¿Realmente? ¿Es el pesimismo una perversión del pensamiento? La verdad es que si seguimos sus argumentos tendremos que reconocer que son tan
racionales o irracionales como los del optimismo. ¿Por qué, entonces, lo
desechamos tan rápidamente como si fuera una peste? ¿O lo culpamos por la
ausencia de proyectos utópicos? ¿O lo usamos para descalificar el existencialismo, el psicoanálisis y el
postmodernismo? Por donde miremos el
pesimismo tiene mala onda.
Y, sin embargo, continúa apareciendo. La filosofía del pesimismo, que no debe confundirse con la
disposición depresiva, es una idea que cuestiona nuestro sentido de la vida y
desplaza la noción de progreso. El liberalismo, el socialismo y el pragmatismo son filosofías políticas
optimistas que sostienen la idea de que el uso de la razón en la comprensión de
las condiciones sociopolíticas llevara finalmente al mejoramiento de la vida humana. El
pesimismo, que retiene la noción linear
del tiempo típica del modernismo, no
encuentra evidencia suficiente para sostener esta imagen del futuro y menos
para pensar en la venida del reino de la felicidad, aquí o en el cielo. Cambios
ocurren y el ser humano y la sociedad continuaran sufriendo
profundas alteraciones en el
futuro próximo. Y no necesariamente para mejor.
Uno de los argumentos favoritos de
la filosofía pesimista es la idea
de que el tiempo es una carga. El animal responde a los estímulos presentes en
forma rutinaria y automática, pero es incapaz de formar planes, esperanzas o
arrepentirse por acciones pasadas. Es puro presente. El ser humano, en
cambio, tiene recuerdos del pasado y
fantasías del futuro. El tiempo es la
sustancia de la cual esta hecho. Nuestra singularidad consiste en ser un ser temporal, un ser conciente del
tiempo. La cosa con esto es que un ser conciente del tiempo es también un ser
conciente de la muerte, un ser, como decía Don Quijote, que nace para vivir
muriendo, y la conciencia de este hecho condiciona el tipo de vida que
llevamos. Según Rousseau este es uno de los muchos terrores que la conciencia trae. Aparte del
sufrimiento que preside a la muerte, y que no es poco, la mera imagen del fin
de la vida es algo que tratamos de apartar tan pronto como aparece. Esta es
nuestra limitación, el parámetro que define las posibilidades de nuestra vida y
el aviso de que ahora ni nunca controlaremos
las condiciones de nuestra existencia.
Si todo desaparece en el pasado tan pronto como aparece difícilmente se
puede tomar cualquier cosa seriamente. El tiempo es aquello en virtud de lo cual las
cosas se transforman en nada. Cualquier
ente por muy sólido que sea se disuelve
en el aire, si no ahora, en el siguiente momento lo que hace la actividad
humana y la idea de la felicidad fútil
¿No es cierto que nuestros mayores sufrimientos provienen de la falta de
permanencia de los seres humanos que mas nos importan? ¿Y que mientras más nos
importan mas sufrimos?
Lo que llamamos placer es, en el
fondo, la reducción momentánea del
sufrimiento, del deseo, del aburrimiento
o la angustia. Quien crea que nacemos para ser felices se equivocó de mundo. Para
el animal el sufrimiento presente, incluso si se repite innumerables veces, se
experimenta como si fuera la primera vez. Al parecer, el sufrimiento en ellos no se suma. A diferencia del animal que nunca
sufre la muerte como tal el ser humano sufre de la anticipación de su propia extinción.
Desde cualquier punto de vista la conciencia temporal es un mal negocio.
En el esquema cósmico de la
existencia la conciencia reflexiva es
una pequeña y temporaria desviación del
estado normal de las cosas. Si pensamos por un momento la vida individual dura menos que un suspiro, apenas un desvío momentáneo en el camino hacia
la muerte. Como Freud notaba, una condición excepcional que siempre retorna a
su estado normal de materia inanimada. Y
mientras vivimos, la satisfacción de nuestros deseos, que ninguno objeto logra completamente, lleva inevitablemente al aburrimiento en lugar de la dicha que prometía. Igual que un péndulo oscilamos entre el dolor y el aburrimiento que son nuestros
constituyentes básicos. El mero hecho de que el aburrimiento exista es prueba
de nuestra desdicha. El aburrimiento es nuestra reacción a la vaciedad de
nuestra existencia, a la muda intuición de nuestra situación metafísica Si la
vida poseyera en si misma un valor real
y positivo no habría algo así como el aburrimiento. Su mera existencia nos
llenaría de satisfacción.
Para aliviar el aburrimiento buscamos nuevos objetivos y dedicamos
nuestras vidas al logro de las metas más
nobles. La religión y la historia nos proveen la razón para vivir y nuestro
lugar en el mundo liberándonos del peso de tener que hacer nuestras propias
decisiones. Es cuestión de seguir el
libreto... pero a un tremendo costo.
Renunciamos a la libertad de elección para crearnos a nosotros mismos y colocamos
la esperanza de la felicidad en la fe religiosa o el fin de la historia que nos esperan en el mañana. El
problema es que cuando hacemos esto negamos la vida presente en nombre de la vida futura. Devaluamos el ahora para
valorar el porvenir. La tragedia es que los ideales religiosos o
históricos, que comienzan con las mejores intenciones, terminan defendiendo la opresión, el crimen y la destrucción masiva.
En corto tiempo las esperanzas, que son el sueño de las muchedumbres, se desinflan y la maravilla de la democracia deviene en una farsa. Como decía Kafka... Esto no quiere
decir que no haya esperanza. Pero no
para nosotros.
Según Unamuno lo que conocemos
como el futuro es una de las más grandes
mentiras. El verdadero futuro, decía, es
hoy... ¿Que nos esta pasando ahora, en este instante? Esta es la única
cuestión. No es que Unamuno no quiera pensar en el futuro. Lo que no
quiere es transformarlo en un icono.
Puede que haya tiempos más hermosos por venir. Pero... este es el nuestro.
Por veinte centurias, hacia notar
Camus, la suma total del mal no ha disminuido. Y esto no ha cambiado. En las últimas
décadas hemos doblado la población de la tierra, duplicado la pobreza y miseria y refinado la
reproducción industrial del sufrimiento sin que haya habido ningún aumento en la solidaridad y justicia social ¿No continuamos
explotándonos y matándonos a escala mundial? Aquí no ha habido progreso si lo comparamos con la ciencia y tecnología. La edad moderna ha estado definida por
tremendos avances científicos y tecnológicos en medicina, energía atómica,
química, exploración espacial, genética, electrónica, etc. etc., que ha llevado a creer que el progreso humano
ocurrirá automáticamente. El problema con esto es que el progreso tecnológico también ha estado comprometido en la producción de una serie de
desastres ecológicos y sociales espectaculares que se repiten continuamente. No
importa cuan avanzados tecnológicamente estemos si quien controla la tecnología continua siendo un ser humano con
déficit moral.
Dada esta situación... ¿Cuales serian, entonces, las mejores prácticas compatibles con la conciencia temporal? Al igual que el artista lo que nos queda es
trabajar con los materiales que la vida proporciona. No podemos decir que el mundo
como un todo tiene un valor particular y
que este valor es bueno o malo desde el momento en que todo lo que existe esta
siempre en proceso de transformación, de nacimiento y muerte. Esto solo seria
posible si existiera un mundo de seres intemporales que pudiéramos comparar un
mundo transciente. Como no hay evidencia de esto carecemos de un punto de referencia desde el
cual podamos emitir ese juicio. Con lo que realmente nos quedamos es con un mundo indiferente a nuestros sueños, la historia no nos lleva necesariamente a un lugar mejor y
no hay nadie que juzgue nuestras vidas desde arriba. .. ¿No equivale esto a una
liberación?
Para Nietzsche es la fortaleza vital la que nos permite vivir en un
mundo sin sentido. Solo los que no pueden soportar el hecho de que la
existencia no tenga un sentido último terminan como nihilistas. Si pensamos de
nuevo no necesitamos que la vida tenga un significado manufacturado porque
nosotros mismos podemos producirlo. La
medida de la fortaleza o debilidad de la
voluntad radica en lo que uno pueda hacer
con las cosas sabiendo que ellas no tienen significado ultimo, con la
capacidad para aceptar el sin sentido del mundo porque uno mismo puede
organizar una pequeña porción de el. Una cosa es que el mundo carezca de
sentido y otra que no haya significado... ¿Cierto? Identificar una cosa con la
otra seria presumir que el ser humano es incapaz de crear su
propio sentido. Por el contrario. La
fuerza de la filosofía pesimista esta en la idea de que los seres humanos poseen
un potencial creador que sobrevive la muerte del fundamento último. El
pesimismo destruye las categorías teológicas y abre nuevas técnicas de vida que
ayudan a navegar el medio en que vivimos.
El que
no hayan significados inscritos
en el mas allá abre la posibilidad de
crearlos... ¿no es aquí donde radica la libertad humana? Una libertad
conciente de los limites y barreras que la temporalidad impone a nuestras
vidas. Cultivar la voluntad de vivir no
es una cuestión que dependa de una solución universal, sino de soluciones
individuales que cada uno puede crear y
que pueden ser mucho más creíbles que las fantasías religiosas.
Este pesimismo, lejos de invitar a la resignación y desperacion, invita a criticar la moral existente y construir nuevos valores.
La cuestión no es como minimizar la muerte y el sufrimiento, sino que
significado les damos. El cambio, el sufrimiento y la muerte como pago por la promesa de la vida celestial o el cambio, sufrimiento y muerte como un
desafío con el que tenemos que contar porque somos parte del proceso.
Odiamos el caos y la muerte porque destruyen la confianza
y transforman la vida
en un problema. Pero, a pesar de ello... ¿Podemos todavía
amar la vida?
Nieves y Miro Fuenzalida
Ottawa
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