Cuando pequeños la disciplina escolar nos mantenia a raya. En la adultez
ellas continuan invadiendonos. Las vemos
en el ejército, la industria, la escuela, el hospital, el gimnasio, la oficina,
la calle. Es una forma de poder social
dirigida al proceso mismo de la actividad corporal cuyo objetivo es la producción permanente de cuerpos dóciles.
Las mujeres, al igual que
los hombres, están sujetas a prácticas
disciplinarias, peculiarmente femeninas,
que constituyen formas solapadas de subyugación. Este particular ejercicio del
poder, esta forma dominante de subyugación, no es ejercida por nadie en particular
y no emana de una fuente central. Esta inscrito en nuestras relaciones y se
expresa como un conjunto de acciones ejercidas por el individuo y dirigidas al
individuo. Es, podríamos decir, un poder que guía la conducta y estructura sus
posibles consecuencias. Se nace hombre o mujer, pero, no se nace con una
identidad masculina o femenina. Estos son un artificio o un logro que surgen
como productos normativos que resumen los diferentes estilos de la carne. Hoy día,
en el caso del cuerpo femenino, segun S.L. Bartky, estos esfuerzos se orientan a crear un cuerpo
de cierta medida y configuración, un repertorio específico de gestos, posturas
y movimientos y la producción de una superficie ornamental.
Los estilos de la
figura femenina varían a través del tiempo y de cultura a cultura y reflejan obsesiones
y preocupaciones culturales que no siempre son fáciles de entender. Hoy día, en la cultura mercantil
occidental un cuerpo macizo, poderoso o voluminoso en una mujer es
considerado de mal gusto. De acuerdo con la moda actual es preferible un cuerpo
derecho, pechos pequeños, caderas angostas y una delgadez que bordee en la
flacura. Una silueta que refleja a un muchacho en su adolescencia o a una
muchacha en su pubertad, mas bien que a una mujer adulta. Desde el momento en
que la mujer común y corriente tiene normalmente dimensiones muy diferentes se
ve presionada a seguir estrictas dietas, presión que viene desde todos los ángulos,
en especial, desde la industria de productos femeninos. La dieta para
adelgazar es la disciplina del apetito. Este debe ser vigilado y gobernado con
voluntad de hierro todo el tiempo. Pero, como la necesidad orgánica de alimento
no puede ser negada el cuerpo se transforma en el propio enemigo, en
un ser ajeno y en un obstáculo en el proyecto disciplinario. El ejercicio,
junto a la dieta, es la otra disciplina impuesta sobre el cuerpo sujeto a la tiranía
de la delgadez. Aunque aquí es un poco más difícil discernir entre desarrollos
de capacidades físicas o requerimientos basados en conceptos de feminidad
todavía es posible apuntar a esa clase de ejercicios diseñados solamente para
mujeres. Aquellos designados, no para fortalecer el cuerpo o reducir su talla
general, sino para esculpir sus diferentes partes de acuerdo con el modelo
corriente y bajo la guía de expertos en belleza… su
intento es el de modificar lo que es genéticamente determinado.
En el ambito específico
del repertorio de gestos, posturas y movimientos hay también
diferencias de género significantes en el comportamiento corporal.
El movimiento espacial en la mujer es más restringido. Pareciera que un espacio
imaginario, que no se atreve a traspasar, la rodeara y que se manifiesta
evitando, en todo lo posible, el estirar y extender su cuerpo El espacio
en la mujer no es un campo en el cual la intencionalidad corporal pueda
realizarse libremente. Es un marco en el
cual se siente situada y al cual esta confinada. "La mujer libertina"
viola esta norma. Su libertinaje se manifiesta en su moral, como también en su manera de
hablar y, literalmente, en la manera suelta y fácil con que se mueve y que,
eventualmente, le impedirá la entrada a ciertos círculos sociales. En lugares
públicos la mujer se sienta con sus brazos cerca del cuerpo, manos descansando
en la falda, los pies dirigidos derechamente hacia adelante o vueltos hacia el
interior y, sobre todo, las piernas juntas, tomando el menor espacio
posible. En comparación, el hombre se expande en el espacio disponible con
piernas apartes y los brazos extendidos a distancia del cuerpo y los pies
apuntando hacia fuera. La misma diferencia la vemos en el caminar. El lo hace
manteniendo los brazos a mayor distancia del cuerpo, balanceándolos con mayor
amplitud. Ella los mantiene mas cerca con las palmas apegadas a él. Su caminar
es circunspecto y si usa taco alto su cuerpo aparece, de tiempo en tiempo, como
fuera de balance. Las revistas de moda frecuentemente ofrecen instrucciones
precisas en la manera propia de como una mujer debe moverse. Y todos estos
movimientos descritos surgen desde dentro del cuerpo como si estuvieran
determinados por ella misma.
Las disciplinas
corporales se interesan, igualmente, en
transformar el cuerpo de la mujer en una superficie ornamentada, especialmente
en la aplicación de maquillaje y la selección de ropas. Su piel debe ser
suave, sin pelos y tersa. Idealmente no debería denotar desgaste, experiencia,
edad o pensamientos profundos. Los vellos deben ser removidos, no solo de
la cara, pero también, en gran parte, del cuerpo. De acuerdo a los expertos en
belleza el cuidado de la piel requiere, además de la atención a la salud, evitar la expresión de emociones fuertes,
ejercicios faciales y una larga y compleja variedad de preparaciones cosméticas.
El discurso normalizante de la medicina moderna se alinea junto a la industria cosmética
a través del cual esta adquiere credibilidad. Pintarse la cara es pintar el mismo
diseño una y otra vez. Muy pequeñas variaciones son permitidas dentro de lo que
es considerado maquillaje apropiado. La imaginación en esta área es vista como
excentricidad y es excluida en la mayoría de los contextos sociales o
profesionales.
Aquí no estamos tratando
meramente con diferencias sexuales. Las prácticas disciplinarias, dice Bartky,
forman parte del proceso que construye el cuerpo "ideal". Un cuerpo
sobre el cual un estatus inferior ha sido inscrito... el rostro de una mujer
debe ser rehecho al igual que el resto de ella. El rostro de una mujer, sin ser
pintado, es deficiente. Lo trágico es
que el proyecto disciplinario de la feminidad es una trampa. Requiere tal transformación
corporal que virtualmente cada mujer que se entrega a él esta destinada tarde o
temprano al fracaso en una u otra forma lo que agrega una medida de vergüenza y
culpabilidad en su relacion corporal. La carga es mucho mayor para las mujeres
que carecen de recursos económicos debido al hecho de que la conformidad con los
estándares de aceptabilidad corporal es un factor clave en la movilidad económica.
En este régimen de heterosexualidad institucionalizada las mujeres se hacen así
mismas "objeto y presa" para el hombre. Es para él que este cuerpo
debe lucir como luce. En nuestra sociedad contemporánea, un experto panóptico
masculino reside dentro de la conciencia de la mayor parte de las mujeres... constantemente
están bajo su mirada y juicio. Viven sus cuerpos vistos por el Otro.
Este tipo de disciplina no es parte del dominio de la policía o de las
cortes de justicia. El poder disciplinario que inscribe la feminidad en el
cuerpo de la mujer esta en todas partes y en ninguna en particular, sin ligazón
a ninguna institución determinada. Esta ausencia de una estructura formal
institucionalizada y de autoridades investidas con poder para imponerlas crea
la impresión de que la constitución de la feminidad es enteramente voluntaria o
natural. Es cierto que la mujer se somete voluntariamente al ejercicio de estas
prácticas, invirtiendo grandes sumas de dinero en ello. Pero, también es cierto
que estas disciplinas tienen un doble carácter...
nadie esta obligado a ellas. Sin embargo, la producción de un cuerpo
interiorizado debe ser entendida como aspectos de una disciplina mayor inscritos
en estructuras de subyugación que cubren a la sociedad en general.
¿Por que no hay más
mujeres dispuestas a revertir esta situación social? En la sociedad industrial
moderna no hay razón para temer al castigo de la violencia masculina. Ni tampoco
es suficiente decir que una falsa conciencia engendrada por una ideología
patriarcal es la base de la subordinación de la mujer. Ambas ocurren, seria ingenuo
negarlas, pero no son suficientes para su comprensión. Un adecuado
entendimiento de la situación de la mujer, dice Barky, requiere de una apreciación
de la medida en que la subjetividad esta estructurada dentro de un ensamble de
practicas de doble intención... estética en la superficie, subordinación en la
base. La falta de sanciones públicas no significa ausencia de sanción. Por el
contrario, una de ellas es la ausencia de patronaje masculino cuya importancia
es crucial en la movilidad social.
Las categorías
“femenina” y “masculina” son claves
en la formación de nuestra identidad. Ambos se constituyen a partir de
disciplinas corporales y su critica es
parte de la lucha política.
Nieves y Miro
Fuenzalida.
Ottawa
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