Tuesday, September 3, 2013

El yo y la conciencia cósmica.



 A finales del siglo la  industria cultural  del movimiento“New Age” y “Neo Pagano” hace sentir su presencia en el mundo de los libros, la prensa y el Internet. Prácticas medicinales holisticas, terapias  de hierbas, curación psíquica,  masajes, meditación,  yoga, ayunos, el futuro de acuerdo al Tarot,  I Ching  y viajes astrales prometen  una vida más espiritual, pacifica, tolerante y  saludable. La mezcla a medio digerir de creencias espirituales de diferentes culturas como el Budismo Tibetano, Hinduismo, Taoismo,  Practicas Indígenas, Astrología, Teosofía o Hermetismo se ofrece como el camino a estados superiores de conciencia y transformación social que en el futuro próximo inaugurara una era de verdadera conciencia espiritual. Lo que una vez solo encontrábamos en los rincones polvorientos de  librerías de ocultismo  hoy día se encuentra disponible en  versión popular en kioscos de diarios, súper mercados y en la punta de nuestros dedos. A comienzos de siglo el movimiento alcanza su cima y  la industria  del “New Age”, solo en Estados Unidos, tenía ya  un valor de 10 a 14 billones de dólares.

Una creencia bastante común  dentro del movimiento “New Age” es la de que el camino a estados superiores de conciencia requiere la liberación  de la mente. Algunos vestigios de esta idea los encontramos en las filosofías orientales, especialmente en el Budismo, pero su atracción en  occidente, pensamos, tiene más que ver con la revolución sicodélica de los 60s  que con ninguna otra cosa. “Abre tu mente y deja que el yo desaparezca”. “Sintonízate  con el ritmo del Universo y tu cuerpo lo seguirá”. La idea clave en toda esta narrativa, hasta hoy,  es la de la pérdida del ego, su disolución  en beneficio de una realidad más amplia. El ego, dicen, es  una ilusión poderosa que existe en nosotros y crea la apariencia de separación con el todo. Un fantasma que controla nuestra vida y que impide el conocimiento de nuestra verdadera naturaleza. Y para confirmarlo les gusta citar al monje tibetano Sogyal Rimpoche…“Dos personas han estado viviendo contigo toda tu vida. Una es tu ego, charlatán, exigente, histérico, calculador, egoísta. La otra es tu ser espiritual oculto a cuya sabiduría raramente  le haces  caso o escuchas”. Cuando transcendemos la ilusión del ego y dejamos atrás el narcisismo accedemos a los aspectos más altos de nosotros mismos y empezamos a vivir de acuerdo con la conciencia cósmica.  Según Richard  Bucke, un psicólogo canadiense de mediados del  siglo XIX, el término conciencia cósmica  indica la interconexión y presencia viva del Universo opuesta a la idea de materia inerte. La experiencia  de la conciencia cósmica, dice Deepak Chopra, uno de los mas populares exponentes del “New Age”, revela  que uno no es cuerpo y alma, que solo se dan en el ambito del cambio, sino un espíritu o naturaleza eterna que trasciende el espacio y el tiempo. Y para “The Arcanum”, una publicación que sigue la tradición hermética, la conciencia cósmica es un estado superior  de iluminación que esta más allá del yo y la auto conciencia.

En otras palabras, si el  ego no existe  tenemos que aprender a desprendernos de su  ilusión  para  vivir de acuerdo a nuestra verdadera naturaleza. Si el ego es real, entonces  tenemos que dejarlo atrás en el camino al alumbramiento.  En ambos casos el ego es un estorbo del cual hay que desprenderse.

Para Descartes el asunto es bien diferente. Cuando el sometió a la duda sistemática a  todo lo que existe  se quedo solo con  una realidad, una sola  verdad  de la que era imposible dudar… la duda misma. Este es el límite último de toda posible duda ¿Por qué? Porque puedo dudar de la existencia de esta computadora, pero no puedo dudar de que dudo de su existencia. Aquí la duda se tropieza consigo misma y se aniquila. Dicho de otra manera, la duda es posible a cambio de no tocarse a si misma. Entonces,  
la cosa es esta… dudar es parecerme a mi que algo es problemático y parecerme a mi algo y pensarlo son  la misma cosa. Por tanto, la duda es un pensamiento. Para dudar  o negar de la existencia de un pensamiento tengo que pensar este pensamiento y al pensarlo lo realizo ¿Y quien lo piensa? Yo. Un yo pensante que se genera a si mismo. La afirmación “Yo pienso, luego yo existo” es tan cierta que dudar de su veracidad  es imposible. Según  Descartes, no podemos dudar de la existencia del yo porque en el mero acto de dudar el yo este se declara a si mismo. “Dudo de que yo existo” solo puede ser pensado si hay un “Yo” que formula la duda.  Si aceptamos el razonamiento cartesiano, entonces  la idea de que el yo es una mera ilusión es totalmente falsa.

El argumento de Descartes es sólido aunque no libre de dificultades… “Pienso, luego yo existo”… ¿Realmente? Piensa otra vez..

El problema, como sus críticos han demostrado,  es que el presume mas de lo que el argumento permite. Cuando pensamos, lo único cierto es que  hay pensamiento, pero  no, necesariamente,  un yo real. Según el filosofo escocés David Hume un simple acto de introspección muestra la imposibilidad de encontrar el yo.  Lo que si encontramos son pensamientos, recuerdos  y sentimientos particulares y no un yo que los esta teniendo. El yo no es una entidad  singular, una sustancia,  que tiene pensamientos y sentimientos, sino que es la  colección de pensamientos y sentimientos que se inter conectan a si mismos. Curiosamente, el Budismo también habla de componentes en su visión del “no yo”. El ser individual esta compuesto de cinco factores que son la forma física del cuerpo, los sentimientos, las percepciones, las formaciones mentales y la conciencia. Sister Vajira, un contemporáneo del Buda, compara el yo con una carreta.  Solo podemos hablar propiamente de una carreta, dice, cuando todas las diferentes partes que la constituyen  se conectan entre si. Una carreta es simplemente sus partes  dispuestas de una manera apropiada. No podemos hablar de un carro que exista separado o  arriba de las partes que lo componen. En la misma forma, lo que llamamos yo es solo los cinco componentes apropiadamente dispuestos. No hay un  yo sustancial que exista aparte de ellos.

De acuerdo con estos  razonamientos difícilmente podríamos decir que el yo es una mera ilusión.  La analogía de la carreta  no dice que la carreta es una ilusión. El que no sea más que la suma  de sus partes no significa que esta suma  no exista.  Si la carreta es la suma de sus partes, entonces, mientras la conexión de  partes exista  la carreta  existe. La única ilusión seria creer que la carreta es algo diferente a la colección de partes que la componen. Igualmente, en el único sentido en el que el yo pudiera aparecer  como una ilusión seria  pensarlo como una entidad separada que existe independientemente del cuerpo, el pensamiento o los sentimientos que lo componen.

Si este es el único sentido en que podemos hablar de la existencia del yo como una  ilusión, entonces no es suficiente  para justificar la creencia de que para lograr un estado de desarrollo superior tenemos  que desprendernos de el. En el ejemplo budista sabemos que la carreta es solo la correlación de sus partes, pero este saber no nos autoriza a pensar que deberíamos desmantelar esta correlación  para que la carreta posea una forma de existencia más verdadera. Si el yo es producto del funcionamiento apropiado  del cuerpo y el cerebro de donde  surgen los  pensamientos, sensaciones y emociones y recuerdos, entonces no hay razón para creer que podemos tener una vida mas autentica si lo disolvemos en  nuestro viaje hacia estados  espirituales superiores.  Es cierto que  la trampa del egocentrismo nos condena  a un mundo inmensamente más limitado y odioso que  el  de una vida  menos preocupada de si misma. Pero esto, a lo más, implica remover  obstáculos mentales que impiden llevar una existencia productiva y no la disolución del ego.

Perder el sentido del yo lleva a la experiencia de la unidad con el universo. Si perdemos nuestra individualidad nos sentiremos parte del gran todo que es la existencia  ¿No es esta idea falta de sentido? Si uno durante la meditación o  la experiencia mística pierde el sentido de la si mismidad  no podría reportar ningún sentimiento de unidad con el universo. Al final de la experiencia meditativa o mística lo único que uno estaría reportando seria haber perdido toda sensación conciente, algo así como estar volviendo de la anestesia. Cualquier sentimiento o experiencia transpersonal que reportemos  tiene que haberse dado en un yo, de lo contrario  no habría experiencia de ningún tipo que reportar.  

Si descontamos el obvio  interés comercial de algunos promotores del movimiento “New Age” hay mucha gente que sigue sus prácticas creyendo en una vida menos egoísta si se desprenden del  ego. Una vida más pacifica, contenta y harmónica. Lo paradójico es  que, lejos  de perder el ego,  ellos solo  entran en otra forma de auto gratificación. Puede que sea una vida menos materialista y menos dañina al  centrarse principalmente en  el estado de lo que ellos llaman alma. Pero, así y todo, sigue siendo una vida guiada por el auto interés ¿Cierto?  Lo que  importa, según sus practicantes,  es como somos interiormente, como satisfacemos nuestro ego con un discurso espiritual y no como eliminarlo.

¿Cómo uno navega en el mercado de las ideas y creencias sin perderse en el desorden de su multiplicidad? No hay mejor criterio para evaluar  las ideas que la argumentación y critica  racional que no toma ninguna cosa por segura. Si un argumento es defectuoso puede mostrarse de que manera lo  es. Si durante una experiencia meditativa sentimos ser uno con el universo no significa que lo seamos. Lo que no debemos perder de vista aquí es el hecho de que lo que reportamos son estados subjetivos y no cuestiones de hechos. Cuando alguien reclama que la experiencia mística no puede ser expresada en palabras lo que queda es la fe y frente a la fe no queda nada por decir.

Una de las ideas más básicas que hoy día tenemos es la de que somos animales físicos  que no podemos sobrevivir la muerte de nuestro cerebro. La evidencia empírica proviene de ciencias tan dispares como la antropología, arqueología, biología, química y neurología.  De acuerdo con las ciencias genéticas compartimos el 98.4% de nuestros genes con los chimpancés, 95% con los perros y 74% con gusanos microscópicos. Si esta es una cuestión  elemental, entonces   no hay razón para suponer que nuestra personalidad depende de otras fuerzas o principios misteriosos que cuelga del cielo ¿Podría uno decir que viejas religiones y creencias carentes de evidencia, creadas miles de años atrás cuando nada se sabía acerca del funcionamiento del sistema nervioso,  serian  mejores alternativas al pensamiento moderno?

Nieves y Miro Fuenzalida.
Ottawa, Marzo 2013

2 comments:

  1. ¡Hola! La cosa es muy sencilla. Nacemos y la sociedad comienza a condicionarnos: a usar un patrón para comprender el mundo (lenguaje), nos dice que somos tal y cual (nombre), como comportarnos, que es lo bueno y lo malo (moral), como debemos comprender las cosas (educación), como debemos considerar lo metafísico (religión), que gustarnos y como vestirnos (modas y costumbres), como entretenernos (circo), ideales a seguir, valores, etc. y el resultado final es el agente social llamado "ego" o "yo": el abstracto pensador que se atribuye todo lo concerniente con el cuerpo y que no solo esta alienado del Todo (su fuente) sino que hasta de su hábitat, inconsciente de que el hábitat y el organismo son las dos caras de la misma moneda y que sin uno no puede existir el otro.
    Pero debido a la externalización mental hay algo que desde el principio se ha dejado relegado y es Eso natural que originalmente vino al mundo, es decir, todo lo que construyó ese "ego" o "yo" vino de afuera de uno y no de adentro, del verdadero Uno. Debido a esa costumbre de mantener la atención enfocada hacia el exterior, el humano parece haber tenido un lapso bien grande (aprox. 2.400 años) de irracionalidad hacia este tema (en general, con excepción de lo concerniente al materialismo), ya que este conocimiento de la falacia del ego y en general de la ilusión en que vive el humano, Platón la dejó en bandeja con "la alegoría de la caverna". El ego es algo necesario para vivir en grupo y en el proceso de la evolución del consciente, pero nuestra esclavitud a las palabras impiden superar esa etapa.
    En cuanto a la Conciencia Cósmica, como se trata de Algo natural, espiritual, innato y elemental, cuando logres el control y a tu gusto puedas detener el flujo de artificialidades, abstracciones y simbolismos, es decir, de las palabras, nos referimos al tema. La evolución de la vida es la evolución del consciente. Saludos.

    LA IGNORANCIA ES EL VERDADERO ENEMIGO.

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  2. Si detienes el flujo de las palabras... como podrias comunicarte?

    Saludos a ti tambien.
    N&M

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