La historia es vieja...o más
bien deberíamos decir, antigua. El ser humano cae del cielo por la gracia de Dios y debido a su
ingenuidad tiñe su imagen al comer del fruto prohibido. Pero, a pesar de ese
evento, todavía tenemos algunos chispazos de esencia divina. Y si seguimos la
Palabra, nuestra culpabilidad será borrada y nuestra verdadera esencia eterna
alumbrara en el futuro... según la historia va. Somos lo que somos, eternamente
inmodificables... determinados desde el comienzo y condenados a circular en la
jaula de lo mismo, ligados a una identidad fija... para el resto de la
eternidad! Que patética criatura este mono bipedal desnudo que invento el
lenguaje solo para definir sus limites... su jaula.
Pero esto es solo una fábula... una
fábula contada por el sacerdote y de sacerdotes no queremos nada. Preferimos
volver a los nomades,a los adivinos con espíritu alado, a los aventureros y
exploradores que nos cuentan fábulas de descubrimientos y filosofar con
martillos. Ellos miran al futuro como un acto audaz de experimentación. Rompen
con el pasado con la esperanza de crear un futuro... un futuro intemporal
poblado por multitudes, manadas y tribus en movimientos, mutantes y simbióticas,
que disturban la unidad de la horda. El futuro pertenece a los nómadas y
su fábula aun no se ha contado.
Ariel.
Ottawa, 6/16/00.
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