Las radios dedicadas a la
música clásica han venido desapareciendo una tras otra y los museos de bellas
artes ven sus presupuestos drásticamente disminuidos. En épocas de
austeridad la sociedad no puede darse el lujo de mantener una
actividad que no produce ganancias y que
esta dirigida solo a una ínfima minoría… ¿Cierto?
La verdad es que la marginalización
de la estética ha venido siendo el
resultado de la industria del entretenimiento, la comercialización y el rápido desarrollo de las tecnologías de información. En el momento en que la realidad
contemporánea pasa a ser determinada por
la tecno ciencia y la variedad de tecnologías de poder en
existencia el Arte se transforma en una
actividad superflua o secundaria y con frecuencia queda reducido
a un instrumento en la lucha ideológica y cultural. El asunto se agrava si pensamos que hoy
predomina la firme creencia de que la
realidad esta en otra parte, como en las mercancías, las tecnologías digitales,
la economía global o el Internet que pasan a ser la ultima realidad,
la fuente desde la cual todo fluye. Los
cambios estéticos, por ejemplo, más y más
provienen ahora del ambito digital más bien que del estético y la estética misma es anexada a la publicidad y
la cultura industrial. Con la creciente
capacidad de traducir la realidad y la experiencia a datos, códigos y programas las cuestiones
estéticas ahora se presentan como cuestiones tecnológicas. A medida que los cambios
culturales se intensifican el arte se marginaliza
en relacion a la sociedad tecnocientífica y la industria del entretenimiento.
El objetivo de la Avant Garde,
si recordamos bien, era transformar la escena cultural y social. Pero, con el
tiempo, en lugar de la revolución que
prometía, se ha visto incorporada en la mercantilización de masas, que era
justamente lo que criticaba… ¿Qué ha pasado aquí? Según Adorno
la asimilación de la avant
garde por la cultura mercantil ha sido facilitada por una cierta tecnologizacion e instrumentalizacion que estructura nuestra vida diaria y que,
como consecuencia, elimina la separación entre experiencia sensorial, es decir
estética, y valor de uso. El Arte contemporáneo
no solo es incorporado en la cultura de consumo, sino que también es inscrito en la misma mercancía. “El Grito” de Munch estampado en una polera,
las pinturas de Picasso en tarjetas postales o las de Picabia en una taza de
café.
¿Se acabo el Arte? ¿Es
demasiado tarde para revivir los
conceptos de belleza y la idea de lo sublime para salvarlo? ¿O es mejor poner
el Arte en la sala de espera y concentrarse en los aspectos subversivos de la
cultura popular y el entretenimiento de masas? Aparte de esto… ¿Hay otras
alternativas?
Lo que los juicios acerca de la irrelevancia y ausencia de poder y fuerza subversiva del
Arte contemporáneo ignoran son las implicaciones
criticas que podemos encontrar en el repensar la relación entre Arte y poder en el contexto de la actual era de tecnologizacion. Desde el momento en que las
formas contemporáneas de poder son cada vez más infotecnicas en su modo de
operación la fuerza del Arte podría encontrarse en su habilidad para interrogar la
tecnicidad del poder pos moderno y cuestionar
su alcance. En lugar de concentrarnos en
la noción “trabajo artístico” como objeto o mercancía seria mejor ver al Arte contemporáneo como fuerza de trabajo para enfatizar su dinamismo. A lo que
esto apunta es a la idea de que una Avant Garde verdaderamente radical no es la
que busca derrotar un poder para reemplazarlo por otro, sino que su radicalidad
reside en la noción de libertad que contiene, en su desafío permanente al poder y las formas de vida orientadas hacia el
poder. No se trata en última instancia de
instaurar una vida libre del poder, ya que este esta aquí para quedarse, sino del desafío permanente del poder.
¿Y como entendemos el poder en la sociedad moderna? Si lo
consideramos como una modalidad o
disposición productiva y no solo represora veremos que el poder circula a través de todas las cosas, eventos, experiencias y relaciones determinando su ser y crecimiento,
por lo que no es extraño que los seres se movilicen hacia su aumento. Incluso la libertad se piensa en
términos de poder o formas de capacitación como el derecho o el poder para ser
libre de la dominación, explotación y pobreza. Lo característico del modernismo es que el poder se reproduce a si mismo como poder tecnológico cuya
fluidez organizativa lo intensifica permanentemente. El problema con
esta racionalidad instrumental, sin embargo, es que engranados en su
profundidad se encuentran los modelos de dominación y violencia característicos
de la época, por lo que cualquier
intento de neutralización dentro de este paradigma solo recanaliza la
dominación sin cambiar su principio. La producción, en lugar de ser una
fuerza emancipatoria, intensifica la
servidumbre a escala global.
El impulso liberador y revolucionario de la primera y segunda ola
de la Avant Garde no ha desaparecido y todavía lo podemos encontrar en el arte
y el pensamiento critico contemporáneo. Su potencial liberador esta unido a la
tecnicidad y su radicalización aumenta
con el despliegue y poder de la tecnología electrónica. Esta Avant Garde,
según el critico Andzaiarek, es el arte del futuro en el sentido especifico de que subraya
las posibilidades de liberación y transformación del por venir. En lo que
hay que tener cuidado eso si es que no hay que pensar este futuro de la Avant
Garde como la realización de la
utopía, sino como la desarticulación del poder en el presente. En este sentido la estética en lugar de ser pensada dentro de la logica de la producción, consumo y ganancia o
en términos de sensibilidad, placer o
expresiones subjetivas, es pensada ahora como un evento que transforma las relaciones
más allá de los términos de poder. Según
Adorno el Arte moviliza la técnica en dirección opuesta a la dominación. A
medida que cambia la relacion entre Arte
y técnica, la libertad es una cuestión de volver críticamente la técnica
en contra de si misma, en lugar de escapar a ella. En esta nueva relacion la Avant Garde, en lugar de oponerse a la técnica, desarticula la tecnicidad desde dentro.
Todas las invocaciones de
libertad, democratización y prosperidad que
los medios electrónicos, el Internet y el cyberspace proclaman hay que tomarlas con cautela, porque ellas
vienen con un ejercicio de poder sin precedente. Junto a la fluidez, multiplicidad y velocidad que la fibra óptica ha introducido en nuestras vidas, también ha revelado al ser como algo manipulable y programable. En este mundo cibernético nada
hay cuyo código de información, sea
genético o virtual, no pueda ser
descifrado. La libertad que
tenemos en el “cyber space” solo es posible gracias a esta nueva habilidad de organizar y convertir la
experiencia, la materia y el ser en un formato digital. Hoy día ser es equivalente a información
digitalizada. Ya no poseemos una esencia aristotélica o un alma divina, sino una
inscripción digital con la cual vamos al Banco, pagamos en los negocios,
abrimos puertas o visitamos al doctor. Lo
que no es posible convertir en información
y movilizar en aras de la producción y el poder se ve como algo deficiente, impreciso y
difícil de manipular… ¿No será esta la
razon que el Arte en la generación informática aparezca como algo irreal o ideológico?
Lo que hace al Arte moderno
mantenerse todavía como arte, es decir, poseer autonomía y significancia y ser
algo mas que uno de los tantas sectores culturales, es su fuerza creativa, su
capacidad para redisponer su energía en
una dirección diferente a la condición tecnopolitica
de la actual industria artística. El
Arte se hace socialmente significativo cuando rompe con la función estética y
política que la institucionalidad le prescribe,
cuando invierte el poder que regula la sociedad y que se proyecta en
el trabajo artístico. El Arte, dice Adorno, inaugura una dinámica
diferente, una nueva disposición de fuerzas en donde las fuerzas tecno
instrumentales que operan en la sociedad se vuelven no tecnológicas. Son las mismas fuerzas, pero su despliegue es diferente en el Arte y su resultado es un
mundo que se revela de otra manera.
En “You Tube” se encuentra el
documental de Stockhausen “Helikopter Quartet” ( Karlheinz Stockhausen
"Helicopter String Quartet" - YouTube) que, según Andziarek, es una de las ultimas instancias en
que el trabajo artístico reformula la
tecnología en una composición musical. El cuarteto Arditti usa cuatro helicópteros en donde separadamente cada uno de los miembros del ensamble toca sus respectivas partes. Lo inusual es que no
usan el ruido de las hélices como un sonido de trasfondo, ni tampoco lo
incorporan como parte de la composición
musical como se ha hecho otras veces, sino que
toman el sonido de los cuatro
helicópteros tal como llega a la cabina y trabajan con el extrayendo su
melodía, retrabajando la estructura musical inmersa en el ruido tecnológico.
Las notas de los músicos recogen el ruido, lo remodelan y lo transforman en
notas revelando la estructura musical inscrita
en la tecnología. El complejo
juego de sonidos del trabajo artística entre los helicópteros y el cuarteto abre,
por decirlo así, un mas allá al reformular la relacionalidad técnica en una
relacionalidad artística. Un espacio que escapa al paradigma predominante. Una
línea de fuga.
Lo que la Avant Garde
transforma es el poder mismo porque el
tipo de fuerzas que encontramos en ella
no contribuye a la intensificación del poder. Cuestiona las relaciones de dominio del mundo
moderno, cambia su momento y abre otras formas distintas al poder. Al establecerse a si mismo como algo único el
Arte, al negarse a consentir con las
normas sociales existentes y auto calificarse como algo socialmente útil y
lucrativo, critica la sociedad por el mero hecho de existir… si el cuarteto
molesta es porque no sabemos donde ubicarlo.
Nieves y Miro Fuenzalida.
Ottawa, Febrero 2014
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