Despierto en
uno de esos estados que se deslizan en los bordes de la fantasia, aferrandome
todavia a la realidad corporal. Con una especie de razon carnal pregunto: es
que la vida solo acarrea la concreta superficialidad que seduce a las masas? ¿Hipnotizándolas con sus propios deseos y
ataduras? La sed dominada por la textura
misma de lo social... bifurcaciones generando nuevas trayectorias... nuevas visiones...
nuevas formas de seducirnos a nosotros mismos... y a nuestros
clanes. El si mismo es un Nómada... un vagar sin rumbo que camina con un pie en
el Afuera, pero todavia enamorado de sus propios frutos... Una especie de
maquina incestuosa que da origen a mutaciones... cyborgs, clonos y dronos... semi-dioses
y centauros... un panteón entero de seres imaginarios que crean mundos
extendiendose a traves de las sinuosidades del tiempo, entrelazandose en un
enjambre de historias que intentan alcanzar el presente. Una proliferacion de
clanes, bandas, tribus y hordas es lo que sigue. Alianzas profanas, matrimonios
en contra de la naturaleza... pactos con
el diablo rebosando santidad. En esta tormenta neblinosa navegamos... siempre
persiguiendo el eco de la huella aun no hecha y
el llamado de una fabula. Sobre esta frontera el Nomade viaja.
Encontrando extranjeros y fantasmas... desterrados y demonios. Cada encuentro,
el lugar de una mutación... una chispa de simbiosis. A la suerte de los
dados cuyas consecuencias resultan en un devenir-otro que fluye en la novedad y
distorciona el deseo... soltándolo a uno para siempre de los encantos de la
masa y liberando la vida de los confines de la Palabra. Tu nunca puedes
encontrar dos veces al mismo Nomade ya que cada encuentro precipita su defunción...
cortando los lazos con el pasado mientras se abre al futuro... un futuro inimaginable...
Ariel
Enero/01.
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