"Inmersos en la Modernidad
y
sus expresiones posteriores, como
posmodernidad
posmodernidad
Colonialismo, Post- Occidentalidad,
la voz de la crítica latinoamericana
surge
como una dicotomía de expresión
colonial y
occidental, porque en ella se
muestran
como el discurso
opresor pretende
opresor pretende
ser el
discurso oprimido"
Anabela Rodríguez
("El pensamiento,
sus círculos y la dialectica
latinoamericana)
En 1925 Mariategui se pregunto si realmente había pensadores hispano-americanos y, desde entonces, esta inquietud se ha venido planteando en diferentes formas. Según Mariategui todos los pensadores de nuestra América han sido educados en las escuelas europeas. El espíritu de la raza no se siente en sus trabajos. La producción intelectual del continente carece de características propias. No tiene un perfil original. El pensamiento hispano-americano es, generalmente, una rapsodia compuesta de motivos y elementos propios del pensamiento europeo. El peruano Augusto Salazar Bondy continua esta tradición critica. La Filosofía en el sub-continente fue originalmente un pensamiento impuesto por los conquistadores europeos de acuerdo a los intereses de la corona española y la iglesia católica. Ha sido un pensamiento de la clase alta o de una elite oligarca refinada y, en gran medida, reflejo de las diferentes influencias económicas y políticas de las metrópolis. Y el brasilero Afranio Coutiho afirma que una mentalidad colonial no es la mentalidad ideal para construir una Filosofía original. No es posible imaginar como podría haber una mentalidad diferente sin tener independencia económica de los poderes imperialistas. Por primera en la historia, con la existencia del tercer mundo, dice Bondy, el mundo del oprimido y sub-desarrollado se esta liberando a si mismo y, al mismo tiempo, liberando al opresor. Es por esto que, por primera vez, puede haber una Filosofía de la Liberación. En el caso concreto de la lucha de clases, grupos y naciones hay otro que es el dominador y que hay que remover de las estructuras de dominación. Hay que desmantelar la maquinaria del opresor. Y la Filosofía tiene que estar en esta lucha, porque si no lo esta se torna en un pensamiento abstracto con el cual, a pesar de que intentamos liberar a otros, como filósofos, ni siquiera nos liberamos a nosotros mismos.
Cuando a mediados
de los 50 el etno- historiador Miguel León-Portilla publica "La Filosofía
Nahualtl" desencadena un torrente de criticas por el inadecuado uso del
termino Filosofía para designar algo que a los aztecas les había preocupado. La
ausencia de un discurso filosófico en los aztecas significaba que su carencia
los definía como bárbaros y sub-desarrollados. Pero también podía significar
que esta diferencia no era una carencia, sino, la afirmación de que ellos
tuvieron o hicieron algo diferente que los europeos no tuvieron. El problema
que León-Portilla planteo es el de la diferencia colonial que atrapa a la
Filosofía del otro en un callejón sin salida. O su Filosofía es tan similar a
la Filosofía occidental que su falta de distinción no constituye ninguna
contribución y toda diferencia desaparece. O, por el contrario, es tan
diferente que sus credenciales para ser Filosofía genuina estarán siempre en
duda. Demasiada similitud o demasiada diferencia. La diferencia colonial ha
sido articulada desde los primeros diseños cristianos globales hasta la actual
colonización global impulsada por la metafísica del mercado. La de-colonización
intelectual y, en particular, la de-colonización de la Filosofía contiene el
potencial de imaginar posibles futuros más allá de la alternativa ofrecida por
un colonialismo global y la actual reproducción de la diferencia colonial
basada en las finanzas, las migraciones y las comunicaciones masivas. La lógica
de la exclusión ha borrado a la Filosofía latino-americana y sus filósofos al silenciar su producción y
creatividad en las enciclopedias, diccionarios y textos que resumen o
investigan la Filosofía mundial.
La afirmación de
que la Filosofía latino-americana ha sido excluida del Canon occidental implica
que esta existe, lo que nos obliga a
preguntarnos… ¿Si es así, que es, entonces, lo que califica o no califica como
Filosofía latino-americana?
Una primera
aproximación seria la que considera el origen nativo como la condición
necesaria y suficiente. Haber nacido en latino-América es lo que hace a una
idea parte de la Filosofía del continente. El problema aquí, como algunos críticos han notado, es que hay muy
pocas de las ideas que forman parte de la Filosofía latino-americana que se han
originado en ella y las pocas que han surgido están mezcladas con otras que han
surgido en otras partes. Si este fuera el criterio nos quedaríamos con bien
poco o nada. Además... ¿como delimitamos el problema del origen? ¿Una idea de
un pensador latino-americano que vive en el extranjero es considerada
latino-americana o no lo es? Otra forma diferente de considerar el problema es
postular como posición necesaria que la Filosofía latino-Americana este
compuesta por ideas originales. La dificultad con que aquí nos topamos es
similar al problema del origen de las ideas. El número de ideas
filosóficas originales en América Latina es extremadamente pequeño y, en
realidad, seria absurdo de definir esta Filosofía de tal manera. No hay otra Filosofía
étnica a la que se le imponga este requisito. El pensamiento siempre es
producto de un sinnúmero de ideas provenientes de muy diferentes fuentes. Una
forma de resolver estos callejones sin salida ha sido la de colocar como
condición necesaria y suficiente el que las ideas que componen la Filosofía
latino-americana sean productos de la cultura latino-americana... pero ¿como
establecemos una clara distinción entre cultura latino-Americana y otras
culturas? ... ¿O como encontramos las ideas filosóficas que tienen una conexión
directa y demostrable con la cultura latino-americana? La primera pregunta es
difícil de resolver ya que nadie ha podido establecer algo que pueda ser
homogéneamente identificado como cultura latino-americana. Y la segunda pregunta
plantea un problema serio porque la Filosofía aspira a verdades que trasciendan
lo que es culturalmente específico. Los problemas a los cuales se dirige
afectan a los seres humanos en general y no exclusivamente a miembros de
ciertas culturas.
El problema con
estas aproximaciones, como muchos estudiosos han mencionado, es que ellas incluyen un elemento esencialista, de que las
ideas que constituyen la Filosofía latino-americana suponen satisfacer
una o varias condiciones suficientes y necesarias, lo que reduciría el
numero de ideas a considerar a una cantidad ridículamente insignificante. El
requerimiento esencialista indica que el concepto de
Filosofía latino-americana no es bien entendido. Las proposiciones más
recientes (Filosofía de la Liberación, Pos-Colonialismo) proclaman que lo que es peculiar a la Filosofía
latino-americana es la experiencia de la colonialidad o marginalidad.
Pero América-Latina no es la única parte del mundo que ha sufrido la
experiencia del colonialismo, lo que hace difícil transformarla en la característica
de la Filosofía latino-americana como tal y que la separa de toda otra
tradición filosófica. Incluso, si aceptamos esta noción solo nos ayudaría a
separarla de la Filosofía europea, pero no de la Filosofía de otras partes que
han sufrido la explotación colonial. Igualmente, tópicos particulares tampoco
pueden aducirse como condiciones suficientes y necesarias. Los textos mas
comunes considerados parte de la Filosofía latino-americana muestran una
extraordinaria variedad de temas filosóficos discutidos también fuera del
continente y vise-versa. Es cierto que ha habido cierta predilección, en
algunos momentos o periodos, por ciertos problemas particulares, pero ello no
es suficiente para establecer la identidad de la Filosofía latino-americana. La
falta de unidad y perspectiva limita el intento de establecer una cierta
orientación cultural como necesaria y suficiente. Y por ultimo... ¿es posible considerar la herencia genética o
racial como factor distintivo, como algunos han propuesto? Pensar en ello seria
demasiado absurdo para considerarla. La composición de nuestros países se
caracteriza por una multiplicidad y variedad extraordinaria lo que hace
imposible postular la raza como característica identificatoria del pensamiento filosófico.
Al parecer, cuando
hablamos de Filosofía latinoamericana nos encontramos con una categoría que no
tiene límites estrictos y lo que incluye
no tiene parámetros definitivos ¿Significa esto que la noción de Filosofía
latinoamericana es incoherente? Lo seria solo si aceptamos el punto de vista de
conceptos esenciales, de condiciones suficientes y necesarias, como diría un posmodernista. El considerar
que exista o no una Filosofía latino-americana depende de los criterios que se usen y la ideología juega un papel importante
como, también, el nacionalismo, las estructuras de poder y los intereses
económicos. Pero, aparte de todo ello, hay una realidad que siempre existe...los textos con sus
relaciones múltiples y complejas con el contexto. Estos son entidades históricas
inmersas en una variedad de relaciones que hacen posible clasificarlas de
diferentes formas. El concepto de Filosofía latino-americana debe reflejar esta
realidad y permitir flexibilidad en su identidad. Las condiciones que originan
esta identidad son ellas mismas históricas y sujetas a cambio y dependen, en
parte, de la perspectiva que se use para establecerlas. Cuando hablamos de
Filosofía latino-americana siempre lo hacemos desde una cierta perspectiva y es
importante estar consciente de ella para evitar controversias inútiles.
¿Hay alguna
diferencia entre Filosofía europea y Filosofía euro-céntrica? ¿Puede un
filosofo que se mueve dentro de la tradición occidental ser, al mismo tiempo,
un critico del Euro centrismo, de la presunción de que el pensamiento y
los valores europeos (cualquiera sea la forma en que los definamos) contienen
la esencia del pensamiento civilizado y racional? Que las naciones europeas han
ocupado una posición de poder con el que han dominado el pensamiento y los
proyectos culturales a través del mundo es un hecho histórico. Esta
concentración de poder ha violado, en la persecución de agendas políticas, los
derechos de otros o han desechado las experiencias y contribuciones de los
menos poderosos, lo que niega su pretensión de universalidad. El que la
Filosofía occidental sea euro-céntrica es un argumento que difícilmente puede
desecharse. Se podría decir que hay una diferencia entre leer textos de una
cultura dominante y promover la dominación de esa cultura sobre otra. No porque
alguien, por ejemplo, se especialice en Foucault o Deleuze lo hace cómplice de
la hegemonía occidental euro-céntrica. Incluso, se puede argumentar en favor de
la búsqueda del conocimiento por si mismo y la importancia de comprometerse con
ciertos textos, a pesar de su problemática cultural o política, ya que al
perseguir un interés cognitivo desprendemos un pedazo de conocimiento de la
historia intelectual de los pueblos del mundo. Y sin embargo, a pesar de que
estas distinciones son validas, por si mismas no son suficientes para garantizar
que su practica este libre de los efectos euro-céntricos… ¿como podemos estar
seguros que la enseñanza de Nietzsche o Derrida no nos hace, en realidad,
cómplices de una dominación ideológica foránea? Una mejor línea de aproximación
es la de comprometerse con una lectura critica de la historia, y de los textos
en general, con el objeto de ganar cierta libertad de las múltiples opresiones.
Esta perspectiva requiere de un proyecto ético suficientemente amplio que
incluya los ideales de la igualdad de sexos, oportunidades económicas para los
explotados y la conservación de los sistemas ecológicos.
Las categorías
del pensamiento occidental, incluyendo el Post-Modernismo, han surgido de
Europa y no del sub-continente latino-americano. La chilena Nelly Richard
(" La problemática de la transferencia teorético cultural de América
Latina", The South Atlantic Quarterly, 1993) plantea la pregunta… ¿como podemos hacer uso de una
conceptualizacion teorética internacional, sabiendo que forman parte de un
sistema central normativo estándar, sin caer en la gramática de su autoridad? Y
responde…si nos apropiamos del lenguaje post-modernista y reclamamos el espacio
reservado para las re-significaciones de las operaciones locales podemos usarlo
para nuestra ventaja a través de estrategias discursivas contra-miméticas. A la
normatividad hegemónica no se responde con una normatividad periférica, sino
que desviando la lectura dominante hacia descripciones que se ubiquen mas allá
de su control. Es en esta forma
como los productos culturales
latino-americanos (Post-Modernistas, por ejemplo) pueden mantener su relacion
con el “origen” en la forma de un continuo cuestionamiento. La pretensión no es
la de representar la universalidad u originalidad, ni tampoco ser el sitio
desde donde estos pueden ser descubiertos. Es solo que al actuar la mascarada
de lo original continuamente subvertimos sus signos y símbolos de poder.
Nieves y Miro
Fuenzalida.
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