En el tercer libro del “Capital”, Marx afirma que el límite histórico lógico
del Capital es el mismo Capital. En la interpretación histórica
evolutiva estándar esta formula se lee
de acuerdo al paradigma de la dialéctica de las fuerzas productivas y las
relaciones de producción, de acuerdo al contenido y la forma. En términos generales
se podría decir que este modelo sigue la
metáfora de la serpiente que de tiempo en tiempo se deshace de su piel que le empezó
a quedar demasiado apretada. La fuerza básica del desarrollo social, su
constante natural es el incesante crecimiento de las fuerzas productivas que,
como norma general, son reducidas al desarrollo técnico. Pero, este ímpetu
creciente es siempre seguido por una mayor o menor inercia de las fuerzas
sociales que operan como un factor retardatario. Hay épocas en las cuales las
relaciones de producción corresponden con las fuerzas productivas y hay otras
en que estas fuerzas sobrepasan el marco de relaciones sociales transformándose
estas en un obstáculo al desarrollo futuro hasta el momento en que la revolución
social las coordina nuevamente reemplazando el viejo orden por otro que
corresponde a un nuevo estado de cosas.
Si entendemos al
Capital como conteniendo su propio limite, entonces, desde el punto de vista de
esta interpretación evolucionista, significa que las relaciones capitalistas de
producción, que en un primer momento hicieron posible el rápido desarrollo tecnológico,
se trasformaran en cierto momento en un obstáculo para su crecimiento… que las
fuerzas productivas sobrepasaran su marco y determinaran nuevas formas de
relaciones sociales.
El problema con
este enfoque de la formula de Marx es que es demasiado simplista… ¿como
definimos exactamente el momento – incluso en términos ideales – en que las relación
capitalistas de producción se transforman en un obstáculo continuo al desarrollo
de las fuerzas productivas? O la situación opuesta… ¿cuando podemos decir que hay acuerdo entre
unas y otras en el modo capitalista? La
respuesta, después de cualquier análisis estricto, es… nunca.
Es esta situación
la que hace diferir al capitalismo de cualquier otro modo de producción
conocido hasta ahora. En todos ellos
podemos hablar de momentos en que hay acuerdo entre los procesos de producción
social y reproducción, periodos de tranquilidad y movimiento circular, mientras
que en otros, hay instantes de intranquilidad y desorden, cuando la
contradicción entre fuerzas y relaciones de producción se agudiza. En el capitalismo, en cambio, es la
contradicción, el desacuerdo entre fuerzas productivas y relaciones de producción la que esta
contenida en su concepto mismo – en el modo de producción social y el modo
privado, individual de apropiación, por ejemplo. Es esta contradicción interna
la que empuja al capitalismo a extender la reproducción permanentemente, al
desarrollo incesante de sus propias condiciones de producción a diferencia de
los otros modos en donde, a lo menos en su estado “normal”, la producción y
reproducción se dan a través de un movimiento circular.
Si este es el
caso, la interpretación evolucionista del Capital como conteniendo su propio
limite es inadecuada. No se trata de
que en cierto momento de su desarrollo el marco de relaciones de producción
empiezan a constreñir el continuo desarrollo de las fuerzas productivas. La paradoja es que este mismo limite
inmanente, esta contradicción interna es la que permanentemente empuja el desarrollo
del sistema, lo que hace que su estado normal sea el de revolucionar
constantemente sus condiciones de existencia.
Desde el comienzo mismo el capitalismo esta marcado por la discordia, la
contradicción y el deseo inmanente de balance.
La transformación constante es
la única forma de vivir y resolver una y otra vez su propio imbalance
constitutivo, su contradicción fundamental.
Lejos de restringirlo tendríamos que decir que su límite es la fuerza
misma de su desarrollo. Esta es la
paradoja típica del capitalismo… su impotencia es la fuente de su poder que le permite transformar sus limites. En tanto mas se agudicen sus contradicciones,
tanto mas necesita revolucionarse a si mismo para sobrevivir.
Marx distingue dos
momentos en la continua auto-expansión del capitalismo. En un primer instante,
una onda de nuevos y más productivos capitales sociales transforman los
aparatos existentes de producción y consumo. Es esta continua revolución de los
medios de producción la que obliga a cambiar el capital y el trabajo existente
con el objeto de orientarlos a nuevas
formas de producción y consumo desencadenando con ello todo tipo de procesos de
de-codificación a través de la sociedad. Pero, en un segundo instante, este
movimiento progresivo es rápidamente detenido y todo es re-capturado nuevamente.El
cambio inicial libera todo tipo de energías creativas –tanto de consumo como de
producción- y revoluciona y socializa fuerzas
productivas. La captura, en cambio, interviene ligando las relaciones de
producción y consumo al peso muerto de la apropiación privada de la plusvalía
actualizando el componente del poder del capitalismo, la fuerza retrograda que
distorsiona el desarrollo de nuevas fuerzas productivas al impedir el gasto de
la plusvalía en propósitos que no estén exclusivamente orientados a la re-inversión
productiva de ganancias (G.Deleuze). Es solo el primer momento, el del cambio
del componente económico, el que representa la revolución constante de los
medios de producción, el que genera cambios y libera las energías de producción
y consumo de los objetos y limitaciones existentes. Esta distinción entre dos momentos
de un proceso singular es meramente analítica, pero es crucial en tanto expone
la diferencia entre poder y economía como dos momentos en conflicto o como dos
componentes del capitalismo.
Las consecuencias
dislocatorias (C. Laclau) que los procesos de cambio capitalista contienen
(“Todo lo que es sólido se disuelve en el aire”), a pesar de sus aspectos negativos, abren
nuevas posibilidades de acción histórica. La aceleración temporal de las
transformaciones sociales y las continuas intervenciones re-articulatorias que
esto le demanda al sistema producen una conciencia mas clara de la contingencia
constitutiva de estos discursos, haciendo resaltar con mayor claridad la
historicidad del ser de los objetos. En tanto más dislocada una estructura sea,
tanto mas será el campo de indecisión, obligando a la recomposición y re-articulación
a operar en niveles estructurales cada vez mas profundos, aumentando el papel
del sujeto y haciendo la historia menos repetitiva. El aspecto interesante de esto, desde el punto de vista de la práctica política,
es el hecho de que una estructura dislocada no tiene centro, de que constitutivamente es
una estructura descentrada. El termino dislocación en este contexto no debe
entenderse como el desajuste y falta de funcionamiento de los componentes de
una maquina, si no más bien, como el desajuste que se produce debido a la presencia
de fuerzas antagónicas y que es co-extensivo con la construcción de centros de
poder. La resistencia al poder indica
que este no es absoluto. La visión social que emerge de esta descripción es la
de una pluralidad de centros de poder, cada uno con diferentes capacidades de
irradiación y estructuración. Descentralización no significa solo la ausencia
de un centro. Significa, también, la práctica de descentrar a través del
antagonismo. Diferentes centros de poder solo pueden existir cuando la
estructura es descentrada.
Lo que aquí es
posible discernir es un nuevo conjunto de posibilidades para la acción histórica
que surgen como resultado de desordenes estructurales. El mundo se presenta, no tanto
como algo dado, sino como algo que constantemente tiene que ser construido por
agentes sociales que también se auto transforman en el proceso forjando como resultado nuevas identidades.
Hoy día se piensa que la posibilidad de trascender la sociedad capitalista no
depende de la simplificación de la estructura social y la emergencia de un
agente privilegiado que pueda llevar a efecto el cambio. Mas bien, la
posibilidad de una transformación democrática dependerá de la proliferación de
nuevos sujetos de cambio que solo es posible en tanto haya algo en la sociedad
capitalista contemporánea que tienda realmente a multiplicar las dislocaciones
provocando el surgimiento de una multiplicidad de nuevos antagonismos.
La cosa, sin embargo, es que… no hay nada que nos indique si estos
nuevos sujetos necesariamente cambiaran el capitalismo o solo conquistaran un
lugar dentro de el.
Dada la “naturaleza”
del Capital… cabe la pregunta ¿bajo que
circunstancias y en que forma podemos imaginar una nueva realidad social en la que el
desarrollo de las fuerzas y energías productivas sea más potente que el capital?
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