Sunday, January 26, 2020

La búsqueda de la felicidad


Hemos recorrido un largo camino desde la época de la caza y recolección hasta la revolución del combustible fósil.  Pero…¿todo lo que ha ocurrido a lo largo de  este camino como el desarrollo de la agricultura,  la ciudad,  la religión,  la escritura, el dinero,  la ciencia,  la industria,  la democracia, el capitalismo  y las Naciones Unidas,  entre muchas otras cosas, han traído mas felicidad?  La pregunta raramente  aparece en los manuales de historia, de política o de economía.

Según el  lugar común  el progreso histórico alivia las miserias  y cumple nuestras aspiraciones en comparación con las  épocas  mas primitivas. Hoy somos mas felices que en el medioevo y ellos mas felices que las tribus de cazadores y recolectores… ¿cómo sabemos que ellos eran menos felices que nosotros?  Nuevas capacidades,  nuevas tecnologías y  nuevas conductas  no nos hacen necesariamente mas felices  ni crean una vida mejor. La revolución agrícola  aumento nuestro poder colectivo para controlar el medio ambiente, pero la vida se hizo mas dura comparada con la vida de la caza y recolección.  Lo que trajo fueron mas horas de trabajo, menos variedad de alimentos y mayor exposición a las enfermedades  y  la explotación. La época de los imperios aumento el poder humano al expandir el comercio, las ideas y las  tecnologías, pero para  millones de indígenas del mundo esto fue la ruina de sus culturas y el cambio de la libertad por el sometimiento colonial.  La revolución industrial abrió posibilidades nunca antes  soñadas como el triunfo de la medicina moderna, los derechos humanos, la disminución de las hambrunas  y mecanismos para resolver conflictos internacionales.  Al mismo tiempo, condeno a  la clase trabajadora  a una vida de pobreza, sudor  y sacrificio.  La época de prosperidad de la segunda mitad de siglo, aplicable solo a algunos  países ricos del  mundo occidental,  ha servido  de parámetro de progreso. La cosa, sin embargo, es esta…  ¿podemos hablar de progreso  cuando  sus efectos son  la causa  de  disturbios ecológicos capaces de destruir los fundamentos mismos de la sociedad industrial y la orgia consumista?

¿Qué nos hace felices? ¿Dinero, bienes materiales, familia, comunidad, amor, placeres, ideales?  La idea mas común que tenemos de la felicidad, dice el historiador Harari, es la de bienestar interior.  Contentamiento con la forma en que la vida se nos da. El desafío con esta definición para los  sicólogos, científicos sociales  y biólogos  es como cuantificar desde el exterior un sentimiento interior.  La solución la encontraron en cuestionarios que la gente llena y luego ellos  cuantifican.  Los sociólogos, por ejemplo, pasan cuestionarios que correlacionan el bienestar con  factores socio económicos tales como riqueza y libertad política. Los biólogos, con factores químicos y genéticos. La sorpresa con que  se encontraron es que la felicidad depende, mayormente, de la bioquímica genética.

Al igual que  los otros estados mentales el bienestar interior esta gobernado por mecanismos bioquímicos resultado de millones de años de evolución.  No depende de parámetros externos como riquezas, poder social, consumo, sino por un complejo sistema de nervios, neuronas, sinapsis y sustancias químicas como serotonina, dopamina y oxitocina. El sistema bioquímico interno pareciera estar programado para mantener un nivel de felicidad relativamente constante.  Cambios momentáneos nos hacen mas  o menos felices,  pero siempre volvemos  aun punto fijo.  El sistema difiere de persona a persona.  En una escala de 1 a 10  algunos nacen con una disposición  alegre y su sistema bioquímico  oscila entre 6 y 10 con un punto estabilizador de 8, no importa cuan mala o buena sea la oscilación.  Esa persona frente a la experiencia de la adversidad, por ejemplo, recuperara su nivel de felicidad después de un tiempo. Otros con menos suerte nacen con  una bioquímica  que oscila entre 3 y 7, con un punto estable de 5.  Estas personas pueden ganar la lotería y sentir gran excitación en ese momento, pero luego retornan a su estado melancólico. Es la bioquímica cerebral la que explica porque, a pesar de haber obtenido el trabajo soñado,  ganado el concurso literario, tener un departamento en el centro y los conservadores haber perdido la elección,  no somos, después de corto tiempo,  mas ni menos felices que antes. Todo esto no cambia nuestro sistema cerebral.

Por supuesto, la bioquímica cerebral no es el  determinante exclusivo. Los factores sicológicos y sociológicos también juegan su papel. El sistema tiene cierta libertad de movimiento dentro de sus limites predeterminados. No podemos exceder los limites emocionales superiores o inferiores, pero  no significa que el incendio de nuestra casa o la perdida del trabajo  no tengan  un impacto entre estos dos  limites.  Alguien con un nivel  5 de felicidad puede disfrutar un nivel 7 de tiempo en tiempo si las cosas van viento en popa y, así,  evitar el nivel 3 lo mas posible.

Si  todo esto es así, como dicen los  biólogos, entonces la historia no tiene mucho impacto en la felicidad ya que la mayor parte de los  eventos históricos  no han cambiado la química cerebral. Pueden cambiar los estímulos externos  que causan la secreción de serotonina,  pero no cambian  los niveles de la serotonina, lo que significa que ellos  no nos hacen mas felices… ¿Para que, entonces, nos preocupamos con reformas políticas y revoluciones cuando la solución esta en la manipulación de la química cerebral?   ¿No seria mejor que todo el dinero que gastamos en revoluciones y guerras   lo usáramos en  la comprensión de los procesos cerebrales y el desarrollo de tratamientos que  puedan hacernos mas felices? Prozac o marihuana es el camino a la felicidad.

Esta no es la única opción.  Según el historiador Harari hay datos que muestran que la felicidad consiste en ver la vida en su totalidad como algo valioso y lleno de sentido. Si uno ha encontrado para que vivir, uno puede soportar cualquier cosa. El significado del “para que vivir” varia ampliamente de época a época. La gente en el medioevo tuvo una vida bien dura. Pero, la creencia en la promesa de una vida eterna en el paraíso, la lectura de las escrituras y la construcción de catedrales  les daba sentido a sus vidas y, seguramente, no eran menos felices que nosotros.  La felicidad la encontraban en la ilusión colectiva  de una  vida trascendente.  La cosa con esto  es que, desde un punto de vista racional o científico, la vida humana no tiene ningún sentido. Somos el producto de un proceso evolucionario ciego que opera sin un fin o propósito. No somos parte de un plan divino y si mañana desaparecemos, aquí no ha pasado nada. El resto del mundo continuara tranquilamente su curso.

 Para nuestra época secular el significado colectivo se puede encontrar en el nacionalismo, el humanismo moderno, el capitalismo,  el progreso del conocimiento humano, la creación de empresas, el arte, etc. El asunto es que creer que el sentido trascendente de la vida puede encontrarse  en uno de estos fines no es menos ilusorio que la creencia en el mundo sobrenatural.

 La felicidad, según esta opción, es  la sincronización de nuestras ilusiones personales del sentido de la vida con las  ilusiones colectivas.  Si esto nos da felicidad, entonces, mientras mas ilusiones transcendentes, mitos, fantasías  o creencias religiosas  tengamos mas felices seremos. Al diablo con los hechos si  contradice nuestra fe.

La idea  común en todo esto es  que la felicidad  es un estado subjetivo placentero, ya esa  debido a la química cerebral o a la creencia en el sentido de la vida. Esto no es sorprendente  si consideramos que  en nuestros días el liberalismo es la ideología dominante. Los sentimientos interiores son la fuente suprema de autoridad. Lo que es bueno o malo, feo o hermoso, lo que debe o no debe ser  esta determinado por lo que sentimos… “Si siento que es bueno, es bueno. Si siento que es feo, es feo”.

¿Podemos confiar siempre  en los sentimientos interiores? La idea que los sentimientos no son confiables tiene una larga historia que va desde el Templo de Apolo en Delphis, San Agustín en el medioevo, Darwin en la época moderna y Dawkins en el presente. Pero, sobre todo, ha sido el Budismo el que ha desarrollado una  posición bastante singular.  Nuestros sentimientos son solo vibraciones fugaces, estados momentáneos en constante cambio. Si quiero  tener sentimientos placenteros tengo que perseguirlos y cuando los tenemos se evaporan rápidamente, lo que nos obliga a perseguirlos otra vez … ¿Vale la pena tanto esfuerzo por algo tan pasajero? La raíz del sufrimiento no es el dolor, la tristeza, ni siquiera el sin sentido de la vida. Es la inútil persecución de estos sentimientos fugaces que nos colocan en un estado de permanente tensión, frustración  y  descontento. La liberación del sufrimiento se produce cuando tomamos conciencia de la naturaleza impermanente  de los sentimientos y los deseos y renunciamos a su persecución.  Es  en ese instante cuando la mente se relaja.  El movimiento New Age  no entendió esto porque traslado el descubrimiento budista  a un marco liberal… “La felicidad no depende de factores externos. Depende de lo que sentimos interiormente y en lugar de perseguir riquezas y estatus debiéramos conectarnos con nuestros sentimientos”.  La visión budista es lo opuesto. La felicidad es independiente de nuestros sentimientos internos. El camino budista no solo deja de perseguir  riquezas y fama, sino mas importante,  abandona  el deseo y los sentimientos interiores.  El camino es llegar a  la verdad  de uno mismo…  ¿No es esta también la visión del oráculo de Delphis… “Conócete  a ti mismo”?  Freud no estuvo muy lejos de esta visión.

El problema con  la extinción budista de los deseos y los sentimientos que los acompañan es que se basa   en una noción negativa del deseo.  Desde la antigüedad hasta nuestros días  se ha pensado que es la carencia de algo en el sujeto lo que origina el deseo.  Para Sócrates  el amor solo existe en relación a un objeto ausente y Lacan, en nuestros tiempos, afirmaba que el deseo es el signo de una “menesterosidad ontológica”… ¿Que tal si se rompe con la tradición y se ve esto desde otra perspectiva? El deseo, dice Deleuze, es productivo, crea su objeto y, en lugar de implicar una relación determinada por la carencia, el deseo abre nuevas posibilidades. En el amor, por ejemplo, el deseo abre nuevas e infinitas oportunidades en un mundo  que
aparentemente se presentaba como algo cerrado. El deseo no se produce por el encuentro  fugaz con un objeto.  El deseo es una fuerza o flujo universal  que existe antes  de la distinción entre objeto y sujeto.  Cuando se libera de los prejuicios de la tradición,  la domesticación del Estado y la maquina consumista, se reconecta con nuevas aspiraciones que revitalizan el cuerpo y la mente y volvemos a sentir el flujo vital en toda su fuerza. Y esta es la fuerza  que el Poder  teme.

La afirmación de la vida es la fuente del goce y del sufrimiento, de la compasión y del amor, del miedo y del odio. Este es el doble vinculo al que estamos sujetos.


Nieves y Miro Fuenzalida.

Sunday, January 19, 2020

Austeridad


El parlamento
Conservador
Del
Clima
Decreto
La cancelación
De
La Primavera
Y
Del
otoño

No habran
Violetas
Ni cantos
De
La calandria.
No
Se
Caerán
Las hojas
Amarillas
De
Los arboles.
Es
La época
De
La austeridad.

Nieves

Sunday, January 12, 2020

Algo de la nada


 ¿Qué mas fantástico que el Big Ban, los agujeros negros,  la materia obscura, las partículas cuánticas, las ondas gravitatorias o las leyes de la física? Aun mas fantástico es el hecho de que el universo  surge de la nada… ¿Como esto es posible si de la nada, nada surge, como  lo mostro Parménides?  Según  los teólogos la única posibilidad  es que solo Dios pudo haber creado algo de la nada.  De lo contrario, si algo sale de ella es  porque no es una nada verdadera.  

Bueno… no realmente. De acuerdo con algunos astrofísicos los teólogos  y filósofos no proveen  ninguna definición  basada en evidencias empíricas. De lo que se trata, dicen, es de reemplazar las elucubraciones y  discusiones abstractas acerca de la nada  por esfuerzos operacionales que lleven a describir como el universo pudo originarse.  Las observaciones experimentales y las teorías que sostienen la mayor parte de la física moderna  sugieren que obtener algo de la nada no es problema. Un universo  de la nada no es  imposible. Y si empujamos un poco mas las cosas habría que decir que todos, literalmente, hemos emergido de la nada cuántica… ¿cómo esto podría ser? 

 Según el astrofísico  Lawrence Krauss el universo no se guía por lo que, en la  pequeña esquina del espacio y tiempo  en que vivimos, puede aparecer sensato.  Cuando introducimos la dinámica de la gravedad y la mecánica cuántica encontramos que el sentido común deja de ser verdadero. Gracias a la rareza de la mecánica cuántica la nada se transforma en algo  todo el tiempo.  Según el principio de incertidumbre un sistema nunca  puede tener cero  energía  y desde que la energía y la masa son equivalentes,   pares de partículas pueden formarse espontáneamente siempre y cuando se aniquilen unas a otras rápidamente.  No hay nada y de pronto algo aparece para luego desaparecer nuevamente… ¿por que? Porque,  aunque si removiéramos todas las partículas, la energía  y la gravedad, es decir, todo lo que hay en un sistema, nos quedaríamos con un verdadero vacuum, pero un  vacuum en donde todavía hay fluctuaciones cuánticas,  es decir, “cambios transitorios en la cantidad de energía en un punto espacial”.   Dado un vacío suficientemente grande, dice Krauss, suficientes partículas pueden emerger gratuitamente para  provocar un  “Big Ban” y empezar un universo.  Esta historia empezó, realmente, en 1973 cuando Edward Tyron publico un artículo preguntando si el universo podría haber surgido  de una fluctuación cuántica gigantica en un “vacuum pre-existente”. Un vacuum, según la teoría cuántica, no es en realidad un “espacio vacío”, sino uno lleno con partículas virtuales que al azar  saltan  a la existencia por una fracción de tiempo al tomar energía del vacuum que devuelven inmediatamente al desaparecer, sin violar  la  ley de la conservación de energía.

Los planetas, galaxias, estrellas y todo lo que es material, dice Krauss, es el resultado de una ligera asimetría  en el universo temprano que comenzó con un mínimo mas de materia que anti materia.  Cuando la materia y antimateria  chocan ellas se destruyen mutuamente.  Esto es lo que ocurrió en el  inicio del universo cuando toda la antimateria fue destruida y es de esa pisca de materia  extra  que  quedo todo viene. Esto lo sabemos, dice Krauss,  por el hecho de que “hay mas  fotones que protones”. Si esta hipótesis es correcta, el universo surge  de la nada y su energía total es cero (La energía positiva en forma de materia se anula completamente con la energía gravitatoria generada por esta).  “No solo algo sale de la nada, sino que algo siempre sale de la nada porque la física dice que la nada es inherentemente inestable”.

El significado de Nada  es una gran pregunta en  la física cuántica. Krauss distingue tres tipos de nada. Espacio vacío, que ahora sabemos  esta lleno de  energía vibrando con campos electromagnéticos y partículas virtuales.  La segunda es una nada sin espacio ni tiempo. Siguiendo la lógica cuántica  encontramos que universos completos, pequeñas burbujas de espacio-tiempo, pueden saltar a la existencia como las burbujas que saltan del agua hirviendo. Y la tercera es una  nada  mas profunda en donde, incluso, las leyes de la física están ausentes. Si este es el caso…  ¿de donde vienen, entonces, estas leyes? ¿nacen con el universo o el universo nace de acuerdo a ellas?

 El asunto es este…  ¿Por qué tendríamos que presuponer que la nada es mas natural que  algo? Estamos acostumbrados a pensar que el efecto siempre tiene una causa. Pero… ¿que tal si el universo es una excepción? ¿Qué el universo simplemente es? ¿No es esta nada de la que surge el universo, no una nada, sino  una casi nada? El quantum vacuum, por lo que vemos, es una forma de algo. Tiene propiedades, energía. Fluctúa, puede causar la aceleración de la expansión del universo, obedece las “ecuaciones de la teoría del campo quántico”. Se puede describir. Se puede calcular, predecir y falsificar. Desde Einstein los físicos consideran que el espacio vacío tiene una estructura que puede  deformarse y distorsionarse. Incluso, si se encoge hasta un  puro punto, el punto esta  lleno de partículas y fuerzas latentes. En otras palabras, siempre hay “algo” … ¿podríamos, entonces, decir que este “algo” es nada?

¿No será que Krauss  ha despachado la filosofía demasiado pronto?  ¿No será que  detrás de la casi nada de la que Krauss habla volvemos a encontrar a Parménides?

De la tautología “El ser es y el no ser no es” se puede derivar que el ser  no puede surgir del no ser, porque el no ser no es.  Luego, el ser es infinito. Si fuera finito  tendría que estar limitado por algo que es no ser. Pero, el no ser no es. Por tanto,  el ser no tiene principio ni fin.

Cuando Leibniz en 1697  planteo la pregunta…  ¿“por que hay algo en lugar de nada”? se considero la ultima pregunta, la pregunta existencial primordial. Últimamente, sin embargo,  atrae bien poca atención entre los filósofos y físicos modernos porque se considera que esta mas allá  del alcance  de la mente humana o porque es un seudo problema.  Lawrence Krauss la trae de vuelta y junto con otros físicos  proclama que el universo surge espontáneamente de la nada.  El problema es que  esta nada, si se examina  cuidadosamente, tiene que ver con “protones y neutrones y mesas y sillas  y planetas y sistemas solares y galaxias y universos, en primer lugar” . Y la historia de la ciencia no da ningún indicio de cómo esto podría imaginarse de otra manera.

¿No será que si seguimos otro camino la respuesta  se podría  encontrar, no en un universo con un comienzo o tiempo finito en el pasado,  sino en un universo eterno?

Según Peter Lynds solo un universo eterno, definido como  un estado de cosas en donde al menos una siempre existe, puede responder a la pregunta  de porque el universo existe mas bien que no. La alternativa, un universo con tiempo finito, presenta la posibilidad de que el universo no necesita existir. La implicación de este juico es  que antes del comienzo del universo  había nada.  Si la nada es posible, también es posible que pueda continuar indefinidamente,  lo que cancela el nacimiento de  cualquier universo. Dada esta situación, la existencia del universo es  contingente y como tal no puede ofrecer una explicación satisfactoria a la pregunta de por que  el universo existe mas bien que no, porque no puede responder  a la segunda parte de la pregunta… ¿por que no la nada?  Un universo eterno, en cambio,  en ningún momento de su vida puede dejar de  existir. La no existencia ni siquiera es una opción.  Un universo eterno existiría, mas bien que no, porque seria lógicamente contradictorio no existir. Luego, si  queremos responder a  la pregunta,  la única posible respuesta lógica, dice Lynds, seria  la que postula  un universo eterno. Con el, la no existencia no es una opción.  

El argumento es compatible con el Big Ban si se considera que la cuestión es  acerca de  que hay antes del Big Ban.  Lynds no se refiere a si un universo eterno es físicamente posible o no. Tampoco trata de  que cosas existen en el. Ese es el dominio de la ciencia.  Lo que trata  de mostrar es que lógicamente algo, cualquiera que sea y por breve que  sea su permanencia, siempre debe permanecer existiendo físicamente.

 ¿No es esto lo que siempre hay en el vacuum cuántico?


Nieves y Miro  Fuenzalida.