El
humo rodó de mis labios. La pieza... oscurecida por la noche y amenazando con absorber
el brillo de una solitaria lámpara jugando con la sombras de un gong oriental.
Pude sentir la presencia de otra persona sentada cerca de mi. Mis pulmones se
llenaron con el vapor verdoso de la diosa... aguardando... aguardando por su
abrazo total, para convertirme en el efecto de su adivinación... un fantasma en
la mente de la Salvia que se rebalsa dentro de la conciencia. A lo menos este
fue el punto de mi jornada, pero como siempre lo inesperado acechaba entremedio
de pliegues y grietas. Precisamente en esa juntura donde la Salvia atraviesa mi
psique ...en ese punto donde uno es propulsado y aniquilado por la abrupta
velocidad y vigor de la menta. El cataclismo inesperado aguardando que el
encuentro ocurra en el preciso momento del descubrimiento de nuestro
ensamblaje.
Ariel.
Junio /
01.
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