La mujer en sus 70 descansaba
tranquilamente en una cabaña de madera ...escapada de los afganes blancos
por algún tiempo ...En la mañana tomaba sol y se bañaba en un mar pacíficamente
tranquilo donde las gaviotas grises dicen que sonríen ...Antes de acostarse se
sentaba en un sillón de material de canasto y miraba el horizonte anaranjado
que la hacían pensar en sus hijas y nietos escondidos siempre en la
distancia de sus recuerdos de amor ...Se acostó temprano después de haber comido
un dorado pan amasado caliente con mantequilla cremosamente amarilla ...Un
movimiento y ruido desacostumbrado la despertó de repente ...y empezó a soñar
una pesadilla ...Además de moverse el suelo y el techo de la cabaña, que
creyó que eran productos de sus vértigos ...pronto sintió agua que lentamente
le cubría sus pies y que iba subiendo hasta su cintura ...pensó que se
ahogaría...La pesadilla estaba durando mucho ...Salió y sintió que el mar la
perseguía...y empezó a subir un cerro interminable ...se caía ...se volvía a
parar ...pero el mar con sus carcajadas de gigante la perseguía ...Se sostuvo
de una raíz ...y comenzó, ya cansada, a desprenderse de ella lentamente ...pero
quería seguir con la maravillosa vida ...no quería perder lo que ya había construido...Llegó
a la cima del cerro ...y allí despertó sintiendo la realidad peor que la misma
pesadilla.
Nieves
Nieves
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