Sunday, October 1, 2023

Extinción... pero no la humana

 

La mayoría piensa que la extinción le ocurre a las otras especies, no a la nuestra. Y desde el momento en que hay bien poca ventaja en contemplar nuestro fin es justo preguntarse porque perder el tiempo en tales escenarios infructuosos en lugar de seguir con las cosas de la vida. Además, el proceso de extinción probablemente no va a impactar  nuestras propias vidas o la de nuestros hijos. Y, en todo caso, el progreso científico nos mantendrá a todos en marcha, pase lo que pase ... ¿cierto?

 

Tal vez. Pero, considera esto... el ciclo de creación y extinción de las especies es fundamental para la selección natural y el registro fósil indica  que el animal humano también cederá con el tiempo a este imperativo evolutivo.  99.9% de todas las especies que han vivido están hoy extintas. Menos del 5% de estas extinciones ocurrieron en masa. Lo mas típico es una lenta desaparición debido a la disminución de los recursos naturales y la caída de la fecundidad.  Actualmente las tasas de especiación, según el antropólogo E. Ellis, se están desplomando en toda la biosfera, sobre todo en los grandes vertebrados  como los mamíferos que antes se caracterizaban por la capacidad de formar nuevas especies.  Y lo peor es que lejos de confirmar dominio el modelo  antropogénico de depredación que practicamos  pone en peligro a otros metazoos que  enfatiza la vulnerabilidad de la raza humana.  Desde el momento en que la competencia por recursos naturales se ha incrementado ha habido una disminución progresiva en la supervivencia de las especies. Se estima que el Homo erectus sobrevivió mas de un millón años, el Homo antecesor por 600 000 años, Homo ergaster durante 450 000  años, Homo neanderthalis durante 300 000 años y Homo sapiens, hasta ahora, entre 150 000 a 200 000 años... ¿cuánto mas tiempo nos queda?  El argumento probabilístico de Carter-Leslie del “día del juicio final”, basado en cálculos matemáticos,  predice un 95% de probabilidades de extinción humana dentro de los próximos 10 milenios si tomamos en cuenta la capacidad de evolución de la especie que disminuye con el tiempo debido a la creciente ineficiencia reproductiva o a la fragilidad genómica.  

 

A pesar de que la extinción de nuestra especie merece una seria contemplación, existe una fuerte resistencia, especialmente en la clase económica y política de los países ricos, a cualquier reevaluación critica de nuestra cosmovisión antropocéntrica. Admitir que la especie humana se ha vuelto una victima de su propio éxito es como darle vuelta la espalda a la consciencia que nos ha dado tantas  satisfacciones y logros que no queremos perder. El optimismo tecnológico dice que con el ingenio y la invención humana podemos tener un largo y populoso futuro. El pasado nos indica que hemos sido capaces de salir de todos los problemas que se nos han presentado. Hemos sobrevivido a los mamut, la malaria, las guerras y las bombas atómicas, entre muchos otras calamidades. Y nada de esto nos ha extinguido todavía.

 

Este argumento  hace recordar el optimismo del chiste del hombre que se cae de un edificio de 100 pisos. En su caída ha pasado ya 90 pisos y se dice a si mismo... “Hasta ahora todo va bien”. Por supuesto que hemos superado todas las amenazas de extinción...  hasta ahora. El argumento de Cartier-Leslie, sin embargo, obliga a contemplar la posibilidad de que los humanos y el universo mismo son mas fortuitos de lo que acostumbramos a pensar.    

 

Con  frecuencia se ha dicho que los humanos poseemos la capacidad de apreciar nuestra  propia mortalidad, una trágica agonía existencial que ha dado origen a las grandes religiones. En nuestra época tendríamos que agregar la penosa carga de la desaparición, no solo del individuo, sino  la de nuestra propia especie. Si bien es cierto que el termino de todas las especies siempre es el mismo,  la jornada puede ser diferente. Si no podemos influir el fin de la especie... ¿podemos influir el viaje? ¿darle un nuevo significado a la civilización? Dicho de otra manera... ¿seremos capaces de ir del pensamiento ego-céntrico al pensamiento eco-céntrico?

 

El pensamiento ego-céntrico, pre 2 000, se ha caracterizado por la persecución desenfrenada de los valores individualistas del libre mercado, indispensables, según se dice, para la vida humana, la libertad y la felicidad. En contraste, el pensamiento social, que se asoma en el 2001, proclama que el progreso humano sostenible requiere cooperación y compromiso a nivel local, que, por replicación, puede efectuar cambios globales. Pero, por sobre todo, lo que requerimos es un eco-pensamiento capaz de reconocer que los humanos somos solo una pequeña parte de la biosfera y, por tanto, la misma importancia debe aplicarse a las prioridades no humanas como la biodiversidad, la renovación de los recursos, la moderación del consumo y el control de la polución.

 

Al final de todo nuestra especie es solo una de las muchas que hacen su entrada y salida en las etapas  evolutivas. Que neguemos la salida de nuestra especie del escenario es de esperar, pero el hecho permanece. La muerte, que es una descripción biológica de la selección evolutiva, es fundamental para la vida tal como la conocemos. Igualmente, la muerte a nivel de la especie es tan básica para la biología como es la muerte del organismos o las células individuales. 

 

Para poner esto en perspectiva podríamos empezar por el principio. La tierra se formo en nuestro sistema solar aproximadamente 4.6 billones de años atrás. La vida rudimentaria se piensa que apareció por primera vez 3.700 billones de años atrás. A partir de ahí la evolución tomo las riendas que, eventualmente, resulto en la aparición de los humanos que evolucionaron a partir de un genero de simios que hicieron su aparición  unos 2.5 millones de años de los que derivo  el homo sapiens,  aproximadamente unos 300  o 200 mil  años atrás. Hasta hace un tiempo, entre 20 y 10 mil años, según la historia, los humanos vivían en pequeños grupos de cazadores y recolectores. A partir de ese momento, varios de esos grupos se establecieron en unidades mas grandes como pueblos, ciudades e imperios, plantando y cosechando cultivos alimentarios, domesticando animales y dividiendo el trabajo como una forma de vida mas eficiente. Este es el momento en que nace la civilización.  

 

A los historiadores les gusta usar la figura estándar de un calendario de 12 meses para tener una imagen de lo que ha ocurrido en este planeta... La vida apareció por primera vez el 1 de Enero. Los dinosaurios se extinguieron el 25 de Diciembre. Los humanos hacen su entrada por primera vez a las 23:00 horas del 31 de Diciembre. Y la civilización moderna comenzó 2 minutos antes de la medianoche del 31 de Diciembre.

 

Lo remarcable es que en estos dos minutos el Homo sapiens ha sido capaz de crear el lenguaje escrito y la tecnología digital, dividir el átomo, enviar gente a la Luna, inventar tratamientos y curas para un buen numero de enfermedades. Navegamos en las profundidades de los océanos, desembarcamos en la Luna, con telescopios espaciales observamos la luz segundos después de la formación del universo y aprendimos a cambiar la estructura de ADN y los genes, incluido el nuestro. Y no solo esto. En esto momentos estamos en la cúspide del desarrollo de la inteligencia artificial y en condiciones de explorar las partículas y las fuerzas que componen el tiempo, el espacio, la gravedad y las leyes que permite nuestra propia existencia. Todo esto en dos minuto. No del todo mal... cierto?

 

El problema es que en estos mismos 2 minutos, también creamos religiones monoteístas, escribimos textos sagrados y le entregamos el poder a sacerdotes,  pontífices y profetas para institucionalizar  mitos sectarios y a los señores de la guerra, reyes, dictadores y presidentes, contando entre ellos a los mas malvados e ignorantes de entre nosotros. Robamos y diezmamos poblaciones indígenas, iniciamos guerras constantemente, detonamos bombas atómicas y torturamos y  matamos a miles de millones de seres. Contaminamos el agua y el aire y el calor de nuestras industrias, junto a nuestro estilo de vida y al ansia de ganancias de unos pocos destruimos los ecosistemas. Somos la primera especie con el poder de extinguir a todas las especies, o por lo menos a la mayoría, incluyendo la nuestra. Y ahora mismo estamos embarcados en ello. Y todo esto, en dos minutos. El Homo sapiens convertido en Homo extintor, el Destructor, el Aniquilador. Y, aunque el planeta sobrevira durante otros cuatro años de esos calendarios virtuales, el Homo extintor no formara parte de el.    

 

La fantasía del animal humano de ser una especie inmortal, el ser excepcional en un paraíso eterno, es una mera ilusión, no debido al pecado original,  ese escenario del fin del mundo que perpetua nuestra sueño creacionista de estar en el centro del universo,  sino, mas bien,  porque tal cosa es incompatible con la evolución.  Según la predicción de Cartier-Leslie, diez mil años no es mucho tiempo. Con nuestra ayuda la podemos acortar mucho mas.  

 

Nieves y Miro Fuenzalida.


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