Sunday, March 8, 2020

El argumento del libre albedrio


¿Dónde ubicamos el mal en el orden de las cosas? ¿Cómo comprender su existencia y al mismo tiempo  creer en un  Dios benevolente y todo poderoso?  ¿Por qué Dios ha creado un ser capaz de causar el horror del siglo XX y de los siglos pasados? ¿Por qué no interviene para impedirlo? Desde Lactantius y Epicuro el argumento del mal ha servido para negar la existencia de Dios. En la versión de Pierre Bayle…

"Dios desea eliminar el  Mal y no puede.
 O él puede o no quiere hacerlo.
O él no quiere y no  puede.
O él quiere y puede.
Si él quiere y no puede,  es débil, lo que no puede ser afirmado de Dios.
Si él puede y no quiere, entonces, es  envidioso, lo que es contrario a la naturaleza de Dios.
Si él no quiere y no puede,  es envidioso y débil y, por tanto, no puede ser Dios.
Pero, si él quiere y puede, la única posibilidad que concuerda con la naturaleza de Dios, de donde, entonces, proviene el Mal?

 Aquí hay tres proposiciones que no pueden co-existir simultáneamente...

 El Mal existe.
Dios es benevolente.
Dios es omnipotente.

De cualquier forma que  las ordenemos, es imposible mantenerlas unidas. Una de ellas tiene que desaparecer. Pero, si desaparece terminamos  con una u otra forma de herejía.

La respuesta de la Teodicea es  que la existencia del mal es compatible con la existencia de un Dios benevolente y justo.  Dios es responsable de todo lo que hacemos, pero el no es el autor del mal moral.  Según San Agustín el mal surge del mal uso de la libertad de elección.  Dios nos creo con una teleología racional, incluyendo el potencial para conocer y actuar correctamente.  La capacidad  de pensar y actuar, de afirmar la propia existencia y si mismidad,  nos hace  responsables de nuestras acciones. Sin Dios, no existiríamos. Pero,  tampoco existiríamos  si Dios no nos hubiese creado libres y responsables. El nos da la libertad para dirigir nuestras vidas hacia la perfección moral, pero es lógicamente imposible  pensar que El debiera  obligarnos  a dirigirnos hacia ese fin.  Si lo hiciera seriamos semejantes a marionetas manejadas  por el  titiritero.

Mantener hoy día esta noción de libre albedrio a la luz de la evidencia de la  fenomenología, psiquiatría y neurología científica, es problemático.  Bajo condiciones normales, por ejemplo, muchos actos los realizamos sin la debida atención o conciencia, como en  las conductas automáticas de  andar en bicicleta o manejar un automóvil. En el ámbito de la actividad creadora muchos individuos describen el proceso como un estado de volición alterada, procesos no conscientes que producen  respuestas a problemas creativos que subsecuentemente acceden a la conciencia…

 “A veces, cuando estoy  cantando, no tengo ninguna sensación en mi garganta. Se siente como si una influencia externa hubiese tomado control”, dice la cantante Sheila Chandra. 

Según el pianista Thelenious Monk… “Solo toco lo que viene a mi mente”.

 Einstein hablando de la teoría de la relatividad cuenta que …“Estaba en la oficina de patentes de Berne cuando de pronto se me vino un pensamiento: si una persona cae libremente  no sentirá su propio peso. Me sorprendió. Este simple pensamiento produjo una gran impresión en mi.  Me llevo hacia la teoría de la gravitación”.   

En estos pocos testimonios  de  una basta literatura la experiencia subjetiva de acción voluntaria  es disminuida o ausente.  A pesar de que todos son físicamente responsables de sus respectivos actos ellos no los experimentan   como acciones  libremente  elegidas. En los casos patológicos las enfermedades mentales pueden disturbar profundamente las acciones voluntarias. En depresiones con ilusiones nihilistas y retardación sicomotora  el ámbito de elección voluntaria se restringe al máximo…

 “Estoy muerto. No tengo sentimientos ni voluntad”, según la expresión de un paciente. En la esquizofrenia el sujeto experimenta sus pensamientos, acciones, sentimientos e impulsos, no como suyos, sino como fenómenos determinados por agencias externas…

 “Yo nunca grito, fueron las cuerdas vocales las que gritaron por mi. Las manos se mueven para allá y para acá, pero yo tampoco las guio y no puedo pararlas”, según otro paciente.  

Un ingeniero de 26 años vació el contenido del urinal  en el carro de la comida. El dijo… “de pronto tuve el impulso de que debía hacerlo. No fui yo, el impulso vino del departamento de rayos X que fue donde tuve los implantes ayer. El no tuvo nada que ver conmigo” (Mellor 1970)

  La importancia de estos síntomas en relación al libre albedrio es que ellos  revelan  un trastorno en la experiencia de la si mismidad y en la acción voluntaria.  Aquí no podemos hablar de libre albedrio. 

La cosa es esta… ¿La libre elección, para ser libre, requiere ser consciente?  Si es así… ¿qué relación temporal  debe existir  entre la intención consciente y la iniciación de la acción?   Para que la elección sea real la decisión para actuar tiene que ser anterior a la iniciación del acto… ¿Cierto?

En los años  80’s del siglo pasado el neurólogo Benjamin Libet condujo un experimento en el que  le pidió a cada sujeto elegir un momento al azar  para mover la muñeca mientras el media la actividad cerebral. Para determinar cuando el sujeto sentía la intención de mover la muñeca  el le pidió mirar el segundero de un reloj y reportar su posición cuando  sintiera la  voluntad  para moverla. Libet encontró que la actividad neurológica inconsciente que lleva a la decisión consciente del sujeto para mover su muñeca empieza aproximadamente medio segundo antes que el sujeto  sintiera que el había decidido moverla. Es decir, la decisión para actuar  es posterior a la iniciación del acto.

El experimento, a pesar de que  ha estado sujeto durante todos estos años a una variedad de criticas, ha sido replicado por estudios recientes que han encontrado que las neuronas del individuo se disparan  dos segundos antes  de que la voluntad para actuar fuera reportada.   Itzhak  Fried replico los resultados de Libet en el 2011 a la escala de una sola neurona con la ayuda de un voluntario que sufría de epilepsia  y que, para evaluación y tratamiento,  se le  implantaban  electrodos  en el cerebro. Otro equipo de investigadores (Chun Siong Soon,  Anna Hanxi He, Stefan Bode Y John-Dylan Haynes)  condujo un estudio  en el 2013 que fue  capaz de predecir la elección de suma o resta antes que el sujeto reportara la elección. El uso de MIR machine ha permitido predecir hasta con 7 segundos de anticipación  si el sujeto va a presionar el botón de la izquierda o el de la derecha, con un 60% de  exactitud.

Libet concluye que la actividad voluntaria se inicia independientemente  de la conciencia. La evidencia esta en que toma medio segundo de actividad neuronal para producirla. Medio segundo en términos cerebrales es bastante tiempo si pensamos que un estimulo proveniente de un brazo toma mas o menos una centésima de segundo  para alcanzar el cerebro.  Pero, a pesar de ello,  el retiene el libre albedrio porque el sujeto todavía tiene el poder de vito  sobre la acción. Un acto puede iniciarse sin la conciencia, pero puede ser rechazado una vez que entra en la conciencia.

El asunto, sin embargo, es que…  si consideramos que el evento neuronal precede al fenómeno subjetivo, la retención del libre albedrio se hace difícil de mantener  porque la decisión consciente de actuar o no actuar es ella misma  el resultado una actividad neuronal previa. De acuerdo con la literatura concerniente con  los procesos de información humana y la evidencia del cognitivismo neurocientifico  “uno es consciente de un estimulo solamente después que uno lo ha analizado  y seleccionado y uno es consciente de la propia respuesta solo después que uno la ha ejecutado” (Velmans, 1991) Lo que esto pone en duda es la compatibilidad del libre albedrio con la ciencia neurológica.  Si creemos  que para el libre albedrio es fundamental   que la consciencia  de elección  sea anterior a la actividad neuronal, entonces,  la evidencia refuta el libre albedrio. Las investigaciones citadas  indican que la experiencia  de la libre elección ocurre después que la actividad neuronal ha iniciado la actividad. Según Sean A. Spence  la evidencia demuestra que el ser humano puede perder la experiencia de control sobre aspectos de su conducta o que su experiencia de control puede ser alterada en los procesos  normales de creación y en la pasividad de fenómenos esquizofrénicos.  Cuando consideramos la correlación neuronal de fenómenos encontramos que la experiencia consciente es siempre temporalmente  posterior a la actividad  neuronal y, según el entendimiento corriente, significa que es causada y no causal.  El sicólogo Daniel Wegner, después de una serie de experimentos,  concluye que la libertad de elecciones  es una ilusión que ocurre en tres etapas. Primero, nuestro cerebro empieza a planear una acción. Segundo,  esta actividad cerebral da lugar a pensamientos acerca de esta acción. Tercero, la acción ocurre y concluimos que nuestros pensamientos consientes causaron la acción…  ¿No equivale todo esto a decir que mis decisiones son hechas antes que yo las haga? Si yo no fui el ultimo autor de mis acciones  ¿como  podría ser moralmente responsable de ellas?  Y si yo no lo soy  ¿quién o que es responsable?

Con lo que nos quedamos al final es con un enigma. Si excluimos la conciencia  de la libre elección, si relegamos cualquier  libertad  al ámbito de lo no consciente…  ¿tenemos que concluir que los actos humanos  son previstos por eventos neuronales, que nuestra consciencia  no es necesaria para una conducta  intencional? ¿Es el ego individual mas que el yo consciente?  Cuando Einstein experimenta el pensamiento de  “ si una persona tiene una caída libre no sentirá su propio peso”… ¿cuál es la causa de ese pensamiento? Según Spence,  si  no es  el concepto  o la razón  que tiene  en la conciencia en ese momento, entonces es un proceso  que ocurre fuera y antes de la conciencia, en la parte no consciente de el… ¿es, entonces, la libertad de elección una ilusión común útil  que el paciente  esquizofrénico ha perdido?  Desde un punto de vista evolutivo no importa que el centro de la voluntad  sea una ficción, en tanto sea una ficción útil.

Hasta ahora la mayoría de los investigadores aceptan  los resultados del experimento de Libet. Donde no concuerdan es en la “correcta interpretación”.  Cualquiera sea el sentido que se le de al libre albedrio lo cierto es que no se puede  desconocer que es una noción  problemática y que estamos bien lejos de resolver las paradojas que presenta.  Si, técnicamente el libre albedrio es una ilusión, hay que reconocer que es una ilusión bien poderosa  ya que  el sentimiento de libertad continua incluso para quienes teóricamente ya no creen que es verdad.


Nieves y Miro Fuenzalida.

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