Nos sostenemos en la velocidad... pura velocidad.
El movimiento inquieto de las edades solo aproxima la inmovilidad a través de
un acto de captura... un sabotaje momentáneo de los sentidos... atrapados en hábitos
tan arraigados que envuelven la carne... plegando y des-plegando el tejido de
la vida. Pero la velocidad se filtra a través de cada uno de nuestros poros
como si persiguiera al tiempo... abriendo una grieta suficientemente grande
para que un sujeto surja... y se sumerja
en el flujo de la existencia como un rebalse momentáneo... un acto que
exterioriza los órganos del tiempo. El sujeto se fragmenta en un paisaje
imaginario... las palabras se bifurcan en el horizonte cuando se aproximan a la
velocidad de la luz. Es aquí, en los márgenes del abismo donde los
desechos brillan. Un océano de éxtasis nos obliga a sobresalir... a tartamudear
y saltar dentro de un vértice sin base ni posición... dentro de un vivir libre que persigue el instante... que deviene
en momento como el contorno vago de una sombra ondeando en el tiempo. El
pensamiento comienza con un violento encuentro... golpea y huye. Perplejos y
abandonados fijamos la vista y ponderamos la inmensidad del momento... ideas extendiéndose
dentro de la caverna del Tiempo y la Razón surgiendo como una defensa, una
barrera en contra del asalto del exterior. Una represa cuyo río se filtra en millones de fisuras. Pensar no significa
reflejar. El pensar requiere del esfuerzo de la creación... pensar un
pensamiento fluido, pensar el movimiento mismo... pensar mientras estamos en
movimiento... en fuga...."surfear" sobre el pensamiento.
Ariel.
Julio/01.
No comments:
Post a Comment