Saturday, November 22, 2014

La transgresion del arte.



 Darren Groingen, un pintor de Ottawa, le dijo al periodico de la ciudad  que el sabía cuanto iba a pedir por su obra de Arte antes de tomar el pincel. Cuando el panel de acrílico y vidrio se exhibió  en un local de la calle Sussex  su precio fue de 1 millón de dólares. La pieza artística consistía en un panel de vidrio de 1.8 por 2.4 metros con la ampliación de fotos de la niñez del artista y sus hermanas adheridas a él. La escena del juego infantil se contrasta siniestramente con una manguera de jardín que parece estar vomitando sangre que se desparrama debajo del vidrio. El joven artista de 30 años admitió que decidió fijar el precio de su trabajo como un golpe publicitario. 500 personas asistieron a su presentación.  Luego, en una entrevista periodística, expreso…“Encuentro interesante como tan pronto el aspecto monetario entra en juego toda la atención se dirige a él, lo que pienso que es lamentable. Pero, si uno quiere jugar el juego y capitalizarlo, uno puede” (“The Ottawa Citizen”, June 14, 2005)
                                   
 Varios criticos de arte creen que el funcionamiento de la escena artística contemporánea ha venido desplazando  la  noción de que el objeto de la Estética es la belleza. Lejos están los días en que habian  simples estatuas o pinturas con marcos. En 1994 Damien Hirst exhibió una oveja muerta en una pecera con preservativos. Lo que hoy  encontramos es el lado opuesto de la belleza, su lado obsceno que tenia como fin el  remecernos y sacarnos de nuestra somnolencia.

¿Por qué hoy  día este tipo de manifestación ha empezado a perder su capacidad transgresiva, su intención provocativa y su apariencia escandalosa?... ¿No será esto debido, más que a  la mercantilización cultural,  a la "culturalizacion misma de la economía mercantil”?

La cultura contemporánea,  dice Zizek, debido al viraje hacia la economía terciaria (servicios, productos culturales) se ha venido convirtiendo cada vez más, no solo en uno de los sectores del mercado, sino en su componente central. La arrogante provocación de la lógica “avant-garde” hoy es solo parte del recuerdo.  Su vieja capacidad para choquear al “establishment” es hoy, ironicamente, parte de ese mismo “establishment”.  Cada vez mas el aparato económico cultural para reproducirse en un mercado furiosamente competitivo se ve obligado  a  producir  mas y mas efectos choqueantes para mantenerse vivo. Por si hay alguna duda, es cuestión de mirar la industria propagandista.  Si atendemos a las nuevas orientaciones dentro de las artes visuales podremos descubrir que junto a las simples estatuas y pinturas con marcos se encuentran  entrañas de animales muertos, marcos solitarios que nada enmarcan y gastroscopias del interior del cuerpo humano. Aquí, como en el campo de la sexualidad, la perversión deja de ser subversiva y el marques de Sade vuelve al mercado. Los excesos choqueantes son parte del sistema y el sistema se alimenta de ellos.

No es que el Post-Modernismo se distinga por la exhibición “excremental” morbosa. Lo que pasa es que el exceso transgresivo iniciado en el Modernismo pierde su valor transformativo y pasa a ser un elemento mercantil más.

Nieves y Miro Fuenzalida

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