¿Quién
viene después del ser humano? ¿El súper humano?
¿O la súper maquina? En este siglo la humanidad tratara de sobrepasar
sus propios limites. Lo curioso es que lo mismo que la puede llevar mas allá de sus limitaciones
presentes la puede también llevar al fin
de su supremacía. Si la tecnología digital llega a ser
suficientemente poderosa para entender y vencer los mecanismos del envejecimiento y las enfermedades, también lo será
para reemplazar a los humanos en cualquier tarea. Según el historiador Yuval Harari el cumplimiento
del sueño humanista puede significar el fin del humanismo. Los humanos
están en peligro de ser reemplazados por
algoritmos de computadoras.
El gran
proyecto modernista fue el de encontrar sentido en un mundo carente de plan
cósmico. Después del colapso de Dios dejamos de ser actores en un drama cósmico
y sin director de escena quedamos solos a nuestra merced. El problema entonces
es ... ¿como vivir en un mundo carente de significado? La respuesta de la revolución
humanista fue la de colocar al ser
humano en el lugar de Dios. Tradicionalmente el gran diseño cósmico le daba
sentido a la vida humana. El humanismo invierte los papeles. Ahora el sentido
de la vida y del universo debe extraerse de las experiencia interiores. En las
culturas pre modernas la gente no creía que ellas podían determinar por si
solas que es el bien, el mal, lo bello o lo feo, la verdad o la mentira. Es
solo Dios quien definía lo que es y
quien nos decía que pensar y como actuar.
Y si queríamos saber algo mas la biblia daba la respuesta. Las verdades
absolutas y el significado de la vida y el universo estaban basados en una ley o autoridad eterna
súper humana. Quien no seguía el programa se le tiraba a la hoguera, se le
enviaba a la horca o descabezaba como
hoy hacen los fundamentalistas musulmanes. El humanismo no quiere nada de esto.
No hay libreto, no hay significado, las cosas simplemente pasan una después de
otras y en lugar de propósitos hay solo causas. Pero, esto no significa que la vida no tenga sentido. Solo que esta vez se cuela
en nuestras vidas, no desde una realidad trascendental, sino desde las
entrañas mismas de nuestro ser. En lugar del vacío del Universo exterior ahora tenemos un Universo interior
lleno de riquezas sin fin. Si queremos saber como actuar frente a un dilema ético, no tenemos que
recurrir a una autoridad exterior porque la respuesta la podemos encontrar en nuestras
propias experiencias y sensibilidad interior. Si nuestros sentimientos no son muy claros los
conversamos con nuestra mejor amiga o con el terapista que, en lugar de
decirnos que hacer, nos ponen en contacto con nuestro interior... “ ¿cómo te sientes frente a esto?” Lo que decidamos es nuestra responsabilidad. Por
eso el lema del humanismo ha sido... “búscate a ti mismo”. El encuentro con nuestra
autenticidad es la ultima piedra de
toque que, como decía Sartre, nos condena a ser libres.
Las
experiencias, a diferencia de los átomos, moléculas o genes son fenómenos
subjetivos que incluyen sensaciones,
emociones y pensamientos... placer, tensión, frio, miedo, enojo, asombro,
angustia, razonamientos, etc. y estas
experiencias, junto con la sensibilidad y reflexión, se van convirtiendo, a través del tiempo, en
la fuente que permite decidir que
es lo bueno, bello, malo o feo. Si se le
da al individuo máxima libertad para expresarse a si mismo y seguir lo que su
corazón le dice el mundo puede finalmente
disfrutar de paz y prosperidad. El
elector y el cliente siempre tienen la
razón. La música de Vivaldi, Lucho Gatica y los cantos de los pigmeos
congoleses son, cada una de ellas, experiencias humanas que valen tanto como
cualquier otra porque cada una de ellas es una contribución única que enriquece el mundo con nuevos
significados. El respeto a experiencias diferentes a las nuestras es lo que
posibilita la convivencia pacifica.
El
motor a vapor y la electricidad trajeron el humanismo en los dos últimos siglos.
En esta centuria la biotecnología y el algoritmo computacional traen nuevos cuerpos, cerebros y mentes que
empiezan a exponer las limitaciones del individualismo liberal y la ceguera de
los electores y consumidores. El libre
albedrío y la si mismidad se encuentran en serios aprietos. Procesos electroquímicos, composiciones genéticas, presiones evolucionarias y accidentes
subatómicos aleatorios amenazan con tomar su lugar. Decisiones que son el
resultado de una cadena de eventos químicos, cada uno determinado por eventos
previos, están bien lejos de ser producto de nuestra voluntad. El determinismo
y el azahar, según las ciencias cognitivas, han dividido todo el campo sin
dejar lugar para la libertad. Muy luego,
así como van las cosas, terminará en el desván de la historia haciéndole
compañía al alma y el espíritu. Pero... ¿cómo puede ser esto cuando
positivamente sabemos que actuamos de acuerdo a nuestros deseos y voluntad? Mi experiencia
así lo dice. Si leo “Cien años de soledad” en lugar de mirar la televisión es
mi decisión, porque eso es lo que quiero... ¿cierto? Bueno, de acuerdo, si
decimos que el libre albedrio es actuar de acuerdo a nuestros deseos, al igual
que los chimpancés, los gatos y las jirafas.
La creencia corriente es la de asumir que poseemos una esencia interna
que constituye nuestro verdadero y autentico
ser que posee varios deseos al igual que uno posee una bicicleta, una boina o una radio
y que uno elige los deseos al igual que uno elige que la ropa va a usar en el
día.
La
cosa, sin embargo, no es tan simple... ¿somos realmente nosotros los que
elegimos nuestros deseos? Según las ultimas investigaciones bioinformáticas yo
no elijo ni mis deseos ni la cadena de razonamientos que me hacen, por ejemplo,
elegir a la izquierda política en lugar de la derecha. El uso de escáneres
cerebrales predicen las decisiones y
deseos de la gente antes que ellas estén conscientes de ellos (Natura
Neuroscience 11:5 2008 543-5). Experimentos muestran que deseos y sentimientos complejos tales como el amor, enojo, miedo o depresión
pueden ser manipulados, creados o
aniquilados gracias al uso de drogas, ingeniería genética o estimulación
cerebral. Si toda esta nueva tecnología se hace rutinaria la libre elección de los
clientes y electores será otro producto que se puede comprar. Y junto con la
libre voluntad la creencia liberal en la
individualidad también resulta ser un mito
mas igual que la teoría del flogisto o el
éter. No somos individuos, seres singulares e indivisibles. Nuestro cuerpo esta
compuesto de 37 trillones de células y cada día este cuerpo junto con la mente sufren incontables permutaciones y
transformaciones. Si miramos dentro de nosotros encontramos, no una sola y
autentica voz, que se supone seria la
fuente de sentido y autoridad en el mundo, sino una cacofonía de voces en conflicto que nunca callan... ¿cómo sabemos cual de ellas es la
autentica? Los humanos, en realidad, no
son individuos. Son dividuos.
Hasta
hace poco pensábamos que solo los seres conscientes podían realizar tareas que
requieren gran inteligencia como diagnosticar
enfermedades, manejar automóviles, jugar ajedrez, resolver crímenes, enseñar, etc.
La cosa ahora empieza a cambiar. El
desarrollo de inteligencias no conscientes muestra que ellas pueden realizar
las mismas tareas mejor que los humanos. Lo tremebundo es que los algoritmos no
conscientes muy bien puede que aventajen la conciencia humana en el
reconocimiento de diseños. Desde el
punto de vista corporativo la inteligencia es mandatoria, la conciencia es
opcional. Luego la cosa entonces es
esta... cuándo los algoritmos sean capaces de enseñar, diagnosticar y diseñar
mejor que los humanos... ¿que haremos? La
visión optimista dice que hay muchas cosas que podemos hacer mejor que las
maquinas, por muy inteligentes que sean. No, según la ciencia del siglo XXI.
Todos los organismos son algoritmos, incluyendo los humanos. Mas aun, el material que se use, sea carbón o
silicón, no afectan los cálculos. Por
tanto, no hay razón para pensar que los algoritmos orgánicos pueden hacer cosas
que los inorgánicos no puedan hacer.
Las
experiencias y emociones, que suponemos están a la base de nuestra autenticidad y libertad, no son finalmente fenómenos espirituales misteriosos
irreducibles a la ley material, sino algoritmos bioquímicos vitales para la
sobrevivencia y reproducción de la vida orgánica. Los algoritmos, digamos, son un
conjunto de pasos metódicos que pueden ser usados para hacer cálculos, resolver
problemas y llegar a decisiones. Los
algoritmos que controlan las maquinas
expendedoras, por ejemplo, funcionan a través de engranajes mecánicos y
circuitos eléctricos que siguen paso a paso las mismas instrucciones. Los que
controlan el funcionamiento humano lo hacen a través de sensaciones, emociones
y pensamientos. Y los mismos que controlan al animal humano controlan a las
ardillas, las ovejas y las hormigas. La
diferencia con los que controlan las maquinas expendedoras es que los orgánicos
son mucho mas complejos.
La
autenticidad del yo y la individualidad es la base de nuestra libertad, según
el modernismo. Pero, dice Harari, si ambas son problemáticas el sistema eventualmente
reemplazara la autoridad y libertad del individuo. Un algoritmo externo teoréticamente
puede conocernos mucho mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos. Uno
que puede observar cada uno de los
sistemas que componen mi cuerpo y cerebro puede saber exactamente quien soy yo,
como me siento y que quiero. Tal algoritmo muy bien puede reemplazar al
elector, al cliente y al critico. El
algoritmo sabe mas, no se equivoca y la belleza, el bien y el mal se podrían encontrar en sus
calculaciones. No seria raro que, si llegáramos a ese momento, la creencia en el individualismo desapareciera
y la autoridad se traslade del individuo
a las redes algorítmicas que harán las decisiones mas importantes.
Por
los últimos 70 000 años las experiencias
humanas han sido los algoritmos mas eficiente en el procesamiento de datos en
el mundo. El problema es que, como nada existe eternamente, estamos llegando al punto en que nuevos
algoritmos sobrepasaran a los humanos. La
ventaja de los humanos sobre los chimpancés es que los primeros absorben mas
datos porque tienen mejores algoritmos que le permiten experimentar emociones
mas profundas y poseer habilidades
intelectuales superiores. ¿No es el caso
que con un sistema de procesamiento que absorba
muchísimos mas datos en forma mas eficiente y rápida que el humano, será superior al humano en la misma forma que
el humano es superior al chimpancé?
Choferes, pilotos, marinos, doctores, abogados, profesores, poetas y músicos
podrán ser reemplazados por programas computacionales superiores. Lo inquietante
en todo esto es que con el aprendizaje automático y la red neuronal
artificial mas y mas algoritmos evolucionan independientemente, se mejoran a si
mismos y aprenden de sus propios errores. Analizan una cantidad astronómica de
datos y aprenden a reconocer diseños y adoptar estrategias que escapan a la
mente humana. Eventualmente tendrán mas poder que nosotros... ¿en ese escenario,
no es el caso que el ser humano pasaría
de Homo Sapien a Homo Obsoleto?
Nieves
y Miro Fuenzalida.
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