El
neoliberalismo es la nueva religión cívica
del occidente y el crecimiento económico
es su dogma sagrado. Su cuestionamiento
equivale a un acto de sacrilegio. Si el crecimiento falla el pánico se apodera
de la bolsa de comercio, de los políticos, de los negocios y, mucho peor, la
gente pierde sus trabajos. Este es el ciclo recesivo que caracteriza al
capitalismo. El dogma sagrado funciona en contra de nosotros, los seres comunes
que no pertenecemos al 1% y en contra de los sistemas ecológicos del que depende la vida del planeta.
¿Hay
alternativa? ¿Nos quedamos con el
capitalismo hasta el fin de la historia? Desde el momento en que el socialismo
y el comunismo empezaron a desaparecer
del ámbito social no ha sido fácil
encontrar una nueva alternativa. Algunos sectores de la izquierda se han
sentido atraídos por el sistema cooperativista ¿Pero, es este un sistema realmente
diferente del capitalismo, un sistema cuyo fundamento no sea el
crecimiento y competencia económica, un sistema que no conserve la maquina
capitalista? En las ultimas décadas otros sectores izquierdistas han venido
creando e impulsando un vasto movimientos compuesto de fuerzas provenientes de
diferentes sectores sociales y políticos conocido como eco socialismo,
socialismo verde o socialismo ecológico que presenta un programa que fusiona aspectos del marxismo, socialismo, política
verde, ecología y alter –globalización.
La expansión del sistema capitalista, según el programa, es la causa de
la exclusión social, la pobreza y la degradación ambiental agravados por la
globalización y el imperialismo occidental, sostenidos por el Estado y las
estructuras internacionales. El objetivo del eco socialismo es el
desmantelamiento del capitalismo y del
Estado, la propiedad colectiva de los medios de producción y la restauración del espacio común.
A
pesar de que el cambio climático es la amenaza letal mas inmediata al ambiente
global las acciones para confrontar sus efectos destructivos han sido, hasta el
momento, altamente inefectivas porque la
reducción del combustible fósil, que es su mayor causa, afecta los intereses de
la industria del petróleo y del carbón. El
actual marco internacional para confrontar el cambio climático llevado a cabo en
las conferencias de Rio en 92, Kioto,
Copenhague y Paris han sido un fracaso. Las emisiones de CO2 y otros gases
continúan aumentando junto con las ganancias del poder corporativo. Una de las medidas globales para reducir la
emisión de gases ha sido el “cap and trade” (tapa y canje) que tiene la
aprobación y cooperación de la mayoría de los países y el impuesto a la
gasolina. Las medidas, hasta hoy, no han
logrado reducir la emisión, pero si han sido una ganancia para las instituciones bancarias. Frecuentemente se
dice que dada la naturaleza global del problema soluciones globales, mas que
locales, son necesarias. El problema es que el marco global de las conferencias
es controlado, no por científicos o representantes elegidos, sino por intereses
corporativos. En el 2005, la mesa redonda del cambio climático del G8 incluyo
BP, British Airway, HSBC, Petrobras, Rio Tinto, Toyota y Volkswagen. El objetivo ha sido, no el desarrollo
sostenible, sino el mantenimiento de las ganancias. El documento de Rio sugiere
que la adaptación del mercado puede resolver los problemas ambientales. En este
marco, el crecimiento económico es la justificación oficial para disminuir la
pobreza que, junto con el crecimiento y la temperatura, han continuado aumentado.
Mantener
el aumento de temperatura por debajo de 1.5 grados C requiere rápidos y
significantes cortes en la emisión de dióxido de carbono, lo que es
improbable. El limite de los 2 grados C
es el punto de no retorno, según la comunidad científica. De acuerdo al Banco
Mundial avanzamos hacia un incremento de 4 grados C antes que termine el siglo
lo que provocara la perdida de los ecosistemas y biodiversidad y la elevación
del nivel de los océano. En este escenario no hay seguridad alguna que sea
posible la adaptación. El año 2016 marco el record en el aumento de temperatura
mundial. Y cada año la temperatura mundial ha continuado aumentando. Estos números son la única
evidencia que tenemos para determinar si los programas funcionan o no. El resto
es pura fantasía.
Todo
esto indica que la idea de que las fuerzas del mercado pueda ser la solución al
problema climático han sido un fracaso porque hay una contradicción fundamental
entre los sistemas ecológicos y el capitalismo. En tanto el sistema más
se desarrolla, más y más deberá introducir los recursos naturales y la
población humana del planeta dentro del ciclo de la mercancía, producción y
consumo. El problema es que estos recursos
no son infinitos y su continua reproducción de ninguna manera esta
garantizada. La conclusión paradójica
es que la crisis ecológica
ocurre, no tanto porque el Capitalismo gasta y derrocha demasiado, sino porque
gasta muy poco mientras acumula demasiado. Su economía se enfoca primariamente
en desarrollar fuerzas productivas capaces de generar ganancias en detrimento
de las fuerzas productivas de la biosfera lo que lo convierte en una fuerza opuesta a las capacidades del
planeta… El desarrollo continuo, eventualmente, se vuelve imposible de sostener.
El ecosocialismo no busca soluciones
dentro de este marco. El marco mismo es el
problema. La solucion es un sistema alternativo... ¿pero, cual? No hay
un modelo convincente para la sobrevivencia y ningun comité lo puede construir.
Entonces... ¿con que nos quedamos? Con lo mas obvio, es decir, con lo que
funciona, no para el sistema capitalista, sino para la salud de la ecologia. El
principio ecologico demanda atencion a la idea del usufructo... dejar el
ambiente, como minimo, en tan buenas condiciones como lo encontramos al
principio. La agricultura es un ejemplo. La industrializacion del mono cultivo
y pesticida con todo su poder ecologico
destructivo tiene que ser reemplazada por la diversidad, el cultivo organico local y la cualidad de la tierra conservada como en la agricultura
tradicional. Los derechos de propiedad socialistas
es el elemento esencial del
ecosocialismo que determina programas que promueven la igualdad y mantienen la ecologia mucho
mejor que la propiedad privada. Si el cooperativismo tiene un futuro
anticapitalista, es solo dentro del ecosocialismo. Las politicas tradicionales necesitan ser
discutidas y desarrolladas y diferentes programas especificos tienen que ser creados y adaptados para diferentes partes del mundo.
¿Cuáles serian las estrategias para
implementar estos principios? No hay simple formula para la transformacion
social. La idea de que un partido politico pueda ganar votos y trasformar la
sociedad solo ha producido la vuelta de
lo mismo. Los partidos verdes de Europa, por ejemplo, han elegido miembros al
parlamento y participado en los gobiernos. Gobiernos con partidos verdes y
social democratas como en Belgica, Suecia y Alemania han logrado avances bien
limitados. El partido verde de Alemania abandono toda su critica capitalista y
apoyo a NATO y la invacion de Afganistan. En Noruega el partido socialista ha
formado parte de gobiernos de coalicion y, sin embargo, el pais continua siendo
uno de los mayores productores de petroleo,
una de las mas importante causas del cambio climatico. En Australia,
Pete Garret, lider y miembro del Partido
por el Desarmamento Nuclear formo parte del gabinete del gobierno laboral en el
2008. Como ministro del ambiente aprobo la mina de uranio que es justamente la
que crea polucion toxica y alimenta la industria nuclear. En
America del Sur el ex presidente de Ecuador Rafael Correa llego al poder con el
apoyo del movimiento social indigena y
fue capaz de introducir protecciones ecologicas en la constitucion y derechos
de tierra a los indigenas y la fauna. A
pesar de estas medidas en el 2009 el gobierno de Correa ataco a los indigenas y
ambientalistas que protestaban en contra de las minas. En el 2010 un ministro
critico de las perforaciones en la Amazonia fue despedido junto con los
intentos de cerrar una radio indigena. Este es un buen ejemplo de las
contradicciones ambientales de los
gobiernos de izquierda en el continente. El problema, mas que personal, es
estructural. Paises como Bolivia, Venezuela y Ecuador dependen fundmentalmente
de la extraccion de recursos naturales. Sin petroleo en Venezuela y Ecuador y
sin gas natural en Bolivia estos paises tendrian bien poco que exportar. Esta
es la paradoja con la que se encuentran los politicos que intentan introducir
reformas ecosocialistas. La presion para mantener politicas basadas en el
crecimiento capitalista siempre gana el dia. No basta con tomar el Estado
capitalista para luego hacerlo funcionar
de la misma manera. Se necesita quebrarlo y reemplazarlo radicalmente por uno
diferente, un poder democratico, no estatal.
Y lo mismo para el aparato productivo. Por su misma naturaleza, su estructura
no es neutral, sino al servicio de la acumulacion capitalista y la expansión
ilimitada del mercado, en contradiccion con la sobrevivencia de los ecosistemas
y la salud de la poblacion. Las fuerzas productivas, y no solo las relaciones
de produccion, tienen que cambiar radicalmente. Los logros de la modernidad son impresionantes, pero todo el sistema
productivo debe transformarse si queremos preservar el ambiente natural que
hace posible nuestra existencia.
Dada esta realidad las ideas y
programas ecosocialistas solo pueden venir de las organizaciones de base,
indigenas, campesinas y trabajadores urbanos, como lo vemos a traves del mundo,
mas bien que del Estado. El problema es que el cambio climatico puede que ya
haya alcanzado su punto de inflexion. El aumento de oxido de carbono ha
empezado a acidificar los oceanos y destruir la cadena alimenticia marina y el
derretimiento de las capas de hielo de los polos va a liberar el metano que
existe debajo d ellas. Cuando esto ocurra nuestras posibilidades de existencia
van a desaparecer. Walter Benjamin, el filosofo de la escuela crtica de
Frankford, una vez remarco... “tal vez el motor de la historia no sean los
cambios revolucionarios, sino la humanidad aplicando los frenos de emergencia antes que
el tren caiga al abismo”. A esta altura... ¿podemos seguir creyendo en
los frenos?
Nieves y Miro Fuenzalida.