Sunday, February 25, 2018

Una foto



Tú muestras una foto de cuando eras pequeño y con cierto orgullo dices “ese soy yo”… ¿Realmente?  ¿Y cómo sabes que el  pequeño y tu son la misma persona? Por supuesto que somos la misma persona. No faltaba más. Bueno, si así lo crees  ¿Qué es, entonces, lo que hace que la figura de la foto  sea el mismo adulto que hoy la mira? ¿Que es lo que persiste en el y tu a través del tiempo?

Una de nuestras  respuestas más comunes con la que siempre nos topamos es la creencia de que cada uno es un sujeto individual único y diferente de los otros gracias a la posesión de una identidad propia que se mantiene en el tiempo a pesar de todos los cambios que experimentamos. La evidencia que las instituciones sociales usan para determinar la identidad,  por ejemplo, son las huellas digitales. Pero, si pierdo mis manos  ¿pierdo mi identidad? La investigación y desarrollo tecnológico nos provee con una nueva evidencia… el ADN. Ahora el neuro- biólogo nos muestra una formula genómica y dice… “esto eres tu”. Y es aquí donde me encuentro a mi mismo objetivamente. Observando mi propia  objetividad. El problema, teóricamente hablando, es… ¿Quién es ese que observa objetivamente eso que  yo soy?

Esta es la pregunta por el sentido de  la si mismidad. Clásicamente se ha mantenido que la existencia del sujeto  depende de su habilidad racional  para autodeterminarse y distinguirse de los otros. Nos gusta pensar que lo que nos define es nuestra si mismidad dotada de  cualidades intrínsecas que nos hace ser lo que somos.  Es el núcleo intangible que origina nuestras acciones, nuestra libertad, nuestra singularidad  y nuestra  independencia. Nuestra identidad esencial. El conocimiento del mundo, dice Descartes, tiene que esperar hasta  que  nuestro  ego se asegure filosóficamente. Según  Rousseau, si solo fuéramos capaces de liberar nuestra verdadera naturaleza recuperaríamos nuestra individualidad y estaríamos libres del sufrimiento que hoy tenemos que soportar. Para toda esta tradición occidental dentro de nosotros mismos, en la profundidad de nuestra subjetividad, se encuentra la unidad  de nuestro ser (Yo, Razón, Espíritu, Alma, Persona) Allí esta nuestra vocación y autenticidad que las presiones sociales sofocan. Vivir auténticamente es vivir de acuerdo a este núcleo esencial que yo soy.

¿Pero,  esta herencia Iluminista,  no es, después de todo, una ilusión?  Nos auto convencemos que la conciencia siempre esta en control y que  la si mismidad  es  nuestra libertad, nuestra verdad  y nuestra posesión mas preciosa, virgen de influencias culturales. Y, sin embargo, en la realidad social en la que vivimos  esta ilusión funciona como un conjunto de prácticas, disciplinas  y rutinas  que nos aprisionan y determinan. Fijémonos solo en la tremenda influencia determinante que tienen la escuela, la iglesia, el Estado, los medios de difusión, la oficina  o  el ejército en la formación de lo que somos. Pensamos que  la unidad de nuestro ser se encuentra dentro de nosotros y lo que allí descubrimos, en cambio, es  una interioridad fracturada presa de impulsos irracionales que constantemente amenazan el orden social. Junto a la conciencia siempre encontramos al inconsciente. Junto a la razón, la irracionalidad amenazando con consumirla. Junto al amor, el odio. La  verdad es que la unidad del sujeto es una ilusión que precariamente  encubre su división interior.   

 ¿Cómo, entonces, podríamos sentirnos  absolutamente seguro de nuestra  identidad cuando esta  marcada por la descentralización, desintegración y dispersión? ¿Como, a pesar de ello, nos  arreglamos para  componer un sentido de la existencia  a través del tiempo que  continuamente  percibimos como propio? ¿Cómo hacemos esto?

Según Kristeva, gracias a nuestra habilidad para construir y contar historias que encapsulan el sentido de nuestra  vida. La habilidad de contar la propia vida es lo que distancia  a los seres humanos de los animales. Es la narrativa la que le da un  propósito a la acción política al inscribirla  en la experiencia y memoria de la comunidad. Una acción, por muy heroica que sea, solo se completa cuando es recordada, escuchada y, luego, recontada por otros. Por eso, una historia no puede ser solo lo que un sujeto se cuenta  a si mismo. Su función esencial es identificar  al ser humano como agente  de la acción narrada y encontrar en su acción una significancia   con la ayuda, la comprensión e interpretación de los que escuchan la historia.  En esta forma de vernos, en lugar de preguntar  ¿Qué soy yo? preguntamos  por nuestra  relacion con los otros. Por nuestra convivencia. Sin los otros no hay historias para contar. La relacion que establecemos con ellos a través de las historias que contamos no es, por tanto, una cuestión opcional ni accidental en nuestras vidas, sino que es  la verdadera condición de la existencia humana como tal. El reconocimiento de la importancia que ellas tienen en la constitución de nuestra identidad significa nada menos que   el desplazamiento de la búsqueda de características  universales y esenciales por  características particulares y especificas. No es lo mismo nacer en Afganistán o en Paraguay,  rico o pobre o nacer hoy o en  el siglo V DC.

Las historias que heredamos de la cultura en la que vivimos  nos ayudan a ser lo que somos. Son la condición de inteligibilidad  y coherencia de nuestras vidas y el vehículo que permite que  nuestras experiencias  puedan ser contadas a otros. No podemos explicar la unidad de nuestras vidas  en términos puramente sicológicos. Solamente podemos hacerlo  en tanto nuestra  vida pueda ser narrada, en tanto podamos dar cuenta de nosotros mismos a otros.   Aunque no podemos identificar  totalmente la narración con la experiencia vivida, es solo  a través de ella que esas experiencias adquieren significado y pueden hacerse públicas. Es por eso que la existencia es siempre una existencia contada. Cuando alguien expresa  que su vida no tiene sentido es tal vez porque la narrativa de su vida se ha hecho ininteligible para el o para ella, que ha perdido toda dirección hacia un clímax o fin.    

Roquentin, el protagonista de la Nausea, dice que tenemos que elegir entre… “vivir o contar”. La sugestión es que las historias falsifican la experiencia y deben ser descartadas como inservibles. Pero, la historia de Roquentin  ¿no es ya una historia? Nuestras vidas tal como las vivimos  son ya historias o, a lo menos, parte de una posible historia. Y como tales, a pesar de que las historias pueden ser impredictibles, inevitablemente tienen un cierto carácter teleológico. Las historias son nuestro medio natural. Vivimos en ellas y ellas viven en nosotros.

El asunto, sin embargo, no es tan simple como parece, porque la  forma, significado y posibilidad  de las historias nunca pueden darse por sentadas. Siempre podemos imaginar un estado en donde el sujeto no puede reconocer o construir el significado de su propia narrativa, en donde su vida aparece solo como una sucesión de eventos, como una secuencia de momentos que no vienen de ninguna parte y no se dirigen a ningún lugar. ¿Hay alguien que en algún instante de su vida no haya sentido algo así?

Es aquí en donde el psicoanálisis puede ser de alguna ayuda al proveer una teoría y un protocolo para que nuevas  historias surjan a partir de la materia informe de la experiencia. La pregunta clave que Freud planteo es como el inconsciente puede ser conocido, ya que si este es ajeno e inaccesible  a la conciencia todo el proceso de adquisición de significado queda en suspenso. Según el, el  lenguaje, al ubicarse  al borde de la conciencia y el inconsciente,  en su forma de  libre asociación, desbloquea la represión  traumática y permite el acceso a lo desconocido. La terapia alienta la búsqueda de una narrativa que le de sentido a lo que hay detrás de los síntomas, a  transformar lo irrepresentable en representación a través de la mediación de la palabra. A poner en una narrativa  los fantasmas y los impulsos sadomasoquistas. Es en el orden simbólico en donde el significado, la representación y las historias son posibles. Pero  estas historias debemos considerarlas con una actitud cognitiva diferente. Ellas no pueden tomarse como verdaderas o falsas. Ellas no buscan significados profundos, permanentes o absolutos y siempre otras historias son posibles. Su efectividad  real  no se mide porque nos entregan un conocimiento objetivo de cómo las cosas verdaderamente son, sino por su capacidad para  tender un puente entre el trauma y la  representación y para facilitar entre nosotros el intercambio de significados. Solo cuando el sujeto empieza a contar su historia, cuando empieza a aceptarla  como un proyecto es cuando podemos verla como un indicio hacia la posibilidad del sentido y  relación. En otras palabras, como un lenguaje para comunicar sus sufrimientos y decir algo significativo a otros. Así, historias se intercambian y las vidas adquieren valor. Es  a través de la restauración de la relacion social cuando una vida carente de significado puede recrear el sentido de su existencia.

 Desde que carecemos de un centro esencial las  historias que nos contamos a nosotros mismos nunca son completamente nuestras. Son hechas de pedazos de recuerdos y de lo que los otros nos dicen acerca de nosotros. Esta es una de las razones de que muchos rechazan el valor de las historias porque falsamente unifican el individuo. Por supuesto. Quien busque una relacion última dentro del sujeto o entre el sujeto y los otros no la va a encontrar en las historias que nos contamos. Ellas  participan de nuestra ambigüedad humana y la relación y unidad que crean  puede desintegrarse en cualquier momento.

Las historias, relatos y autobiografías que creamos nos dan la posibilidad de darle significado al sin sentido,  de nombrar nuestra experiencia fundamental de lo que significa ser humano  y de crear un lenguaje publico que nos libera del solipsismo, lenguaje que, sin embargo, nunca logramos articular completamente.  Siempre algo queda más allá de el.


Nieves y Miro Fuenzalida.

Sunday, February 18, 2018

Circos azules.


Somos,
Amor,
Carromatos viejos
De
Circos azules
Que
Se equilibran,
Como
Acrobatas,
En
Las cuerdas
Flojas
Del
Trapecio
De
La vida
Y
De

La muerte. 

Nieves.



Sunday, February 11, 2018

#Yo también.


Como una mujer norteamericana dice... “Estoy contenta que el escandalo de Hollywood haya tocado a los machos poderosos que abusan de su poder. Pero, no solo los hombres con poder cometen estos actos de acoso sexual, abuso y asalto. Los hombres acosan a las mujeres y niñas en la calle, en los negocios, en la iglesia, en la oficina, en la escuela y en la universidad. Por todas partes.”   ¿No es el caso  que el hombre, en todos los tiempos y en todas las culturas,  siempre ha creído tener el derecho de decir y hacer lo que quiera a la mujer? A un nivel bien básico pareciera que a la mayoría de los hombres no les gustan  las mujeres... “gustar”  en el sentido de apreciar, respetar y valorar genuinamente a otro ser humano. Para ellos el papel de la mujer puede reducirse a una sola acción... servir. En la mayoría de los países lejos esta la posibilidad de que una mujer pueda considerarse  héroe, consejera o mentor. La igualdad sexual, por definición, brilla por su ausencia.  Esta es la patética  verdad del patriarcalismo que ninguna institución o revolución  ha logrado dejar atrás.

Por supuesto los hombres niegan el sexismo en la palabra, pero no en la acción que   justifican basándola en fundamentos religiosos, étnicos o en  criterios pseudo científicos, porque en el fondo participan  del beneficio que el statu quo les proporciona. No importa cuan antitéticos los arreglos culturales o políticos sean el tema común siempre ha sido el patriarcalismo y la misoginia. Por debajo de la discontinuidad y variedad histórica, desde las sociedades primitivas hasta el liberalismo y socialismo moderno, yace la continua dominación masculina... uno podría preguntarse... ¿por que el patriarcalismo es una constante dentro de cualquier sociedad dada?

El discurso social, sin lugar a dudas,  ha operado enteramente dentro de los límites del horizonte masculino. La orientación emocional patriarcal presume que  los apetitos y pasiones, en el mejor de los casos, buscan su satisfacción y, en los peores, se transforman en actividades antisociales.  Lo que divide a los pensadores políticos es la respuesta que ellos dan a la cuestión de si es posible o deseable para los seres humanos elevarse por encima de los instintos y las pasiones. Filósofos como Platón, Kant y Habermas creen que la facultad de la razón capacita a los humanos para descubrir o formular principios universales de obligación social que pueden  anular o controlar los apetitos para posibilitar la justicia social. La razón sobre la pasión. Para otros, como Hobbes y Nietzsche, la articulación de principios universales de obligación social es parte  de la apasionada lucha para ejercitar el poder sobre otros y la llamada justicia es solo el nombre  que se le da al resultado de esta lucha. La razón  esclava de las pasiones. 

Freud puede ser de alguna ayuda aquí. En “El Malestar en la Cultura” publicado en 1930, Freud dice que el malestar  es parte de la condición humana... la cuestión es ¿por que? La respuesta, dice, radica en los impulsos instintivos, tales como el sexo y la agresión, que son expresiones del Id.  Dejados a su suerte ellos destruirían toda esperanza de vida sedentaria y desarrollo cultural. La civilización a través de sus instituciones crea normas y regulaciones junto con  sentimientos de culpabilidad  y remordimiento que reprimen  o subliman  los impulsos primitivos. La consecuencia de esto, sin embargo, esta bien lejos de ser adecuada, especialmente en relación al control de la violencia que frecuentemente explota en la mayoría  de las sociedades. El control de los impulsos sexuales, que de todas maneras están  en estrecha relación con la agresividad, se supone ser menos difícil. Eros, por ejemplo, puede ser sublimado en la creación de belleza y en la consecución de logros intelectuales. Pero aquí también los controles son imperfectos, especialmente en culturas que promueven la dominación masculina.

Una explicación diferente, si se prefiere, proviene de la neuro ciencia. El cerebro evoluciona para asegurar la sobrevivencia y la reproducción. Este objetivo involucra múltiples partes de la corteza y la amígdala, el tálamo y el hipotálamo. El  área del cerebro que es particularmente importante en mantener el control de los instintos es la corteza pre frontal que ejerce las funciones ejecutivas y que solo madura a mediados de los 20 años. A pesar de que la manera física en la que los individuos experimentan los impulsos instintivos es similar, la cultura hace una diferencia en como las tendencias sexuales o agresivas se expresan. En el patriarcalismo, que ha sido la forma cultural predominante en toda la historia humana, si no en ley, si en la practica, la autoridad en el ámbito publico o privado esta en manos del hombre que la ejerce de acuerdo a las regulaciones y normas culturales de su comunidad que pueden ser estrictas en relación a las conductas  sexuales  y agresivas o, lo que es mas común, promover la imagen del “macho”. En todo caso si no hay suficientes mecanismos que identifiquen conductas inaceptables o promover la vergüenza publica o los sentimientos de culpa veremos inevitablemente un alto grado de conductas masculinas  sin ninguna consideración por el otro.  No solo violaciones, sino que también acoso sexual en la forma de conductas verbales o físicas de naturaleza sexual no solicitadas, especialmente por parte de personas con autoridad  hacia sus subordinados.... “hazme esto o no serás promovida”. El problema del acoso sexual en el mundo es enorme, pero no es sorprendente si consideramos que la agresión sexual surge de impulsos evolutivos  y la acomodación o represión social de estos nunca es completa.  

Esto es lo que es... ¿pero, tiene que ser así?  La cultura  predominante hasta hoy no ha  logrado definir la protección del genero femenino como algo urgente y necesario. El objetivo cultural ha estado dirigido en orientar la agresión masculina hacia vías compatibles con las estructuras del poder patriarcal.  La cosa seria  remodelar los conceptos culturales... ¿es esto posible? Tal vez, pero  con un precio. El Id siempre retorna con venganza.
  
¿Qué se espera de la vida, si no la felicidad? Lo que buscamos es evitar el dolor y el displacer y experimentar intensas sensaciones placenteras. El principio del placer rige el aparato síquico desde su mismo origen. Lo que llamamos felicidad es la satisfacción de necesidades acumuladas que han alcanzado un alto nivel de  tensión.  Como la experiencia indica la satisfacción ilimitada e inmediata de todas nuestras necesidades, especialmente las sexuales, se nos impone como un logro tentador. Preferir el placer a la prudencia, sin embargo, es bien problemático y, en ultima instancia,  puede llevar a mas sufrimientos.  Una forma de evitar esto es influir sobre los impulsos instintivos, de dominar las mismas fuentes internas de nuestras necesidades, como lo enseña la sabiduría oriental, o perseguir la moderación de la vida instintiva bajo el gobierno de las facultades síquicas superiores.  Aquí no renunciamos a la satisfacción. Lo que buscamos es cierta protección en contra del sufrimiento.  El problema es que esto limita las posibilidades del placer. Un instinto dominado nunca va a proporcionar el mismo placer que la satisfacción intensa de un impulso instintivo indómito, no sujeto al control del yo. Otra forma de influir en los instintos es a través de  la orientación de las energías instintivas hacia fines artísticos, intelectuales o científicos... la encarnación de las fantasías del artista,  la solución de problemas del  investigador o el descubrimiento de la verdad siempre se aparecen como fines mas nobles  y elevados, pero su intensidad, comparada con los impulsos primitivos, es atenuada y no llega a conmovernos físicamente, sin contar que su ejercicio no es general y solo accesible a pocos seres humanos.  

Obviamente el dominio cultural sobre nuestros impulsos naturales permite regular las relaciones de los humanos entre si. Su característica principal es la de restringir a los miembros de la comunidad sus posibilidades de satisfacción impulsiva inmediata para establecer  un orden jurídico que  proteja al individuo de la fuerza bruta y permita la existencia social.  Nuestro privilegio cultural  descansa  en el sacrificio de los instintos... ¿pero, es posible reprimir un instinto, sustraerlo a su satisfacción  sin correr graves trastornos?  La conciencia moral, dice Freud, es la consecuencia de la renuncia instintiva. O, en otras palabras, la renuncia instintiva que viene impuesta desde fuera crea la conciencia moral que, a su vez, exige nuevas renuncias instintivas. El problema es que la dominación sobre el id nunca es completa y eventualmente rebasa los controles culturales. Las explosiones de violencia,  las agresiones sexuales, las neurosis colectivas y los sentimientos de culpa son las consecuencias inevitables de la represión de nuestra biología.

El mensaje optimista del socialismo siempre ha sido el de que la propiedad privada de los medios de producción es lo que corrompe la naturaleza humana porque le da el poderío a unos para abusar a los otros. Si se aboliera la propiedad privada desaparecería la hostilidad y explotación entre los seres humanos... Tal vez... es lo que todavía nos queda como opción. Pero, lo que es claro, según Freud, es que nada de esto afectaría la esencia de los instintos sexuales o agresivos. Estos no son una consecuencia de la propiedad, sino que ya regían casi sin restricción en épocas primitivas, cuando la propiedad era bien poca cosa y continuaran existiendo  mientras tengamos naturaleza.   

La verdad que es bien difícil de aceptar es que para el ser humano  el otro no es solo un posible colaborador, un prójimo que debería amar como a si mismo, sino una tentación  para satisfacer en el la  agresividad, para explotar su capacidad de trabajo sin retribuirlo, para aprovecharlo sexualmente sin su consentimiento, para apoderase de sus bienes, para humillarlo, martirizarlo y matarlo.  En condiciones que le sean favorables, cuando desaparecen las fuerzas síquicas antagónicas que  inhiben sus impulsos, no es raro que el hombre pierda el respeto por los seres de su propia  especie.  Todos los esfuerzos de la cultura destinados a restringir la vida sexual  y la agresión y reemplazarlos  por la solidaridad y el amor universal  no han logrado gran cosa. Y el problema es que estos esfuerzos culturales es lo único que tenemos para mantener la comunidad humana. La esperanza es que la lucha femenina eventualmente logre la igualdad de los sexos y que las modificaciones culturales satisfagan mejor nuestras necesidades... pero no esperemos demasiado...  “existen dificultades inherentes a la esencia misma de la cultura inaccesibles a cualquier intento de reforma”.  


Nieves y Miro Fuenzalida.

Sunday, February 4, 2018

Un cambucho cafe.


Quisiera
Guardar
Mis insomnios
En
Un cambucho café.
Colocarlo
Bajo
Mi almohada
Para
Volver
A
Soñar 

Nieves