Me sitúo en medio de imágenes... prolíficas,
danzantes, pulsantes, girantes y desbordantes. En cada onza de sus existencias
ellas se derriten y estrechan... una sinuosa y serpentina extensión a través
del tiempo y el espacio causando un permanente flujo de vibraciones y acciones
que se entremezclan en una serie perpetua de variaciones mutantes. Mi cuerpo,
cansado y confuso por el espectáculo que me rodea intenta retraerse de la escena…
Los ojos se cierran solo para encontrar otro reino de intensidad sepultado bajo
las cavernas de una mente perdida. Incomparable! Agobiante! Desvastantemente asombroso. No hay
islas de respiro. La corriente de ecos de un pasado distante se desvía a la
izquierda de mí hacia un punto anterior a que la materia fuera disociada de su
existencia y apariencia… a un punto en el tiempo anterior a la gran grieta
entre idealismo y realismo. Un gran drama fulgura delante de mi. Descartes
persigue la materia en la extensión de un espacio más allá de nuestro alcance y
Berkeley, en un intento de traerla cerca de nosotros, termina encerrándola en
los escombros de la mente… haciéndola una con la idea. Algo ha quedado
traslucido… Yo ya no soy uno… sino varios. Nos ubicamos en el espacio de una
mente que es ciega a las disputas de los filósofos. Desde este ventajoso punto
conjeturamos que estas imágenes giratorias que saltan a nuestro alrededor
tienen una existencia que reside entre algún lugar que tradicionalmente
llamamos cosa y representación. Ellas no alcanzan a ser cosa y exceden la representación.
Ellas son equivalentes a materia porque la materia no es mas que un agregado de
imágenes... pero un agregado que es arrojado dentro del turbulento flujo del
tiempo. En este mismo instante el universo pulsa y nosotros damos vuelta dentro
de un torbellino transformándonos solo en una imagen mas dentro del trastorno
total del tiempo. Imágenes entre imágenes, conteniendo en su misma existencia
invitaciones a actuar, reaccionar o simplemente no hacer nada de acuerdo a
como el momento se da. Hemos entrado al plano de la inmanencia. De ahora en
adelante solo podemos mirar al movimiento y nosotros mismos somos movimiento...
nada más que un enjambre de movimientos.
Ariel.
No comments:
Post a Comment