Sunday, November 3, 2019

La eternidad


¿Qué podemos esperar después de la muerte? ¿Continuaremos viviendo por el resto de la eternidad? ¿O, por el contrario, esta vida que hoy vivimos es todo lo que tenemos?

Todas las grandes religiones del mundo, sea el Budismo, el Hinduismo, el Judaísmo, el Islamismo o el Cristianismo mantienen que la forma de existencia mas alta o deseable es la vida eterna. La narrativa teológica contiene la creencia de que nuestra finitud es una carencia, una ilusión o una caída desde un estado superior. Una condición lamentable que necesitamos superar. Nuestra vida como seres finitos no es un fin en si misma, sino un medio para alcanzar la salvación eterna o el nirvana intemporal.   

El filosofo griego Aristóteles decía que cualquier forma de solicitud, preocupación o atención hacia los  otros seres  depende de nuestras creencias, no en el sentido de proposiciones teoréticas, sino de compromisos prácticos. Incluso, dice, nuestras emociones mas inmediatas solo son inteligibles en relación a las creencias que sostenemos. Si temes a la muerte, por ejemplo, es porque crees en el valor de la vida y porque también crees que tu vida esta constantemente en peligro debido a la enfermedad o al accidente. Nadie sentiría miedo si creyera que nada podría pasarle.  Esta precariedad, dice el filosofo, la extendemos no solo a nuestra vida, sino a todo lo que nos importa. Si sentimos temor al ver a la hija caminar al borde del abismo es porque creemos que ella es vulnerable y porque creemos que su vida es valuable. Sin estas dos creencias no sentiríamos temor.

Los estoicos, siguiendo a Aristóteles, argumentaron que todas nuestras pasiones son formas de creencias. Si sufrimos de envidia es porque creemos  que el otro tiene cosas mas valiosas que las nuestras, lo que nos lleva a competir con el. Si la furia se apodera de nosotros es porque creemos en el valor de lo que el otro ha dañado. Si el dolor y la pena nos afligen es porque creemos en el valor de lo que hemos perdido. Las pasiones no son mas que el reconocimiento de nuestra dependencia en otros y en eventos que escapan a nuestro control. Esta es, dicen los estoicos, la fuente de nuestra vulnerabilidad. Por tanto, si eliminamos las pasiones que nos hacen sufrir podremos superar la vulnerabilidad  y obtener finalmente la paz mental. Spinoza continua desarrollando este argumento  y también aboga por la liberación  de las pasiones.

Tanto Spinoza como los estoicos son pensadores eminentemente religiosos. Ellos buscan  superar la fe secular, el compromiso con una vida  finita y dependiente del frágil reconocimiento  de los otros en  favor de la devoción religiosa a la eternidad. El origen de todos los disturbios mentales, sea la tristeza, el miedo, el odio o la envidia, se deben al amor a las cosas que se descomponen y perecen. El camino para lograr la paz es remover nuestro amor de estas cosas finitas y dirigirlo hacia lo eterno que llena la mente con un gozo carente de tristeza. Un gozo que no debemos confundir con la pasión, sino con un estado de beatitud  que nos llena de paz. Esta es, dice el filosofo sueco Martin Hagglund, la mas clara versión de la aspiración religiosa a la eternidad.

El Budismo, una de las mayores religiones del mundo que hizo su entrada en occidente en la década de los 60s, no afirma un Dios supernatural o una cosmología que explique la existencia del cosmos e, incluso, algunas sectas  budistas afirman que el nirvana es una forma de ser “aquí y ahora”.  Sin embargo, dice Hagglund, el fin del nirvana es también la liberación del tiempo y del sufrimiento  que ocasiona la finitud. Quien logra el nirvana no sufre por la perdida de ninguna cosa porque se ha desprendido  de todo aquello que en algún momento pueda dejar de existir. El compromiso con cualquier  proyecto secular, en ultima instancia, debe subordinarse o ser solo un medio para alcanzar la eternidad. La noción del nirvana, sea como una tranquilidad inmanente del ser en el mundo o como una paz transcendente mas allá de la vida, es consistente con el ideal religioso de la eternidad que tan claramente expreso San Agustín en sus Confesiones... “Si las almas te placen, amalas en Dios, porque ellas en si mismas están sujetas a cambio”.  Si uno ama a seres mortales  y esta comprometido con proyectos seculares, uno no debería atarse a ellos como un fin en si mismos, sino amar lo eterno a través de ellos.

¿Matarías a tu hijo si Dios te lo ordenara? Esto es lo que Abraham, para cumplir la orden de Dios, estaba dispuesto a llevar a cabo sin objeción. Matar a Isaac, su único hijo, su tesoro mas grande al que amaba con todo su corazón y en el que había depositado todas sus esperanzas. En el momento en que estaba a punto de  hundir el cuchillo en su corazón Dios lo detiene y le dice... “Ahora se que tu temes a Dios”.

¿Qué significa tener fe? Según el filosofo cristiano Kierkegaard ser verdaderamente cristiano requiere que toda tu existencia sea transformada por la fe. La fe cristiana no es reducible a lo que tu creas, sino que depende de cómo tu crees. Decir que uno cree en Dios no basta. La fe en Dios tiene que cambiar como tu actúas, sientes y respondes a lo que pasa en tu vida. Es la diferencia entre fe muerta y fe viva. El sacrificio de Isaac es el  ejemplo supremo de lo que significa tener fe viva. Aunque no tuvo que matarlo actualmente Abraham realmente ya había sacrificado a su hijo en su corazón. Cualquiera que diga tener fe religiosa, dice Kierkegaard, debe estar dispuesto a tal sacrificio. El compromiso religioso implica la renuncia a la vida finita, Isaac, por la eternidad, Dios. La eternidad es lo que nos salva de la desesperación, la corrupción y la decadencia de la vida. Vivimos en lo finito, pero no ponemos nuestra vida en el. Nuestra esperanza y nuestro futuro están puestos en la felicidad eterna y esta esperanza no puede ser negada por ninguna cosa que pase en el mundo finito. El precio a pagar por tal fe, habría que decir, es la total insensibilidad  de Abraham a lo que le acontece a Isaac.  Pero, si no estamos dispuestos a sacrificar lo finito por lo eterno, si no sacrificamos al hijo, nuestra fe es secular.

Esta fe, nota Hagglund, es necesariamente vulnerable. Mantener nuestro compromiso con quienes amamos profundamente no nos protege del dolor, de las esperanzas rotas o de la devastación que causa la perdida de los que queremos. En realidad, mientras mas amamos mas desprotegidos quedamos.  Pero, justamente  es esta vulnerabilidad  la condición misma de cualquier forma de responsabilidad por lo que le pueda ocurrir a quien amamos. Es lo que esta a la base de nuestra lucha por el florecimiento de sus vidas. Para la fe secular la vida de Isaac es preciosa e irreemplazable y como padre estoy dedicado a su bienestar  como un fin en si mismo, sabiendo que puedo fallar o que el puede morir. El futuro escapa a mi control. En verdad, solo porque se que Isaac es mortal puedo cuidarlo y protegerlo. Es este compromiso existencial el que me abre al gozo y a la maravilla de la vida como al peligro, al dolor y a la desesperación de lo que necesariamente voy a perder.

Según Hagglund  el denominador común a toda forma de fe secular es la fidelidad a lo finito.  San Paulo decía que si no hay otra vida aparte de esta, entonces la vida es vana y fútil y lo único que nos queda es comer y beber porque mañana moriremos (1 Cor.15:32). No realmente... el que  la vida termine con la muerte no significa  que nuestro compromiso a largo plazo sea fútil. Por el contrario, el riesgo de la muerte es lo que hace que nos importe lo que hacemos y que dediquemos nuestra vida a alguien o algo que sobrepasa nuestra vida. Esta es la diferencia con la fe religiosa que se caracteriza por el intento de abandonar la fe secular porque nos hace vulnerable frente a la perdida irrevocable de lo que amamos. El  ultimo fin para el creyente religioso es transcender la finitud, lo que indica  que esta vida que hoy tenemos carece de valor ultimo y  es solo un estado transicional  del que necesitamos ser salvados.

En una ocasión el Dalai Lama, respondiendo a la pregunta de si un budista puede preocuparse por la actual crisis ecológica, dijo... “Un budista diría que no importa”. La respuesta no es sorprendente. Su ética no esta motivada por la preocupación de la naturaleza  o por  cualquier ser perecible como un fin en si mismo. El mundo finito es una ilusión de la cual uno tiene que desprenderse. El objetivo es obtener el estado del nirvana  en donde nada importa. El budismo hace explicito lo que ya esta implícito en toda religión... el compromiso con la eternidad.

Para la fe secular, por el contrario,  lo que existe, dice Hagglund,  posee valor en si mismo y la vida vale la pena  vivirla porque es lo único que tenemos, fuente de todo valor, de todo compromiso, de toda participación. Si no creyera que esta vida es valiosa en si misma no estaría empeñado en luchar por la herencia  del pasado, por un mejor futuro o por el mantenimiento  ecológico. Para estar comprometido con alguien o algo necesito tener fe en el futuro y en aquellos de los que dependo, por muy incierta que esta fe sea. Los otros pueden abandonarme en cualquier momento y los que amo pueden morir. Lo paradójico es que es la precariedad de la fe secular lo que constituye la fuerza motivacional de la actividad humana. El compromiso con los otros, con un proyecto o con  un ideal solo es posible si creemos que el objeto de la fe es precario, algo que no podemos dar por sentado. Sin el peligro de la perdida no habría  ímpetu para ayudar, cuidar y mantener  aquello con lo que vivimos. El impulso a mantener la fe en un objeto o actividad proviene  del temor de que podamos perderlo. La promesa de la eternidad elimina este temor. Lo eterno no cambia, no decae, no muere.

Si eres religioso todavía pueden importarte profundamente tus semejantes  y la vida en este planeta. La cosa, sin embargo, es que si  te importa la vida como un fin en si misma  tu estas actuando en base a una fe secular. La fe religiosa, dice Hagglund, puede implicar la obediencia a normas morales, pero no puede reconocer que el ultimo propósito de lo que hacemos, la ultima razón de porque importa como nos tratemos unos a otros  y como tratemos la Tierra es porque la vida es frágil. Desde la perspectiva religiosa el ultimo propósito de lo que hacemos es servir a Dios y obtener la salvación. Desde la perspectiva  secular  la vida finita es un fin en si misma.

Nieves y Miro Fuenzalida.

   

No comments:

Post a Comment