¿Estamos viviendo un periodo de agitación y revolución social, uno de
esos en que el sistema es eventualmente
destrozado para dar paso a otro? ¿O todavía es muy temprano para decirlo?
Empezamos con la primavera árabe, seguimos con “Occupy Wall Street”, M5, los pingüinos y
ahora, al mismo tiempo, Brasil, Turquía y Egipto en donde millones se levantan
con la fuerza de un tornado. Los tornados tienen corta duración, pero el
problema es que están retornando cada vez
con mayor frecuencia y fuerza destructiva hasta que, eventualmente, uno de ellos hace añicos
nuestras existencias.
¿Qué es lo que esta pasando? ¿Cuáles son los mecanismos ocultos que
están en funcionamiento? Y, mas importante… ¿Por qué ahora? ¿Por qué gente tan
diferente y de tan distintos lugares y culturas están respondiendo en la misma
forma? ¿Es esta una conspiración internacional de la ultra izquierda, como dijo
el primer ministro de Turquía? Esta siempre ha sido la salida fácil del poder
cuando es incapaz de siquiera imaginar lo que esta ocurriendo. La izquierda,
sea en su versión suave o dura, ha dejado de jugar un papel subversivo porque ha perdido prestigio político en las
masas.
¿Será porque las noticias y las imágenes se mueven con la rapidez de la
luz, gracias a los nuevos medios de comunicación? En Brasil la gente ve lo que
ocurre en el Parque Gesi, en Estambul, y
se preguntan… ¿Por qué no aquí también? Vieron como hombres y mujeres, jóvenes
y viejos resistieron el asalto de las fuerzas represivas equipadas con sus armaduras, sus bombas de gases lacrimógenas, sus tanques
con cañones de agua y sus balas de goma.
Aquí como allá ven un poder corrupto y servil al dominio de la política de EEUU, del poder financiero y de las
corporaciones internacionales que explotan la mano de obra y los recursos
naturales dejando atrás comunidades destruidas y devastadas
ecológicamente, todo al servicio de una concentración política y económica nunca
vistas en la historia de la humanidad… no exactamente una sociedad justa.
Por muy importantes que los nuevos medios de comunicación puedan ser la subversión que estamos viviendo no la
determinan las tecnologías informáticas, sino la gente, siempre la gente. Lo notable aquí, por ejemplo, es que el descontento no es ideológicamente uniforme y
el surgimiento del fundamentalismo
religioso de las últimas décadas impide cualquier reducción simplista… fundamentalismo
judío que impulsa la colonización palestina, el islámico que causa estragos, el
cristianismo evangélico que da origen al Tea Party en EEUU arrinconando al Partido Republicano en la extrema derecha
y al budismo asiático matando islámicos… si, el budismo, aunque parezca
increíble ¿Qué paso aquí con la religión
de la paz que el “New Age” tanto admiraba?
La pregunta que se nos plantea una y otra vez es… ¿A que se debe la
simultaneidad y diversidad de todos estos síntomas? Uno podría decir… al “espíritu de los tiempos”, como los alemanes del siglo XIX. El
problema con esto es que el espíritu de los tiempos explica todo sin explicar nada.
Si miramos un poco la historia, como muchos han notado, las revoluciones han sido iniciadas, no por los pobres, ni
mucho menos por los ricos, sino por la clase media. Detrás de las revoluciones
francesa y bolchevique estuvieron
los intelectuales descontentos con el estado de cosas. Los manifestantes
de los movimientos insurgentes desde Norte América a Egipto, Israel, Turquía o
Irán, al igual que en los 60’s, han sido iniciados en su mayor parte por gente joven, estudiantes o egresados de
la educación superior, sin lugar en el proceso de globalización económica y
política. Lo que inicia la insurgencia puede ser diferente en cada caso, pero
la raíz
es la misma… la perdida de confianza en los procesos políticos,
manipulados por una clase gobernante totalmente alienada de la gente, cuyo
único gol es hacer tanto dinero o controlar tanto poder como sea posible. Es por
eso que no es extraño que los insurgentes traten de imponer una democracia
directa, sin tener que esperar hasta la próxima elección. Eso es lo que piden
en Turquía y eso es lo que lograron en Egipto.
El golpe militar de Egipto es bastante significativo. Ha puesto en evidencia,
y no por primera vez, la falta de consecuencia de la retórica democrática de Obama y la Unión Europea. “Este es un
golpe no-golpe porque los militares solo han seguido la voluntad del pueblo…”
¿Realmente? ¿No será porque si Obama reconociera que este es un golpe tendría
que suspender la ayuda económica que sostiene al ejército egipcio y con ello
correr el riesgo de perder un aliado que tanto necesita?
En los regimenes antiguos el poder era el Rey al igual que los
dictadores de los tiempos modernos. En la democracia en cambio, como algunos teoricos
contemporáneos han hecho notar, el lugar del poder esta vacío y es el
proceso electoral el que provee la
legitimidad al poder. Es decir, la democracia tiene que ver, por sobre todo, con la legalidad formal. Su
requerimiento mínimo, para existir como tal, es la adherencia incondicional a
cierto conjunto de reglas formales que garantizan que los antagonismos son completamente absorbidos en el juego agonista, el juego entre rivales y no
entre enemigos. Democracia significa
que, no importa que manipulaciones se lleven a cabo, cada elector respetara incondicionalmente los resultados. Un
ejemplo típico seria el fallo de la
Corte Suprema en la elección Busch-Gore del año 2000. A pesar de la obvia duplicidad electoral Gore acepto la derrota.
Las reglas del procedimiento electoral son la ultima autoridad que debe ser obedecida,
cualquiera sean los resultados. Es esta última autoridad, esta confianza
incondicional en las reglas en las que se basa la democracia, la que el radicalismo de izquierda y derecha
amenaza hoy con suspender al ver la vaciedad de la retórica del “mundo libre”.
La insurgencia de los 60’s
iniciada por los estudiantes en
diferentes partes y a la que luego se unieron otros grupos termino siendo
reterritorializada y reemplazada exitosamente por el neoliberalismo ¿Qué
posibilidades de éxito podía tener un movimiento sin organización, sin ideología común, sin plan y sin dirección?
Las protestas actuales parecieran seguir el mismo modelo anarquista. Todos
estamos en contra… ¿Pero, estamos todos en favor de lo mismo? Nuevamente nos encontramos con un movimiento
fragmentado, sin organización y sin
programa… ¿Qué posibilidades de éxito puede tener? El “Occupy Wall Street” hace ya bastantes
meses que se desvaneció, a pesar de su promesa de retornar en la primavera, al igual que el M5 en
España… ¿Será que todas estas tremendas demostraciones desaparecerán uno de
estos días sin cambiar nada, dejándonos solo el recuerdo?
Aquí el filoso francés Badiou podría ser de alguna ayuda. La verdad es
que no hay garantía de que algo pueda pasar, de que un evento revolucionario
esta a la vuelta de la esquina. El acto revolucionario, el Evento, la irrupción de algo totalmente original (la
Revolución Francesa, la creación de la física de Galileo, la invención del estilo
clásico de Haydn, la invención de la escala de doce tonos de Schoenberg…)
pareciera presentarse como algo irreducible al orden del ser social. Badiou
dice, por ejemplo, que las condiciones
sociales son el sitio potencial del Evento, pero este es, por decirlo así, un
acto abismal autónomamente fundado. No podemos explicar la Revolución Francesa
simplemente a partir de sus condiciones sociales, es decir, por una
cadena causal o por una necesidad histórica. Fue un acto autónomo el que posteriormente nos permite leer las condiciones como condiciones
revolucionaras. Podemos apuntar a las circunstancias que le dieron nacimiento,
pero no podemos explicarla exclusivamente a partir de ellas. Hay una especie de
acto de creación original desde el cual
un cierto universo de
significados de pronto emerge como si viniera de la nada, ex nihilo, que cambia el ambito que nos revela la realidad.
La cuestión es… ¿cómo un Evento irrumpe
dentro del orden social? ¿Cómo escapamos
a la oposición entre el orden causal de los seres y el momento mágico de la
irrupción de algo verdaderamente nuevo? Pareciera que la respuesta siempre nos
elude.
Lo que asemeja
a todos los líderes genuinamente
revolucionarios es que no esperan que las leyes de la historia o las condiciones
sociales estén a su lado. Ellos corren
el riesgo y quien autoriza el riesgo es
solo el que lo elige. Si el salto revolucionario no es un corte radical en la textura de la
realidad, entonces no es nada. Y si, posteriormente, no hay fidelidad con el Evento, lo genuinamente
nuevo fracasa en emerger… ser fiel al Evento, dice Badiou, significa pensar y
moverse dentro de la situación que el Evento
ha abierto... significa la obligación de inventar una nueva forma de ser
en acuerdo con el Evento… Y es la ausencia de esta de fidelidad la que explica la deformación trágica de todas las revoluciones del siglo XX.
Nieves y Miro Fuenzalida.
Ottawa, Julio 2013.
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