El tiempo sonríe disimuladamente de las absurdidades de
la vida... asir un pasado que nunca fue y un futuro que tal
vez nunca será. Nuestras mentes fusionan pensamientos cuyas capas crecen como
cortezas... gestos de un pasado encarnado en los hábitos de la carne que
terminan en una región en donde los senderos bordean con la fantasía y los
recuerdos se desvanecen como huellas en el oleaje. Vivimos en el margen… siempre
escabullendo y resbalando dentro del abismo de nuestra propia creación… dentro
de una existencia fantástica que se ubica en algún lugar entre lo que el
idealista llama "representación" y el realista llama
"cosa"… Es el sendero espumeante en la cúspide del flujo.
Ariel
Dic./00.
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