Sunday, June 26, 2016

La cita



Desperté al dia
con
el reloj
del tiempo.
Se había
quedado dormido
a
su cita .
El amanecer
lo esperaba
en la esquina izquierda
del
universo.

Nieves

Monday, June 20, 2016

El limite del capital


 En  el  tercer libro del “Capital”  se dice  que el límite histórico lógico del  Capital es el mismo  Capital. Con esto, Marx  aseguraba  que  la historia estaba de parte de la revolucion. 

Según la interpretación histórica evolutiva estándar  esta formula se ha leído de acuerdo al modelo de la dialéctica de las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Uno podría entender  este modelo según la metáfora de la niñez  que de tiempo en tiempo tiene que  deshacerse  de su vestido porque le empezó a quedar demasiado apretado.

 El argumento va más o menos así… la fuerza básica del desarrollo social, su constante natural es el incesante crecimiento de las fuerzas productivas que, como norma general, son reducidas al desarrollo técnico. Este ímpetu creciente, sin embargo, es siempre seguido por una mayor o menor inercia de las fuerzas sociales que cambian con mucha mas lentitud  operando como un factor retardatario. Hay épocas en las cuales las relaciones de producción corresponden con las fuerzas productivas y otras en que se transforman en un obstáculo al desarrollo futuro hasta el momento en que la revolución social las coordina nuevamente  reemplazando el viejo orden por otro que corresponde a un nuevo estado de cosas. Es decir… si el Capital contiene  su propio limite, entonces, desde un punto de vista  evolucionista,  las relaciones capitalistas de producción  que hicieron posible el rápido desarrollo tecnológico, se trasformaran, eventualmente,  en un obstáculo. En breve,  las fuerzas productivas sobrepasaran las relaciones capitalista abriendo un periodo revolucionario que  determinara nuevas formas de relaciones sociales.

El problema con este enfoque de la formula de Marx es este… ¿como definimos exactamente el momento – incluso en términos ideales – en que las relación capitalistas de producción se transforman en un obstáculo continuo al desarrollo de las fuerzas productivas? O la situación opuesta…  ¿cuando podemos decir que hay acuerdo entre unas y otras en el modo capitalista?  La respuesta, después de cualquier análisis estricto, es… nunca.

Es esta situación la que hace diferir al capitalismo de cualquier otro modo de producción conocido hasta ahora.  En todos ellos podemos hablar de momentos en que hay acuerdo entre los procesos de producción social y reproducción, periodos de tranquilidad y movimiento circular, mientras que en otros, hay instantes de intranquilidad y desorden, cuando la contradicción entre fuerzas y relaciones de producción se agudiza.  En el capitalismo, en cambio, es la contradicción, el desacuerdo entre fuerzas productivas   y relaciones de producción la que esta contenida en su concepto mismo, contradicción entre  la  producción que es  social y la apropiación que  es  privada. Es esta contradicción interna la que empuja al capitalismo a extender la reproducción permanentemente, al desarrollo incesante de sus propias condiciones de producción a diferencia de los otros modos en donde, a lo menos en su estado “normal”, la producción y reproducción se dan a través de un movimiento circular.

Si aceptamos que este  es el caso, como la historia parece indicar, entonces la interpretación evolucionista del Capital como conteniendo su propio limite es inadecuada. El filosofo Zizek llama la atención al hecho de que no se trata de que en cierto momento de su desarrollo el marco de relaciones de producción empieza a constreñir el continuo desarrollo de las fuerzas productivas.  La paradoja es que este mismo limite inmanente, esta contradicción interna es la que justamente empuja el desarrollo del sistema, lo que hace que su estado normal sea el de revolucionar constantemente sus condiciones de existencia.  Desde el comienzo mismo el capitalismo esta marcado por la discordia, la contradicción y el deseo inmanente de balance.  Y esta es  la razón de su cambio incesante.  La transformación constante es la única forma de vivir y resolver una y otra vez su propio imbalance constitutivo, su contradicción fundamental.  Lejos de restringirlo tendríamos que decir que su límite es la fuerza misma de su desarrollo. Esta es  la paradoja típica del capitalismo… su impotencia es la fuente de su poder  que le permite transformar sus limites.  En tanto mas se agudicen sus contradicciones, tanto mas necesita revolucionarse a si mismo para sobrevivir. El salvavidas es “R&D” (Investigación y Desarrollo). Crear nuevos productos para tener nuevos consumidores.

La revolución informática de los últimos decenios es  un buen ejemplo. Marx distingue dos momentos en la continua auto-expansión del capitalismo. En un primer instante, una onda de nuevos y más productivos capitales sociales transforman los aparatos existentes de producción y consumo. Es esta continua revolución de los medios de producción, dice Deleuze, la que caracteriza la “deterritorializacion” del capital y el trabajo con el objeto de dedicarlos a nuevas formas de producción y consumo que  desencadena  todo tipo de procesos de  tranfomacion  a través de la sociedad. Pero, en un segundo instante, este movimiento progresivo es rápidamente detenido y todo es “re-territorializado” nuevamente. La “deterritorializacion” libera todo tipo de energías creativas –tanto de consumo como de producción- y  revoluciona y socializa las fuerzas productivas. La “re-territorializacion”, en cambio, interviene ligando las relaciones de producción y consumo al peso muerto de la apropiación privada de la plusvalía restableciendo el  poder del capitalismo,  fuerza retrograda que  impide el gasto de la plusvalía en propósitos que no estén exclusivamente orientados a la re-inversión productiva de ganancias privadas

 Es solo el primer momento, el de la “deterritorializacion” del componente económico, el que representa la revolución constante de los medios de producción, el que genera cambios y libera las energías de producción y consumo de los objetos y limitaciones existentes. Esta distinción, por supuesto, entre dos momentos de un proceso singular, es meramente analítica, pero es crucial en tanto expone la diferencia entre poder y economía como dos momentos en conflicto o como dos componentes del capitalismo… ¿No es  esto lo que  estamos presenciando con la actual revolución informática? En su periodo inicial estaba llena de promesas de liberación y participación democrática.  Lo que hoy vemos es  su captura por el peso muerto de la propiedad privada, el Estado de vigilancia absoluta  y la orientación exclusiva hacia la ganancia.

¿Es este un proceso sin fin?  No, realmente. Si  recordamos  que no hay  realidad empírica que sea eterna, entonces todavía es posible  introducir una nota de optimismo. La resistencia al poder ya es una  indicación  que este no es absoluto.  Dada la contingencia de toda realidad  uno podría  imaginar una posible liberación de la compulsión  capitalista que iría más o menos así.

En la etapa  de “deterritorializacion” capitalista “todo lo que es sólido se disuelve en el aire”. La tradición, las costumbres, los ritos, los valores, las comunidades y  las creencias se dislocan, destruyen, transforman  o desaparecen. Y, a pesar de las consecuencias negativas que esto trae, el proceso  abre nuevas posibilidades de acción histórica. La aceleración temporal de las transformaciones sociales  que  causa    permite tomar  una conciencia más clara de la impermanencia  constitutiva de los  discursos sociales, de su naturaleza puramente histórica.

La consecuencia, dice Laclau, es que la dislocación, desarticulación o inestabilidad de  la estructura social  abre un campo de indecisión e indeterminación que  obliga a recomponer  y re-articular las estructuras sociales  a  niveles  mas profundos, aumentando la responsabilidad de los sujetos y haciendo la historia menos repetitiva. La clave aquí, por supuesto, es que en  esta estructura dislocada  el centro se debilita o desaparece. Esta dislocación social, a diferencia del desajuste y falta de funcionamiento de las  partes  de una maquina, tenemos que verla como el desajuste que se produce debido a la presencia de fuerzas antagónicas que tratan de  construir o tomar  los  centros de poder.

¿Qué es lo que hemos ganado con todo este análisis…?  Una  nueva  visión social que ahora aparece constituida por  diferentes  centros de poder, cada uno con diferentes capacidades de acción  y estructuración. Descentralización no significa solo la ausencia de un centro. Significa, también, la práctica de descentrar a través del antagonismo, de la lucha que originan las contradicciones sociales.  Lo que ahora tenemos  es un  mundo que se presenta, no como algo dado o regido por la mano invisible de las leyes históricas, sino como algo que constantemente tiene que ser construido por la gente  que, en el proceso,  también se auto construye.

El pensamiento mas común que hoy encontramos en la gente que protesta  en las calles es la creencia de que la posibilidad de transformar la sociedad capitalista no depende de la simplificación de la estructura social, ni de  la emergencia de una sola clase privilegiada guiada por su  partido, sino  de la proliferación de nuevos y diferentes grupos sociales,  de la multiplicación de los antagonismos y el aumento de las  dislocaciones.

El problema es…  ¿Cómo esta pluralidad de grupos y demandas  se transforman en una  singularidad, en una  identidad popular? Laclau dice que si una equivalencia se va a establecer entre ellas algún tipo de denominador común tiene que encontrarse dentro de la multiplicidad de grupos  para encarnar  su totalidad  y este denominador no  puede ser otro que una demanda individual que por razones circunstanciales adquiere un papel  central al pasar a significar el conjunto de las demandas,  permaneciendo sin embargo como demanda particular.  La imagen de la Solidaridad en Polonia y  en el resto  de Europa oriental al final de los 80’s, el mercado paso a significar mucho mas que un arreglo económico… abarcaba el fin del poder burocrático, libertades cívicas, ponerse a la par con occidente, etc. etc.  La paradoja de esto es que mientras más general sea la demanda representativa más fácil será su adopción. Pero…  en tanto mas general sea más débil será su capacidad para articular la multiplicidad, lo que eventualmente  lleva a la desintegración de la cadena.

 Los momentos eminentemente históricos, auténticamente  revolucionarios  son aquellos marcados por grandes choques  en donde formas enteras  de vida  son amenazadas  y  las normas  sociales y culturales  destruidas al ser incapaces de   siquiera garantizar un mínimo de estabilidad y cohesión. De este vacío una nueva forma de vida tiene que ser inventada. Todavía no estamos ahí… 

Desde el momento que no hay una ciencia política capaz de predecir el curso de los eventos futuros aun es muy temprano para decir lo que pasara y la incógnita  con los nuevos movimientos de insurgencia es que… no hay nada en ellos que nos indique si estos nuevos sujetos políticos necesariamente cambiaran el capitalismo o solo conquistaran un lugar dentro de el.


 Nieves y Miro  Fuenzalida

Sunday, June 12, 2016

Galope

Galope
 el insomnio
en
la montura
oscura
de
la noche
hasta
la madrugada
donde
arrope
a
las estrellas
con
la frazada
de
tibieza
del

universo.

Nieves

Monday, June 6, 2016

El yo cartesiano


En el Psicoanálisis  tal como se da en Freud y Jung y en la Teología Existencial de San Agustín, Pascal y Kierkegard, el ego es visto como producto de un acto de alineación, represión, disociación o pecado  que lo desconecta de su fuente original. Para el Psicoanálisis, esta fuente  es el inconsciente dinámico, sistema psíquico invisible. Para la Teología Existencial, es el “deus absconditus”, el Dios ausente. De acuerdo con ambas interpretaciones, el ego se ha disociado a si mismo de una realidad superior  o, a lo menos, mas fundamental  que lleva a  una existencia caracterizada por el descontento, la ansiedad, el vacío, el desarraigamiento y la desesperanza.

Metafísicamente la cuestión del ego mental se refiere a su estatus ontológico o, lo que es lo mismo, de que manera podemos decir que existe, si es que existe. Desde el momento en que ha reprimido la fuente de su origen es comprensible que nos  sintamos inclinados a verlo  como un ente existencialmente independiente y de  naturaleza incorporea. Una sustancia puramente mental.  Es  esta concepción del  yo la que ha sido dominante en la tradición filosófica mundial. En el Este podemos reconocerla en la formulación dada por las dos escuelas mayores de la Filosofía hindú. Samkhya dice que este es "purusha", una monada conciente. Para el Vedanta, es "atman", conciencia autosuficiente. Y en el Oeste se puede  asociar con los nombres de Platón y Descartes, cuyas influencias han sido determinantes hasta nuestros días.

Pero, junto a esta concepción, también ha habido una visión minoritaria que siempre la ha desafiado. En el Este se encuentra  en el Budismo y en el Oeste se puede ver en Hume, W. James y Nietzsche, adquiriendo en el siglo XX una mayor preponderancia con el desarrollo del estructuralismo. Para estos, la independencia y auto-suficiencia del yo mental no es más que una ilusión y engaño ya que dentro del espacio mental no hay ninguna sustancia incorpórea.

Característico del dualismo cartesiano (cuerpo-mente), términos en los cuales el yo mental tiende a concebirse, es el de considerarlo como una entidad de naturaleza opuesta y de existencia distinta al cuerpo y a sus energías, impulsos y sentimientos. Es una conciencia desencarnada a la cual le ocurre, por mera contingencia, co-existir con la vida físico-dinámica. Es cierto que reconoce una cercana conexión con el cuerpo humano, pero no cree que este sea esencial para el ser  del yo mental. Es un instrumento útil y,  en realidad, necesario para interactuar con el mundo, pero que, en principio, es dispensable. El ego cartesiano asociado con la cabeza se ubica arriba del cuerpo y desde esa posición lo controla asumiendo la ilusión de la incorporeidad y auto-independencia, vale decir,  adoptando el papel de "res cogitans".

El origen de esta actitud, vista desde un punto de vista psico-dinámico, dice M. Washburn, uno de los principales teoricos de  la psicología transpersonal (“The ego and the dinamic ground”), radica en la dinámica evolutiva del cuerpo y el ego. Este ultimo trata de diferenciarse a si mismo de su origen físico-dinámico y  de disociarse de este. El yo, al transformarse en un puro  yo mental, huye del plano físico-dinámico porque lo percibe como un foco de peligro y  fuerzas incontrolables. Teme que su existencia misma sea amenazada por ellas y trata de poner la máxima distancia posible. Se desconecta de la vida corporal y empieza a considerar al cuerpo como no-yo, como algo externo y ajeno. Este es el acto de represión original que obliga al yo a movilizar todas sus defensas  corporales. Capas y capas de resistencias son creadas con el fin de controlar la libre circulación de la energía corporal  que llega al cerebro. La "armadura corporal", de la cual W. Reich  habla, es parte de esta resistencia, armadura que con el tiempo se osifica fijando al cuerpo en una postura de permanente defensa.

El ego cartesiano es más que una mera actitud o perspectiva teorética. Al desensitizar, desvitalizar y constreñir al cuerpo, privándolo parcialmente de su  fuerza vital, el ego lo reduce a un mero nivel material  permitiendo así elevarse a si mismo a un nivel  inmaterial. Al considerarse una entidad incorpórea se coloca por encima de las pasiones y de la existencia física y el único portador de la conciencia  y la si mismidad. Esta disociación corporal del ego mental tiene alguna ventaja desde el punto de vista evolutivo. El liberarse de las influencias perturbadoras del no-ego le permite adquirir dominio de si mismo y del ambiente. Es una transacción a través de la cual adquiere sobriedad y auto-posesión a costa de la pasión y el poder energético. En términos cartesianos, se eleva a si mi mismo al estatus de "res cogitans" reduciendo al cuerpo al estatus de mera "res extensa".

El problema, dice Washburn, es que detrás de esta pretensión cartesiana, el yo mental oculta el miedo a no ser algo real. Al cortar su conexión con el cuerpo pierde existencia tangible, deja de ser un objeto palpable en el mundo transformándose a si mismo en una mera presencia fantasmagórica dentro del espacio interior.  Más aun, su desconexión con el nivel físico dinámico lo priva de fuerza vital. Es por ello que el yo mental siempre se ve amenazado por la sensación de no ser, de deficiencia sustancial y espiritual. Al comienzo esta vulnerabilidad no es problema, pero con el tiempo se hace inquietantemente evidente. Este no es el miedo de carecer absolutamente  de existencia. Este sabe que existe -"cogito ergo sum"-pero no sabe de qué manera existe. El no es el espacio mental en si mismo, ni los contenidos que encuentra en el.  El yo mental, de alguna manera, existe dentro de este espacio, pero no puede ser identificado con sus contenidos, sean estos sensaciones, imágenes, sentimientos o pensamientos. Estos son "cosas" que el yo experimenta. Pero, el yo no es estas "cosas". En otras palabras, el yo mental existe como una conciencia descarnada,  presencia inubicable, dentro del espacio mental. En términos sartrianos, es "nada".

Es de esta nada, del vacío mortal de su subjetividad de lo que este yo necesita escapar para evitar la experiencia de su propia nulidad. Es esta experiencia la que lo fuerza a ir fuera de si mismo para encontrar aquello de que carece en su interior. Esta es la  razón de la extraversión infatigable, la construcción de una identidad y facticidad y el compromiso en un dialogo compulsivo interno, en un constante ruido subjetivo que nos es imposible parar.

La extraversión es un aspecto natural y beneficioso de la vida conciente. Los seres humano, junto con otros animales, tienen interés en el medio ambiente exterior por necesidad, curiosidad, sobre-vivencia y juego.  En el caso humano,"qua mental ego", esta atención exterior adquiere una nueva dimensión. Deja de ser simplemente una expresión espontánea o una necesidad practica para convertirse en una compulsión. Necesita comprometerse en proyecto tras proyecto con el fin de encontrar distracción y excitación.  Requiere dirigirse fuera de si mismo, porque experimenta inquietud o miedo con lo que encuentra dentro de si. La extraversión del ego mental se ejerce, no solo por curiosidad o necesidad, sino, por miedo a la nada. Filosóficamente esta extraversión o intencionalidad se ha considerado característica de la conciencia (Brentano, Husserl, Sartre). Como fugitivo de la nada el ego mental siempre esta en busca de algo nuevo, ya que la novedad genera excitación, sustituto del dinamismo vital.

La segunda forma de tratar con el miedo a la nada, dice Washburn, es el intento de fabricarse algo así como una sustancia -concepto de si mismo- con la que pueda identificarse y considerarla su ser. Este es el objetivo básico y el proyecto fundamental del yo mental que le proporciona solidez. Solo que  esta no es una genuina identidad. Es un producto del pensamiento más que una existencia independiente que pueda ser dada a este como "sustancia" construida. No es algo que pueda ser aprehendido directamente a través de la introspección. Más bien, indirectamente inferimos que en cada pensamiento y acción encontramos un actor o pensador  de ellas y que es esta identidad la "cosa" -poseedora de atributos- desde la cual los  pensamientos y las conductas se originan. El yo  es  un continuo proyecto y no una realidad que encontramos en el fondo de nuestro ser.

La tercera forma de escape es el constante dialogo interno. Este llena el vació interior y le asegura existencia, junto con constituir la actividad que le permite extraer las inferencias con las que el yo se auto-construye. Este dialogo interno, al igual que la extraversión, es compulsivo. Cada vez que la mente se calla, el ego mental experimenta ansiedad, ya que su existencia se hace indetectable. Desde el momento que no puede captarse a si mismo por medio de la introspección, requiere escucharse continuamente. Su existencia se asegura mientras continúe hablando internamente. Cuando la conciencia se silencia es cuando el yo es atacado por el miedo a la "nada". Cualquiera que haya tratado la meditación budista sabe cuan difícil es silenciar la mente.

El ego mental es un fenómeno multifacético. Un continuo proyecto y no una realidad que encontramos en el fondo de nuestro ser. “Cosa pensante”, desdeñoso de la vida físico-dinámica, ontológicamente inseguro y temeroso de su propia irrealidad. Infatigable, extrovertido y ansioso por establecer su propia identidad y valor. Sujeto cognoscente responsable por verificar lo real de acuerdo a los cánones de los  procesos secundarios o de las operaciones formales del pensamiento que  es esencial para una vida efectiva. Pero,  también es responsable de nuestra represión original, raíz de nuestra ansiedad que nos  revela nuestra mismidad como ilusión, lanzándonos en el proyecto imposible de ser "ens causa sui". El yo mental lucha en vano por huir de lo que es, para transformarse en lo que  no puede ser.


Nieves y Miro  Fuenzalida