Sunday, April 19, 2015

El capital y su limite historico.


En el  tercer libro del “Capital”,  Marx afirma que el límite histórico lógico del  Capital es el mismo  Capital. En la interpretación histórica evolutiva estándar  esta formula se lee de acuerdo al paradigma de la dialéctica de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, de acuerdo al contenido y la forma. En términos generales se  podría decir que este modelo sigue la metáfora de la serpiente que de tiempo en tiempo se deshace de su piel que le empezó a quedar demasiado apretada. La fuerza básica del desarrollo social, su constante natural es el incesante crecimiento de las fuerzas productivas que, como norma general, son reducidas al desarrollo técnico. Pero, este ímpetu creciente es siempre seguido por una mayor o menor inercia de las fuerzas sociales que operan como un factor retardatario. Hay épocas en las cuales las relaciones de producción corresponden con las fuerzas productivas y hay otras en que estas fuerzas sobrepasan el marco de relaciones sociales transformándose estas en un obstáculo al desarrollo futuro hasta el momento en que la revolución social las coordina nuevamente  reemplazando el viejo orden por otro que corresponde a un nuevo estado de cosas.

Si entendemos al Capital como conteniendo su propio limite, entonces, desde el punto de vista de esta interpretación evolucionista, significa que las relaciones capitalistas de producción, que en un primer momento hicieron posible el rápido desarrollo tecnológico, se trasformaran en cierto momento en un obstáculo para su crecimiento… que las fuerzas productivas sobrepasaran su marco y determinaran nuevas formas de relaciones sociales.

El problema con este enfoque de la formula de Marx es que es demasiado simplista… ¿como definimos exactamente el momento – incluso en términos ideales – en que las relación capitalistas de producción se transforman en un obstáculo continuo al desarrollo de las fuerzas productivas? O la situación opuesta…  ¿cuando podemos decir que hay acuerdo entre unas y otras en el modo capitalista?  La respuesta, después de cualquier análisis estricto, es… nunca.

Es esta situación la que hace diferir al capitalismo de cualquier otro modo de producción conocido hasta ahora.  En todos ellos podemos hablar de momentos en que hay acuerdo entre los procesos de producción social y reproducción, periodos de tranquilidad y movimiento circular, mientras que en otros, hay instantes de intranquilidad y desorden, cuando la contradicción entre fuerzas y relaciones de producción se agudiza.  En el capitalismo, en cambio, es la contradicción, el desacuerdo entre fuerzas productivas   y relaciones de producción la que esta contenida en su concepto mismo – en el modo de producción social y el modo privado, individual de apropiación, por ejemplo. Es esta contradicción interna la que empuja al capitalismo a extender la reproducción permanentemente, al desarrollo incesante de sus propias condiciones de producción a diferencia de los otros modos en donde, a lo menos en su estado “normal”, la producción y reproducción se dan a través de un movimiento circular.

Si este es el caso, la interpretación evolucionista del Capital como conteniendo su propio limite es inadecuada.   No se trata de que en cierto momento de su desarrollo el marco de relaciones de producción empiezan a constreñir el continuo desarrollo de las fuerzas productivas.  La paradoja es que este mismo limite inmanente, esta contradicción interna es la que permanentemente empuja el desarrollo del sistema, lo que hace que su estado normal sea el de revolucionar constantemente sus condiciones de existencia.  Desde el comienzo mismo el capitalismo esta marcado por la discordia, la contradicción y el deseo inmanente de balance.    La transformación constante es la única forma de vivir y resolver una y otra vez su propio imbalance constitutivo, su contradicción fundamental.  Lejos de restringirlo tendríamos que decir que su límite es la fuerza misma de su desarrollo. Esta es  la paradoja típica del capitalismo… su impotencia es la fuente de su poder  que le permite transformar sus limites.  En tanto mas se agudicen sus contradicciones, tanto mas necesita revolucionarse a si mismo para sobrevivir. 

Marx distingue dos momentos en la continua auto-expansión del capitalismo. En un primer instante, una onda de nuevos y más productivos capitales sociales transforman los aparatos existentes de producción y consumo. Es esta continua revolución de los medios de producción la que obliga a cambiar el capital y el trabajo existente con el objeto de orientarlos  a nuevas formas de producción y consumo desencadenando con ello todo tipo de procesos de de-codificación a través de la sociedad. Pero, en un segundo instante, este movimiento progresivo es rápidamente detenido y todo es re-capturado nuevamente.El cambio inicial libera todo tipo de energías creativas –tanto de consumo como de producción- y  revoluciona y socializa fuerzas productivas. La captura, en cambio, interviene ligando las relaciones de producción y consumo al peso muerto de la apropiación privada de la plusvalía actualizando el componente del poder del capitalismo, la fuerza retrograda que distorsiona el desarrollo de nuevas fuerzas productivas al impedir el gasto de la plusvalía en propósitos que no estén exclusivamente orientados a la re-inversión productiva de ganancias (G.Deleuze). Es solo el primer momento, el del cambio del componente económico, el que representa la revolución constante de los medios de producción, el que genera cambios y libera las energías de producción y consumo de los objetos y limitaciones existentes. Esta distinción entre dos momentos de un proceso singular es meramente analítica, pero es crucial en tanto expone la diferencia entre poder y economía como dos momentos en conflicto o como dos componentes del capitalismo.

Las consecuencias dislocatorias (C. Laclau) que los procesos de cambio capitalista contienen (“Todo lo que es sólido se disuelve en el aire”), a pesar de sus aspectos   negativos,   abren nuevas posibilidades de acción histórica. La aceleración temporal de las transformaciones sociales y las continuas intervenciones re-articulatorias que esto le demanda al sistema producen una conciencia mas clara de la contingencia constitutiva de estos discursos, haciendo resaltar con mayor claridad la historicidad del ser de los objetos. En tanto más dislocada una estructura sea, tanto mas será el campo de indecisión, obligando a la recomposición y re-articulación a operar en niveles estructurales cada vez mas profundos, aumentando el papel del sujeto y haciendo la historia menos repetitiva. El aspecto interesante de  esto, desde el punto de vista de la práctica política, es el hecho de que una estructura dislocada  no tiene centro, de que constitutivamente es una estructura descentrada. El termino dislocación en este contexto no debe entenderse como el desajuste y falta de funcionamiento de los componentes de una maquina, si no más bien, como el desajuste que se produce debido a la presencia de fuerzas antagónicas y que es co-extensivo con la construcción de centros de poder. La resistencia al poder  indica que este no es absoluto. La visión social que emerge de esta descripción es la de una pluralidad de centros de poder, cada uno con diferentes capacidades de irradiación y estructuración. Descentralización no significa solo la ausencia de un centro. Significa, también, la práctica de descentrar a través del antagonismo. Diferentes centros de poder solo pueden existir cuando la estructura es descentrada.

Lo que aquí es posible discernir es un nuevo conjunto de posibilidades para la acción histórica que surgen como resultado de  desordenes  estructurales. El mundo se presenta, no tanto como algo dado, sino como algo que constantemente tiene que ser construido por agentes sociales que también se auto transforman en el proceso  forjando como resultado nuevas identidades. Hoy día se piensa que la posibilidad de trascender la sociedad capitalista no depende de la simplificación de la estructura social y la emergencia de un agente privilegiado que pueda llevar a efecto el cambio. Mas bien, la posibilidad de una transformación democrática dependerá de la proliferación de nuevos sujetos de cambio que solo es posible en tanto haya algo en la sociedad capitalista contemporánea que tienda realmente a multiplicar las dislocaciones provocando el surgimiento de una  multiplicidad de nuevos  antagonismos.  La cosa, sin embargo, es que… no hay nada que nos indique si estos nuevos sujetos necesariamente cambiaran el capitalismo o solo conquistaran un lugar dentro de el.

Dada la “naturaleza” del Capital…  cabe la pregunta ¿bajo que circunstancias y en que forma podemos imaginar  una nueva realidad social en la que el desarrollo de las fuerzas y energías productivas sea más potente que el capital?



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