Friday, January 14, 2011

Callampas sicodelicas, paraisos y conciencia.


El 13 Mayo de 1957 la revista "Life" publico un articulo titulado "En búsqueda de la callampa  mágica", iniciando con ello la revolución psicodélica de los anos 60s. Su autor, R. Gordon Wasson..."una de las mas grandes y originales mentes de la Ethnomycologia "...según Jonathan Ott, ha permanecido, sin embargo, mayormente desconocido para la gran mayoría del publico. Se puede decir, sin exageración, que Wasson trajo el conocimiento de plantas sacramentales y el "misticismo molecular" a las masas, pero que, contradictoriamente, nunca se sintió cómodo con su papel de popularizador y fundador de movimientos psicodélicos. No seria raro, de acuerdo a uno de sus críticos, que el tono elitista de sus escritos fuera la raíz de este malestar.                        
Gran parte de sus investigaciones, llevadas a cabo en México, Mezo América, India y Rusia  han sido consideradas profundamente originales y fue uno de los primeros en llevar a cabo investigaciones multidisciplinarias en el papel religioso que las callampas entheogenicas han jugado en los cultos y ceremonias del mundo antiguo"...El descubrimiento de una callampa con propiedades milagrosas  fue, para  el  hombre   primigenio, una revelación, un  verdadero detonador para su alma haciendo surgir en el los mas altos sentimientos de admiración, reverencia, temor,  ternura y amor que la humanidad es capaz de experimentar. Sentimientos y virtudes que desde entonces se han considerado los máximos atributos de nuestra especie...” En este pasaje que aparece en su libro..."The Road to Eleusis" (1978), Gordon expone una de sus mas controversiales hipótesis…la creencia de que las plantas entheogenicas tuvieron una participación instrumental en el origen de la religión en los tiempos primitivos.
 Si reconstruimos la trayectoria de estas plantas sus huellas nos llevan al centro del mito del Paraíso.  Adán y Eva al transgredir la orden divina y comer el fruto del árbol prohibido provocan la caída del ser humano al ser  expulsado  del jardín del Edén. Según C. G. Jung, excavador de símbolos arquetípicos, el mito del Libro del Génesis nos habla del nacimiento de la conciencia como un crimen que destruye la unidad original y pre-conciente del ser humano. El fruto prohibido, dice, simboliza la conciencia. Es la fruta del Árbol del Bien y del Mal, el conocimiento de los opuestos, característica distintiva de la conciencia y nuestro pecado original causante del mal. El comer la fruta prohibida marca la transición del eterno estado unitivo inconciente propio de la modorra animal al ámbito de la vida conciente marcado por el tiempo y el espacio. Es el símbolo del nacimiento del Ego y su caída dentro del sufrimiento, el conflicto y la incertidumbre... Dualidad, disociación y represión son estados ineluctablemente unidos a la aparición de la conciencia. Esta solo es posible en oposición al inconciente. Y es este antagonismo necesario para la existencia de la conciencia lo que determina la polarización de los opuestos: conciente vs. inconciente, espíritu vs. naturaleza. La sexualidad y la vida instintiva, en otras palabras... el cuerpo se transforma, súbitamente, en tabú y objeto de vergüenza.
Para Jung, ver a Adán y Eva solo como pecadores es caer en una interpretación demasiado parcial. Su acción igualmente puede ser descrita como heroica. Es sacrificar el pasivo confort de la obediencia por los peligros que implica el arriesgarse en los laberintos misteriosos del mundo conciente. Desde un punto de vista evolutivo este evento puede ser visto como un avance y crecimiento. La caída, en el fondo, representa un verdadero evento. Esta no fue la caída desde un estado más alto, trans-individual o trans-heroico. Por el contrario, es  la salida del estado pre-individual a un estado de individualización que representa la adquisición de la auto-conciencia y reflexión mental. No se trata de que antes de la caída el ser humano no sufriera, no tuviera conflictos o no muriera. La diferencia es que después de la caída lo sabe. Y es este saber el que lo abruma. Adán y Eva no fueron expulsados del paraíso. Simplemente crecieron y caminaron más allá de sus límites.
¿Que pasa si miramos este mito y su interpretación jungiana, desde la perspectiva de alguien que conoce las plantas entheogenicas?... Es aquí cuando Gordon Wasson entra en esta historia nuevamente. El Árbol del Conocimiento, el que contiene la fruta prohibida, dice, fue el  que ha sido reverenciado por muchas tribus de Eurasia en tiempos pre-históricos. Bajo este árbol callampas de una apariencia esplendida crecían proporcionando la comida entheogenica a la que el hombre tribal le atribuía poderes milagrosos. Aquellos que escribieron el mito del Génesis claramente habían entrado en el ámbito de este vegetal. Su nombre no podía pronunciarse y solo se alude a el de manera encubierta. Únicamente el iniciado podía penetrar en su significado y reconocer de qué se estaba hablando.  ¿Y quien es el iniciado? El que ha tenido la experiencia. Los extraños y aquellos sin valor permanecen en la oscuridad. Y desde entonces "la Fruta", lo que hoy en día los mycologistas llaman Amanita Muscaria, ha venido siendo designada con una variedad de eufemismo. La callampa mágica y la conciencia quedan unidas a través de la experiencia extática.
Gordon  basa esta hipótesis en una variada acumulación de datos productos de sus recopilaciones folklóricas, etimológicas, históricas, lingüísticas, mitológicas, artísticas, arqueológicas y religiosas dispersas en una variedad de escritos durante su vida,  resultado de sus minuciosas investigaciones. Con justicia se le reconoce como el co-fundador de la disciplina denominada Ethnomycologia, nueva  rama de la Ethnobotanica. 
Su hipótesis ha sido cuestionada desde diferentes ángulos, pero dentro del campo de la Ethnobotanica hay acuerdo unánime en el hecho de que las plantas entheogenicas han jugado un papel fundamental en el origen de las religiones, papel que cada vez ha venido siendo definido con mayor precisión. ¿Cuan científicas fueron las investigaciones de Gordon que lo llevaron a arribar a esta hipótesis? Alexander T. Shulgin, profesor de farmacología y química  de la Universidad de Berkeley, hizo el siguiente comentario: “Siempre he pensado que Gordon es  un ‘scholar’ mas bien que un científico. Lo último es lo que yo me considero. Busco el conocimiento a través del uso del sistema lógico baconiano para agudizar mis observaciones y afinar mis conclusiones. No creer en los nuevos ‘hechos’ sin intentar establecer su validez, experimentando con ellos para negarlos... El ‘scholar’, en cambio, prefiere los "hechos" tal cual, sin comillas  y orienta sus energías en la búsqueda de observaciones y argumentos que puedan afirmar la validez de sus posiciones. Gordon fue un ‘scholar’ consumado, cuyas habilidades académicas de investigación fueron legendarias. Pero, supongo, también fue un científico. Sus experimentos en México con callampas sagradas así lo prueban...”
Terence Mckenna,  el sumo sacerdote del movimiento psicodélico, una vez pregunto… si se niega el dialogo entre la conciencia y las plantas entheogenicas... ¿cómo podemos explicar, entonces, la existencia de receptores entheogenicos en nuestro cerebro?... La unión de plantas alucinogenicas y fenómenos religiosos es enigmática, compleja y abarca todas las regiones del globo. Su articulación no significa la reducción  de los fenómenos religiosos a procesos químicos. De lo que se trata, más bien, es de ver  el misticismo químico en términos de relaciones inmanentes. El problema pareciera ser, no tanto metafísico, sino, metabólico.
Nieves y Miro  Fuenzalida
Ottawa, 1998.

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