Sunday, April 29, 2018

Futuro.


Pedazos de Sol.
Hilachas de lluvia.
Momentos de tiempo.
El futuro
Espera.


Nieves.

Sunday, April 22, 2018

El panóptico digital.


Facebook es la vitrina al narcisismo humano con sus amistades definidas por algoritmos, por la idolatría de las imágenes, el exhibicionismo patético  y el robotismo de los “likes”.  Una parodia de la amistad, la comprensión y los sentimientos compartidos.  Lo cierto es que no se necesita ser un genio para saber que desde hace mucho tiempo Facebook explota económicamente la privacidad y que es un vehículo de vigilancia al servicio de los aparatos de seguridad... una concentración de fotos personales, hábitos, actividades, itinerarios, etc. gratuita y voluntariamente  proporcionados en un sistema altamente centralizado... que mejor. Los servicios de inteligencia no necesitan meter las manos directamente en Facebook porque los archivos son públicos.  Según un ex agente de la CIA la agencia ha venido usando Facebook desde el 2006 como una herramienta de reclutamiento para servicios clandestinos, entre otras cosas.  Lo que es sorprendente es que, a propósito del escandalo de Cambridge Analytica, la gente se sorprenda que otras agencias usen los datos de Facebook para manipular las conductas políticas y consumistas.

A finales del siglo pasado entusiastamente se vio la red digital como un ejercicio de libertad y movilidad  ilimitada. Hoy día lo menos que uno podría decir  es que el entusiasmo inicial fue demasiado prematuro y  la libertad que traía ha dado paso al control y vigilancia total. Como dice el filosofo coreano-alemán Byung-Chu Han en  lugar del panóptico disciplinario hoy nos encontramos con el panóptico digital que es mucho mas eficiente. Aquí la entrega de datos no ocurre por coacción, sino por una necesidad interna, por un desnudamiento voluntario. La gente sube a la red todo tipo de información sin saber quien, ni que, ni cuando, ni en que lugar se sabe de uno. Un nuevo instrumento psicopolítico que permite lograr un conocimiento integral de la dinámica  que acompaña a la sociedad de la comunicación.

Para controlar la población el estado ha venido desarrollando  aparatos ideológicos mucho mas sutiles que la pura fuerza bruta.  Uno de los mas recientes según Foucault ha sido el poder disciplinario o sistema de normas que surge en la sociedad industrial para ajustar el cuerpo a la producción mecánica. Las disciplinas son los métodos que permiten el control minucioso de las operaciones del cuerpo con el fin de garantizar la sujeción constante de sus fuerzas e imponer una relación de docilidad y utilidad.  En otras palabras, un poder normativo compuesto de preceptos y prohibiciones que elimina  desviaciones o anomalías  y que opera sobre el cuerpo y la mente para crear sujetos obedientes. La fabrica, la cárcel, el colegio, el hospital, el cuartel, la oficina son los lugares disciplinarios típicos de la sociedad industrial. Dentro de este marco la biopolitica es la que se ocupa de la reproducción, las tasas de natalidad y mortalidad, los niveles de salud y la esperanza de vida que se convierten en objetos de control y regulación. 

En el régimen neoliberal estas técnicas son totalmente inadecuadas y no describen lo que actualmente ocurre. La biopolitica que se sirve de las estadísticas de la población  no tiene acceso a la psique. La demografía no es una psicografia. Y esta es la diferencia con el Big Data que posibilita la construcción y explotación del psicodrama individual y colectivo.  Un conocimiento de dominación que permite intervenir en la psique y condicionarla a un nivel prereflexivo.  Aquí es donde  se produce el giro de la biopolitica a la psicopolítico, de el disciplinamiento corporal a la optimización mental. El neoliberalismo no se ocupa primariamente de lo biológico, corporal o somático. Su interés esta en la psique porque es allí donde encuentra una nueva forma de producción capitalista inmaterial e incorpórea, como son la información y los programas. La psicopolítico, a diferencia de la biopolitica, es capaz de llegar a los  procesos psíquicos de manera mucho mas rápida, segura  y eficaz.

Según el lema, en el régimen neoliberal el individuo es empresario de si mismo... ¿realmente?... en  la practica, lo que realmente vemos es al individuo que  se transforma en un  sujeto que se explota a si mismo en forma voluntaria. Esta es la magia del sistema... el poder, en lugar de apoderarse directamente del individuo, opera  sutilmente para  que el mismo reproduzca el estado de dominación que interpreta como libertad. La entrega de datos, por ejemplo, no sucede por coacción, sino por una necesidad interna. Finalmente la libertad y la explotación  llegan a coincidir plenamente.  El viejo  poder disciplinario constreñía  de forma violenta con preceptos y prohibiciones en contraste con el panóptico digital que es mas seductor que represor y  en lugar de operar en contra de la voluntad de los sujetos,  dirige esa voluntad en su favor. No impone silencio, sino que exige compartir, participar y comunicar nuestras opiniones, necesidades, deseos y  preferencias que luego se traducen  en Datos. Una técnica de poder que, en lugar de negar la libertad, la explota y rediseña. La decisión libre ahora se transforma  en la libre elección entre distintas ofertas... “me gusta”, “no me gusta”. 

En el capitalismo del consumo se venden significados y valores emotivos. El sistema neoliberal usa las emociones  para estimular la producción y el rendimiento. La racionalidad, que fue el medio típico de la sociedad industrial,  se considera ahora demasiado rígida e inflexible y en su lugar la sociedad de la información  prefiere la emocionalidad y el libre despliegue de la personalidad. Lo propio de la racionalidad es la objetividad, la generalidad y la permanencia a diferencia de la emocionalidad  que  es subjetiva, situacional y variable. La economía neoliberal en beneficio del incremento de la producción diseña e impulsa la emocionalización  del proceso productivo y  la inestabilidad y destrucción de la continuidad.  La manipulación de las emociones en esta nueva economía sirve para estimular la compra y generar nuevas necesidades. Las emociones reguladas por el sistema límbico, que es la sede de los impulsos, son el fundamento energético de la acción que operan  en un nivel prereflexivo, semi inconsciente. Es en este nivel somático donde la psicopolítica neoliberal  opera a través del Big Data para influir en nuestras acciones sin que nos demos cuenta.

Según la convención prevalente, especialmente en la comunidad cibernética, el dataismo inaugura una segunda Ilustración. En la primera, la estadística liberó el pensamiento de la mitología. Según Voltaire la estadística significaba ilustración, un conocimiento objetivo fundamentado por números y movido por números, opuesto a la narración mitológica. En la segunda Ilustración los datos pasan a ser  el lente trasparente y confiable y todo debe ser convertido en datos e información para liberar el conocimiento de toda ideología... ¿Cierto? No exactamente porque la pretensión de superar la ideología es en si misma una ideología. El Big Data supone liberar el conocimiento de toda traza subjetiva y de toda intuición que, en ultima instancia, solo suple la falta de datos objetivos. En situaciones complejas, según el datismo, la intuición es ciega y la teoría cae bajo la sospecha de ser una ideología. Si tenemos los datos la teoría sobra... olvida la lingüística, la sociología, la ontología y la sicología. La cuestión no es por que la gente hace lo que hace, sino que la gente lo hace y que podemos seguir y medir  lo que hace con una fidelidad sin precedentes. Si tenemos suficientes datos, ellos hablan por si mismos.  
 
El problema es que, si recordamos la primera Ilustración la razón desplazo la imaginación, la corporalidad y el deseo con resultados bastante problemáticos. La misma dialéctica, según B. C. Han, amenaza la segunda Ilustración que favorece los datos, la información y la transparencia generando una nueva forma de violencia.  La Ilustración que surgió para  eliminar los mitos, acabo enredada en la mitología. En virtud de la misma dialéctica, la segunda Ilustración, que se opone a la ideología, acaba convirtiéndose en una ideología... incluso en una “barbarie de los datos” . Si miramos bien, tendríamos que decir que los números y los datos no son narrativos, sino aditivos.  Y esto es bien importante, porque el sentido radica en una narración.... ¿qué pasa, por ejemplo, cuando la si mismidad del individuo se reduce a algo puramente cuantificable? Obviamente no responde a la mas importante pregunta... ¿quien soy yo? Los datos y los números, por muy exactos que sean, no proporcionan el autoconocimiento, no cuentan nada sobre el yo. El dataismo no tiene nada que decir sobre esto porque, en el fondo, es una técnica de control que busca estabilizar y reproducir el sistema dominante por medio de una propagación y control psicológico... cada palabra, cada búsqueda, cada habito, cada clic que hacemos se registra reproduciendo toda nuestra vida en la red. Los datos se recopilan, se compran y se  interrelacionan para generar perfiles que proporcionan una visión sobre la vida privada de cada uno. Una memoria digital total en la que todos estamos atrapados.

En la biopolitica no había acceso a la psique. En la psicopolítica digital el Big Data  es capaz de hacer legibles incluso los deseos de los que  nosotros mismos  no somos conscientes, de proporcionar acceso al reino inconsciente de nuestras acciones e inclinaciones. Visto de este modo es posible una psicopolítica que pueda intervenir y explotar lo profundo de nuestra psique y poner de manifiesto patrones de conductas colectivas que permitan el acceso  al inconsciente colectivo. A esta altura la psicopolítica digital es capaz  de apoderarse del comportamiento de las masas a un nivel que escapa a la conciencia...  Cambridge Analítica es solo un ejemplo de lo que ocurre.

La estadística fue el Big Data del siglo XVIII... contar, medir y comparar todo. El Romanticismo de la época fue la resistencia a la razón estadística, la aversión hacia la media y la normalidad. A lo estadísticamente probable opuso lo singular, lo improbable,  lo repentino, lo raro, lo extremo. Nietzsche preguntaba... “¿Cómo se entiende que la estadística muestra la existencia de leyes históricas? ¿Leyes? Lo cierto es que demuestra cuan vulgar y repugnantemente uniforme es la masa”.  A lo que aquí apuntaba Nietzsche es que los números estadísticos solo prueban que los humanos somos animales gregarios y que con el tiempo aumentamos en igualdad... ¿no es esta uniformización la que caracteriza a la actual sociedad de la información?

Algo siempre escapa a la somnolencia  de la horda. A la violencia del consenso, a la convención inflexible del neoliberalismo se opone el hereje.  La otredad y la extrañeza perturba la comunicación de lo igual. El hereje es el que se libera de la coacción de la conformidad, el que resiste la dictadura del consenso y la vigilancia total.  El que se niega a ser una mercancía en Facebook y, en su lugar, construye espacios libres en los que sea posible  cultivar lo diferente.


Nieves y Miro Fuenzalida.

Sunday, April 15, 2018

Tejiendo en la noche.


La noche
Me
Presto
Su crochet
Y
Sus lanas azules
Para
Tejer
Mi dormir
Entre
Estrellas
Y
Luna.
Los puntos
Se
Deshicieron
Al
Llegar

La madrugada.

Nieves.

Sunday, April 8, 2018

El mentiroso.


¿Cuántas veces mentimos al día? ¿Cuántas veces emitimos juicios que sabemos que son falsos? Según algunas estimaciones, alrededor de doscientas veces al día. Según otras, un promedio de trece veces a la semana sin contar ciertas formas de  engaño que ocurren en dos tercios de todas las conversaciones que llevamos a cabo. Un evento rutinario, parte de nuestra vida y, con un cierto cinismo, podríamos decir una necesidad social y profesional... ¿es esto un signo de la decadencia de nuestra época?

No hay evidencia de que en tiempos pasados haya habido algo así como un nirvana ético. Aunque no nos guste reconocerlo la tendencia a mentir es natural, espontanea y universal.  Junto con  nuestra capacidad para hablar también se desarrollo  nuestra habilidad para mentir que le dio a los humanos una cierta ventaja para sobrevivir. Desde el comienzo, según hace notar el ensayista Ralph Keyes, el lenguaje  estuvo cercanamente relacionado con el momento en que el animal humano invento una historia para engañar a una tribu enemiga, para disculparse  del error que pudo haber  cometido o para ocultar algo ... imaginemos a un miembro de la tribu que por distraído pierde su lanza y vuelve a los suyos con las menos vacías al no poder cazar... ¿qué dice?... este problema llama por un gran esfuerzo de la imaginación... “la tribu enemiga me embosco camino al rio, pero fui capaz de defenderme y salir vivo del asalto. Desgraciadamente durante el evento me robaron  la lanza por lo que no pude traer ningún alimento...” ¿no es en las primeras falsedades donde podemos ver el nacimiento de la creatividad y de  esas actividades tan admirables como la poesía y la literatura? No es por casualidad que el novelista Hemingway dijera  que no era antinatural que los mejores escritores fueran mentirosos.  Una vez que las palabras pudieron  usarse para describir el mundo... ¿para que adherirse a los hechos? Ellas  pueden servir para describir lo que es y, también, lo que no es, algo que requiere un vocabulario mas amplio y mayores poderes cognitivos que se traducen en nuevas sinapsis cerebrales.

¿De donde nos viene entonces este llamado a la honestidad? Según Darwin  a la naturaleza no le importa en absoluto si los pájaros, las mariposas, las arañas,  los chimpancés o los humanos son honestos o no. Su único  interés es si una conducta es adaptativa o no. La honestidad es algo que aprendemos y no una virtud innata. Todos los humanos tenemos  deseos competitivos para engañar o para ser honestos. Ambos, según las circunstancias, pueden aumentar  nuestras ventajas para sobrevivir física o socialmente...  el engaño aumenta la habilidad para cazar, evadir a los animales de rapiña y frustrar al enemigo. Dentro del grupo la cosa es diferente. La estabilidad  social no seria posible si el fraude y la deshonestidad  fueran la norma. La cosa, entonces,  no es tanto ser honesto porque es lo correcto, sino porque sin  honestidad  no seria posible la vida en comunidad. La obligación reciproca era una razón  mucho mas fuerte que cualquier otra razón teológica o espiritual.  Cada sociedad regula la honestidad a su manera... con taboos, sanciones o normas. Pero, no muchas creen que la mentira siempre es mala. Los Incas, por ejemplo, ponían al mentiroso en prisión y los griegos ponían a los dioses mentirosos en un pedestal. El problema para toda sociedad es determinar cuando una mentira es permisible.  Para las sociedades modernas la mentira es mucho mas devastadora que para las antiguas. El sociólogo Georg Simmel dice que la mentira es algo que cuestiona el fundamento mismo de nuestra vida. Si  fuera un pecado  insignificante, como lo era entre los dioses griegos, o si no la controláramos con leyes morales severas  la organización de la vida moderna simplemente seria imposible. La vida contemporánea, dice, es una “economía de crédito” en un sentido mucho mas amplio que el estrictamente económico.

Y, sin embargo, seguimos mintiendo.  Según los antropólogos en la mayor parte de las sociedades existe un estricto código de honestidad junto con frecuentes intentos de violarlo. Los miembros de una pequeña comunidad tienden a mentir menos porque  el contacto regular, la proximidad de unos con otros ayuda a  mantener la honestidad. Si  hoy día padecemos de una escases de veracidad  no es porque en el pasado hubiésemos tenido una mayor conciencia moral, sino porque el contacto cara a cara era mas frecuente... el temor de ser cogidos en una mentira era una buena razón para no engañar al prójimo.  Hoy día cuando las conexiones humanas son mas débiles debido a la globalización y al crecimiento gigantesco de las ciudades es mas fácil que el interés  personal se imponga por sobre el de la comunidad y, no sorpresa,  la mentira se vuelva  menos reprehensible.

¿Y por que mentimos, si decir la verdad seria mas fácil? La respuesta mas obvia es para salir adelante, hacer dinero, evitar la vergüenza, evitar conflictos, salvar una situación, manipular a otros,  auto preservación, porque a veces es el mal menor, etc. Junto con estas hay otras menos obvias que, según los sicólogos, reflejan necesidades mas profundas.  Las mentiras acerca de si mismo, el auto embellecimiento, según el sicólogo David McClelland, ocurre con mas frecuencia entre aquellos que combinan una débil auto imagen con un gran poder de imaginación. La incertidumbre real acerca de quien uno realmente es y el deseo de crear algún tipo de identidad o autenticidad surgen de la profunda necesidad de experimentar la sensación de que uno realmente existe.  El mentir constantemente  acerca de uno mismo no es tanto para lograr algo, sino para promover la propia moral, mejorar la auto imagen y proveerse a si mismo el aparato emocional con el que pueda seguir teniendo esperanzas... algo así como una ruidosa cortina de humo que cubra la insignificancia que somos.  Los estudios de conductas  engañosas muestran que mientras mas preocupados estemos acerca de la opinión de los otros, mas probable  es que mintamos para mejorar nuestra imagen. 

Lo que escapa a los estudios sicológicos, sin embargo, es el hecho de que las mentiras también pueden ser excitantes, atractivas y creativas y, por eso,  la mayoría de las sociedades proveen alguna forma de engaño lúdico como el día de los inocentes, por ejemplo. El mentiroso lúdico  se ve a si mismo como un aventurero audaz. En su mente el ser honesto no presenta  ningún riesgo. Cada vez que altera la verdad, en cambio, pone su suerte en juego y desafía el destino para ver cuantas mentiras  puede lanzar al tapete sin ser descubierto. Para decir la verdad no se necesita habilidad, nervios ni imaginación. Pero, para mentir, si necesitamos de todo esto.

Reconocer que la mentira ocurre rutinariamente y que la tolerancia al engaño se ha puesto de moda  no significa que es una practica aceptable.  Podemos aceptar todos los argumentos críticos del posmodernismo, incluso, de vez en cuando, podemos también aceptar la mentira porque es difícil evitarla o porque es el mal menor. Pero, lo que no podemos  aceptar  es que la verdad  es innecesaria porque es inalcanzable.  Decir la verdad consistentemente requiere coraje, determinación y voluntad y es esto lo que contribuye  a crear sociedades mas estables al tener sus miembros mas confianza entre si.  Mientras mas unidos nos sentimos unos con otros menos posibilidades existen para defraudar al otro. Así como la mentira degrada las conexiones humanas,  la veracidad promueve la unión de la gente. La mentira siempre ha existido  y siempre existirá. La cosa es mas bien  si una sociedad facilita o desalienta la deshonestidad. En cualquier grupo humano, dice Ralph Keyes, hay un pequeño porcentaje  que tiene tendencias éticos porque son mas compasionados, altruistas y seguros en si mismos   y otro pequeño porcentaje que no tiene ninguna inclinación ética porque son narcisistas, patológicos o indolentes. La inmensa mayoría se ubica en el medio y oscila entre uno y otro lado. El problema es que  para promover la honestidad en este grupo se requiere de un contexto bien diferente al que hoy predomina. Cuando  la mentira y la deshonestidad  es recompensada, tanto en política como en los negocios... ¿qué saca uno con ser honesto?

San Agustín decía que cuando la verdad se destruye o debilita todo lo que queda es dudoso. En la era en donde la mentira  política y corporativa es predominante, la sospecha es inevitable. Sentimos que estamos siendo engañados rutinariamente.... por  nuestros jefes, nuestros vecinos, el mercado, el partido, la iglesia, el gobierno, los periodistas, la policía, etc. El engaño de todo tipo es el lugar común por lo que no es raro que el cuestionamiento de todo sea  la actitud preferida de los pocos que todavía mantienen una actitud critica.  Cuando la mentira reina y los mentirosos se vuelven mas hábiles, incluso los que dicen la verdad caen bajo sospecha, lo que hace bien difícil  la posibilidad de la intimidad humana.  La sociedad de la sospecha pone en duda todo lo que el gobierno y la clase política les dice.  La consecuencia es que la mayoría de los ciudadanos  empiezan a perder interés en el juego político y es esta falta de  interés político lo que socaba  la legitimidad del sistema democrático liberal...  ¿cuándo llegamos al momento en que la mentira, la deshonestidad y la corrupción de la clase dirigente se vuelve contra productiva?  Un signo de una democracia saludable es cuando sus ciudadanos todavía tienen la capacidad de enfurecerse cuando son engañados.  Por lo que vemos...  la furia todavía  no esta ahí.


Nieves y Miro Fuenzalida.