Después de un siglo y medio de su nacimiento, la corporación comercial moderna, una persona artificial hecha a la imagen de un narcisista compulsivo, busca rehacer al individuo de acuerdo a su propia figura. Desde el punto de vista de la corporación el ciudadano ideal es un consumidor insanamente insaciable guiado por un interés psico-patologico.
Según algunos personeros del mundo de los negocios..."en las
ultimas tres décadas ha habido una transferencia de la autoridad del gobierno a
las corporaciones y estas necesitan asumir esa responsabilidad, realmente
necesitan conducirse como ciudadanos corporativos del mundo... necesitan
respetar las comunidades en las que operan y asumir la auto-disciplina que en el pasado el
gobierno les exigía" (Swam Gibara). Por supuesto que necesitan hacer todo esto.
Pero... ¿como, de acuerdo con su diseño legal contenido en cientos de leyes a través
del mundo, esto podría ser posible? Milton Friedman decía que la corporación es
propiedad de los accionistas. Su interés, es el interés de estos últimos. Mas allá
de esto, no debiera gastar el dinero de los accionistas en operaciones que
pudieran considerarse socialmente responsables, pero que no aumentan la
ganancia. Solo existe una responsabilidad social para los ejecutivos de una corporación...
hacer tanto dinero para sus accionistas como sea posible. Este es su imperativo
moral. Aquellos ejecutivos que eligen objetivos sociales y ambientales por
sobre la gerencia, que tratan de actuar moralmente son, en el hecho, inmorales...A
pesar de que esta visión no es compartida universalmente, especialmente por
hombres de negocios mas sofisticados, en la practica, dice Debora Spar,
profesora de la Escuela de Negocios de Harvard, ella permanece... las
corporaciones, agrega, no son instituciones creadas para ser entidades morales.
Ellas son instituciones que tienen solo una misión y esta es la de aumentar el
valor de las acciones. Las corporaciones son creaciones legales definidas por propósitos
legales. La ley dicta lo que sus directores y ejecutivos puedan hacer o
lo que no puedan hacer. En EEUU y otros países industrializados, en tanto
entidades creadas por la ley, esta obliga a sus lideres a darle prioridad a los
intereses de la compañía y a sus accionistas por sobre toda otra consideración
y les prohíbe ser socialmente responsables, a lo menos, genuinamente... Este
principio legal, conocido como "el mejor interés de la corporación",
fue establecido en el juicio entre Dodge versus Ford en 1916. Esta
norma, dice J. Bakan, forma parte de la cultura corporativa. La expectativa de
los inversionistas, sean estos instituciones o individuos, es la de asegurarse
que la fuerza dirigente es la producción y retorno de ganancias y no la acción filantrópica
que pueda disminuir las perspectivas financieras.
Millones de seres humanos mueren
cada año de enfermedades que no tienen tratamiento porque las drogas necesarias
para su curación no son comercialmente valiosas. La retórica benevolente y las
acciones socialmente responsables crean imágenes corporativas atractivas y, en
ocasiones, algún beneficio en el mundo. Pero ello no cambia la naturaleza
institucional de la corporación que es su compromiso irrenunciable al auto-interés..."la
caridad, en tanto tal, no tiene lugar en la mesa de directores. Hay, sin
embargo, un cierto tipo de caridad que produce beneficio económico al que la
practica y es solo en esa medida, una medida no muy filantrópica, que la
caridad puede tener un lugar en la mesa, pero no por otro propósito" (Lord
Bowen, juez en el caso Hutton versus West Cork Railway Company, siglo XIX).
Este auto-interés desenfrenado victimiza tanto al individuo como a la sociedad
e, incluso, en ocasiones, a los mismos accionistas, cuando es liberado de los
constreñimientos legales gracias a la de-regulación y la transferencia de
la autoridad que logra con la privatización. .
.
Al igual que una criatura
sicopática, la corporación no puede reconocer y actuar en base a razones
morales para limitar el daño que pueda hacerle a otros. Nada en su diseño legal
la constriñe en la persecución de sus fines egoístas cuando el beneficio que
obtiene es mayor que el costo. Solo consideraciones pragmáticas y legales
controlan su instinto rapaz, a pesar de que en muchas ocasiones estas no son
suficientes para impedir que destruya vidas, dañe comunidades y ponga en
peligro al planeta entero. La corporación considera este daño aceptable porque
es una consecuencia inevitable de su actividad productiva. En jerga técnica se
conoce como "externalizaciones". De acuerdo con M.Friedman
"estas son el efecto de una transacción en un tercero que no ha consentido
ni ha participado en la ejecución de esa transacción". Estos efectos
pueden ser positivos, tales como la creación de trabajos y productos. Pero, en última
instancia, la compulsión corporativa a externalizar sus costos es la raíz de la
mayor parte de los problemas sociales y ambientales. El sistema regulador
impone límites legales a lo que las corporaciones y sus ejecutivos puedan hacer
y castiga a aquellos que violan estos límites. En teoría, estos evitan las
conductas socialmente irresponsables. Pero, como muchas otras teorías, esta
tiene muy poca relacion con la realidad. Las ilegalidades corporativas las
podemos encontrar a través de toda la economía. La compañía "General
Electric", por ejemplo, de acuerdo con "Multination Monitor", incurrió
en 42 transgresiones legales mayores entre 1990 y el 2001. Y el 67 por
ciento de la industria de la moda no cumple con los estándares locales. Cuando
los ejecutivos de una compañía deciden cumplir o quebrar la ley actúan
racionalmente y basan sus decisiones en la efectividad económica. Según Bruce
Welling, profesor de leyes, una actividad prohibida no deja de ser ejecutada
simplemente por el temor a una multa. Lo que importa considerar es si la
ganancia es mayor que la multa multiplicada por la probabilidad de ser
descubierto y sentenciado. El monto de las multas no es en si mismo una razón
suficiente para no incurrir en una acción ilegal. Si la corporación es
condenada y multada la experiencia servirá para que en la próxima ocasión cubra
sus huellas mucho mejor. Ninguna de ellas esta exenta de esta lógica. Robert
Monk, uno de los hombres de negocios mas influyente en América, dice que no es cuestión
de malevolencia o mala voluntad. La empresa tiene dentro de ella, en la misma
forma en que el tiburón tiene dentro de él, aquellas características que la
capacitan para hacer lo que esta programada a hacer. La dificultad con la
entidad corporativa es que posee una dinámica que no toma en cuenta a la gente
de carne y hueso que forma el mundo en el que existe. En nuestra búsqueda de
riqueza y de prosperidad hemos creado algo que eventualmente nos destruirá.
La gente que dirige la corporación, en su mayor parte, es gente buena, con estándares
morales personales como cualquier otro. Pero el dinero que ellos manejan e
invierten no les pertenece. No lo pueden usar para curar al enfermo, conservar
el ambiente o alimentar al hambriento. Su deber como ejecutivo es poner el interés
de la corporación por encima de cualquier otro. No importa cuan idealistas sean
sus intenciones, sus decisiones deben orientarse primariamente al servicio de
la compañía y al interés de sus dueños.
El egoísmo y los deseos materiales
son, obviamente, parte de nuestro ser. Pero no todo nuestro ser. La cuestión es...
podemos basar completamente un sistema económico en los rasgos que el
neo-liberalismo ha elevado a categorías fundamentales? Desde el punto de
vista publico tenemos que preguntarnos que tipo de sociedad creamos
cuando ponemos a las corporaciones encargadas de la dirección de la sociedad...
instituciones que definen lo que somos, lo que nos une y lo que nos capacita
para sobrevivir con cierta seguridad. Hasta el momento han fracasado y, la
verdad, han empeorado algunos de los problemas mas urgentes del mundo... pobreza,
explotación social, guerras, destrucción ambiental y salud publica.
Una de las fantasías democráticas es la idea
de que todos los ciudadanos, todos los individuos son iguales, a lo menos, en
la esfera política. Cada uno posee un voto independientemente de su riqueza o posición
social, signicando con ello que en relacion a las corporaciones cada ciudadano
tiene el mismo derecho a participar en como estas poderosas instituciones deben
conducirse. El traspaso de la regulación de las corporaciones, del
gobierno al mercado, inmuniza a estas de los efectos de la participación
ciudadana en el proceso político y deja el control a una institución en donde
un dólar, y no una persona, equivale a un voto. Cuando transferimos el
poder al mercado creamos una asimetría total entre el más humilde y el más
poderoso. Es este ultimo el que concentra un poder tan inmenso que,
literalmente, puede aplastar al primero. Esta es una de las razones históricas
de que el mercado necesite ser regulado para detener el daño y la explotación
ejercida por las corporaciones.
Las organizaciones no
gubernamentales pueden complementar el proceso democrático y proveer educación
e información que nos capacita para promover leyes gubernamentales, pero no
pueden reemplazarlo. Es la aprobación de estas leyes lo que debe ser su
ultimo objetivo, que es el de forzar a las compañías a internalizar sus costos.
Si es cierto que la regulación incrementa los costos comparados con la
de-regulación que genera mayores ganancias, beneficia al consumidor con precios
mas bajos y ahorra dinero al gobierno y a los contribuyentes, no es menos
cierto también que, mayormente, lo que se ahorra reaparece con venganza en otro
lugar. En realidad, la de-regulación es una forma de de-democratización ya que
le niega al pueblo, que actúa a través de sus representantes, el único
instrumento oficial que posee para controlar la conducta corporativa. No
podemos decir que haya democracia real en un sistema que confía mayormente en
las fuerzas del mercado y en las organizaciones no gubernamentales para
promover responsabilidad social corporativa.
Las corporaciones no son
instituciones democráticas. Sus directores y ejecutivos no le dan cuenta a
nadie, a excepción de los accionistas que los emplean. Los gobiernos democráticos,
a pesar de todas sus limitaciones, son
responsables ante la sociedad en general. Como dice Chomsky,
cualquiera que sea la opinión que uno tenga del gobierno este responde, en una medida limitada, públicamente.
Una de las razones de porque la propaganda trata de hacernos odiar al gobierno
es porque es la única organización existente en la cual es posible participar
en alguna medida y limitar la irresponsabilidad de poderes tiránicos.
Sin el Estado la corporación no es
nada, por lo que es un error pensar que si esta es fuerte y poderosa el Estado
es débil. La transferencia de poder implica que la globalización económica y la
des-regulación han disminuido el poder del Estado para proteger el interés
publico, pero al mismo tiempo, han reforzado su poder para promover el interés
de la corporación. El poder estatal no ha disminuido, solo ha sido re-distribuido. La des-regulación
no disminuye la participación del Estado en el mercado. Solo cambia su
naturaleza. El problema que las corporaciones hoy plantean es uno de los más
difíciles y urgentes de nuestro tiempos y su solución no es fácil. Un futuro
libre de la explotación, del egoísmo y de la capacidad destructiva de
estas instituciones clasistas era el sueño revolucionario. Hoy nos hemos
quedado, momentáneamente, sin modelo para su implementación.
Nieves
y Miro Fuenzalida.
Ottawa,
Junio 2006.
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