Sunday, May 7, 2017

El futuro de la humanidad.


¿Quién viene después del ser humano? ¿El súper humano?  ¿O la súper maquina? En este siglo la humanidad tratara de sobrepasar sus propios limites. Lo curioso es que lo mismo   que  la puede llevar mas allá de sus limitaciones presentes la puede también  llevar al fin de su supremacía.   Si la tecnología digital llega a ser suficientemente poderosa para entender y vencer los mecanismos  del envejecimiento y las enfermedades,  también lo  será  para reemplazar a los humanos en cualquier tarea. Según  el historiador Yuval Harari el cumplimiento del sueño humanista  puede  significar el fin del humanismo. Los humanos están en peligro de ser  reemplazados por  algoritmos de computadoras.

El gran proyecto modernista fue el de encontrar sentido en un mundo carente de plan cósmico. Después del colapso de Dios dejamos de ser actores en un drama cósmico y sin director de escena quedamos solos a nuestra merced. El problema entonces es ... ¿como vivir en un mundo carente de significado? La respuesta de la revolución humanista fue  la de colocar al ser humano en el lugar de Dios. Tradicionalmente el gran diseño cósmico le daba sentido a la vida humana. El humanismo invierte los papeles. Ahora el sentido de la vida y del universo debe extraerse de las experiencia interiores. En las culturas pre modernas la gente no creía que ellas podían determinar por si solas que es el bien, el mal, lo bello o lo feo, la verdad o la mentira. Es solo Dios quien definía  lo que es y quien nos decía que pensar y como actuar.  Y si queríamos saber algo mas la biblia daba la respuesta. Las verdades absolutas y el significado de la vida y el universo  estaban basados en una ley o autoridad eterna súper humana. Quien no seguía el programa se le tiraba a la hoguera, se le enviaba a la horca o  descabezaba como hoy hacen los fundamentalistas musulmanes. El humanismo no quiere nada de esto. No hay libreto, no hay significado, las cosas simplemente pasan una después de otras y en lugar de propósitos hay solo causas. Pero, esto no significa que  la vida no tenga sentido.  Solo que esta vez  se cuela  en nuestras vidas, no desde una realidad trascendental, sino desde las entrañas  mismas  de nuestro ser.  En lugar del vacío del  Universo exterior ahora tenemos un Universo interior lleno de riquezas sin fin. Si queremos saber como actuar  frente a un dilema ético, no tenemos que recurrir a una autoridad exterior porque la  respuesta la podemos encontrar en nuestras propias  experiencias y sensibilidad  interior.  Si nuestros sentimientos no son muy claros los conversamos con nuestra mejor amiga o con el terapista que, en lugar de decirnos que hacer, nos ponen en contacto con nuestro interior...  “ ¿cómo te sientes frente a esto?”  Lo que decidamos es nuestra responsabilidad. Por eso el lema del humanismo ha sido... “búscate a ti mismo”. El encuentro con nuestra autenticidad  es la ultima piedra de toque que, como decía Sartre, nos condena a ser libres.

Las experiencias, a diferencia de los átomos, moléculas o genes son fenómenos subjetivos que incluyen  sensaciones, emociones y pensamientos... placer, tensión, frio, miedo, enojo, asombro, angustia, razonamientos, etc.  y estas experiencias, junto con la sensibilidad y reflexión,  se van convirtiendo, a través del  tiempo, en  la fuente que  permite decidir que es lo bueno, bello, malo o feo.  Si se le da al individuo máxima libertad para expresarse a si mismo y seguir lo que su corazón le  dice el mundo puede finalmente disfrutar de  paz y prosperidad. El elector y el cliente  siempre tienen la razón.  La música de Vivaldi,  Lucho Gatica y los cantos de los pigmeos congoleses son, cada una de ellas, experiencias humanas que valen tanto como cualquier otra porque cada una de ellas  es una contribución  única que enriquece el mundo con nuevos significados. El respeto a experiencias diferentes a las nuestras es lo que posibilita la convivencia pacifica.

El motor a vapor y la electricidad trajeron el humanismo en los dos últimos siglos. En esta centuria la biotecnología y el algoritmo computacional  traen nuevos cuerpos, cerebros y mentes que empiezan a exponer las limitaciones del individualismo liberal y la ceguera de los electores y consumidores.  El libre albedrío y la si mismidad se encuentran en serios aprietos.  Procesos electroquímicos,  composiciones genéticas,  presiones evolucionarias y accidentes subatómicos aleatorios amenazan con tomar su lugar. Decisiones que son el resultado de una cadena de eventos químicos, cada uno determinado por eventos previos, están bien lejos de ser producto de nuestra voluntad. El determinismo y el azahar, según las ciencias cognitivas, han dividido todo el campo sin dejar lugar para la libertad.  Muy luego, así como van las cosas, terminará en el desván de la historia haciéndole compañía al alma y el espíritu. Pero... ¿cómo puede ser esto cuando positivamente sabemos que actuamos de acuerdo a nuestros deseos y voluntad? Mi experiencia así lo dice. Si leo “Cien años de soledad” en lugar de mirar la televisión es mi decisión, porque eso es lo que quiero... ¿cierto? Bueno, de acuerdo, si decimos que el libre albedrio es actuar de acuerdo a nuestros deseos, al igual que los chimpancés, los gatos y las jirafas.  La creencia corriente es la de asumir que poseemos una esencia interna que constituye nuestro verdadero y autentico  ser que posee varios deseos al igual que  uno posee una bicicleta, una boina o una radio y que uno elige los deseos al igual que uno elige que la ropa va a usar en el día.

La cosa, sin embargo, no es tan simple... ¿somos realmente nosotros los que elegimos nuestros deseos? Según las ultimas investigaciones bioinformáticas yo no elijo ni mis deseos ni la cadena de razonamientos que me hacen, por ejemplo, elegir a la izquierda política en lugar de la derecha. El uso de escáneres cerebrales  predicen las decisiones y deseos de la gente antes que ellas estén conscientes de ellos (Natura Neuroscience 11:5  2008  543-5). Experimentos muestran que  deseos y sentimientos complejos  tales como el amor, enojo, miedo o depresión pueden ser  manipulados, creados o aniquilados gracias al uso de drogas, ingeniería genética o estimulación cerebral. Si toda esta nueva  tecnología  se hace rutinaria la libre elección de los clientes y electores será otro producto que se puede comprar. Y junto con la libre voluntad  la creencia liberal en la individualidad  también resulta ser un mito mas  igual que la teoría del flogisto o el éter.  No somos individuos,  seres  singulares e indivisibles. Nuestro cuerpo esta compuesto de 37 trillones de células y cada día este cuerpo junto con  la mente sufren incontables permutaciones y transformaciones. Si miramos dentro de nosotros encontramos, no una sola y autentica voz, que  se supone seria la fuente de sentido y autoridad en el mundo, sino una cacofonía de voces  en conflicto que nunca callan...  ¿cómo sabemos cual de ellas es la autentica?  Los humanos, en realidad, no son individuos. Son dividuos.

Hasta hace poco pensábamos que solo los seres conscientes podían realizar tareas que requieren  gran inteligencia como diagnosticar enfermedades, manejar automóviles, jugar ajedrez, resolver crímenes, enseñar, etc. La cosa ahora empieza a cambiar.  El desarrollo de inteligencias no conscientes muestra que ellas pueden realizar las mismas tareas mejor que los humanos.   Lo tremebundo es que los algoritmos no conscientes muy bien puede que aventajen la conciencia humana en el reconocimiento de  diseños. Desde el punto de vista corporativo la inteligencia es mandatoria, la conciencia es opcional.  Luego la cosa entonces es esta... cuándo los algoritmos sean capaces de enseñar, diagnosticar y diseñar mejor que los humanos... ¿que haremos?  La visión optimista dice que hay muchas cosas que podemos hacer mejor que las maquinas, por muy inteligentes que sean. No, según la ciencia del siglo XXI. Todos los organismos son algoritmos, incluyendo los humanos.  Mas aun, el material que se use, sea carbón o silicón,  no afectan los cálculos. Por tanto, no hay razón para pensar que los algoritmos orgánicos pueden hacer cosas que los inorgánicos no puedan hacer.

Las experiencias y emociones, que  suponemos  están a la base de nuestra autenticidad  y libertad,  no son finalmente  fenómenos espirituales misteriosos irreducibles a la ley material, sino algoritmos bioquímicos vitales para la sobrevivencia y reproducción de la vida orgánica.  Los algoritmos, digamos,  son  un conjunto de pasos metódicos que pueden ser usados para hacer cálculos, resolver problemas y llegar a decisiones.  Los algoritmos que controlan  las maquinas expendedoras, por ejemplo, funcionan a través de engranajes mecánicos y circuitos eléctricos que siguen paso a paso las mismas instrucciones. Los que controlan el funcionamiento humano lo hacen a través de sensaciones, emociones y pensamientos. Y los mismos que controlan al animal humano controlan a las ardillas, las ovejas y las hormigas.  La diferencia con los que controlan las maquinas expendedoras es que los orgánicos son mucho mas complejos.       

La autenticidad del yo y la individualidad es la base de nuestra libertad, según el modernismo. Pero, dice Harari, si ambas son problemáticas el sistema eventualmente reemplazara la autoridad y libertad del individuo. Un algoritmo externo teoréticamente puede conocernos mucho mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos. Uno que  puede observar cada uno de los sistemas que componen mi cuerpo y cerebro puede saber exactamente quien soy yo, como me siento y que quiero. Tal algoritmo muy bien puede reemplazar al elector, al cliente  y al critico. El algoritmo sabe mas, no se equivoca y la belleza, el bien  y el mal se podrían encontrar en sus calculaciones. No seria raro que, si llegáramos a ese momento,  la creencia en el individualismo desapareciera y la autoridad se traslade del individuo  a las redes algorítmicas que harán las decisiones mas importantes. 

Por los últimos 70 000  años las experiencias humanas han sido los algoritmos mas eficiente en el procesamiento de datos en el mundo. El problema es que, como nada existe eternamente,  estamos llegando al punto en que nuevos algoritmos sobrepasaran a los humanos.   La ventaja de los humanos sobre los chimpancés es que los primeros absorben mas datos porque tienen mejores algoritmos que le permiten experimentar emociones mas profundas  y poseer habilidades intelectuales superiores.  ¿No es el caso que con  un  sistema de procesamiento que absorba muchísimos mas datos en forma mas eficiente y rápida que el humano,  será superior al humano en la misma forma que el humano es superior al chimpancé?  Choferes, pilotos, marinos, doctores, abogados, profesores, poetas y músicos podrán ser reemplazados por programas computacionales superiores.  Lo inquietante  en todo esto es que con el aprendizaje automático y la red neuronal artificial mas y mas algoritmos evolucionan independientemente, se mejoran a si mismos y aprenden de sus propios errores. Analizan una cantidad astronómica de datos y aprenden a reconocer diseños y adoptar estrategias que escapan a la mente humana. Eventualmente tendrán mas poder que nosotros... ¿en ese escenario, no es el caso que el ser humano pasaría  de Homo Sapien a Homo Obsoleto?


Nieves y Miro Fuenzalida.

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