Sunday, February 11, 2018

#Yo también.


Como una mujer norteamericana dice... “Estoy contenta que el escandalo de Hollywood haya tocado a los machos poderosos que abusan de su poder. Pero, no solo los hombres con poder cometen estos actos de acoso sexual, abuso y asalto. Los hombres acosan a las mujeres y niñas en la calle, en los negocios, en la iglesia, en la oficina, en la escuela y en la universidad. Por todas partes.”   ¿No es el caso  que el hombre, en todos los tiempos y en todas las culturas,  siempre ha creído tener el derecho de decir y hacer lo que quiera a la mujer? A un nivel bien básico pareciera que a la mayoría de los hombres no les gustan  las mujeres... “gustar”  en el sentido de apreciar, respetar y valorar genuinamente a otro ser humano. Para ellos el papel de la mujer puede reducirse a una sola acción... servir. En la mayoría de los países lejos esta la posibilidad de que una mujer pueda considerarse  héroe, consejera o mentor. La igualdad sexual, por definición, brilla por su ausencia.  Esta es la patética  verdad del patriarcalismo que ninguna institución o revolución  ha logrado dejar atrás.

Por supuesto los hombres niegan el sexismo en la palabra, pero no en la acción que   justifican basándola en fundamentos religiosos, étnicos o en  criterios pseudo científicos, porque en el fondo participan  del beneficio que el statu quo les proporciona. No importa cuan antitéticos los arreglos culturales o políticos sean el tema común siempre ha sido el patriarcalismo y la misoginia. Por debajo de la discontinuidad y variedad histórica, desde las sociedades primitivas hasta el liberalismo y socialismo moderno, yace la continua dominación masculina... uno podría preguntarse... ¿por que el patriarcalismo es una constante dentro de cualquier sociedad dada?

El discurso social, sin lugar a dudas,  ha operado enteramente dentro de los límites del horizonte masculino. La orientación emocional patriarcal presume que  los apetitos y pasiones, en el mejor de los casos, buscan su satisfacción y, en los peores, se transforman en actividades antisociales.  Lo que divide a los pensadores políticos es la respuesta que ellos dan a la cuestión de si es posible o deseable para los seres humanos elevarse por encima de los instintos y las pasiones. Filósofos como Platón, Kant y Habermas creen que la facultad de la razón capacita a los humanos para descubrir o formular principios universales de obligación social que pueden  anular o controlar los apetitos para posibilitar la justicia social. La razón sobre la pasión. Para otros, como Hobbes y Nietzsche, la articulación de principios universales de obligación social es parte  de la apasionada lucha para ejercitar el poder sobre otros y la llamada justicia es solo el nombre  que se le da al resultado de esta lucha. La razón  esclava de las pasiones. 

Freud puede ser de alguna ayuda aquí. En “El Malestar en la Cultura” publicado en 1930, Freud dice que el malestar  es parte de la condición humana... la cuestión es ¿por que? La respuesta, dice, radica en los impulsos instintivos, tales como el sexo y la agresión, que son expresiones del Id.  Dejados a su suerte ellos destruirían toda esperanza de vida sedentaria y desarrollo cultural. La civilización a través de sus instituciones crea normas y regulaciones junto con  sentimientos de culpabilidad  y remordimiento que reprimen  o subliman  los impulsos primitivos. La consecuencia de esto, sin embargo, esta bien lejos de ser adecuada, especialmente en relación al control de la violencia que frecuentemente explota en la mayoría  de las sociedades. El control de los impulsos sexuales, que de todas maneras están  en estrecha relación con la agresividad, se supone ser menos difícil. Eros, por ejemplo, puede ser sublimado en la creación de belleza y en la consecución de logros intelectuales. Pero aquí también los controles son imperfectos, especialmente en culturas que promueven la dominación masculina.

Una explicación diferente, si se prefiere, proviene de la neuro ciencia. El cerebro evoluciona para asegurar la sobrevivencia y la reproducción. Este objetivo involucra múltiples partes de la corteza y la amígdala, el tálamo y el hipotálamo. El  área del cerebro que es particularmente importante en mantener el control de los instintos es la corteza pre frontal que ejerce las funciones ejecutivas y que solo madura a mediados de los 20 años. A pesar de que la manera física en la que los individuos experimentan los impulsos instintivos es similar, la cultura hace una diferencia en como las tendencias sexuales o agresivas se expresan. En el patriarcalismo, que ha sido la forma cultural predominante en toda la historia humana, si no en ley, si en la practica, la autoridad en el ámbito publico o privado esta en manos del hombre que la ejerce de acuerdo a las regulaciones y normas culturales de su comunidad que pueden ser estrictas en relación a las conductas  sexuales  y agresivas o, lo que es mas común, promover la imagen del “macho”. En todo caso si no hay suficientes mecanismos que identifiquen conductas inaceptables o promover la vergüenza publica o los sentimientos de culpa veremos inevitablemente un alto grado de conductas masculinas  sin ninguna consideración por el otro.  No solo violaciones, sino que también acoso sexual en la forma de conductas verbales o físicas de naturaleza sexual no solicitadas, especialmente por parte de personas con autoridad  hacia sus subordinados.... “hazme esto o no serás promovida”. El problema del acoso sexual en el mundo es enorme, pero no es sorprendente si consideramos que la agresión sexual surge de impulsos evolutivos  y la acomodación o represión social de estos nunca es completa.  

Esto es lo que es... ¿pero, tiene que ser así?  La cultura  predominante hasta hoy no ha  logrado definir la protección del genero femenino como algo urgente y necesario. El objetivo cultural ha estado dirigido en orientar la agresión masculina hacia vías compatibles con las estructuras del poder patriarcal.  La cosa seria  remodelar los conceptos culturales... ¿es esto posible? Tal vez, pero  con un precio. El Id siempre retorna con venganza.
  
¿Qué se espera de la vida, si no la felicidad? Lo que buscamos es evitar el dolor y el displacer y experimentar intensas sensaciones placenteras. El principio del placer rige el aparato síquico desde su mismo origen. Lo que llamamos felicidad es la satisfacción de necesidades acumuladas que han alcanzado un alto nivel de  tensión.  Como la experiencia indica la satisfacción ilimitada e inmediata de todas nuestras necesidades, especialmente las sexuales, se nos impone como un logro tentador. Preferir el placer a la prudencia, sin embargo, es bien problemático y, en ultima instancia,  puede llevar a mas sufrimientos.  Una forma de evitar esto es influir sobre los impulsos instintivos, de dominar las mismas fuentes internas de nuestras necesidades, como lo enseña la sabiduría oriental, o perseguir la moderación de la vida instintiva bajo el gobierno de las facultades síquicas superiores.  Aquí no renunciamos a la satisfacción. Lo que buscamos es cierta protección en contra del sufrimiento.  El problema es que esto limita las posibilidades del placer. Un instinto dominado nunca va a proporcionar el mismo placer que la satisfacción intensa de un impulso instintivo indómito, no sujeto al control del yo. Otra forma de influir en los instintos es a través de  la orientación de las energías instintivas hacia fines artísticos, intelectuales o científicos... la encarnación de las fantasías del artista,  la solución de problemas del  investigador o el descubrimiento de la verdad siempre se aparecen como fines mas nobles  y elevados, pero su intensidad, comparada con los impulsos primitivos, es atenuada y no llega a conmovernos físicamente, sin contar que su ejercicio no es general y solo accesible a pocos seres humanos.  

Obviamente el dominio cultural sobre nuestros impulsos naturales permite regular las relaciones de los humanos entre si. Su característica principal es la de restringir a los miembros de la comunidad sus posibilidades de satisfacción impulsiva inmediata para establecer  un orden jurídico que  proteja al individuo de la fuerza bruta y permita la existencia social.  Nuestro privilegio cultural  descansa  en el sacrificio de los instintos... ¿pero, es posible reprimir un instinto, sustraerlo a su satisfacción  sin correr graves trastornos?  La conciencia moral, dice Freud, es la consecuencia de la renuncia instintiva. O, en otras palabras, la renuncia instintiva que viene impuesta desde fuera crea la conciencia moral que, a su vez, exige nuevas renuncias instintivas. El problema es que la dominación sobre el id nunca es completa y eventualmente rebasa los controles culturales. Las explosiones de violencia,  las agresiones sexuales, las neurosis colectivas y los sentimientos de culpa son las consecuencias inevitables de la represión de nuestra biología.

El mensaje optimista del socialismo siempre ha sido el de que la propiedad privada de los medios de producción es lo que corrompe la naturaleza humana porque le da el poderío a unos para abusar a los otros. Si se aboliera la propiedad privada desaparecería la hostilidad y explotación entre los seres humanos... Tal vez... es lo que todavía nos queda como opción. Pero, lo que es claro, según Freud, es que nada de esto afectaría la esencia de los instintos sexuales o agresivos. Estos no son una consecuencia de la propiedad, sino que ya regían casi sin restricción en épocas primitivas, cuando la propiedad era bien poca cosa y continuaran existiendo  mientras tengamos naturaleza.   

La verdad que es bien difícil de aceptar es que para el ser humano  el otro no es solo un posible colaborador, un prójimo que debería amar como a si mismo, sino una tentación  para satisfacer en el la  agresividad, para explotar su capacidad de trabajo sin retribuirlo, para aprovecharlo sexualmente sin su consentimiento, para apoderase de sus bienes, para humillarlo, martirizarlo y matarlo.  En condiciones que le sean favorables, cuando desaparecen las fuerzas síquicas antagónicas que  inhiben sus impulsos, no es raro que el hombre pierda el respeto por los seres de su propia  especie.  Todos los esfuerzos de la cultura destinados a restringir la vida sexual  y la agresión y reemplazarlos  por la solidaridad y el amor universal  no han logrado gran cosa. Y el problema es que estos esfuerzos culturales es lo único que tenemos para mantener la comunidad humana. La esperanza es que la lucha femenina eventualmente logre la igualdad de los sexos y que las modificaciones culturales satisfagan mejor nuestras necesidades... pero no esperemos demasiado...  “existen dificultades inherentes a la esencia misma de la cultura inaccesibles a cualquier intento de reforma”.  


Nieves y Miro Fuenzalida.

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