En el Internet circula la “pesadilla de Einstein”. Después de mostrar seis escenarios
con gente distraída, gentes inmersas en sus aparatos electrónicos, tomando café
con amigos, disfrutando en la playa, avivando al equipo en el estadio, en
compañía intima de la novia, en un viaje
en auto y comiendo juntos, se lee la frase...
“Temo que la tecnología sobrepasara
nuestra interacción humana. El mundo tendrá una generación de idiotas”.
Einteins ( http://www.dullmensclub.com/ensteins-worst-nightmare-its-coming-true-now/)... Las
imágenes indican que no seria nada de raro que
ya estemos en medio de esa generación... ¿Cierto? La cuestión es que... hay un problema con la cita. ¿Pertenece
realmente a Einstein? El nunca escribió o dijo esto a alguien. Ni siquiera aparece en “Las ultimas citas de
Einstein”, de Alice Calaprice.
Pero... ¿A alguien le importa que
sea o no de Einteins? La frase de todas maneras vale. No es la primera vez que
la técnica tiene mala fama. Platón decía que la memoria tecnológica o la
escritura era esencialmente sofistería y no es confiable. Creencia que luego encontramos en Derrida, Baudrillar, McLuhan y muchos otros. La idea contenida en la
pesadilla es que los medios de comunicación tecnológicos han empezado a
funcionar en contra de su propósito original que era la creación de relaciones
sociales sostenidas por una cualidad
corporal que, según creíamos, era indispensable para su mantencion. Las imágenes que allí vemos muestran
todo lo contrario. En ellas estamos en el puro éxtasis de la comunicación, la total adicción
al acto digital que aísla de la vecindad
inmediata. Solo la técnica en aras de la
técnica. Nos conectamos para desempeñar nuestro
papel en la colmena tecnológica.
En psicoanálisis un objeto transicional, como la frazadita o el osito de
peluche, es una fijación a la que el niño puede asirse para sentirse seguro. Es un objeto que permite o ayuda a movernos del espacio parental del amor
incondicional al espacio social en donde tenemos que negociar nuestras relaciones sin sentirnos
abandonados. Simboliza todo el sistema de
atención y cuidados más allá de la mama y el papa...
¿No es el teléfono móvil el
sucedáneo del osito de peluche para las nuevas generaciones? La imagen
pareciera ser adecuada. Pero... ¿Qué pasa si el sucedanio ya no quiere jugar este papel? ¿Si en lugar
de proporcionarnos seguridad nos transforma en adictos en virtud
de su propia hiperfuncionalidad? Siempre hemos dependido del objeto tecnológico.
Lo nuevo es que ahora este objeto esta planeado alrededor de su obsolescencia. El destino del osito es quedarse atrás. El
destino del nuevo objeto transicional es
dejarnos atrás. Crece más rápido que nosotros... El IPhone 3 se reemplaza por
el G3, que luego se cambia por el 4 y el 4 por el 4S y, más rápido que un suspiro, por el 5, el5S, el 5C y... siempre
otro más.
El efecto es que el objeto no solo nos deja atrás, sino que también
pierde su aura al haber siempre otro modelo esperándonos en el futuro inmediato. Lo irónico es que la
infidelidad del objeto lo hace más importante que nunca. Al transformarnos en
adictos a la conectividad su posesión, por un breve tiempo, nos permite escapar a la ansiedad de estar desconectados,
al miedo de que el artefacto nos abandone cuando mas lo necesitamos dejando
nuestra identidad en una situación bien precaria.
¿Cómo llegamos a este escenario?
La historia de la tecnología es la historia de la humanidad. Es la técnica la que ha posibilitado la evolución e individualización del animal
humano. En un sentido radical la técnica es la que crea nuestra humanidad, la
que provee el marco de nuestro destino
sin el cual no existiríamos como humanos.
Después de haber llegado tarde al reparto de habilidades la técnica se nos
presenta como una prótesis inescapable. No
se trata de tuercas, tornillos, palancas
o circuitos, sino de la construcción del entorno humano que nos hace ser lo que
somos. Antes de la técnica no encontramos al ser humano por ninguna parte... Después de la técnica encontramos la tendencia al orden, la
organización, la racionalización y la humanización.
Por miles de años la coevolución
de la técnica y el ser humano había sido la norma. Hoy día la tecnología ha
empezado a dejar atrás a la especie humana. Esta desconexión, diceel francés
Stiegler, ya no nos permite desarrollarnos o humanizarnos a nosotros mismos al
producirse un choque entre la imposibilidad de predecir la futura
orientación de la humanidad y el
determinismo de la máquina que ya no trabaja para la gente, sino que la transforma en sus
sirvientes. La maquina deja de ser medio
y empieza a funcionar para si misma. Es la era de la maquina autónoma.
La técnica opera como un pharmakon...
Crea y destruye. Según Platón el pharmakon es remedio y veneno, daño y beneficio. Después
del entusiasmo tecnológico modernista esta sospecha empieza a asomarse en el
arte, la literatura y la teoría critica (Marx, Weber, Heidegger, Horkheimer,
Ellul...) La tecnología moderna, dice Heidegger, brutaliza el ambiente a través
del proceso de extracción que en nada se asemeja a la técnica artesanal antigua. La materia ahora
es algo que debe ser martillada, maltratada y destrozada para imponerle una forma ajena diseñada por el
ser humano. En este proceso la humanidad
se transforma en el ejército de reserva de la naturaleza que, al igual que
esta, también es remodelada en nombre de la razón
instrumental. Siguiendo a Heidegger, Stiegler sostiene que la alta tecnología
posmoderna ha empezado a dejar a la humanidad atrás... ¿Qué significa esto?
Parte de la responsabilidad del
determinismo tecnológico es nuestra. La técnica no se desarrolla en el vacío,
sino en circunstancias definidas por tensiones políticas. La visión del mundo en donde cada
cosa tenía su valor llega a su límite en
el capitalismo tardío. Tardío porque es obsoleto y en camino a la destrucción
de la especie humana (eco catástrofes, quiebras
económicas, guerra nuclear...)
Tener confianza en el capitalismo se hace cada vez mas difícil.
En el la única posible es la que esta
basada en el calculo. La racionalidad instrumental neoliberal no cree en
ninguna cosa porque creer algo requiere confianza y la confianza no tiene cabida en un mundo en donde el cálculo
económico es todo. Lo único que uno
puede decir acerca del valor de una persona o cosa es si esta arriba o abajo,
si cuesta más o cuesta menos que otra con la que pueda compararse sin ninguna referencia a la
cualidad que puedan poseer. En la sociedad neoliberal el único principio
ético es la sobrevivencia, que
representa la regresión a una sociedad mínima
de mera auto preservación.
A principios del siglo XX el capitalismo respondió al problema de la
acumulación con la introducción del
consumerismo. El pacto entre los medios de comunicación de masas y el capital,
factor clave en el proceso, se organizo alrededor de la necesidad de manipular
el deseo y transformar al ciudadano en consumidor. Es esta innovación la que crea la idiótica mentalidad de masas que permite el paso de la significación al
valor de cambio en donde todo se transforma en
mercancía. A finales de 1970,
con el triunfo del capitalismo
neoliberal, el deseo se libera de la suspensión de la gratificación inmediata y se pone al servicio directo del consumo y la acumulación.
El objeto obtenido y consumido se posee hoy para ser rápidamente desechado
mañana y reemplazado por otro. Ayer IPad 1, hoy IPad 2, mañana IPad 3. Este
es un ambiente tecnológico que degrada las
cosas y los seres humanos y amenaza con transformar la
tierra en un mundo desolado,
salpicado de basura tecnológico, en donde nada realmente importa.
¿Cómo podríamos escapar a esta
distopia tecnológica? ¿Como volver a creer en los objetos que importan? ¿Cómo
crear nuevas razones para vivir mas allá del
mezquino calculo digital? ¿Cómo escapar a la idiotez del mundo
contemporáneo?
¿Y... quienes serán los que lucharan para un futuro diferente?
Somos seres tecnológicos. La técnica es la que nos coloca en una
posición singular en el mundo. No podemos cancelarla para retornar a un mundo pastoril que, de todas
maneras, nadie quiere. Lo que eventualmente puede ocurrir en el próximo futuro es
que se abra una línea de fuga que lleve
a la invención de una nueva relacion con la tecnología. El hecho de que la
tecnología continuamente esta siendo desarrollada por el capitalismo sugiere
que la tecnología resiste la osificación de los sistemas políticos, resistencia
que abre la posibilidad de nuevas conexiones y fuerzas sociales. A pesar de toda su entropía nihilista, el desarrollo
tecnológico crea las condiciones para su propia descontextualización. La técnica contiene el potencial para la
emancipación social y para su recaptura
por el Estado. Pero, la recaptura nunca es completa. El sistema empieza a gotear y
nuevos cauces se abren.
La revolución informática, por
ejemplo, al transformar la producción ha creado
un estado común. Un mundo productivo definido por la comunicación, los
servicios inter-activos y los lenguajes comunes. En esta nueva situación la propiedad privada,
el derecho exclusivo a su uso, beneficio y control, pierde sentido. Es la
comunidad la que los produce y al producirlos
se reproduce y redefine a si misma.
El problema es que la revolución informática
rápidamente ha sido recapturada por el sistema debido a que la crisis conceptual de la propiedad privada
no se tradujo en una crisis práctica. Pero, a pesar de ello... el sistema
empieza a debilitarse. La propiedad
privada, con todo su actual poder jurídico, ha empezado a separarse cada vez
más de la realidad social trasformándose en una grotesca contradicción. La propiedad y control Corporativo total de la red
comunicacional y el lenguaje genético del que estamos hechos abre la
perspectiva de múltiples escenarios paranoicos…
¿No es la absurdidad misma de la
posibilidad del control privado de la fibra misma de nuestro ser social la que
impone algún tipo de socialización como única salida?
Nieves y Miro Fuenzalida.
Ottawa
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