es tu ego, charlatán, exigente, histérico, calculador, egoísta. La otra es tu ser espiritual oculto a cuya sabiduría raramente  le haces  caso o escuchas”. Cuando transcendemos la ilusión del ego y dejamos atrás el narcisismo accedemos a los aspectos más altos de nosotros mismos y empezamos a vivir de acuerdo con la conciencia cósmica.  Según Richard  Bucke, un psicólogo canadiense de mediados del  siglo XIX, el término conciencia cósmica  indica la interconexión y presencia viva del Universo opuesta a la idea de materia inerte. La experiencia  de la conciencia cósmica, dice Deepak Chopra, uno de los mas populares exponentes del “New Age”, revela  que uno no es cuerpo y alma, que solo se dan en el ambito del cambio, sino un espíritu o naturaleza eterna que trasciende el espacio y el tiempo. Y para “The Arcanum”, una publicación que sigue la tradición hermética, la conciencia cósmica es un estado superior  de iluminación que esta más allá del yo y la auto conciencia.

En otras palabras, si el  ego no existe  tenemos que aprender a desprendernos de su  ilusión  para  vivir de acuerdo a nuestra verdadera naturaleza. Si el ego es real, entonces  tenemos que dejarlo atrás en el camino al alumbramiento.  En ambos casos el ego es un estorbo del cual hay que desprenderse.

Para Descartes el asunto es bien diferente. Cuando el sometió a la duda sistemática a  todo lo que existe  se quedo solo con  una realidad, una sola  verdad  de la que era imposible dudar… la duda misma. Este es el límite último de toda posible duda ¿Por qué? Porque puedo dudar de la existencia de esta computadora, pero no puedo dudar de que dudo de su existencia. Aquí la duda se tropieza consigo misma y se aniquila. Dicho de otra manera, la duda es posible a cambio de no tocarse a si misma. Entonces,  
la cosa es esta… dudar es parecerme a mi que algo es problemático y parecerme a mi algo y pensarlo son  la misma cosa. Por tanto, la duda es un pensamiento. Para dudar  o negar de la existencia de un pensamiento tengo que pensar este pensamiento y al pensarlo lo realizo ¿Y quien lo piensa? Yo. Un yo pensante que se genera a si mismo. La afirmación “Yo pienso, luego yo existo” es tan cierta que dudar de su veracidad  es imposible. Según  Descartes, no podemos dudar de la existencia del yo porque en el mero acto de dudar el yo este se declara a si mismo. “Dudo de que yo existo” solo puede ser pensado si hay un “Yo” que formula la duda.  Si aceptamos el razonamiento cartesiano, entonces  la idea de que el yo es una mera ilusión es totalmente falsa.

El argumento de Descartes es sólido aunque no libre de dificultades… “Pienso, luego yo existo”… ¿Realmente? Piensa otra vez..

El problema, como sus críticos han demostrado,  es que el presume mas de lo que el argumento permite. Cuando pensamos, lo único cierto es que  hay pensamiento, pero  no, necesariamente,  un yo real. Según el filosofo escocés David Hume un simple acto de introspección muestra la imposibilidad de encontrar el yo.  Lo que si encontramos son pensamientos, recuerdos  y sentimientos particulares y no un yo que los esta teniendo. El yo no es una entidad  singular, una sustancia,  que tiene pensamientos y sentimientos, sino que es la  colección de pensamientos y sentimientos que se inter conectan a si mismos. Curiosamente, el Budismo también habla de componentes en su visión del “no yo”. El ser individual esta compuesto de cinco factores que son la forma física del cuerpo, los sentimientos, las percepciones, las formaciones mentales y la conciencia. Sister Vajira, un contemporáneo del Buda, compara el yo con una carreta.  Solo podemos hablar propiamente de una carreta, dice, cuando todas las diferentes partes que la constituyen  se conectan entre si. Una carreta es simplemente sus partes  dispuestas de una manera apropiada. No podemos hablar de un carro que exista separado o  arriba de las partes que lo componen. En la misma forma, lo que llamamos yo es solo los cinco componentes apropiadamente dispuestos. No hay un  yo sustancial que exista aparte de ellos.

De acuerdo con estos  razonamientos difícilmente podríamos decir que el yo es una mera ilusión.  La analogía de la carreta  no dice que la carreta es una ilusión. El que no sea más que la suma  de sus partes no significa que esta suma  no exista.  Si la carreta es la suma de sus partes, entonces, mientras la conexión de  partes exista  la carreta  existe. La única ilusión seria creer que la carreta es algo diferente a la colección de partes que la componen. Igualmente, en el único sentido en el que el yo pudiera aparecer  como una ilusión seria  pensarlo como una entidad separada que existe independientemente del cuerpo, el pensamiento o los sentimientos que lo componen.

Si este es el único sentido en que podemos hablar de la existencia del yo como una  ilusión, entonces no es suficiente  para justificar la creencia de que para lograr un estado de desarrollo superior tenemos  que desprendernos de el. En el ejemplo budista sabemos que la carreta es solo la correlación de sus partes, pero este saber no nos autoriza a pensar que deberíamos desmantelar esta correlación  para que la carreta posea una forma de existencia más verdadera. Si el yo es producto del funcionamiento apropiado  del cuerpo y el cerebro de donde  surgen los  pensamientos, sensaciones y emociones y recuerdos, entonces no hay razón para creer que podemos tener una vida mas autentica si lo disolvemos en  nuestro viaje hacia estados  espirituales superiores.  Es cierto que  la trampa del egocentrismo nos condena  a un mundo inmensamente más limitado y odioso que  el  de una vida  menos preocupada de si misma. Pero esto, a lo más, implica remover  obstáculos mentales que impiden llevar una existencia productiva y no la disolución del ego.

Perder el sentido del yo lleva a la experiencia de la unidad con el universo. Si perdemos nuestra individualidad nos sentiremos parte del gran todo que es la existencia  ¿No es esta idea falta de sentido? Si uno durante la meditación o  la experiencia mística pierde el sentido de la si mismidad  no podría reportar ningún sentimiento de unidad con el universo. Al final de la experiencia meditativa o mística lo único que uno estaría reportando seria haber perdido toda sensación conciente, algo así como estar volviendo de la anestesia. Cualquier sentimiento o experiencia transpersonal que reportemos  tiene que haberse dado en un yo, de lo contrario  no habría experiencia de ningún tipo que reportar.  

Si descontamos el obvio  interés comercial de algunos promotores del movimiento “New Age” hay mucha gente que sigue sus prácticas creyendo en una vida menos egoísta si se desprenden del  ego. Una vida más pacifica, contenta y harmónica. Lo paradójico es  que, lejos  de perder el ego,  ellos solo  entran en otra forma de auto gratificación. Puede que sea una vida menos materialista y menos dañina al  centrarse principalmente en  el estado de lo que ellos llaman alma. Pero, así y todo, sigue siendo una vida guiada por el auto interés ¿Cierto?  Lo que  importa, según sus practicantes,  es como somos interiormente, como satisfacemos nuestro ego con un discurso espiritual y no como eliminarlo.

¿Cómo uno navega en el mercado de las ideas y creencias sin perderse en el desorden de su multiplicidad? No hay mejor criterio para evaluar  las ideas que la argumentación y critica  racional que no toma ninguna cosa por segura. Si un argumento es defectuoso puede mostrarse de que manera lo  es. Si durante una experiencia meditativa sentimos ser uno con el universo no significa que lo seamos. Lo que no debemos perder de vista aquí es el hecho de que lo que reportamos son estados subjetivos y no cuestiones de hechos. Cuando alguien reclama que la experiencia mística no puede ser expresada en palabras lo que queda es la fe y frente a la fe no queda nada por decir.

Una de las ideas más básicas que hoy día tenemos es la de que somos animales físicos  que no podemos sobrevivir la muerte de nuestro cerebro. La evidencia empírica proviene de ciencias tan dispares como la antropología, arqueología, biología, química y neurología.  De acuerdo con las ciencias genéticas compartimos el 98.4% de nuestros genes con los chimpancés, 95% con los perros y 74% con gusanos microscópicos. Si esta es una cuestión  elemental, entonces   no hay razón para suponer que nuestra personalidad depende de otras fuerzas o principios misteriosos que cuelga del cielo ¿Podría uno decir que viejas religiones y creencias carentes de evidencia, creadas miles de años atrás cuando nada se sabía acerca del funcionamiento del sistema nervioso,  serian  mejores alternativas al pensamiento moderno?

Nieves y Miro Fuenzalida.
Ottawa, Marzo 2013