Emergí de senderos y ríos subterráneos
a la sonora conmoción de la esquina de
la calle 16 y La Misión en San Francisco. El aire ligeramente impregnado con el
olor del día. Marcas territoriales yacen por todas partes... miembros de
pandillas latinas holgazaneando en las esquinas, buscavidas y traficantes,
cristianos re-nacidos cantándoles a convertidos potenciales, limosneros y
borrachos, zombis y prostitutas. No hay necesidad de letreros fluorescentes. Apretón
de manos, contraseñas, miradas y susurros, baladronadas asimilándose a los
flujos del vecindario, cambios y transacciones de corrientes silenciosas guiándolo a uno mas allá de la
esquina hacia el interior de las calles, callejuelas y pasadizos. Camino frente a la Taquería y el
rasgueo de una melancólica guitarra se abre paso hacia mí para luego disiparse
en las luces del tráfico. Una
temblorosa mano se extiende pidiendo limosna, tatúes danzan en la piel
perforada de un apresurado "skateborder" y el aroma de java me seduce
a entrar al café. En el trasfondo suena St. German "Tourist"
mientras las páginas de un libro pasan
delante de mis ojos, desencadenando una tormenta de ideas a través de mi mente.
Las pulsaciones cafeinicas dirigen mis piernas vacilantes hacia la calle frente
a una casa victoriana refaccionada que nunca había notado antes… Mi mente todavía
sigue adherida a un pensamiento. La
figura de una gitana surge en el umbral... un gesto tientan mis manos… cruzando
más allá del umbral y al otro lado de la mesa que sostiene una bola de cristal,
las líneas que cubren las palmas de mis manos empiezan a vagabundear mas allá de los confines de mi vida. Los
susurros y lamentos que se escapan de esta gitana desconocida recorren las
trayectorias grabadas en las grietas de las junturas que llamamos
"yo". Ella habla de las diferentes líneas que componen y cruzan el
basto vagabundeo de una vida. Las abruptas incisiones que claramente separan el
trabajo de la familia, la infancia de la vejez, la universidad del
ejercito… rígidos segmentos que nos cortan en pequeños paquetes manteniendo una
clara diferencia interna o ritmos desviándose en todas direcciones… la línea
convencional que va de la escuela al matrimonio, la paternidad y la jubilación…
la mayoría quedarían satisfechos con una lectura de las líneas mayores, pero la
quiromancia es un arte y esta gitana es una prestidigitadora de los mas etéreos
fantasmas. Se soba sus manos y un jirón de humo gira en torno… transparente y
traslucido… una nube neblinosa. Su voz
se eleva y baja mientras señala las grietas microscópicas y las fisuras que se desvían
y que luego se entrelazan incesantemente
con los rígidos segmentos de la línea de la vida. Los pequeños desvíos
propulsados por atracciones y repulsiones subterráneas... dirigidos por una locura
desconocida que merodea en los umbrales de lo que somos… haciéndolo a uno
tartamudear y brincar a un ritmo diferente. Son flujos que oblicuamente
estimulan nuevos senderos… el impulso que empuja a la tímida secretaria a
perforarse la lengua con un aro, la
fuerza que lleva al burócrata a la extravagancia
del fin de semana… La pasión de un fetichista de zapatos a abrir una zapatería…
los pequeños secretos ilimitados que yacen más allá de lo visible. Ella respira
hondo y veo sus ojos voraces por primera vez... un vislumbre es todo lo que
logro, en tanto el ventarrón apresura su vuelo. El sonido de una voz es todo lo
que alcanza a mis oídos después de un momento. Su eco hace irrumpir una tercera
y ultima línea... una línea que es la opuesta a la del destino. Las tortuosas
dimensiones contenidas por la línea de ruptura son imprevisibles. La abrupta
velocidad de su alejamiento de las otras dos líneas lo transporta a uno más allá
del umbral de lo absoluto. Ya no podemos hablar más de esta línea, ya que debe
ser construida y experimentada en el momento. Mis vagabundeos ya nunca más serán
iguales, aunque camine estas calles otra vez. Me dirijo hacia una destinación
desconocida mientras el flujo de la calle captura mis pasos una vez más y me impulsa
hacia la vereda solo para pasar otra Taquería en la esquina de otra calle.
Ariel
2001
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