Saturday, October 12, 2013

El Gran Diseño




Susan Neiman con  razón dice que Nietzsche no estaba solo cuando afirmo que concebir a la naturaleza como si esta fuera un signo de la bondad y providencia de Dios era una mentira  indecente, deshonesta y cobarde para cualquier conciencia sensitiva. En el desmantelamiento del argumento del Gran Diseño se encontraba en la compañía de Hume, Voltaire y Pierre Bayle... ¿Es el mundo prueba de la sabiduría y magnificencia del Creador?  ¿O, no será  que los hechos sugieren el trabajo de una deidad infantil practicando la creación de mundos y produciendo modelos que luego tiene que deshechar? ¿O una divinidad ya demasiado vieja que ha empezado a perder su genio?

Uno de los hechos que implora atención, dice Neiman, es sin lugar a dudas la existencia de la irracionalidad en el centro mismo de lo Real. La interminable sucesión de crímenes, sacrificios y desgracias que la historia recolecta reclaman su lugar en el orden de las cosas. Su mera existencia desestabiliza la esencia divina. Pierre Bayle, en su diccionario histórico y critico publicado en 1697, remodela la formulación clásica del problema del Mal, conocida  ya desde Lactantius y Epicuro..."Dios desea eliminar el  Mal y no puede. O él puede o no quiere hacerlo. O  él no quiere y no  puede. O él quiere y puede. Si él quiere y no puede, el es débil, lo que no puede ser afirmado de Dios. Si él puede y no quiere, entonces, él es  envidioso, lo que es contrario a la naturaleza de Dios. Si él no quiere y no puede, él es envidioso y débil y, por tanto, no puede ser Dios. Pero, si él quiere y puede, la única posibilidad que concuerda con la naturaleza de Dios, de donde, entonces, proviene el Mal? ... Con lo que aquí nos encontramos es con la existencia de tres proposiciones que no pueden co-existir simultáneamente. El Mal existe. Dios es benevolente. Dios es omnipotente. No importa como las ordenemos, movamos o doblemos es imposible mantenerlas unidas. Una de ellas tiene que desaparecer y al hacerlo nos quedamos con una u otra forma de herencia.

Los argumentos tradicionales que intentan comprender el problema del Mal abandonan la benevolencia divina,  reemplazándola por el terror implícito de las religiones ortodoxas. Dios ha permitido el pecado para que su sabiduría brille en medio del desorden que la maldad humana produce. La doctrina agustiniana del regalo divino del libre albedrío es la salida teórica que permite atar los cabos sueltos. La conexión entre el Mal moral y el Mal natural, para San Agustín, era clara. Castigo infinito por culpa infinita. No es Dios el causante del Mal moral. El Mal físico, empezando con Adán, es el castigo divino al Mal moral, castigo  que necesariamente fluye de la justicia divina. Dios no desea el Mal Moral, pero tiene que permitirlo porque es condicion necesaria para la existencia del libre albedrio. Para que exista la libertad verdadera, tiene que existir la libertad para errar. Y errar ha sido nuestra historia.

La respuesta de Bayle fue simple y directa. Dios,  gracias a su capacidad omniciente, sabia que el primer pecado humano seria contagioso y que produciria constante e interminablemente todo tipo de crímenes imaginables y que su respuesta seria, en consecuencia, el preparar cualquier variedad concebible de desgracias para la especie humana en esta vida  como plagas, guerras, hambrunas, dolor, crueldad y desastres  y, mas  encima de todo esto, un infierno en el que un numero indefinido de seres humanos serán atormentados eternamente... Según Bayle, un donador bondadoso no ofrece regalos que causaran la desgracia a quienes los reciben. Por cientos de años este argumento del Mal natural como castigo por nuestros pecados fue aceptado sin reclamo y aun hoy persiste en nuestras conciencias como reliquia pre-moderna.

 Para Nietzsche, el Mal es sufrimiento sin sentido. El dolor que tiene significado es mas fácil de soportar. Si tiene sentido, entonces también tiene causa y consecuencia. Inventamos el pecado y la redención porque preferimos el masoquismo al sin sentido. Si nos culpamos a nosotros por el sufrimiento es para darle sentido a la vida. No queremos aceptar el hecho de que el animal humano no tiene propósito. La pregunta... para que existo?… no tiene respuesta. Detrás de cada gran destino humano siempre resuena, cada vez más fuerte, el mismo refrán..."en vano". Lo que el ideal ascético nos ofrece, cuyo ejemplo mas cercano es el cristianismo, no es la eliminación del sufrimiento y la miseria humana, sino una respuesta a la desesperada pregunta... sufrir, sufrir para que? El ideal ascético le ofrece al ser humano un sentido, una interpretación que le permite llenar el vacío. Si el Mal Natural que nos aflige es el resultado del Mal Moral que cometemos, entonces, nuestro sufrimiento y miseria es inteligible. El Mal no es dado, sino creado. El asceta crea un mundo ideal para oponerlo al mundo real. Los valores se invierten y a la luz del más allá el mundo real es despreciado, estropeando así el único mundo que tenemos. Para Nietzsche, los que condenan este mundo solo reflejan su propia impotencia. El pensamiento nietzscheano radicaliza el intento moderno de aumentar nuestra responsabilidad por el mundo. De acuerdo con él, el ser humano es responsable no solo por la existencia del Mal, sino también, por la existencia misma del concepto  del Mal. Las concepciones teológicas condicionan nuestra existencia. Para el cristiano, la vida se justifica solamente a la luz del otro mundo. Adquiere significado cuando el fin de la existencia lleva al cielo o al infierno.

 Nietzsche no quiere nada de esto. Lo que requerimos, dice, es una contra teología. La intención no es probar que esta va a ser más verdadera o más profunda, sino más productiva. Afirmar que la historia posee un objetivo final es tan fácil como afirmar que no lo posee. Esta forma de pensar requiere ser abandonada y reemplazada por la franca admisión de que no hay nada mas fundamental que la invención y experimentación con múltiples estilos y perspectivas para encontrar aquellas ficciones que sean mas creativas y vitalmente afirmativas. La perdida de certidumbre en los fundamentos trascendentales que sustentan los valores no ha  afectado, como contrariamente se afirmaba, la confianza en instancias particulares de ellos.  La quema de brujas en la plaza publica, ampliamente aceptada cuando se pensaba en la existencia de  fundamentos sólidos, hoy día es mayoritariamente condenada, independientemente de si los principios son trascendentales o no.   

Freud mantiene, como nota Neiman, una cercana afinidad con Nietzsche. Solo que rechaza lo que podría denominarse las trazas utópicas que aun marcan su pensamiento. La crítica nietzscheana a la moral cristiana contiene la promesa de una posible transformación, del optimismo de imaginar la transvaluacion de los valores. El realismo psicológico de Freud, en cambio, nos confronta con la profundidad e inescapabilidad de la ambivalencia psicológica que yace en el fondo del inconsciente. Esta ambivalencia, en el psicoanálisis, no es solo un término vago general que expresa algún tipo de conflicto, sino una noción que posee un sentido mucho mas preciso. Es el reconocimiento de la existencia de una oposición o contradicción en el centro mismo de nuestra  vida mental, en donde la afirmación y negación son simultáneas e inseparables. Esta oposición, porque es inconsciente, nunca logramos resolverla o controlarla completamente.  Si el Mal se caracteriza por la violación de las prohibiciones morales, del dictado de la conciencia moral, entonces, la tentación del Mal es inerradicable. Una ética de la honestidad exige que reconozcamos esto como una característica constitutiva de nuestra vida psíquica. A diferencia de los que creen que existe una respuesta racional adecuada al estado natural del ser humano, Freud insiste que no podemos contener o controlar completa y racionalmente la ambivalencia. Esta no es el resultado de una caída o un acto del libre albedrio. El poder de la ambivalencia psíquica es universal por lo que es irracional culpar al ser humano por su existencia.

El psicoanálisis nos muestra que los deseos criminales son constitutivos y permanentes y la función que la conciencia juega en la renuncia de los instintos y la represión de la agresividad es vital para el desarrollo de la civilización. La desaparición de la conciencia, como la historia  muestra, siempre es una posibilidad peligrosa que amenaza a la civilización con explosiones de agresión y destrucción ilimitada.  La crítica de Nietzsche a la moral es desde la perspectiva de una moral más alta. Para Freud, en cambio, la idea de una moral mas alta es una ilusión peligrosa porque nos invita a pensar que podemos cambiar lo que no puede ser alterado. Nuestra vida psíquica esta marcada por la permanente lucha instintiva inconsciente que la configura. No hay solución final y sus consecuencias solo pueden ser moduladas dentro de un rango limitado.

¿Es esta una doctrina pesimista o un realismo psicológico que intenta disuadirnos de las ilusiones acerca de lo que somos  y de lo que podemos llegar a ser? Según Freud, una ética de la honestidad exige  la consideración de los diferentes factores que condicionan la responsabilidad humana. El hecho de que no seamos responsables por nuestra herencia instintiva no niega la posibilidad de una concepción positiva de la libertad y responsabilidad humana. ..."Si intento clasificar los impulsos que están presentes en mi de acuerdo a estándares sociales del Bien o del Mal, debo asumir la responsabilidad de ambos; y si en mi defensa, yo digo que lo que es desconocido, inconsciente y reprimido no es mi yo, entonces yo no debiera basar mi posición en el psicoanálisis"..."La experiencia demuestra que, a pesar de todo, asumo la responsabilidad, que de alguna manera siento la compulsión a hacerlo" Freud reconoce que  hay condiciones patológicas en las que el individuo sufre el sentido de culpa sobre el cual no tiene control. Pero, al mismo tiempo, insiste en que hay un lugar propio para la conciencia, el sentido de culpa y la responsabilidad. La regresión y la barbarie son siempre una amenaza presente. Pero no significa que debemos resignarnos impotentemente a ellos. Lo que queda es buscar permanentemente las formas que fortalezcan las funciones del ego racional que  permiten mitigar las consecuencias destructivas de nuestros impulsos agresivos.

 Hoy día, el lugar común es afirmar que la distinción entre el Bien y el Mal es histórica. Para el teólogo clásico ambas instancias estaban incluidas en la noción del Mal. Para el modernismo, en cambio, estos son dos tipos de eventos completamente diferentes. Maremotos, inundaciones y terremotos son el tipo de fenómenos que las compañías de seguros llaman "desastres naturales", de los que estamos libres de responsabilidad y que se ubican en las márgenes del significado. En contraste, los campos de exterminación y tortura humana  masiva del siglo XX representan todo lo que el Mal puede significar en el presente. Filósofos, políticos y teoricos en general se sienten hoy día más confortables hablando de violaciones a los derechos humanos y de injusticias sociales que del problema del Mal. Pareciera como si el fin de la teodicea hubiese dejado de lado el lenguaje del Mal en el discurso ético y moral contemporáneo. La teodicea, entendida como la búsqueda de una justificación del sufrimiento, se ha venido haciendo cada vez mas irrelevante en nuestra vida diaria   por la imposibilidad de justificar el Mal y el sufrimiento inútil o por el     maniqueísmo vulgar característico de nuestra cultura popular en donde el Mal pasa a representar  aquello que odiamos y despreciamos, por lo que necesita ser violentamente extirpado. Solo los grupos más fanáticos e ideológicos emplean el lenguaje del Mal para identificar a aquellos que quieren destruir.

Y, a pesar de lo dicho,  el problema del Mal continúa ¿No es la creciente ansiedad contemporánea un índice de nuestra incapacidad para prevenir o anticipar la explosión de nuevas formas del Mal? ¿Como podemos obtener alguna comprensión, algún entendimiento conceptual de los horrores del siglo XX y de los nuevos que empiezan a surgir en esta centuria? ¿Y que queremos decir cuando designamos a algo como paradigma del Mal? Una de las tentaciones más frecuentes es la de reificar el Mal, de pensar que este es una peculiaridad ontológica fija de la conducta humana.  Si lo hacemos fracasamos en apreciar su dinámica. Siempre existirá el Mal humano. Como dice Freud, este es inerradicable… Cierto. Pero solo en el sentido de que Mal siempre será algo nuevo y concreto que requiere ser combatido y vencido. Nada es fijo y estático en la condicion humana. Siempre habrá rupturas y nuevas orientaciones en el curso de la historia. Una teoría del Mal, en el sentido de una comprensión compleja y final, es imposible ya que no podemos anticipar sus vicisitudes. En palabras de Levinas, el Mal es un exceso que resiste comprensión total.

Y, sin embargo, a pesar de ello, no podemos renunciar al deseo de saber, de entender nuestra propia crueldad para vivir con la ilusión de que, algún día, podremos  disminuirla.

Nieves y Miro Fuenzalida.
Ottawa, Marzo 2005.



                                                                    

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