Sunday, December 20, 2020

Los dioses no quieren irse


A pesar de la noticia de la “muerte de Dios”, que a gritos proclamaba el loco en el mercado, los grupos evangelistas, entre otros, han venido experimentando una impresionante resurgencia  en las Américas, particularmente  en Brasil y Estados Unidos, en donde  han logrado configurar una fuerza política capaz de influir en la elección de  presidentes y representantes políticos, que no es poca cosa. Según el Instituto de investigación de Religión Publica de Estados Unidos los evangélicos son los grupos mas prejuiciosos del país. En el índice de racismo obtienen el 78% y postulan una cosmovisión que pone a los cristianos por encima de las otras religiones, a los hombres por encima de las mujeres y a los blancos por encima de toda otra etnicidad. Las otras denominaciones  no están demasiado lejos de este modelo.  

 

¿Por qué mantenemos a los dioses en lugar de abandonarlos?

 

Los estudios bioculturales de la religión  sugieren que la tendencia de los humanos a  presuponer “agentes sobrenaturales” cuando se enfrentan con hechos sorprendentes es lo que  contribuyo, en gran medida, a la cohesión, mejoramiento de la cooperación y la competitividad de los primeros grupos humanos. 

 

Las investigaciones en campos tan diversos como las ciencias cognitivas, la biología evolutiva, la arqueología, la psicología experimental y la antropología cultural han venido mostrando que las concepciones de agentes sobrenaturales surgen y se trasmiten fácilmente en las mentes humanas como resultado de características seleccionadas naturalmente en la era del paleolítico. Desde los últimos 70 000 años hemos sido portadores de dioses como resultado de la integración  de mecanismos cognitivos heredados que nos predisponen a sobre detectar formas similares a las humanas en el entorno natural. Cuando la sobrevivencia dependía de la rápida percepción de depredadores o de presas estos mecanismos fueron  una enorme  ventaja en la lucha por la existencia. Esta hipersensibilidad a formas o fuerzas intencionales similares a las humanas  ayudaron a la rápida detección de enemigos y amenazas.  

 

Según el antropólogo Stewart Guthrie el antropomorfismo es la falsa interpretación  de un fenómeno ambiguo al que se le da una forma o fuerza similar a la humana. El antropomorfismo religioso, la atribución de cualidades humanas a los dioses, surge primariamente  debido a la atribución de cualidades humanas al mundo. La incertidumbre perceptual y la necesidad de encontrar agentes relevantes en el ambiente son los progenitores de todas las religiones, no importa  la diversidad de creencias y practicas que puedan tener. Las recientes investigaciones de las ciencias cognitivas han apoyado estas hipótesis agregando un mayor conocimiento a la complejidad y poder de los sistemas inferenciales que conducen a la detección de dioses. 

 

Nuestros ancestros constantemente se encontraban en situaciones en donde no había tiempo para reflexionar. La rapidez era una cuestión de vida o muerte, de comer o ser comido.  Uno de los sistemas cognitivos mas conocido y probado que doto al ser humano con una importante ventaja en el paleolítico fue el “dispositivo hipersensible de detección de agencia”. En la época de la caza y recolección esta hipersensibilidad para detectar peligros claramente fue un mecanismo que proveyó una ventaja selectiva. 

Este dispositivo es el que proyecta la “agencia” a fenómenos ambiguos tales como sombras, formas, movimientos, ruidos inesperados, sueños, enfermedades, anomalías climáticas o cualquier cosa difícil de explicar. Automáticamente lleva a inferir  que  un agente oculto en ellos, sea el espíritu desencarnado de un animal o  un antepasado, es el responsable de sus acciones. Una vez que el humano imagina que ha detectado un agente, inmediatamente teoriza que este tiene estados mentales y emocionales similares a los humanos.

 

Las recientes investigaciones transculturales  sugieren que estas diversas tendencias cognitivas predisponen la mente humana hacia las creencias religiosas que siguen un orden particular... primero la mentalización, luego el dualismo de la mente y el cuerpo, seguido finalmente por la teleología.

  

La promiscuidad antropocéntrica sirvió bastante bien a nuestros antepasados en la preservación y evolución de la especie. Las investigaciones bioculturales indican que el  compromiso cooperativo dentro de las coaliciones sociales en el paleolítico mejoraron inmensamente gracias a la intensificación de estas creencias compartidas y al compromiso ritual con dioses potencialmente punitivos. El lado obscuro de la cohesión social del grupo, sin embargo, ha sido hasta hoy el antagonismo con los que poseen una identidad diferente

 

¿Tiene todo esto algo que ver con las crisis ecológicas, económicas y sanitarias que hoy  estamos viviendo? La detección de agentes súper naturales ciertamente ayudo a las civilizaciones humanas a emerger y mantenerse unidas, pero ahora  pareciera que es el momento de cuestionar estos valores si queremos adaptarnos a las condiciones que el Antropoceno nos presenta.  Si un gran numero de la población creyente tiende a pensar  que los huracanes y las sequias son actos de Dios o que no necesitamos mascaras ni vacunas para protegernos de la pandemia porque la fe en El Todo Poderoso nos inmunizara, ellos pondrán menos atención y tenderán a descalificar los reportes de las investigaciones científicas.

 

En una entrevista de la revista “New Scientist” el renombrado naturalista y biólogo E.O.Wilson expreso que el pensamiento religioso nos está tirando hacia abajo y que, en aras del progreso, lo mejor seria disminuirlo o eliminarlo.

 

La religión, ciertamente, ha ayudado a mantener unidas a las sociedades, ha proporcionado un sentido de la vida a las personas y ha fomentado la producción de grandes obras artísticas.  Pero, al mismo tiempo refuerza los prejuicios que conducen constantemente a interpretaciones erróneas de los fenómenos naturales y fomenta el antagonismo hacia los grupos externos. En los últimos años los estudiosos del cambio climático, por ejemplo, han venido dirigiendo su atención cada vez mas a la relación entre religiosidad, afiliación religiosa e ideas religiosas especificas y las actitudes y comportamientos hacia los informes sobre los desafíos y peligros ecológicos. Según las  investigaciones de Morteux y Barnet, publicadas en  “Global Enviromental Change”, cuando a los habitantes de las islas Tuvalu se les pregunto porque no habían emigrado debido al aumento del nivel de las aguas, consistentemente respondían que de acuerdo a la historia bíblica de Noé  Dios no iba  a permitir mas inundaciones en el futuro. En un reporte del 2013 acerca del papel de las religiones  en la Amazonia brasileña, publicado en “Journal of Rural Studies”, Otsuki concluye que una de las consecuencias  de la popularidad  de la Iglesia Pentecostal de la Asamblea de Dios en las zonas rurales fue el mensaje Cristiano de disfrutar de la prosperidad terrestre convirtiendo la foresta en municipalidades y participando en la promoción  de la acumulación capitalista.

 

La evidencia experimental sugiere que la gente menos religiosa  y mas analítica tiende a ser mas crítica  frente los prejuicios religiosos. En una encuesta que examina la relación entre el apego al lugar, las creencias ideológicas y las actitudes al cambio climático, Devine-Wright y sus colegas encontraron que los con mas apego global son mayormente mujeres, jóvenes y sin creencias religiosas. Hope y Jones en un estudio comparado de cristianos, musulmanes y seculares publicado en el 2014 en “Technology in Society”  encontraron que la falta de urgencia en la percepción de la crisis ecológica entre cristianos y musulmanes  se debía a las creencias en la vida después de la muerte y la intervención divina. Los participantes seculares que carecían de estas creencias, en cambio, mostraron un mayor foco en la responsabilidad humana y en la necesidad de acción. Igualmente las resistencia durante la actual pandemia a usar mascaras y a las medidas sanitarias recomendadas por los servicios de salud  provienen mayoritariamente de los grupos evangélicos, especialmente en EU y Brasil.

 

Si un gran numero de personas interpreta los fenómenos naturales como la desaparición de forestas, el aumento de la temperatura o el deshielo polar como actos divinos  inevitablemente pondrán menos atención a los informes científicos acerca del cambio climático... ¿para que angustiarnos por esto si Dios, de todas maneras, va a crear una nueva tierra? ¿para que preocuparnos acerca de la desigualdad económica y la explotación de los países en desarrollo si Cristo retornara a la Tierra en el día del Juicio Final y los pecadores y herejes serán despachados al infierno?

 

Esta política basada en la fe exhibe el espíritu vengativo del Antiguo Testamento, la interpretación literal de la Biblia y el anti secularismo pluralista. Ciertamente se podría decir que no todos los creyentes creen en estas fantasías. Muchos de ellos están profundamente preocupados por el cambio climático y el consumo capitalista y su concepción de Dios no promueve la superstición ni la segregación. Las investigaciones sicológicas transculturales, sin embargo, indican que no importa lo que la elite intelectual y la clase sacerdotal puedan decir, la vasta mayoría de los creyentes regulares naturalmente sigue los prejuicios dirigidos hacia la detección de espíritus,  santos y fuerzas intencionales.  

 

Las creencias en dioses y agentes incorporales súper naturales proveyeron una ventaja en la sobrevivencia de nuestros ancestros junto con la mantención de complejas sociedades iniciándose en el Neolítico y siguiendo en las sociedades posteriores. Hoy día, junto con el capitalismo corporativo, ellas están contribuyendo a la degradación del ambiente global del que todos dependemos. Kant, al igual que los humanistas renacentista, decía que la religión, a menudo, le impide al ser humano alcanzar su máximo potencial al mantenerlo en la inmadurez y en la dependencia sacerdotal, en los autodenominados guías espirituales y en los políticos de todo tipo que instrumentalizan estas creencias. E.O.Wilson en su libro “El Sentido de la Existencia Humana” argumenta que la vida humana puede ser mas simple de lo que pensamos. No hay predestinación, no hay misterio insondables de la vida. Los demonios y los dioses no compiten por nuestra lealtad. En cambio, nosotros nos hacemos a nosotros mismos, independientes, solos y frágiles. Una especie biológica adaptada para vivir en un mundo biológico. Lo que cuenta para la supervivencia  a largo plazo es la auto comprensión inteligente, basada en una mayor independencia de pensamiento que la que hoy toleramos, incluso en las sociedades democráticas mas avanzadas.

 

¿Seria posible eliminar la fe religiosa? Probablemente no.  La anunciada “muerte de Dios” ha tenido bien poco efecto en la trayectoria sacerdotal. Los silogismos tienen mucho menos fuerza que los lazos emocionales. Lo que al parecer puede ocurrir es que los compromisos imaginativos con los dioses lentamente empiecen a disolverse a medida que las nuevas generaciones encuentren, poco a poco, que no es necesario el uso de estas estrategias adaptativas. Abandonar a los dioses puede predisponernos  a la construcción de hipótesis mas plausibles y estrategias axiológicas mas factibles.

 

Nieves y Miro Fuenzalida.


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