¿Cómo conocemos a un animal?... El modo preferido es el de transformarlo en un objeto de clasificación y análisis para
aumentar el conocimiento humano. Pero, no siempre. La filosofía animal de Chuang Tzu sigue
otro camino. Uno no debe, dice, tratar de alcanzar ninguna cosa. No debe
buscar una unidad conceptual, un
conjunto de proposiciones o una serie de
argumentos. No debe aspirar a construir otro discurso filosófico
antropocéntrico. Uno simplemente debe
seguir al animal.
¿No es este seguir al animal algo parecido al “ devenir animal “ de Deleuze y Guattari, como observa Irving Goh?
En un texto bastante
conocido del filosofo chino se lee que
una vez Chuang Tzu soñó que era una mariposa volando de flor en flor bajo el sol, feliz consigo misma. De pronto
despierta y ahí estaba el, solido y, sin
lugar a dudas, Chuang Tzu… ¿Es Chuang
Tzu el que soñó que es una mariposa o es una mariposa soñando que es Chuang Tzu?
Este es un sueño bien diferente de los que comúnmente tenemos. Uno no sale de este sueño para
recuperar el sentido de la subjetividad consciente. Aquí la conciencia, por decirlo así, esta trastornada,
desquiciada, porque la gran
incertidumbre que permanece no es la inhabilidad para distinguir entre realidad
e ilusión, como a veces nos ocurre después de tener un sueño vivido, sino la
ansiedad de ya no saber quien o que uno
es. No hay manera de decir si uno es el humano que soñó ser una mariposa o si, en realidad, es la
mariposa soñando que es un ser humano… ¿No estaría, este sueño, indicando
que nuestra actual forma humana
es continuación del sueño animal?
Algo ha ocurrido entre la mariposa y Chuang Tzu. Un impacto, o un afecto en el sentido de
Deleuze y Guattari, ha cruzado entre
ellos que desencadena cambios radicales
en la constitución corporal humana. Es
la pequeña mariposa, en el evento del sueño,
la que desraíza a Chuang Tzu de
la humanidad, la que, por un instante,
planta la duda en
la certidumbre de la subjetividad y agencia humana, la que desorganiza e interrumpe las categoría
ontológicas usuales… ¿soy Chuang Tzu o soy la mariposa? Si el duda la certidumbre de si mismo, también
duda si es humano, sintiéndose ahora un animal en la forma de mariposa.
Este es el comienzo del devenir animal
que no hay que entenderlo como el surgimiento de una nueva entidad singular producida por la
inserción de una dentro de la otra a costa de las dos primeras. Las dos entidades iniciales, dice Deleuze,
permanecen, excepto que, después del
encuentro, cada una de ellas deviene
en algo diferente de acuerdo a sus
propias característica. En devenir animal, el animal y el ser humano “de ninguna manera
son la misma cosa”. En el deslizamiento entre la mariposa y Chuang Tzu, entre el animal y el humano, también
“debe haber alguna distinción”.
¿Por qué seria
importante desraizarse de la
humanidad? Según el filósofo chino la vida tiene limites, pero el conocimiento
tiene aun mas. Si usamos lo que es
limitado para captar lo que es ilimitado corremos un grave peligro. Seguir
al animal o devenir en animal sugiere un
camino que puede
llevar a un lugar diferente desde el
cual se podría atisbar al otro lado del limite. Un camino que puede deja atrás al sujeto humano incapaz de
captar el ilimitado evento de la vida. Un camino que se aleja de las instituciones
gubernamentales, de la virtud
burocrática, del oficio político, de la
buena conducta que impresiona al jefe. Es decir, de la política que impone limites.
Creemos ser “animales políticos” capaces de un discurso racional, con la
habilidad de organizar la vida dentro de espacios civilizados como la
ciudad y la nación en donde la vida diaria es ordenada y manejada por normas y leyes. El “animal político” vive para asegurar el
orden y perpetuidad de la economía política
del espacio que habita, y del que, prácticamente, es imposible salir. El animal
salvaje es lo que escapa a esta totalización política. Seguir al animal, o devenir animal, es, entonces, desaparecer de la política y entrar en un
territorio desconocido e incognoscible, según Chuang Tzu. Olvidar la política es mantener y asegurar la vida en su simplicidad
y libertad. El animal deja al mundo
tranquilo, tal como es, y no lo organiza
o transforma con otros animales de
acuerdo con su juicio. Simplemente
existe, vagando libremente en la
naturaleza, lejos de la explotación humana.
Obviamente, esta no
es una filosofía animal útil para la
especie human. Su propósito no es
educar, no es ayudar en la constitución de un ser humano mas responsable, ni tampoco es una ontología animal. En este sentido la filosofa animal de Chuang
Tzu es políticamente inútil, a
diferencia de la filosofía animal de Peter Singer que
posee una utilidad practica,
especialmente en el tratamiento ético del animal. Nada de esto se encuentra en el filosofo
chino. No interés al servicio del
entendimiento humano. Su relación con
el animal es
parecida a la de Derrida que
tampoco se aproxima al animal con el afán
de conocerlo desde la perspectiva humana.
El secreto y enigma del animal se mantiene como muestra de respeto por lo que no puede
ser entendido. Como dice Irving Goh, es humildad frente a lo que no comprendemos. Nunca
entendemos al animal. Uno
nunca puede saber que piensa o como
piensa. Ni siquiera podemos estar
seguros de si piensa.
El repudio de la política, sin embargo, no lleva a un estado apolítico, como ingenuamente se podría pensar. El olvido o la resistencia en contra de la
política estatal y sus limites es también política. El gol en devenir animal
en Deleuze es resistir, escapar o
volverse imperceptible para los aparatos
de la burocracia estatal , devenir que, en
el fondo, es una trayectoria política.
Hay toda una política en devenir animal, dice Deleuze, que se produce “en ensamblajes que no son los de la familia,
la religión, ni el Estado”. Seguir al animal o devenir animal, es
ponerse en contacto con energías,
visiones, sentidos y vitalidades que
rompen los limites antropocéntricos y cuestionan el pensar. Es tener una “relación animal con el animal”. La connotación política aquí, se podría
decir, esta en la desviación del
poder del Estado o del Sujeto que bloquean la capacidad para generar afectos o ser afectado en una variedad de
formas. Esta no es una política dirigida
al poder legislativo o a los creadores de programas gubernamentales. La adopción de leyes para la preservación de
la vida salvaje no tiene nada que ver con las capacidades intrínsecas de
afectabilidad entre el animal y el humano que son independientes de las regulaciones políticas. La cosa no es defender los derechos del
animal o la planta o promulgar la ética de la compasión, sino abrirse a una actitud de solidaridad con
afectos que no son los
producidos por los humanos . Mas que una ética, esta es una etología que llama la atención hacia los signos
afectivos comunes que hay entre animal y
humano.
La experiencia de la primatologista Bárbara Smuts, que durante dos años viajo 12 horas al día, 7 días a la semana,
con una tropa de 135 babuinos, muestra como su relación con los babuinos
altero su interacción con otros animales…
“ en el proceso de ganar su confianza, casi todo cambio acerca de mi,
incluyendo la forma en que caminaba y sentaba, la forma de sostener el cuerpo y
la forma en que usaba mi voz y ojos. Estaba aprendiendo una nueva forma de ser
en el mundo… la forma del babuino. No estaba literalmente moviéndome como el babuino. Mi morfología
diferente lo impedía, pero estaba respondiendo a las señales que los babuinos usaban para indicar unos a otros sus emociones,
motivaciones y gradualmente estaba
aprendiendo a enviar tales señales de vuelta a ellos” Este es el devenir en un animal de
manada… “crecientemente sentía la tropa como nosotros en lugar de
sentirla como ellos”…”podía saber si íbamos a viajar una distancia larga o
corta ese día, sin saber como lo sabia”.
¿No es este el índice de que la paleontóloga había sido infectada por la
manada?... Una corriente de afectos
viaja de ida y vuelta entre la manada y
Bárbara.
La tropa o
manada es la tierra fértil por
excelencia del devenir. Obliga a sus
miembros a entrar en involuciones y
alianzas. La experiencia de Smuts indica que nosotros también podemos estar sujetos a alianzas similares con otros
animales que pueden asegurar un florecimiento mutuo.
El seguir al animal de Chuang Tzu y el devenir animal de Deleuze no tratan , por supuesto, con la dialéctica
histórica ni con su significado. Aquí no encontramos leyes históricas que
puedan explicar el devenir o revelar totalmente su significado. La historia no deviene. Lo que deviene es lo sempiterno, lo que escapa al
reconocimiento, a la legislación histórica, a la identificación y a lo
familiar. Devenir es un estado de
cosas que expresa fuerzas impersonales
que transforman las fuerzas estables, que de otra manera permanecerían
insensibles. Las cosas, en lugar de persistir
en su propio ser, se abren a la experimentación de zonas comunes entre los reinos animal,
mineral, humano o vegetal. La orquídea atrae a la avispa al emitir sustancias químicas que se asemejan
a la feromona de la avispa femenina que, al
volar de flor en flor, ayuda a la polinización de la planta. En este ensamblaje el punto esencial es este… por cualquier medio o
elemento, la emisión de corpúsculos entra en una relación de movimientos que crea
una zona de proximidad a nivel molecular entre
el vegetal y el animal. Aquí la vieja idea metafísica de la identidad
sustancial da paso al ensamblaje, las
alianzas y las relaciones junto con el
devenir entre seres y cosas. El devenir
ocurre como un evento independiente
de la elección intencional, del libre albedrio o del acto voluntario. Cualquier cosa, lo mas inesperado o insignificante, puede lanzarnos al devenir. Un devenir que siempre puede
contener el riesgo de un
ensamblaje fallido.
Esta es una posición anti humanista que va mayormente en contra de las
ciencias sociales que tradicionalmente enfatizan la distinción jerárquica entre humanos y animales, en lugar de afirmar una zona común de afectabilidad. La concepción tradicional
contiene una visión imperialista de la naturaleza basada en una serie de valores trascendentes
que Deleuze trata de desconstruir con la
intención de de-jerarquizar radicalmente
las relaciones en el mundo de lo viviente y, así, alejarnos del poder de dominación que contiene el menor
grado de afectabilidad.
Devenir animal es olvidar la
rigidez de nuestros hábitos físicos y emocionales para expandir la
experiencia del mundo.
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