En su
mayor parte, la "historia" del pensamiento es un intento de exorcizar
el cuerpo de su fetidez putrefacta y sus indicios de impermanencia... ocultar
la carne para deshacernos de nuestros cuerpos desecantes. Así, en nuestra
imaginación idealista, escapar a la proximidad de
esta morada de dolor y permanecer confortablemente adormecidos en la
profundidad de la civilización, solo para recibir el karma del pensamiento incorpóreo,
sin olor ni gusto… ¿Pero que tal si saturamos el pensamiento con una cierta
corpo-realidad?... ¿Si le permitimos a nuestra mente darle rienda suelta a la
carne sudorosa y al mal aliento?... ¿Si hacemos al pensamiento funcionar en lo
real, hacerle producir nuevos y extraños olores a través de copulaciones
monstruosas en una orgía bacanal de lujuria?... Podríamos crear y darle vida a
nuevos híbridos y mutantes, cuyos actos nos desplazarían de la historia,
mientras nos deslizamos a través del semen del tiempo?
Ariel.
2001
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