Saturday, October 26, 2013

The Matrix o la ilusión de la Realidad



 ¿Es la realidad en  la que todos creemos vivir ilusoria, solo sombras en la muralla o es realmente real? Para cualquier mentalidad practica, digamos una  con un autentico sentido común, este tipo de cuestiones es totalmente ociosa. Ciertamente que vivimos en un mundo en donde jugamos, estudiamos, trabajamos, amamos, comemos, leemos , escribimos sonetos, pasamos hambre, nos matamos  y  jubilamos. No faltaba más.  Y es ciertamente en este mundo en el que Thomas Anderson, alias Neo, también  creía firmemente…  hasta el momento en que  Morpheus   lo guió al corazón de  La Matrix.

Los hermanos Wachowski crearon la película The Matrix movidos por las Grandes  Preguntas. Esas que nos obligan a despertar… ¿Qué es la verdad? ¿Qué debería hacer? ¿Qué hay fuera de mi mente? ¿Qué sentido tiene vivir? ¿Somos libres? Si la filosofía se encontrara solo en esos viejos libros con una larga historia o solo en las salas de la academia su relevancia seria bien escasa. Afortunadamente este no es el caso. Sócrates la buscaba en las calles de Atenas y Marx en los sindicatos. Hoy día  la podemos  buscar, también, en  las calles del  mercado y en  la cultura popular.

Trinity le dice a Neo… La pregunta es la  que nos mueve y la pregunta es… ¿Qué es La Matrix? Un día Neo es liberado de la Matrix a la que estaba atado por cables negros que estimulaban en su cerebro  las sombras ilusorias de su vida. Morpheus le rebela  a Neo que el nació en una prisión para la mente. Y la prisión  para la mente, especialmente para la mente que no se da cuenta que esta en una prisión de la que no siente la necesidad de escapar, es peor que la prisión del cuerpo.

Los prisioneros en la caverna platónica  han estado  encadenados desde su nacimiento y no tienen otra concepción de la vida, como tampoco conciencia de ser prisioneros. Sombras de todo tipo de objetos  proyectados por una fogata  aparecen en la muralla que ellos toman por la verdadera realidad. Supongamos, dice Platón en la Republica, que uno de ellos se libera  y camina hacia afuera con la mirada puesta en la luz que golpea dolorosamente  sus ojos… ¿Qué diría  si alguien le dice  que lo que el veía en la caverna eran solo ilusiones sin sentido y  que solo ahora, estando mas cerca de la realidad, en frente de objetos mas reales, el empieza a adquirir una visión mas verdadera de las cosas? ¿No quedaría  perplejo? ¿Y si  volviera a la caverna... alguien le creería?

Neo no quiere aceptar que lo que el ahora ve es real y que  previamente el había estado viviendo un sueño. Que la confortable realidad en la que el vivía era un engaño  deliberado producido en su cerebro por un sistema de computadoras inteligentes que crecen, cultivan y cosechan seres humanos como una fuente renovable de energía.  La gran mayoría de la gente no esta lista para ser desenchufada, le dice Morpheus. La ignorancia es felicidad.  Neo pregunta… ¿Por qué mis ojos me duelen? Porque antes nunca los usastes, responde Morpheus. Durante toda la película Neo sufre un verdadero calvario en su camino a la verdad. Si el proceso de aprendizaje es duro y amargo, como dice Aristóteles… ¿Porque nos embarcamos en el?  Porque, como Morpheus le dice a Neo,  a uno no se le puede decir lo que la Matrix es. Uno tiene que verla por si mismo. Cuando se le ofrece, Neo rehúsa la pastilla azul y elige la roja que representa la vía del conocimiento.  

¿Estamos nosotros cogidos en algún tipo de Matrix como en la película? ¿Es esta una pura fantasía gratuita? En “The Matrix and Philosophy”, editado por William Irwin, los autores discuten la hipótesis de que  el mundo que nosotros vemos a diario pueda ser después de todo una mera  ilusión. Por supuesto, esta  no es una creencia nueva. El escepticismo que afirma que nosotros no podemos conocer con certitud si el mundo exterior existe o no tiene una larguísima tradición y es una posición bastante atractiva entre adolescentes y cierto grupo de filósofos  que encuentran la hipótesis valiosa en la exploración de cuestiones fundamentales acerca del conocimiento y la realidad. El obispo Berkeley, por ejemplo, negaba que las cosas tuvieran existencia propia. No son las cosas materiales, decía, las causas de nuestras percepciones. El árbol como objeto percibido obviamente existe, pero no como objeto físico, sino mental. Quien dirige el programa, en última instancia, dice Berkeley, es Dios, porque  El es el que produce el espectáculo  mental. Pero, el más influyente entre ellos ha sido Descartes. Su intención de  suspender  toda creencia, de ejercer una duda radical acerca de todo conocimiento sirve el estricto propósito intelectual de buscar  una creencia absolutamente cierta.  Las primeras creencias que Descartes   tira por la borda son las basadas en las sensaciones porque estas constantemente nos engañan. Los abogados en la Corte lo saben muy bien. Si diez testigos presencian un accidente  las diez descripciones que ellos dan serán diferentes. ¿Cómo sabemos cual de ellas será la  verdadera? No lo sabemos. Afortunadamente hay muchas otras creencias  en que la duda es imposible… ¿como podría dudar, diría hoy día Descartes,   que en este momento estoy leyendo este texto en frente de la computadora? Solo un loco lo haría.  Descartes, sin embargo, encuentra una razón para dudar de que realmente esté leyendo esto. En el pasado, dice, he sido engañado por mis sueños  ¿Qué tal si en estos momentos estoy soñando esta escena? Lo que soñamos se nos aparece como una experiencia real… ¿Cierto? Entonces… ¿Cómo distinguimos una experiencia onírica de una real? Desde que no hay un signo seguro que permita distinguir si estamos durmiendo o despiertos no podemos determinar con absoluta seguridad la diferencia entre uno y otro estado. La certitud en esta cuestión es, por tanto, racionalmente injustificada.

 Morpheus le pregunta  a Neo… ¿Has tenido un sueño  del que estabas absolutamente seguro que era real? Imagina que eres incapaz de despertar ¿Como, entonces, tú podrías diferenciar entre el mundo del sueño  y el mundo real? 

Si los sentidos nos engañan ¿Con que nos quedamos?  Con los principios matemáticos que  ciertamente son auto evidentes. Un cuadrado tiene cuatro lados y tres mas tres  son seis este despierto o dormido... ¿O no?  No realmente, porque  Descartes encuentra una razón para dudar. El recuerda que se le ha dicho que Dios puede hacer cualquier cosa que quiera y el no sabe si Dios  quiso crearlo de tal modo que el siempre será  engañado, incluso en esas cuestiones que se le  aparecen como supremamente evidentes. Para ilustrar la posibilidad  del engaño en forma más vivida  Descartes introduce la hipótesis del demonio maligno que usa todos sus poderes para mantenerlo en el engaño. ¿Es esta hipótesis absurda? No,  por  lo que sabemos, es posible que sea verdad,  lo que significa que es  posible que nos engañemos en casi todo lo que creemos y que la  causa de nuestras ideas no este en el mundo exterior, sino en  un demonio maligno, en un científico loco, en  nuestra propia mente o en  un sistema de computadoras inteligentes.

Lo que Descartes buscaba era absoluta certidumbre y este estricto  estándar es el que encontramos comúnmente en contextos filosóficos, pero no en nuestra vida diaria en donde los estándares se basan en el sentido común que todos compartimos y que las experiencias diarias justifican. Sabemos que hoy día el sol resplandece, que el café diario nos espera en el Tim Horton, que estamos en medio del otoño, que la democracia en Grecia e Italia acaba de ser reemplazada por la dictadura financiera y muchas otras cosas mas, entre ellas, que no somos prisioneros de la Matrix. Y lo sabemos en su más completo sentido. Si podemos hablar de  sueño  y vigilia es porque  distinguir entre ellas presupone que tenemos conciencia de que  ambos  tipos de experiencia no son lo mismo. Si decimos  que soñar no es igual que estar despierto es porque sabemos que hay una diferencia entre ellas. Y esa diferencia solo la podemos hacer si en algún momento estamos despiertos.

Entonces ¿porque nos preocupamos de la Matrix? y todavía peor… ¿porque los filósofos se enfrascan en este tipo de discusiones agnósticas?  Porque si nos concentramos en la palabra conocer pronto veremos que hay un sin fin de circunstancias en las que reconocemos la posibilidad de tener una creencia falsa que continuamos llamándola conocimiento hasta que alguien, finalmente, nos da una buena razón para cambiarla. Si los estándares de Descartes eran tan exigentes comparados con el conocimiento de nuestra  vida diaria es porque el buscaba un supra conocimiento, un conocimiento metafísico, una visión del mundo que fuera  exacta, consistente y basada en una rigurosa evidencia. La metafísica de la Matrix es  dualista al afirmar que el mundo esta hecho de dos cosas incompatibles, una real y otra ilusoria, con diferentes causas o estatus ontológico imposible  de reconciliar ¿Y porque esto debiera importarnos? Por  que si no definimos la cuestión del monismo o dualismo no podríamos reconciliar, si es que esto fuera posible, la apariencia con la realidad.

La popularidad de la Matrix esta,  quizás, en que nos obliga a preguntarnos, al igual que Platón, si todo lo que experimentamos  es una mera apariencia o estas apariencias son manifestaciones de  cosas actuales que son más o menos  como ellas parecen ser. Pensemos solamente en la industria publicitaria. La Matrix muestra que la línea de separación entre las cosas y sus  apariencias  no es tan fácil  de cruzar.  Guy Debord veía el presente como una continua acumulación de espectáculos. No  una colección de imágenes, sino una relacion social mediatizada por images, una red independiente  de espectáculos  más cerca de nosotros  que las cosas mismas. Y  Baudrillard, al igual que Debord,  caracterizaba el postmodernismo como  la erosión de lo real y su desplazamiento por la simulación de imagines. El artificio en el corazón de la realidad… la Villa Global… la Matrix.

 Pero… ¿no será también, como dice Zizek, que la Matrix  funciona  como el telón que nos separa de la realidad haciendo la realidad más soportable? O, recordando a  Kant,  si creemos que las cosas en si mismas están más allá del telón… ¿no será que  si perdemos las distorsiones del  telón…  perdemos también la realidad en si misma?

Nieves y Miro  Fuenzalida.
Ottawa, Noviembre 2011



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