Monday, September 22, 2014

La producción de la feminidad.


Cuando pequeños la disciplina escolar nos mantenia a raya. En la adultez ellas continuan  invadiendonos. Las vemos en el ejército, la industria, la escuela, el hospital, el gimnasio, la oficina, la calle. Es una forma de poder social  dirigida al proceso mismo de la actividad corporal cuyo objetivo es  la producción permanente de cuerpos dóciles.  

Las mujeres, al igual que los hombres, están sujetas a  prácticas disciplinarias,  peculiarmente femeninas, que constituyen formas solapadas de subyugación. Este particular ejercicio del poder, esta forma dominante de subyugación, no es ejercida por nadie en particular y no emana de una fuente central. Esta inscrito en nuestras relaciones y se expresa como un conjunto de acciones ejercidas por el individuo y dirigidas al individuo. Es, podríamos decir, un poder que guía la conducta y estructura sus posibles consecuencias. Se nace hombre o mujer, pero, no se nace con una identidad masculina o femenina. Estos son un artificio o un logro que surgen como productos normativos que resumen los diferentes estilos de la carne. Hoy día, en el caso del cuerpo femenino, segun S.L. Bartky,  estos esfuerzos se orientan a crear un cuerpo de cierta medida y configuración, un repertorio específico de gestos, posturas y movimientos y la producción de una superficie ornamental.

 Los estilos de la figura femenina varían a través del tiempo y de cultura a cultura y reflejan obsesiones y preocupaciones culturales que no siempre son fáciles de entender. Hoy  día, en la cultura  mercantil  occidental un cuerpo macizo, poderoso o voluminoso en una mujer es considerado de mal gusto. De acuerdo con la moda actual es preferible un cuerpo derecho, pechos pequeños, caderas angostas y una delgadez que bordee en la flacura. Una silueta que refleja a un muchacho en su adolescencia o a una muchacha en su pubertad, mas bien que a una mujer adulta. Desde el momento en que la mujer común y corriente tiene normalmente dimensiones muy diferentes se ve presionada a seguir estrictas dietas, presión que viene desde todos los ángulos, en especial, desde la industria de productos femeninos. La dieta para adelgazar es la disciplina del apetito. Este debe ser vigilado y gobernado con voluntad de hierro todo el tiempo. Pero, como la necesidad orgánica de alimento no puede ser negada el cuerpo se transforma en el propio enemigo, en un ser ajeno y en un obstáculo en el proyecto disciplinario. El ejercicio, junto a la dieta, es la otra disciplina impuesta sobre el cuerpo sujeto a la tiranía de la delgadez. Aunque aquí es un poco más difícil discernir entre desarrollos de capacidades físicas o requerimientos basados en conceptos de feminidad todavía es posible apuntar a esa clase de ejercicios diseñados solamente para mujeres. Aquellos designados, no para fortalecer el cuerpo o reducir su talla general, sino para esculpir sus diferentes partes de acuerdo con el modelo corriente y bajo la guía de expertos en belleza…   su intento es el de modificar  lo que es  genéticamente determinado.

  En el ambito específico del repertorio de gestos, posturas y movimientos hay también  diferencias de género significantes en el comportamiento corporal.  El movimiento espacial en la mujer es más restringido. Pareciera que un espacio imaginario, que no se atreve a traspasar, la rodeara y que se manifiesta evitando, en todo lo posible, el estirar y extender su cuerpo El espacio en la mujer no es un campo en el cual la intencionalidad corporal pueda realizarse libremente.  Es un marco en el cual se siente situada y al cual esta confinada. "La mujer libertina" viola esta norma. Su libertinaje se manifiesta  en su moral, como también en su manera de hablar y, literalmente, en la manera suelta y fácil con que se mueve y que, eventualmente, le impedirá la entrada a ciertos círculos sociales. En lugares públicos la mujer se sienta con sus brazos cerca del cuerpo, manos descansando en la falda, los pies dirigidos derechamente hacia adelante o vueltos hacia el interior y, sobre todo, las piernas juntas, tomando el menor espacio posible. En comparación, el hombre se expande en el espacio disponible con piernas apartes y los brazos extendidos a distancia del cuerpo y los pies apuntando hacia fuera. La misma diferencia la vemos en el caminar. El lo hace manteniendo los brazos a mayor distancia del cuerpo, balanceándolos con mayor amplitud. Ella los mantiene mas cerca con las palmas apegadas a él. Su caminar es circunspecto y si usa taco alto su cuerpo aparece, de tiempo en tiempo, como fuera de balance. Las revistas de moda frecuentemente ofrecen instrucciones precisas en la manera propia de como una mujer debe moverse. Y todos estos movimientos descritos surgen desde dentro del cuerpo como si estuvieran determinados por ella misma.

Las disciplinas corporales se interesan, igualmente,  en transformar el cuerpo de la mujer en una superficie ornamentada, especialmente en la aplicación de maquillaje y la selección de ropas. Su piel debe ser suave, sin pelos y tersa. Idealmente no debería denotar desgaste, experiencia, edad o pensamientos profundos. Los vellos deben ser removidos, no solo de la cara, pero también, en gran parte, del cuerpo. De acuerdo a los expertos en belleza el cuidado de la piel requiere, además de la atención a la salud,  evitar la expresión de emociones fuertes, ejercicios faciales y una larga y compleja variedad de preparaciones cosméticas. El discurso normalizante de la medicina moderna se alinea junto a la industria cosmética a través del cual esta adquiere credibilidad. Pintarse la cara es pintar el mismo diseño una y otra vez. Muy pequeñas variaciones son permitidas dentro de lo que es considerado maquillaje apropiado. La imaginación en esta área es vista como excentricidad y es excluida en la mayoría de los contextos sociales o profesionales.

Aquí no estamos tratando meramente con diferencias sexuales. Las prácticas disciplinarias, dice Bartky, forman parte del proceso que construye el cuerpo "ideal". Un cuerpo sobre el cual un estatus inferior ha sido inscrito... el rostro de una mujer debe ser rehecho al igual que el resto de ella. El rostro de una mujer, sin ser pintado, es deficiente. Lo trágico  es que el proyecto disciplinario de la feminidad es una trampa. Requiere tal transformación corporal que virtualmente cada mujer que se entrega a él esta destinada tarde o temprano al fracaso en una u otra forma lo que agrega una medida de vergüenza y culpabilidad en su relacion corporal. La carga es mucho mayor para las mujeres que carecen de recursos económicos debido al hecho de que la conformidad con los estándares de aceptabilidad corporal es un factor clave en la movilidad económica. En este régimen de heterosexualidad institucionalizada las mujeres se hacen así mismas "objeto y presa" para el hombre. Es para él que este cuerpo debe lucir como luce. En nuestra sociedad contemporánea, un experto panóptico masculino reside dentro de la conciencia de la mayor parte de las mujeres... constantemente están bajo su mirada y juicio. Viven sus cuerpos vistos por el Otro.

 Este tipo de disciplina  no es parte del dominio de la policía o de las cortes de justicia. El poder disciplinario que inscribe la feminidad en el cuerpo de la mujer esta en todas partes y en ninguna en particular, sin ligazón a ninguna institución determinada. Esta ausencia de una estructura formal institucionalizada y de autoridades investidas con poder para imponerlas crea la impresión de que la constitución de la feminidad es enteramente voluntaria o natural. Es cierto que la mujer se somete voluntariamente al ejercicio de estas prácticas, invirtiendo grandes sumas de dinero en ello. Pero, también es cierto que  estas disciplinas tienen un doble carácter... nadie esta obligado a ellas. Sin embargo, la producción de un cuerpo interiorizado debe ser entendida como aspectos de una disciplina mayor inscritos en estructuras de subyugación que cubren a la sociedad en general.

¿Por que no hay más mujeres dispuestas a revertir esta situación social? En la sociedad industrial moderna no hay razón para temer al castigo de la violencia masculina. Ni tampoco es suficiente decir que una falsa conciencia engendrada por una ideología patriarcal es la base de la subordinación de la mujer.  Ambas ocurren, seria ingenuo negarlas, pero no son suficientes para su comprensión. Un adecuado entendimiento de la situación de la mujer, dice Barky, requiere de una apreciación de la medida en que la subjetividad esta estructurada dentro de un ensamble de practicas de doble intención... estética en la superficie, subordinación en la base. La falta de sanciones públicas no significa ausencia de sanción. Por el contrario, una de ellas es la ausencia de patronaje masculino cuya importancia es crucial en la movilidad social.

 Las categorías  “femenina” y  “masculina” son claves en la formación de nuestra identidad. Ambos se constituyen a partir de disciplinas corporales y su critica  es parte  de la lucha política.

 Nieves y Miro  Fuenzalida.
 Ottawa


                                    

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